UN PREGON ESPECIAL EN MOLVÍZAR

En la fiesta de Santa Ana cada día 22 del mes de Julio, el Ayuntamiento de Molvízar celebra de manera especial cada uno de los eventos festivos, y sorprende a su pueblo con personajes famosos difíciles de captar en un mes vacacional, donde artistas, escritores, poetas, músicos, pintores y hasta políticos, se encuentran por los mares del mundo, disfrutando de sus embarcaciones, de sus playas, de sus familias y alejados de las actividades que les hizo famosos.

Pero este Ayuntamiento no se arredra ante las dificultades de unas fechas imposibles, donde el calor puede imponer sus determinantes 35 grados y espantar a los visitantes… Su Alcalde D. Francisco Fermín, tiene a sus concejales a pie de yunque cada día, -dejando a Javier que se ocupe de las fiestas- mientras él se encarga de acercar a su pueblo a los más   ilustres personajes del momento, para que diserten desde el balcón de su Consistorio y prediquen al viento las bondades de su pueblo y la protección puntual que Santa Ana ejerce a favor de sus habitantes.

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Corporación del Ayuntamiento de Molvízar, reina de las fiestas y su corte de honor, Alfredo Amestoy y miembros de Granada Costa.

Si en años anteriores fueron Paloma Gómez Borrero y la Doctora Toñi Castillo, en esta ocasión ha sido el genial, multitudinario e incombustible Alfredo Amestoy, quien ha ocupado el balcón consistorial, para contarnos las bondades de Molvízar, aderezadas con los alimentos que produce, tanto espirituales como gastronómicos; porque no se ha limitado a sus vinos, chirimoyos, mangos y aguacates, ¡no!; se ha referido también a los nogales que figuran en el escudo del pueblo. En su pormenorizado recorrido arbóreo, Amestoy nos ha dejado además toda una simpática verdulería…Y desde luego, “se llevó al huerto” a todos los molvizeños, a cuantos guiris acudieron y a los numerosos socios del periódico Granada Costa, que su Presidente Pepe Segura había convocado y que se desplazaron desde Valencia, Barcelona, Mallorca, Lérida, Málaga y Madrid, para no perderse el evento.

Pero en su brillante “piropo” (así bautizó Amestoy su pregón) nos descubrió la importancia que para él tenía la palabra Ana, confesando que era precisamente la palabra que más había pronunciado a lo largo de su vida, y había sido la verdadera razón por la que no había dudado ni un segundo en venir a pronunciarla: el de su esposa Ana, el amor de su vida, que descansaba desde hacía varios meses muy cerca de Molvizar en el cementerio de Salobreña.

Y como no podía ser de otra manera, el conferenciante que no quería  meterse en un “berenjenal”,  tuvo no obstante unas  palabras cariñosas muy fruteras también para la reina y  mises de la fiesta  allí presentes, comparándolas con la  “guayaba”, porque al igual que  por el olor embriagador del fruto estaban para comérselas…

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Visita institucional de Alfredo Amestoy al párroco de Molvízar junto a miembros de Granada Costa.

Tengo la impresión que Santa Ana, la iglesia, las fiestas y la gente de Molvízar han capturado a este vasco, que fue trasplantado entre aguacates hace cuarenta años en Motril y Salobreña, y a partir de ahora va a echar raíces igualmente en Molvízar, a juzgar por la acogida que ha tenido, donde hasta personas que no habían nacido cuando él ocupaba anualmente la cuota de pantalla de la televisión (share actual) le paraban por las calles del pueblo para saludarle con admiración y cariño.

¡Mi enhorabuena querido Alfredo!

Julián Díaz Robledo

 

Pregón de Alfredo Amestoy:

Amigos de Molvízar… Y en “amigos” incluyo a todos los vecinos, a los naturales y a los allegados de fuera, que no son forasteros porque en Molvízar nadie es forastero ni siquiera los que hemos venido a acompañaros en estas fiestas. En vecinos… incluyo también a la familia política que tiene todo el mundo, quiera o no quiera: padres políticos, madres políticas, hermanos políticos…amigos políticos…Los políticos son el fondo amigos políticos. Bueno algunos, como vuestro alcalde Francisco Fermín, son después de tantos años, como auténticos hermanos. Ya apenas tiene que hablar porque él sabe como piensa cada uno de los vecinos y todos los vecinos, antes de que el alcalde hable, ya saben qué es lo que va a decir.

