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VICENTE MEDINA EL MEJOR AUTOR EN EL HABLA MURCIANA

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CANSERA

¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas

arroyás y pegás á la tierra;

pa ver los sarmientos rüines y mustios

y esnüas las cepas,

sin un grano d’uva,

ni tampoco siquiá sombra de ella…

Pa ver el barranco,

pa ver la laera,

sin una matuja… ¡pa ver que se embisten,

de pelás, las peñas!…

Anda tú, si quieres,

que a mí no me quea

ni un soplo d’aliento,

ni una onza de juerza,

ni ganas de verme,

ni de que me mienten siquiá la cosecha…

Anda tú, si quieres, que yo pué que nunca

pise más la senda,

ni pué que la pase, si no es que entre cuatro,

ya muerto, me llevan…

Anda tú, si quieres…

No he d’ir, por mi gusto, si en crus me lo ruegas,

por esa sendica por ande se jueron,

pa no golver nunca, tantas cosas güenas…

esperanzas, quereres, suores…

¡tó se jué por ella!

Por esa sendica se marchó aquel hijo

que murió en la guerra…

Por esa sendica se jué la alegría…

¡por esa sendica vinieron las penas!…

No te canses, que no me remuevo;

anda tú, si quieres, y éjame que duerma,

¡a ver si es pa siempre!… ¡Si no me espertara!…

¡Tengo una cansera!…

Esta vez he elegido para el Rincón poético a un poeta murciano, Vicente Medina, considerado el mejor autor en el habla murciana, a la que dignificó, huyendo de folclorismos fáciles y reflejando el sentir del huertano y sus costumbres, transmitiendo su forma de ser, sus tristezas o alegrías, si las hubiera, la realidad de los hombres y mujeres de la huerta, a la vez que su afán por conservar sus tradiciones e idiosincrasia y la recuperación de los cantares del pueblo.

     El sentimiento de Vicente Medina es intrínsecamente murciano y de denuncia social por la gente de la huerta del Segura y sus problemas. El poema Cansera entra a formar parte de los elegidos por mí, habiéndolo recitado en varias ocasiones en lenguaje huertano que, según opiniones, imito bastante bien, aunque nunca he tenido la oportunidad de contactar con los abnegados trabajadores de la huerta murciana. Todo es “echarle” voluntad y un poquito de valor y empatía hacia el campesino y sus desesperanzas, desilusiones y tristezas en esa época en que fue escrito este poema, la España de 1898, la del desastre y pérdida de Cuba y Filipinas.

      Por su importancia, este poema, Cansera, resume a la perfección el desencanto del campesino que todo lo ha perdido y solo desea morir.

Vicente Medina Tomás, autor de Cansera, llevó a lo largo de su existencia una vida harto azarosa e intensa, plena de altibajos, éxitos, fracasos, dificultades y triunfos.

     Nació en Archena, Murcia, un 28 de agosto de 1866. Hijo mayor del matrimonio formado por Josefa Tomás, costurera, y Juan de Dios Medina, llamado “el de los romances”, ya que era conocedor de los mismos y los recitaba de pueblo en pueblo.

     Juan de Dios tenía un kiosco de libros y periódicos en el Balneario de Archena, siendo este el primer contacto de su hijo con las letras, comenzando así a leer a Espronceda, Bécquer, Zola y otros poetas y escritores.

     Con tan solo trece años, el futuro poeta se marcha a Madrid para trabajar en la casa de un procurador de los Tribunales haciendo compañía a su hijo. Pero, más tarde, cansado de este trabajo, se colocó en una ferretería, volviendo de nuevo a Archena como vendedor de libros y mancebo de una botica.

     A los dieciocho años hace el servicio militar en la Marina, Cádiz, llegando al grado de cabo primera. Y a bordo de la fragata Numancia visita Barcelona.

     Posteriormente, marcharía voluntario a Filipinas por espacio de un año. Allí publica por primera vez unos versos, dedicados a Tatay, una indígena que se supone fue uno de sus amores. Se licencia en 1890 y regresa a su pueblo en donde monta un negocio de tejidos. Negocio que no tardaría en fracasar.

     En Cartagena trabaja en el Arsenal, mientras colabora en las revistas El Álbum, La Gaceta minera, El diario de Cartagena, El republicano, Las noticias, y otras.

     En este periodo de tiempo toma parte en la vida literaria de Cartagena y en sus tertulias de escritores.

