La Cistitis y la Infección del Tracto Urinario (ITU) (II)

¿Cuáles son las principales causas que provocan que la vejiga urinaria se irrite e inflame? El motivo más frecuente que origina una inflamación de la vejiga urinaria son las infecciones producidas por bacterias. Las más habituales son: Escherichia Coli (80%), Staphylococcus Saprophyticus (4,4%), Proteus Mirabilis (4,3%), Enterococcus Faecalis (3,2%) y Klebsiella Pneumoniae (2,3%). Asimismo, debemos destacar que la mayoría de las ITU es producida por microorganismos que proceden de la zona anal y del colon (enterobacterias). La colonización por este tipo de bacterias se suele originar por: 1. La falta de una higiene adecuada; 2. Bañarnos o entrar en contacto con superficies o aguas en las que estén presentes estos microorganismos, aguas estancadas, contaminadas, etc.; 3. Un traspaso de bacterias desde el ano a la vagina durante las relaciones sexuales; 4. El contacto de las heces con la uretra, provocado por una incontinencia anal o fecal; 5. Cualquier motivo que dificulte el vaciado completo de la vejiga o produzca retención urinaria, imposibilitando la correcta eliminación de los microorganismos presentes en la orina: un cistocele o prolapso de la vejiga, un prolapso uterino, la incorrecta colocación de un diafragma o un pesario vaginal, etc.

            Pero, a pesar de que éste es el motivo más frecuente, las cistitis no siempre son producidas por una infección bacteriana y, aunque los síntomas suelen ser prácticamente los mismos, deben ser diagnosticados correctamente para poder facilitar el acceso al tratamiento más adecuado para cada caso. Estas otras causas son: 1. Cistitis provocadas por la alteración de la flora vaginal; 2. Cistitis causadas por cambios hormonales y/o anatómicos; 3. Cistitis producidas por reacciones a medicamentos o a radioterapia; 4. Cistitis provocadas por reacción al contacto con cuerpos extraños, materiales no hipoalergénicos y productos químicos; 5. Cistitis asociadas a otras patologías (diabetes, diversos tipos de cáncer, esclerosis múltiple, lupus, enfermedad de Crohn, diverticulitis, etc.).

            ¿Cuáles son los síntomas de las cistitis? 1. Orina turbia o con sangre; 2. Orina con fuerte olor o un olor desagradable; 3. Dolor, ardor o escozor al orinar; 4. Sensación de necesidad urgente de orinar, incluso después de haber acudido al baño; 5. Necesidad de orinar constantemente y mucho más frecuentemente de lo habitual; 6. Dolor pélvico, por encima del pubis, abdominal y/o en el aparato urinario; 7. Fiebre o febrícula en algunas ocasiones, no siempre; 8. Los casos de cistitis crónica o cistitis intersticial, que trataremos en este mismo artículo más adelante, suelen ir acompañados la mayoría de las veces de hipertonía en los músculos perineales, lo cual originará dolor en la zona pélvica o dolor y dificultad en las relaciones sexuales, dispareunia (dolor genital persistente o recurrente que se produce justo antes, durante o después del coito), entre otras disfunciones del suelo pélvico.

            ¿Cuáles son las propiedades antibacterianas del arándano rojo americano? El arándano rojo americano, fruto de la planta “Vacciniun macrocarpon Ait.”, es conocido por sus propiedades antibacterianas y beneficios sobre el mantenimiento de la salud de las vías urinarias, gracias a su contenido en proantocianidinas (PAC). A mayor concentración de estos compuestos mayor será la capacidad antiadhesiva contra las bacterias causantes y mayor será la facilidad para eliminarlas durante la contracción vesical. Las PACs son un grupo de compuestos polifenólicos presentes en la mayoría de las plantas, sobre todo en algunos frutos. Dentro de ellos, los de la serie A, cuando se administran en cantidad adecuada, tienen una gran capacidad antiadherente, pues evitan que las bacterias causantes se adhieran a las paredes de la vejiga. Por ello, aunque el arándano rojo pueda tomarse en distintas fórmulas, como zumos o jarabes, es más conveniente adquirirlo en farmacias en forma de cápsulas o comprimidos, pues es la forma de asegurarnos su eficacia, ya que estos preparados farmacéuticos permiten la toma de las concentraciones adecuadas de PACs para la prevención de la cistitis. El uso del arándano rojo, para la prevención de episodios recurrentes de cistitis, está libre de efectos secundarios y contraindicaciones, por lo que puede usarse durante periodos prolongados, lo que resulta especialmente útil en aquellas mujeres que ven afectadas su calidad de vida y sus relaciones sexuales a causa de este problema.

¿Qué es la cistitis intersticial? Se suele definir como una irritación o inflamación de las paredes de la vejiga, que deriva en su rigidez, puede llegar a disminuir su capacidad y produce dolor en la vejiga, dolor pélvico, dificultad para orinar y sensación de vejiga llena, que provoca a quien la padece ganas de orinar frecuentemente y con urgencia. A la cistitis intersticial se le conoce también como síndrome de la vejiga dolorosa o cistitis crónica y puede llegar a ser muy debilitante para las personas que la padecen. Los síntomas que presenta no suelen diferir demasiado de los que produce cualquier otra cistitis. Es por esto por lo que muchas veces, sobre todo al principio, se suele tratar con antibióticos hasta que se descubre que se trata de una cistitis crónica. La cistitis intersticial no se encuentra entre el tipo de cistitis originadas por una infección y sus causas no están del todo claras para los científicos. Por ello, al desconocerse su etiología, los tratamientos suelen estar dirigidos a aliviar y mejorar los síntomas y el dolor que padecen quienes la sufren. Es aquí donde la fisioterapia del suelo pélvico puede ser de gran ayuda.

