MIRADA AL PASADO – Córdoba en el siglo X

Córdoba durante el siglo X, fue la capital de Al-Ándalus, en aquel tiempo fue la metrópoli referencia del Occidente europeo, su desarrollo hacia de ella una atracción irresistible. En el plano cultural; albergaba las más importantes bibliotecas de su tiempo, sus mercados eran los más atractivos y mejor abastecidos de toda Europa.

Es preciso que hagamos un repaso a la cronología árabe de Córdoba; para darnos cuenta del proceso evolutivo de toda una sociedad emergente, que término siendo referente en todo el mundo musulmán: Conquistada en el año 711, tras un duro asedio. Córdoba se convertirá en sede de los primeros gobernadores musulmanes. Durante el año 756; Abderramán I conquista Córdoba, proclamándose emir independiente de Damasco. En el año 786 Abderramán I inicia la construcción de la mezquita aljama de Córdoba, finalizada por su hijo Hisham I.

En el año 929 Abderramán III rompe relaciones con Bagdad y hace de Córdoba la capital del califato. Cuarenta y siete años más tarde; durante el 976 finaliza la construcción de Medina Azara, ciudad palacio de Abderramán III en las afueras de Córdoba.

Durante el año 1009; una insurrección derriba a Hisham II. Iniciándose un periodo de crisis política, que concluiría con la abolición del califato en 1031.

El año 1236 se inicia quizá la operación más relevante; sobre la conquista cristiana, el rey católico Fernando III, toma Córdoba, llevando a cabo una repoblación con gentes venidas del norte de la península, produciéndose un empobrecimiento de la zona, hasta antes no conocido. Por un lado los nuevos colonos sufren una falta de adaptación, mientras que los recursos prometidos, no eran viables para una corona, que necesitaba atender las demandas del ejército, las arcas reales estaban faltas de recursos.

Baños Califales

La organización social:

Según las crónicas del notable Ibn Idhari; a finales del siglo X, durante el periodo de gobierno de Almanzor, Córdoba alcanzaba el millón de habitantes, distribuido de la siguiente manera, la clase popular y media ocupaba un total de 113.077 casas, mientras que la elite, conformada por  los generales, militares, altos cargos y otras personas vinculadas a la familia real, se distribuían en 60.300 casas y palacetes.

Algunos estudiosos ponen en cuestión la cifra final de habitantes; lo que no cabe duda es que era una ciudad muy poblada para su tiempo, sobre todo si la comparamos con cualquiera de las ciudades del orbe cristiano de Occidente, que en la mayoría de los casos no superaban los dos mil habitantes, incluso si la comparación la establecemos con el resto de ciudades de Al-Ándalus, que no superaban los sesenta mil habitantes.

La población de aquella Córdoba; estaba compuesta por diversos orígenes y creencias religiosas. Durante los primeros años de la conquista de la península ibérica; durante todo el siglo VIII, llegaron árabes y bereberes, a los cuales se le fueron sumando soldados de origen sirio, mientras que el grueso de la población, estaba constituida por los propios indígenas, que con el paso de los años, terminaron por adoptar, la lengua árabe así como sus costumbres, fueron los denominados (de muwallad, “adoptado”).

En Córdoba como en el resto del Al-Ándalus; coexistieron dos grupos religiosos entre los más importantes, formados por aquellos indígenas que se mantuvieron fieles a la religión cristiana, si bien el contacto fue tan estrechos que era difícil diferenciarles entre sí, estos denominados “mozárabes” (de mustarab, “arabizado”). Los judíos al igual que los mozárabes, eran considerados por los musulmanes, “gentes del libro”, por lo que eran (protegidos, “dimmíes”) porque habían recibido la revelación divina. Pero esa libertad no les libraba de pagar impuestos; los cuales les permitían la protección y libertad de culto, en sus orígenes el Islam fue una civilización urbana, no solo por interés económico y social, recordemos como el profeta Mahoma, baso su reforma religiosa en la planificación de su ciudad natal, la Meca queriéndola convertir en una ciudad de referencia.

NORIA DE LA ALBOLAFIA

La Medina:

De esa idea original de Mahoma; en el mundo andalusí, Córdoba no fue ninguna excepción, convirtiéndose en la mayor entre todas sus ciudades, sin duda a ello contribuyo una pujante actividad económica, una vida cultural inagotable y una respuesta social, que cerrando el círculo contribuyo sin duda a conseguirlo.