     En 1898 publica su primera obra dramática, El Rento, novela de costumbres murcianas, en la cual Vicente Medina quiere recuperar y dignificar el lenguaje murciano -llamado vulgarmente el panocho-, usado cómicamente en carnavales y bandos. Su gran amigo y defensor, Azorín, diría de dicho drama: El Rento es una hermosa obra, un cuadro o canto sentido, conmovedor, de costumbres campesinas. Es el drama del labriego, de la ruda gente del campo, embrutecida por el trabajo feroz de todo el día, explotada por el amo.

Animado por las excelentes críticas recibidas por El Rento, Medina publica la primera edición de la que sería su obra maestra: Aires Murcianos. Este poemario se convirtió en su obra cumbre, es todo un canto al sufrimiento de las gentes de la huerta del Segura que alcanzó un éxito fulminante.

     Prologado por Azorín, diría: Aunque no escriba usted más, este diminuto volumen, que es de oro, de por sí bastará para colocarle a usted entre los grandes líricos de nuestro Parnaso. Su poesía es de las pocas que conmueven hondamente. La obra de un gran artista.

     A partir de esta publicación, la vida y posteriores publicaciones literarias del autor se volvieron intensas: estrenos teatrales, dramas, obras musicales, numerosos trabajos tales como: Lorenzo, 1899, obra teatral. La sombra del hijo, 1899, igualmente obra teatral. Alma del pueblo, 1900, poemas plenos de tristeza y presagios de muerte. La canción de la vida, 1902, poemas neorrománticos. El alma del molino, 1902, teatro. La canción de la muerte, 1904. La canción de la huerta, 1905. Nueva edición de Aires Murcianos, 1905, obra cumbre. Poesías, obras escogidas, recopilación de poemas. Y otras más.

LOS PAJARICOS SUELTOS

(fragmento)

No mandes los nenes a la escuela
porque no la han abierto
y está, si es que el Señor no hace un milagro,
cerraïca pa tiempo…
Ha caído en la cama,
mu malico el maestro,
y es cosa de temer, por las señales,
que ya no se levante el probe viejo…
Una jaula vacía
páece la escuela con aquel silencio,
y por juera corriendo los zagales,
una bandá de pajaricos sueltos.
Ya doblan las campanas…
ya arremató el maestro…
muncha pena me da, porque era un hombre
de los pocos c’hay güenos…
muncha pena me da por los zagales…
No paro de pensar qué va ser d´ellos.

¡Traigo en el corazón una tristeza!…
D´allá abajico vengo;
la escuela, como enantes, cerraïca
y con aquel silencio…
chillando alreörcico los zagales
y a sus anchas corriendo…
¡La jaulica vacía
y la bandá de pajaricos sueltos.

Pero, pese a su prestigio literario, la penuria económica lo obliga a emigrar a Buenos Aires en el 1908. Una vez allí, y en Mendoza, consigue un buen trabajo y poco a poco logra hacerse de un capital que invierte en su finca Hume, en la cual recrea un ambiente típicamente murciano. Esta prosperidad se vio incrementada con otros pingües negocios que emprendió amén de una revista de letras que fundó y una nueva edición de Aires Murcianos.

 Pero, este paréntesis de bonanza se vio interrumpido con el fallecimiento de su esposa, Josefa Sánchez, en 1915, con la que había contraído matrimonio en 1891, desde hacía treinta años. El poeta, sumido en profundan tristeza, le dedica el poemario Compañera conteniendo versos elegíacos y tristes.

     No obstante, en 1917 conocería a Elvira Arcas, su nueva compañera, con la cual tendría dos hijos y terminaría casándose veinte años después casi al final de su vida.

     En 1928, nueva edición de Aires Murcianos, con el título de ¡Allá quejicos!, añorando su Murcia natal.

     Acusado injustamente de irregularidades en la contabilidad por los propietarios de una empresa, es condenado a cuatro años de prisión, que no llegó a cumplir por completo al serle atenuada. Al salir de la misma, el poeta se dedica a la promoción, venta y difusión de sus ediciones en diversos países de América, continuando al mismo tiempo con sus conferencias y recitales.

     Y ya, en 1930, realiza su anhelado viaje a París a donde fue invitado para dar una conferencia.