            ¿Qué es la vulvovaginitis atrófica? Es un trastorno que consiste en un adelgazamiento de las paredes de la vagina y en una disminución de su lubricación, lo que produce una mayor sequedad e inflamación vaginal. Igualmente, puede haber ardor y sequedad vulvar. Con la menopausia, que la mayoría de las mujeres experimenta alrededor de los 50 años, los ovarios dejan de producir las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona). A medida que esos niveles hormonales bajan, suceden otros cambios en el sistema reproductivo. Por ejemplo, y como ya hemos dicho, las paredes de la vagina se adelgazan, se vuelven más secas y menos elásticas y se pueden irritar. Además, la mucosa vaginal se vuelve más fina y más seca y se producen cambios en el equilibrio de la flora y en el pH (el grado de acidez), que pueden facilitar el desarrollo de infecciones vaginales e infecciones urinarias. Entre los síntomas más comunes de la vulvovaginitis atrófica se encuentran: 1. Sequedad, ardor o prurito (picazón) vaginal; 2. Flujo vaginal ligero; 3. Dolor durante las relaciones sexuales; 4. Disminución en la lubricación durante las relaciones sexuales; 5. Sangrado ligero después de tener relaciones sexuales; 6. Ardor al orinar; 7. Incontinencia urinaria.

            ¿Cuál es el tratamiento de la cistitis? 1. Cambios en los hábitos de vida: el diagnóstico correcto es fundamental para poder encontrar el origen de la cistitis, que en ocasiones se sufre por el simple hecho de usar algún producto de higiene, un anticonceptivo determinado, tener unos hábitos de alimentación desequilibrados, etc., que simplemente cesándolos o modificándolos hace que las molestias desaparezcan por sí solas; 2. Antibióticos: lo más habitual es que, cuando se padecen los síntomas de una cistitis, en lo primero que se piense, pues es lo más frecuente, es en una infección, y se recurra al uso de antibióticos. Sin embargo, en primer lugar, habría que asegurarse mediante una analítica de que en efecto se trata de una infección bacteriana, pues el tratamiento con antibióticos tiene un efecto colateral nefasto para la flora vaginal a la que altera y destruye; 3. Analgésicos y calor seco: es frecuente también que, si la cistitis va acompañada de dolor, se prescriban analgésicos y la aplicación de calor seco en la zona para reducirlo; 4. Cremas de estrógeno vaginal: durante la menopausia, se puede prescribir también el uso de estrógenos vía vaginal, como coadyuvante al tratamiento para la cistitis recurrente, que suele ser frecuente en esta etapa de la vida; 5. Entrenamiento vesical: la reeducación de la vejiga o entrenamiento vesical junto a un profesional sanitario especialista en suelo pélvico persigue restablecer un patrón normal de vaciado vesical a través de un entrenamiento de la vejiga. Hay que estudiar los hábitos de micciones e ingesta de líquidos del paciente. Éstos los registrará en un diario miccional. Posteriormente, se propondrá un plan de entrenamiento con micciones programadas y pautas higiénico-dietéticas; 6. Reeducación del suelo pélvico: el estado ideal de cualquier músculo del cuerpo se basa en su fuerza, tono y elasticidad. La musculatura del suelo pélvico no es ninguna excepción, es decir, para garantizar que sus funciones se realizan con total normalidad, correctamente y sin molestias, debemos llevar a cabo un entrenamiento constante a lo largo de toda nuestra vida con la ayuda de un especialista en suelo pélvico, al menos al principio, que nos dicte las pautas correctas; 7. Tratamiento de la hipertonía: un fisioterapeuta especialista en suelo pélvico podrá proponer un tratamiento para mejorar las molestias provocadas por la excesiva tensión de los músculos del suelo pélvico mediante una terapia manual con masajes externos y/o intravaginales para tratar el dolor e intentar eliminar los puntos gatillo (puntos donde se localiza el dolor). Como complemento al tratamiento, es posible la incorporación del uso de dispositivos, como los dilatadores vaginales (para aumentar la elasticidad de los tejidos), los biofeedbacks (para conocer en qué estado de tensión y fuerza se encuentran los músculos), la electroestimulación mediante una sonda vaginal o anal (con programas específicos de relajación muscular), etc.; 8. Neuromodulación del nervio tibial posterior: se trata de un procedimiento que puede realizarse tanto en consulta como en el propio domicilio, previa prescripción y pautas de un profesional sanitario, mediante el uso de aparatos de electroestimulación portátiles, que aplican una corriente en el nervio tibial posterior, al que se accede, por la cara interna de la pierna a la altura del tobillo, a través de un electrodo de superficie o una aguja de acupuntura. La neuromodulación del tibial posterior actúa inhibiendo el centro de la micción y reduciendo la frecuencia miccional y los episodios de urgencia. 9. Otras alternativas más invasivas: la infiltración de toxina botulínica (bótox) y la ampliación vesical (cistoplastia).

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

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