El tema del bullying (acoso escolar) sigue siendo un maltrato que continua haciendo padecer a muchos niños y niñas. Se toma conciencia de la gravedad del mismo cuando surgen noticias en la que los protagonistas han intentado acabar con su vida y muchas veces lo han conseguido. Hace unos pocos meses salto a todos los medios de comunicación el intento de suicidio de dos hermanas gemelas de Sallent. Lamentablemente una falleció. Aunque era solo una de las hermanas las que estaba padeciendo bullying (parece que quería ser tratada como transgénico y burlas porque tenía un fuerte acento argentino) la otra hermana se solidarizó con ella para no dejarla sola, y ambas saltaron al vacío desde la ventana de su casa. Aunque las administraciones tiene unos protocolos muy buenos de detección y actuación en estos casos, muchas veces no se llevan a la práctica porque, o no se detectan, o cuando se detectan es demasiado tarde. El bullying no es “algo de niños”, es un grave maltrato que puede ser muy traumático para quien lo sufre. La víctima tiene vergüenza, y esa vergüenza provoca que la mayoría de las veces le cueste mucho verbalizar el maltrato y pedir ayuda. No sería el caso de estas dos niñas que si habían denunciado que padecían bullying. Pero a pesar de denunciarlo parece que nadie se había dado por enterado. No se había enterado la escuela donde se daba el acoso, ni la psicóloga con la que estaba haciendo una psicoterapia, ni los servicios sociales que hacían un seguimiento de su familia. Esta ignorancia resulta como mínimo curiosa, dado que vivían en un pueblo pequeño, y los padres habían denunciado reiteradamente que sus hijas estaban sufriendo bullying. Finalmente, el instituto donde estudiaban, reconoció que efectivamente sufrían acoso escolar pero que lamentablemente no habían sido conscientes de la gravedad del mismo. Esa falta de consciencia de las posibles consecuencias del bullying, impidió que se pusiera en marcha el protocolo que se aplica en estos casos.

Lamentablemente los medios de comunicación se olvidan muy rápidamente de este tipo de violencia contra los menores. Nadie recuerda el primero caso de suicidio por bullying en España. Fue el de Jokin Cebeiro Laboa de Fuenterrabia. A raíz de problemas intestinales, padeció un problema de diarrea en clase. Esto motivo que fuera objeto de burlas y palizas. Como lo dijo a sus padres y estos se quejaron al director de la escuela, se incrementaron las burlas y las palizas, porque le trataron de chivato. Otro incidente derivado a que en grupo habían fumado porros, hizo que volviera a ser tratado de chivato, lo que agravó aún más el acoso.

Los agresores eran menores y tres de ellos eran hijos de los profesores de Jokin. La escuela no hizo nada sino que favoreció el maltrato. Cuando se cumplió un años del incidente de la diarrea, los compañeros cubrieron con papel de wáter toda la clase y el profesor hizo que Jokin sacara el papel y soportara las burlas de los compañeros mientras lo hacía. Sus padres trataron por todos los medios detener el acoso que Jokin sufría. No pudieron hacerlo porque la escuela y sus profesores no colaboraron. Finalmente el 21 de setiembre del 2004, cuando los padres tenían una reunión con el director del centro escolar y los padres de los acosadores para hablar sobre el bullying y ver cómo evitarlo, Jokin se lanzó al vacío des de la muralla de Fuenterrabia. Lamentablemente los agresores, al ser menores de edad, se les condenó a 18 meses de libertad vigilada en un centro de menores.

Cuando se habla del bullying, no debemos quedarnos solamente en el tema del suicidio, sino en las graves consecuencias tanto a nivel de salud mental como en los aspectos somáticos y de relaciones sociales y laborales, que esta víctima va a padecer. En la Asociación Catalana por la Infancia Maltratada, ACIM, nos preocupa mucho que, como decíamos, a pesar del diseño de muy buenos protocolos de detección y actuación por parte de las administraciones, continúen sin ponerse en la práctica por detener este tipo de maltrato. Hay que dar herramientas a las víctimas para que puedan denunciar ya los responsables de ellas por saber cómo pueden “poner hijo a la aguja para ayudarles”. Para ayudar es necesario informar y dar herramientas prácticas y operativas. Pensamos que si no se da una formación a los profesionales, padres y madres, monitores y monitoras, niños y adolescentes, sin esta formación difícilmente podremos parar esa lacra social. No podemos esperar que un nuevo suicidio nos haga reaccionar. Es importante reaccionar justamente para evitarlo lo, y no sólo un suicidio sino también los problemas de salud mental y las sus consecuencias.

Dra. Carme Tello Casany

Psicóloga clínica

Presidenta Associació Catalana per la Infància Maltractada ACIM

Presidenta Federación Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil FAPMI

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