Si no fuera así, sería el alcalde García Pontedura el que pronunciaría el pregón de fiestas todos los años…Peo como no se puede repetir siempre el mismo pregón y para no cambiar de alcalde, que eso es muy complicado, es mejor cambiar de pregonero. A mí me han traído este año porque soy hombre y el año pasado hu7bo una mujer…Y hay que alternar. También estoy aquí por razones económicas. El año pasado la pregonera tuvo que viajar desde Lérida. Este año la economía municipal no permitía que viniera un pregonero ni siquiera de Jaén ni de Almería. Al estar yo en Salobreña, el gasto del viaje se reducía a poco más de un euro, que es lo que cuesta un litro de gasolina.

Hay que ahorrar. Y como hay que ahorrar yo no voy a pronunciar un pregón, porque pronunciar un pregón –no digamos un discurso- es carísimo.

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Alfredo Amestoy junto a la Corporación del Ayuntamiento de Molvízar

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Voy a limitarme a … “echar” un pregón.   ¡Ah! ¿no quieren que se lo eche?. Pues ustedes se lo pierden… En España todo lo que se echa es lo mejor. Echar una partida, echar una copa, echar un… lo que sea. Lo que se echa es siempre bueno. Lo de “hacer” es un trabajo… incluso esa tontería que dicen los finos de “hacer el amor”. En España se echa… Se echa a la lotería… Y si toca la lotería, se echa la casa por la ventana… Antes en esta tierra se decía “esta noche te echo el teléfono”…   Y ¿qué es lo que hacemos ahora en verano después de comer?: echar la siesta, no hacer la siesta, como dicen los catalanes. Y ¿qué se hace cuando hay que resolver un partido después de la prórroga..? ¡pues echar penalties..! Y si una empresa va mal… pues se hace un ERE y se echa a los empleados… Y que hacía Don Juan Carlos cuando se aburría en el palacio, pues coger la moto y echar una cana al aire… El rey como todos los hombres buenos, era un mujeriego. Yo también.

¿Por qué echo yo este pregón hoy en Molvízar? Por una mujer. Por una mujer; sí señor. Hace unos meses perdí a la mujer con la que he estado casado cincuenta años y a quien la tengo enterrada cerca de mi casa y cerca de aquí: En Salobreña. Se llamaba Ana. Ana es la palabra que he pronunciado más veces en mi ya larga vida. Y la palabra que he pronunciado con más amor. Por eso he venido hoy a Molvízar… Porque, también en Molvízar, Ana es algo más que un nombre de mujer y porque hoy se honra aquí a una patrona y a una matrona: a la madre de la mujer más bendita entre todas las mujeres, a Santa Ana.  Si decimos a la Virgen que “llena eres de gracia”, esa gracia le viene de su madre que, no en vano, Ana significa en hebreo “graciosa”.  Y, cuidado, Santa Ana, su madre, no fue la única Ana importante en la vida de María.  Cuando la Virgen presenta a su hijo a Simeón, otra Ana, Ana la profetisa, le anuncia que ese niño será el Mesías.

Ahora comprenden por qué estoy aquí con ustedes y por qué,  no sólo encantado sino feliz, acepté la invitación que me hacía el Ayuntamiento de Molvízar y el concejal Javier Gómez a través de un personaje como José Segura que ya es historia en Molvízar y en esta Costa Tropical.

Es un placer echar este pregón que, como pregón, es además un piropo. Por cierto, “echar un piropo” a una mujer, se dice también.

Quiero echar piropos, a San Ana y a las mujeres de Molvízar. Pero también a Molvízar.

Yo amo a toda la costa tropical. Desde el Cabo Sacratif a la punta de la Mona. Marquesado de mi amigo Andrés Segovia, y tierra cantada y contada con autoridad desde el periódico nacional que nace y se hace en Molvizar, y lleva en su título los nombres de Costa y de Granada.

Mi origen es vasco pero mi destino ha sido Andalucía y aquí querría morir y aquí ser enterrado, junto a mi esposa Ana. Soy costeño tropical. “Tropicana”  llamé al cortijo de Motril donde hace cuarenta años planté mis aguacates  y “La Caramba” , como artista más grande que dio esta tierra, se llama la barca que tengo varada  donde desemboca el Guadalfeo. Motril me ha dado su medalla de oro y, también, soy muy Salobreñero. Allí caí como podía haber caído en Molvízar. Había estado aquí pero nunca había entrado en su iglesia.