Aquí como ocurre siempre que algún imperio se desmorona; en el caso de la península ibérica no fue excepción, fue ocupada por otra en este caso los árabes, de hecho la configuración de Córdoba, al margen de que se tuvieran en cuenta los patrones urbanísticos del mundo islámico, las estructuras romanas y visigodas, fueron aprovechadas de tal forma que desde el punto de vista arqueológico, debemos agradecer el mantenimiento hasta nuestros días de grandes monumentos, los cuales podemos disfrutar hoy, al mismo tiempo que sentirnos orgullosos, de tener un patrimonio referente mundial, un ejemplo sin duda lo tenemos en el puente romano, que une las dos orillas del Guadalquivir.

La llegada de los Omeyas; supuso un revulsivo para la ciudad; con Abderramán I, se reconstruyo la muralla y el alcázar, también se creó la casa de correos y la ceca, que permitiría la emisión de moneda propia, dos de las instituciones más importantes para un Estado. En cuanto a infraestructuras; la hidráulica fue una de las que aportaron mejor calidad de vida a la ciudad, convirtiéndose esta en un asentamiento demandado por la aristocracia, que habitaba en los núcleos rurales más próximos, de esta forma la expansión obligo, a generar nuevos barrios extramuros. Sin embargo seria con la llegada del califato; cuando Córdoba experimentaría el mayor impulso demográfico. La ciudad se dividía en dos grandes zonas; la medina amurallada y aquella otra que había crecido en los arrabales de la periferia, siendo considerada  la medina, aquella que ocupaba el núcleo principal de la capital, allí donde se asentaban los principales centros de poder político y religioso. La residencia oficial del Emir estuvo fijada en el alcázar, siendo el centro del poder político y administrativo del Estado, junto con la mezquita aljama y el zoco, mercado principal donde transcurría en gran medida la vida de la ciudad.

Recreación de lo que fue la mezquita en su origen

El zoco:

Tras el muro oriental de la gran mezquita; se extendía el zoco, sin duda el mayor centro comercial, considerado el corazón de la ciudad, su bulliciosa actividad así lo afirmaba, pasear por él suponía enfrentarte con diferentes ambientes y vivencias, por allí paseaban personajes de lo más variopinto, individuos  marginales, alcahuetas, concubinas, artesanos de un sinfín de especialidades, artistas del mundo de la farándula, y desde luego pequeños comerciantes donde exponían una amplia oferta de productos.

La amplia oferta del mercado; estaba sin duda ligada a la economía propia de una urbe islámica, destacando todo lo relacionado con la alimentación, los agricultores con una gran variedad de sus productos hortícolas, en este apartado resaltar la importancia que este pueblo prestaba a las frutas y verduras, equiparándolas tanto a carnes como pescados, cosa que no solía ser habitual en otros paises.

Las carnicerías gozaban de gran demanda y prestigio entre la población; así como las pescaderías, ofertando un amplio abanico de especies, pescadas en las costas y que en pocas horas estaban a disposición del consumidor. La cocina preparada para consumir o llevar a casa; era otra de las más atractivas ofertas, entre las más populares estaban los buñuelos, albóndigas, pasteles., pero sobre todo destacaban los puestos dedicados a la venta de especies, aportando un colorido especial, así como una serie de fragancias que eran muchos los que se decidían a pasear entre los puestos, tan solo por disfrutar de aquellos aromas. La droguería y perfumería eran otras de las ofertas; con la elaboración de todo tipo de jabones, ungüentos y jarabes. No faltando los productos de lujo; entre los que se encontraba un amplio abanico de joyas de importación, estos se vendían en un recinto cerrado denominado “alcaicería” o zoco de las telas, la vigilancia del mercado estaba en manos del juez de mercado; cuyo nombre era zabazoque en lengua romance (de sahid al-suq, “señor del mercado”). Esta figura era propia de las sociedades islámicas; que denota la importancia que estas culturas, siempre dieron a las transacciones comerciales, encargándose de mantener el control de pesos y de evitar los fraudes.

