LA ARTROSIS: CÓMO PREVENIRLA Y TRATARLA

 

Los objetivos que perseguirá su médico, a la luz de la disponibilidad de medios que le proporciona la ciencia médica actual, cuando le recomiende un tratamiento para la artrosis son el alivio de su dolor articular y el mantenimiento de su capacidad funcional. Para ello, se dispone de diversas alternativas, que incluyen los tratamientos físicos, los medicamentos y, a veces, la cirugía. Las claves del tratamiento son el ejercicio, combatir la obesidad y los analgésicos/antiinflamatorios.

            No existe una dieta especial para las personas con artrosis, de modo que los remedios como iones y diversos derivados de cartílago, que no se venden como medicamento, carecen de respaldo científico. Las medicinas alternativas, salvo la acupuntura, tienen en general un efecto similar al “placebo”, es decir, al de una cápsula o inyección de medicamento que está vacía o, simplemente, con suero salino. Cambiar de residencia, buscando un clima más cálido, no tiene sentido, al no influir a largo plazo sobre la enfermedad, si bien pudiera afectar temporalmente a los síntomas.

            Las medidas físicas suponen una serie de procedimientos destinados a mejorar la sintomatología y la habilidad para desempeñar las tareas laborales, domésticas, de la vida de relación y del cuidado personal. Se aconseja realizar las tareas físicas de forma intermitente, alternando con períodos de descanso. Para la artrosis de manos es conveniente no abusar de movimientos repetitivos, como la costura y diversas manualidades. Se incluyen aquí el aprendizaje y, sobre todo, la práctica diaria de ejercicios físicos destinados a mejorar la movilidad articular y a potenciar la fuerza muscular, así como el uso juicioso del calor y frío, y de férulas y sistemas ortopédicos que ayuden a disminuir la sobrecarga de una articulación artrósica.

            El calor local puede aliviar temporalmente el dolor, pudiendo aplicarse en forma de baños de agua (en la artrosis de las manos), manta eléctrica o similar.

            El ejercicio aeróbico (natación, paseo), practicado regularmente, ayuda al control de la enfermedad y a prevenir la atrofia muscular.

            Existen férulas para mantener en reposo la articulación dolorida, como en la base del pulgar (muñequera) o en los dedos de los pies (plantillas). La artrosis de rodilla o cadera podría beneficiarse del uso apropiado de un bastón o muleta para llevarlo en la mano contraria al lado que duele. En el caso de los pies, se aconseja zapato de suela blanda y gruesa para que absorba los impactos con un tacón no demasiado alto. Piense en la posibilidad de modificar la disposición de los muebles y aparatos en el trabajo para evitar la sobrecarga de las articulaciones, y también en el domicilio, como el de poner una ducha en lugar de la bañera.

            Eliminar o atenuar la obesidad resulta particularmente útil y necesario en la artrosis de rodilla, y también para disminuir el dolor en otras articulaciones de carga, como la cadera y la columna lumbar. Se ha demostrado que el sobrepeso aumenta el riesgo, no sólo de padecer artrosis, sino también de su progresión. La fórmula para conseguir reducir el peso corporal excesivo se basa en ingerir menos calorías con la dieta y en incrementar la actividad física habitual.

Imagen La Artrosis, Cómo Prevenirla Y Tratarla

            La depresión unida a un mal dormir puede aumentar el dolor del paciente artrósico, de modo que debe ser tratada adecuadamente.