Había oído hablar y leído mucho de la iglesia de Molvízar…  Pero todo lo que se diga es poco…  En España ha habido tres arquitectos: Herrera, el de El Escorial; Villanueva, el de los palacios de Aranjuez, el Museo del Prado y la Plaza Mayor de Madrid, y Ventura de la Vega, que construyó, además de palacios como el de la Duquesa de Alba, las iglesias más bellas de España: la del Palacio Real, la del Pilar de Zaragoza, la de San Isidro y la de San Marcos de Madrid, que es mi parroquia, y ¿cuál más? La de este pequeño pueblo de Granada que es…Molvízar. Si, amigos, Molvízar y su patrona Santa Ana tienen una iglesia firmada por un maestro de arquitectura a la que se adjudican las tres condiciones, “utilidad, solidez y deleite”… que debe reunir un templo. Porque gran templo es una iglesia donde caben mil quinientas personas.

¿Cuáles eran los planes que tenían en Granada para este pequeño pueblo de la Diócesis?  Lo ignoramos. Como  ignoramos el proyecto de los Jesuitas  cuando se instalan  en Molvízar y la Compañía de Jesús, además  de construir  una casa, ponen en marcha una hacienda aquí, en lugar de en Motril o en Salobreña.  Todo se vino abajo en el siglo XVIII.  Y algún día habrá que restaurar y recuperar el edificio. Porque Molvízar sabe conservar lo que tuvo o mantener lo que tiene.

El hecho de que Molvízar haya querido que aquel nogal, a cuya sombra jugaron tantos niños, se declararon tantos novios y se solazaron tantos viejos, figurara en el centro su escudo como el gran protagonista de este lugar a mí me ha sorprendido y emocionado. He dicho, y repito, que soy un vasco trasplantado ya a Andalucía. Por eso imaginaos mi satisfacción al ver que, como yo, también el roble de mi tierra, para algunos sagrado “árbol de Guernica” y que figura en el escudo de Vizcaya, se había no solo trasplantado sino que se había convertido en un nogal, el nogal de Molvízar.

Roble y nogal son mis dos árboles favoritos. También el olivo. Que, históricamente, el olivo ha sido el árbol de Molvízar.  Había millares de olivos frente a algunas higueras, almendros y granados y limoneros.  Me gusta el olivo peo donde estén el roble o el nogal… Sus maderas son respetadas hasta por la carcoma y, concretamente, la madera del nogal es la más valorada para hacer muebles capaces de durar varios siglos y ser disfrutados por muchas generaciones. A cinco mil euros está el metro cúbico de nogal en este momento. Y tristemente, como ocurre con los olivos se están cortando todos los nogales de España para hacer algo que no son precisamente tallas de santos sino culatas de escopetas.  Y es que no hay madera más grata al tacto que el nogal.  Tocar su madera es como tocar la carne de una mujer… Ya les he dicho que a mí me gustan las mujeres.

Y los nogales. También las palmeras. Con la palmera de Molvízar habló el año pasado desde este balcón en su fantástico pregón la inspirada poeta y una de las musas de Granada Costa, Toñi Castillo.

Cuando, poco antes de morir, entrevisté a Arthur Miller, el gran dramaturgo, que fue el último marido de la actriz Marilyn Monroe, me dijo que, además de escribir, se dedicaba por hobby a la carpintería. Que había hecho su mesa de trabajo, también su cama y, ahora, estaba haciendo su ataúd.  Y me añadió: “todos los muebles en nogal…”

Habría que hablar además de las nueces que produce el nogal, que son sabrosas y nutritivas y no por casualidad una reproducción del cerebro humano; de la frondosidad, de la radicalidad del nogal, Sí… De este árbol emblemático para Molvízar porque figura en vuestro escudo. Admiro al nogal pero me gustan todos los árboles. Tanto que en el mejor lugar del Parque del Retiro de Madrid tengo plantado un cedro del Himalaya, que ya tiene casi cuarenta años, que mide más de veinte metros y que guarda entre sus raíces la caja de zinc que enterramos en aquel hoyo y que contiene los periódicos del día, las monedas de entonces y un disco con mi voz. Figuraos la emoción que me embarga cuando abrazo al árbol como si fuera un hijo.