Añorando a España y su pueblo natal, Archena, regresa de nuevo un 8 de marzo de 1931 siendo recibido en su localidad en loor de multitudes, recibiendo numerosos homenajes y reconocimientos, tanto en Cartagena como en Murcia en donde se celebran Juegos Florales en sus honor.

     En Archena edifica una preciosa casa, de estilo murciano, tal como hizo en su antigua mansión Hume. En ella se celebraban frecuentemente tertulias literarias en donde se trataban temas de arte, así como sociales o políticos. Estos últimos impidieron, por encontradas opiniones, continuar con dichas tertulias, ya que Vicente Medina se declararía republicano y defensor del Frente Popular participando activamente en los actos republicanos, lo que le valió no pocos disgustos y un ambiente no grato hacia él.

     Por lo cual, en diciembre de 1931 decide instalarse en Madrid con su familia durante una temporada, lejos de la asfixiante atmósfera de Archena.

     En Madrid da una serie se conferencias, apadrinada la primera por su gran amigo Unamuno.

   Pero, no encontrándose tampoco cómodo en Madrid a causa del ambiente reinante, en 1932 decide regresar a Archena y se dedica a recoger por los pueblos canciones populares, adaptadas a su estilo, y publica un poemario con el título de Canciones populacheras con tendencias y contenidos sociales y republicanos todas ellas:

El yunque de la República / tiene encendida la fragua: / arreglemos los aperos / para mañana…

     Formando parte muy activa en la política, diría: Vengo del pueblo y estoy con el pueblo. Soy republicano desde las entrañas de mi madre. Yo he escrito más de cincuenta libros llenos de mis ansias de libertad para los hombres esclavizados y explotados…

     Así, su deseo era que lo eligieran candidato para alcalde pero despertaba demasiados recelos y envidias, tanto en la izquierda como en la derecha, y no pudo alcanzar su sueño.

Vicente Medina, hastiado de todo lo que lo rodeaba, ambiente prebélico, envidias y celos, frustrado y traicionado, decide volver de nuevo a Argentina.

     No era ese el pueblo que deseaba, su ideal, y comienza a recibir anónimos y amenazas de muerte por su apoyo al Frente Popular.

     Así que embarca el 15 de abril de 1936 rumbo de nuevo a Argentina, cuando el poeta ya se encontraba muy enfermo de cáncer de próstata en estado muy avanzado, residiendo en Santa Fe de Rosario.

     A partir del anuncio de su enfermedad, hubo de cambiar de vida. Enfermo, cansado, veía cómo se derrumbaban muchas de las cosas que había levantado. Malvendió su enorme finca Hume y otras posesiones. Vivía pendiente de las noticias de España, afligido por la tragedia que se estaba viviendo allí.

     No obstante, continuaba escribiendo en periódicos y enviando poemas y colaboraciones.

     La tarde del 17 de agosto de 1937 falleció en Rosario, según su hija Elvira, rodeado de todos los suyos en su hogar y con la serenidad de quien no teme al misterio del más

allá porque presintió y se preparó. Fue enterrado en el cementerio de La Piedad, en Rosario.

     Los periódicos de casi la totalidad de América recogieron la noticia de su muerte y, pese a que quiso que lo enterraran en la más estricta intimidad, el sepelio fue multitudinario y eran tantas las coronas recibidas  que tuvieron que ser transportadas en cuatro carrozas.

     Un periódico bonaerense publicó: ¡Ha muerto un poeta! Cualquiera que hayan sido las vicisitudes de su vida, lo indudable, lo que sobresale, es que ha muerto un verdadero poeta.

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Vicente Medina editó más de cincuenta libros, permaneciendo inéditos cinco más. Escribió quince obras de teatro, otras tantas musicales, cientos de artículos periodísticos, conferencias, recitales…, ya que fue un escritor prolífico y polifacético. Fue agasajado en vida y reconocido por innumerables intelectuales. Sus obras se encuentran en la mayoría de las bibliotecas de América y ha sido traducido al francés, inglés, rumano, checo…

     El poeta murió lejos de su patria y no pudo cumplir su deseo, su más poético deseo:

Cuando mi horica ma llegue

quiero morirme en mi tierra,

verla al cerrarse mis ojos

y tener mi hoyico en ella.

Vuestra amiga Carmen Carrasco

QR con el poema recitado por mí, Cansera.

Carmen Carrasco Ramos, Delegada Nacional Granada Costa

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