            Los medicamentos que, habitualmente, se recetan para el tratamiento de la artrosis tienen como finalidad la de aliviar sus síntomas. Un medicamento analgésico es aquel que combate el dolor, incluyendo el dolor articular, pero no afecta a la artrosis en sí misma. El paracetamol es uno de ellos. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) (por ejemplo, el ibuprofeno) son medicamentos que luchan contra el dolor, la inflamación y la rigidez de las articulaciones en la artrosis. Se pueden utilizar largos períodos de tiempo porque no producen tolerancia, es decir, que no pierden su efecto (si han sido eficaces) al prolongarse su administración. Tampoco originan una dependencia, lo cual significa que se pueden suspender sin que se sufra ninguna necesidad obsesiva de seguir tomándolos. No son “drogas”: no se acostumbra uno a ellos ni se sufre de síndrome de abstinencia (“mono”) cuando se suprimen. En algunos momentos, puede ser necesario ayudar al paracetamol y a los antiinflamatorios no esteroideos con otros analgésicos, como el tramadol o la codeína. Si ya está cansado de tomar ibuprofeno sin lograr los resultados esperados, podría optar por tomar en su lugar dexketoprofeno trometamol (Enantyum®) 25 mg, el cual es otro antiinflamatorio no esteroideo que suele ir muy bien.

            El mantenimiento de un tratamiento sintomático, como el de la artrosis, requiere de medicamentos eficaces, seguros y cómodos de tomar. La respuesta de cada persona a los antiinflamatorios es variable. Se hace, pues, a menudo necesario probar con distintos medicamentos de este grupo hasta encontrar el que es más eficaz en cada paciente en concreto. Una sola toma diaria del medicamento facilita el cumplimiento del tratamiento. Uno de los inconvenientes habituales en el uso de esta medicación es la posibilidad de irritar el estómago y de lesionarlo. Por eso, a veces se recomienda ingerirlos con un medicamento que lo proteja, como puede ser el omeprazol. Una nueva generación de antiinflamatorios, los inhibidores selectivos de la cox-2, con acción más específica y selectiva sobre el dolor y la inflamación, respetando la integridad del tubo digestivo, ayudará a mejorar este tipo de tratamiento.

            Los analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos se suelen administrar por vía oral. Existe también la posibilidad de que se le receten por vía tópica, es decir, sobre la piel que recubre la articulación artrósica, en forma de pomada, crema, nebulizador o spray. La capsaicina es un medicamento que también se administra por esta vía tópica para aliviar el dolor, reduciendo la cantidad de sustancias que transmiten, en los nervios, la señal dolorosa hacia el cerebro.

            Las infiltraciones de derivados de la cortisona o de ácido hialurónico dentro de las articulaciones con artrosis pueden resultar, a veces, necesarias para el tratamiento. El ácido hialurónico es similar al líquido articular y se administra en tandas de 3 a 5 inyecciones (una cada semana), tardando más tiempo que el corticoide en producir mejoría. El sulfato de glucosamina es un medicamento que podría actuar como nutriente del cartílago articular artrósico, aliviando la sintomatología y retrasando la evolución de la enfermedad. En el mismo grupo que el sulfato de glucosamina se encuentran el condroitín sulfato y la diacereína, con un mecanismo de acción diferente a los antiinflamatorios. Dichos fármacos pueden necesitar varias semanas de tratamiento para producir alivio.

            En algunos pacientes con artrosis avanzada e incapacitante puede ser necesaria la cirugía para atenuar el dolor y recuperar la mayor función posible de la articulación o para corregir una deformidad. Algunas intervenciones se pueden hacer para limpiar y lavar la articulación, eliminando adherencias y cuerpos extraños. La osteotomía permite, cortando cuñas de hueso, realinear y colocar en posición correcta la articulación. Se aplica, sobre todo, a la rodilla. La artroplastia consiste en sustituir total o parcialmente las zonas enfermas de la articulación, utilizando prótesis artificiales formadas por componentes de metal, plástico y cerámica. Las artroplastias más frecuentes son las de cadera y rodilla.

            Como ya sabemos, la artrosis es una enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos años. De todas formas, no siempre es progresiva y, en general, la mayoría de los pacientes puede llevar una vida normal. No existe, hoy día, un tratamiento curativo para la artrosis. Pero, al igual que sucede con otros padecimientos crónicos, los síntomas que origina la artrosis se pueden aliviar y atenuar, permitiendo que la persona que la sufre padezca lo menos posible.

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

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