Pero hoy no quiero llevaros al Retiro de Madrid ni al bosque de los nogales ni al Monte de los Olivos… Prefiero llevaros al huerto. Aunque el huerto es peligroso…

Llevar al huerto a un hombre es como llevar a una mujer al río; como aquel que la llevó “creyendo que era mozuela”… Hay que tener cuidado con los huertos… ¿Qué era el paraíso sino un huerto?  Y ¿qué pasó en el huerto? ¿Qué cogió de un árbol y le dio Eva a Adán?  Pues una manzana… La manzana de nuestra perdición…

¡Qué mala fama tiene la manzana…! Se dice la manzana de la discordia… Y no se dice la media manzana… para referirse a la esposa se dice “la media naranja”…

De fruta podría hablaros mejor que yo, y mejor que nadie, alguien que esta noche está aquí; que me honra con su amistad y que está dejando media vida en la aventura Granada Costa, de Pepe Segura.  Se trata de Julián Díaz, cultivador y experto en frutos tropicales y en todas las frutas y verduras que se pueden criar en un huerto.

Molvízar es un gran huerto y los hortelanos son gente sabia.  Los molviceños han sido muy listos; por eso les querían tanto las chiquillas de Itravo y las de los Guájares, mujeres guapas donde las haya. Los molviceños no fueron nunca desertores del arado; eran buenos hortelanos y como los de los Gualchos, distinguidos por su valor, su nobleza y por su inteligencia en la Guardia Civil y en la Policía Nacional.  En un huerto está representado el mundo.

Las frutas y las verduras están en las expresiones de la vida cotidiana poniendo su acento y su color.  “Rojo como un tomate” decimos para explicar el sonrojo, no la ideología de Pablo Iglesias. Y “estar como una piña”, para explicar la unión de un grupo humano… como el que formamos esta noche todos aquí. Y la almendra se denomina lo de más valor, que suele estar escondido dentro. Un valor que no se da al pimiento… “Fulano no vale un pimiento…”, se dice.  Y no es justo.  ¡Sí… hay productos del campo infravalorados! Por ejemplo, la patata.  “Ese reloj es una patata…”  Y hay patatas en esta tierra que saben a gloria… Qué decir de los pepinos, tan maltratados…  Hasta en el futbol, al mal disparo se le llama “pepinazo”… Pero la que sale peor parada es la calabaza, equiparada al suspenso en los exámenes. Menos mal que con otra fruta se le denomina al maestro que deja mucho que desear: ¡pobre maestro Ciruela!

No maestro Ciruela sino maestro Aguacate o maestro chirimoyo habría que llamar a mi amigo Antonio Gutiérrez, magnífico profesor, tan recordado siempre en Molvízar. Porque, es verdad: una fruta que tiene enorme prestigio es el chirimoyo. Ya se dice… A fulano le funciona muy bien el chirimoyo.  Aunque, entre las frutas tropicales, la más valorada es la guayaba, fruta de olor embriagador.  Al igual que en América, guayabo se llama ya aquí a las chicas de quince años que están para comérselas. Hablando de chicas, para unos pechos bonitos habrá que encontrar una fruta a tono con los gustos de hoy, cuando los limones son poco y los melones demasiado. Es lo mismo que la boquita de piñón… que antes volvía locos a los hombres. Hoy los jóvenes prefieren bocas grandes… será “para comerte mejor”.  La piel que más gusta sigue siendo la piel de melocotón y el color, la piel de color canela. Pero lo importante es el pal. Si no tienes palmito, ya sabes muchacha…”ajo y agua”… En efecto, el ajo está peor considerado que la cebolla. Al menos con la cebolla y pan se conformaban los que estaban muy enamorados y decían “contigo pan y cebolla”. Algo más necesitarían… Los higos no están mal para matar el hambre… Sobre todo el higo de Molvízar, de justa fama. Igual que la morcilla, que es la que les gusta incluso a las extranjeras.

Podríamos elogiar otros productos de este pueblo… pero corremos el peligro de meternos en un berenjenal. Y no es mala la berenjena. Hay que andar con cuidado porque los que tienen buen humor no se molestan por nada, son muy majos… “son la pera”… Pero otros no quieren bromas y tienen “mala uva”.  En Molvízar hubo siempre buena uva y6 buen vino. Pero el viticultor se cansa de que todo el mundo que pasa por allí coja un racimo.  Y se enfadan, incluso amenazan.  Porque, como siempre se dijo, “el miedo guarda la viña”.