La vida cultural:

 La mezquita al igual que paso con las catedrales; durante toda la Edad Media en el mundo cristiano, fue un centro de interés cultural, donde se desarrollaba gran parte de los principales acontecimientos sociales, compromisos entre otros, de hecho a finales del siglo X, el califa Hakam II, creo la biblioteca califal dentro de la gran mezquita, una biblioteca de dimensiones colosales, según los diversos estudiosos, calculan que llegó almacenar más de 400.000 libros, que para aquel tiempo, era una cantidad que ninguna otra ciudad podía disponer. Este templo fue mandado construir por Abderramán I en el año 786.

El ambiente cultural de Córdoba en aquel siglo; era por decirlo de alguna manera esplendoroso, abundaban las personas que vivían de la cultura, como los libreros. El libro llego a ser tan importante; que según nos cuentan los cronistas de la época, en Córdoba y más concretamente en uno de sus arrabales, occidentales de la ciudad, residían casi doscientas mujeres, dedicadas exclusivamente a la copia de manuscritos.

En los arrabales era quizá donde con mayor relevancia; bullía la vida cultural, transitar por sus calles laberínticas y estrechas, era como zambullirte en todo un entramado cargado de vida, los nombres de las mismas denunciaban la actividad de cada una de ellas, como la de las librerías, los plateros, los cordoneros, de la paja o del yeso entre otras.

La convivencia y tolerancia de creencias; era muy reseñable; un ejemplo lo tenemos en la judería, un recinto situado entre la mezquita y el alcázar, al que se accedía por dos puertas que permitían traspasar el muro que la rodeaba.

El barrio judío disponía de sinagoga y junto a ella la residencia del rabino, encargado de dirigir los ritos de la comunidad hebrea, con el fin de que viviera acorde con la ley que contiene la Torá y el Talmud. También disponía de la “yeshiva”, escuela religiosa, el recinto disponía de un espacio donde la comunidad hebrea, disponía de su propio mercado pudiendo realizar todo tipo de transacciones económicas, llamado “alcaicería”, también contaban con un cementerio propio para la comunidad, llamado “macabar”.

Torre de la Calahorra

Conclusiones:

Es lamentable que estas páginas de nuestra historia; no sean reconocidas en toda la extensión que merecen, hoy cuando en Europa se está reconociendo la cultura andalusí, como propia del viejo continente, aquí en ciertos espacios nos empecinamos en negar la aportación que desde esta tierra hoy llamada Andalucía, irradiamos durante siglos al mundo.

En Europa hoy se reconoce la gran influencia que tuvo el Al-Ándalus en el Renacimiento; las tendencias artísticas nunca surgen por generación espontanea, siempre forman parte de una cadena, la cual esta confeccionada por diversos eslabones, hasta lograr un todo.

La sensibilidad de nuestros maestros del Renacimiento; sin duda bebieron de las influencias artísticas de aquellos antecesores nuestros que se suele olvidar que tomaron asiento durante ocho siglos, que dirían los indios norte americanos si estableciesen una comparativa.

El esplendor de aquella Córdoba califal; termino por desvanecerse como todos los periodos históricos, fruto de luchas internas por objetivos personales, la supresión del califato en 1031, las luchas de los reinos de taifas y la conquista cristiana en 1236, pusieron fin a lo que durante dos siglos fue un referente mundial, hoy Córdoba conserva en sus casas blancas y sus intricadas callejuelas, aquel espíritu y orgullo de lo que fue la capital de Al-Ándalus.

 Quisiera reconocer la gran labor que están llevando  a cabo los muchos arabistas, encargados de sacar a la luz, las páginas olvidadas por intereses turbios, y de las cuales tenemos mucho que enorgullecernos como españoles, pero sobre todo como personas, el reconocer nuestro pasado, es rendir homenaje a los que nos precedieron en esta tierra, crisol de mil culturas, desde la constatación de los pobladores prehistóricos, hasta las últimas invasiones colonizadoras, por cierto Roma se le puede calificar de colonizador, la metrópoli siempre fue el centro de recepción del capital extraído en nuestra península, siendo siempre la capital del imperio, mientras que el periodo andalusí siempre, estuvo asentado en esta tierra, sus objetivos desde muy pronto fue que la producción, fuera invertida en esta tierra…

José María Escribano Muñoz

I CERTAMEN DE ARTÍCULOS Y POESÍA PERIÓDICO DIGITAL GRANADA COSTA

Cada tres meses se entregarán dos premios: uno concedido en la vertiente de textos y otro para los poemas

Deja un comentario