Cristo se refirió alguna vez a la viña y a los vendimiadores.  Y qué duda cabe que tenía que entender muchísimo de madera.  Su oficio desde niño hasta su muerte, en un madero precisamente, fue el de carpintero. Pero como dirían en esta tierra, más que cortijero fue marengo. Se rodeó de pescadores y le gustaba salir con la barca y echar las redes. En la última cena se comió cordero… pero porque era la Pascua; pero a él le gustaban los peces. Por eso los multiplicó. Y creo que también el vino.  Hay que reconocer que convertir el agua en vino, ése sí que es un milagro para quitarse el sombrero. Hace ese milagro en España un político y gana todas las elecciones.

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Alfredo Amestoy junto a la reina de las fiestas de Molvízar y su corte de honor y, Fermín García Puentedura, Alcalde de Molvízar.

Jesús sí habló de todo lo que se ha criado en Molvízar: viñas, higueras, y hasta la mostaza… Un producto tan humilde que se ponía como ejemplo de cómo un solo grano es capaz de multiplicarse por mil. Ahora se vuelve a cultivar en nuestra zona por sus propiedades medicinales, digestivas y hasta adelgazantes.

No debemos abandonar la agricultura. La agricultura no da mucho dinero pero es lo que da más satisfacciones.

Traten otros del dinero,

Del futbol y del turismo,

Ya todo me da lo mismo.

Si en mi casa hay ron Montero

Y en Molvízar un puchero.

Mientras yo coma caliente…

Ríase la gente.

 

Amo la vida sencilla,

Me sobran mantelerías

Y ricas cuberterías.

No hace falta gran vajilla

Cuando se tiene apetito

Y un buen diente…

Y ríase la gente.

 

Me gusta mucho Motril,

Ahora soy salobreñero

Y desde hoy molviceño.

Aquí todos somos costeros.

Ser marengo o cortijero

A mí no me quita el sueño.

Tropicalero y decente…

Y ríase la gente.

 

Nunca pude imaginar

Qué bien se vive en Molvízar.

Es bonita hasta la Misa.

Y es que aquí manda Santa Ana.

¡La abuela del hijo de Dios!

¡Casi nada!

¡No hay quien pueda con Molvízar!

Disfruten de este lugar diferente

Y ríase la gente…

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Alfredo Amestoy junto a la Corporación del Ayuntamiento de Molvízar y la reina de las fiestas y su corte de honor.

Hay que terminar. Yo tengo un amigo y compadre en Motril, Antonio Sáez, que dice no te preocupes nunca de cómo vas a terminar. Es muy fácil saberlo. Siempre se termina como se empieza. Yo empecé de monaguillo. A ver si por lo menos termino de sacristán…

Pues si empezamos hablando de Santa Ana, vamos a terminar hablando de ella.

A mi Santa Ana me parece una mujer fabulosa. Crió a una niña excepcional a la que Dios escogió para que fuera madre de su Hijo, del Dios Hijo.

No ha habido otra como Santa Ana, qué mujer más lista… Y qué negociante. Era una gran judía. Además de moros y cristianos Molvízar tiene una gran judía. Ella fue, seguro, la que dijo a su nieto, a Jesús, que prometiera que él iba a dar el ciento por uno. Ese sí que es un interés. No el que dan ahora los bancos. En vez del ciento por uno, el uno por ciento.

La gente siempre se pregunta de qué vivieron tanto tiempo la Virgen y su hijo desde que murió San José.  No habían ahorrado nada y Jesús y su madre no se preocupaban del dinero. Pues vivieron gracias a Santa Ana que era muy hábil y había traspasado la carpintería.

Ella resolvía todos los problemas. A una persona así se le puede pedir ayuda. Que listos habéis sido. Tenéis en Molvízar una patrona que se encarga de que no os falte de nada. Portaros bien con ella.

¡Viva Molvízar ¡Y ¡Viva Santa Ana!   ¡Viva la Virgen!  Y… ¡Viva la Madre que la parió!

Alfredo  Amestoy

Diferentes momentos del público asistente al pregón:

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