LESIONES EN LA PIEL FRECUENTES

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

 

La dermatitis (en ocasiones denominada eccema) es la inflamación de las capas superficiales de la piel, que causa picor, ampollas, enrojecimiento, hinchazón y, a menudo, exudación (líquido que supura), costras y descamación. Al tocar un eccema con los dedos, éste suele ser áspero, rasposo. La dermatitis puede ser una reacción leve a una determinada sustancia, que dure solo unas cuantas horas o bien que lo haga uno o dos días. Independientemente de la causa, la dermatitis es siempre la manifestación de una reacción de la piel ante una sequedad importante, el rascado, una sustancia irritante o un alérgeno. Por lo general, esa sustancia entra en contacto directo con la piel, pero a veces puede desencadenarse tras su ingesta. La dermatitis crónica (aquella que persiste durante un periodo de tiempo más largo) puede originar engrosamiento (también llamado liquenificación) de la piel, además de grietas y ampollas. La dermatitis se suele tratar con cremas con corticoides. Del mismo modo, se pueden emplear cremas hidratantes para prevenir su aparición. Otros tratamientos son: antihistamínicos para el picor, corticoides orales en los casos más graves, antibióticos si hay infección e incluso, a veces, terapias con luz ultravioleta.

El intertrigo es la irritación y la erosión de la piel (maceración o reblandecimiento) en zonas donde dos superficies cutáneas rozan entre sí. Esta lesión es habitual en zonas calientes de fricción o roce continuo y que, además, presentan elevada humedad y poca aireación. La piel se ablanda, se irrita y se erosiona. En ella suelen estar presentes bacterias y hongos. La zona afectada se aprecia enrojecida y puede presentar más o menos picor. Debajo de las mamas, entre los pliegues de grasa abdominal, entre los dedos de las manos o de los pies, en las axilas, bajo las nalgas y las ingles son las localizaciones más frecuentes. El intertrigo se suele tratar con cremas antifúngicas (que atacan a los hongos), asociadas a veces a cremas con corticoides (para el picor y la inflamación). En caso de haber sobreinfección bacteriana resultan de utilidad las cremas antibióticas.

A los lunares también se les denomina nevus. Pues bien, a continuación, veremos el nevus de Sutton o nevus halo, que se trata de una lesión cutánea caracterizada por la existencia de un halo acrómico (círculo sin color) alrededor de un lunar melanocítico (que posee melanina y le da la típica coloración oscura). Es más frecuente en la infancia y, sobre todo, en la adolescencia. La localización más habitual es en la espalda. El significado del halo sin color alrededor parece corresponder a un fenómeno autoinmunitario (mecanismo de defensa del cuerpo contra sustancias que considera dañinas o extrañas), cuya finalidad sería la de eliminar las células del nevus o lunar con melanina del centro. El proceso suele ser limitado en el tiempo y el área sin color puede volver a pigmentarse después de 1 a 3 años. Aunque no es raro que persista indefinidamente. Precisar que el nevus de Sutton es un lunar benigno que no requiere escisión (no es necesario quitarlo), a menos que el lunar residual central presente un aspecto que sugiera algún tipo de alarma. En ese caso, deberá extirparse para excluir un melanoma (tumor maligno).

Imagen Artículo Lesiones en la piel frecuentes

Los lunares rojos, también conocidos como nevus rubí, angiomas o nevus cherry, pueden aparecer con mayor frecuencia en personas de piel muy blanca y de mediana edad. Son pequeños y de un tono carmesí. A veces, hasta tienen un poco de relieve. Aparecen, sobre todo, en el cuello, en el pecho y en la espalda. No duelen y no suelen ser peligrosos, pero si apareciesen muy repentinamente, en gran cantidad o presentasen formas irregulares, sería necesario acudir al dermatólogo para descartar cualquier enfermedad. Los lunares rojos son en realidad dilataciones de pequeños capilares (pequeños vasos sanguíneos). Es decir, una “especie de varices”, aunque perpendiculares a la piel. Los nevus rubí suelen tener un importante componente hereditario, por lo que habrá más posibilidades si en la familia se han dado más casos anteriormente. Estos lunares no suelen desaparecer, a excepción de aquellos que surgen durante el embarazo, que son debidos a los diferentes cambios hormonales. Destacar que nunca proceden de infecciones ni tampoco se contagian. Son lesiones que tienen lugar en pieles sanas. No requieren ningún tipo de tratamiento. Solo intenta tener tu piel siempre hidratada, consume abundante agua y una dieta equilibrada y evita exponerte al sol en las horas más peligrosas del día.

De igual manera, son muy frecuentes los hongos en los pies. Reciben distintos nombres: pie de atleta, micosis o tiña de los pies e intertrigo interdigital. Los hongos colonizan la piel y se multiplican cuando el pie está expuesto a ambientes cálidos y húmedos como los de las piscinas, vestuarios, saunas o gimnasios. Las personas que emplean un calzado apretado también pueden padecerlo. Por lo general, los causantes de la infección son hongos del género Trichophyton (Rubrum, Mentagrophytes y Tonsurans). Estos producen una descamación leve con o sin enrojecimiento y picor. La descamación puede abarcar una parte del pie (en especial entre los dedos) o toda la planta. En ocasiones, la descamación es importante, con grietas y fisuras dolorosas. También pueden formarse ampollas llenas de líquido. Con el tiempo, la piel de las plantas de los pies se vuelve más gruesa. A través de las fisuras pueden penetrar bacterias y producir sobreinfecciones estos microorganismos. En su tratamiento suelen emplearse fármacos antimicóticos o antifúngicos (contra los hongos) aplicados sobre la piel o tomados, ocasionalmente, por vía oral. Para su correcta resolución, se deberá reducir la humedad en los pies y en el calzado, usar zapatos abiertos o que permitan “respirar” al pie, cambiarse con frecuencia de calcetines y que estos sean de algodón siempre, secar los espacios entre los dedos de los pies cuidadosamente con una toalla tras el baño o la ducha, aplicar polvos antifúngicos y no caminar descalzo por zonas comunes ni compartir toallas ni calzado.

La tiña o pitiriasis versicolor es una infección causada por un tipo de hongo (Malassezia furfur), que afecta a la primera capa y más superficial de la piel y origina placas escamosas e incoloras. Es más frecuente en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Provoca la aparición en la piel de muchas manchas de forma redondeada y ovalada, sobre todo en la zona del pecho, en la espalda y en la parte superior de los brazos. Igualmente, pueden aparecer en la cara y en el cuello. Las manchas pueden ser blancas, marrones, rojas o rosadas. Estas áreas de la piel son secas y escamosas. Normalmente suelen ser planas, aunque también pueden sobresalir ligeramente en la superficie de la piel. En ocasiones, pueden picar un poco, pero no suelen producir molestia alguna. Pueden empezar como manchas pequeñas y redondas, que luego se unen entre sí para formar manchas mucho más grandes. El hongo impide que la piel se broncee, por lo que las áreas de piel afectadas se pueden ver más claras que la piel de alrededor, especialmente en verano. A algunas personas les puede molestar el aspecto de su piel, pero hay otras que ni siquiera lo notan. El calor, la humedad y el sudor excesivo crean un ambiente cálido y húmedo, que favorece el crecimiento de los hongos. A estos también le gustan los medios grasos, por lo que una piel grasa suele favorecer su desarrollo. Y, por supuesto, los adolescentes y adultos jóvenes suelen tener la piel grasa. Para su tratamiento lo habitual es emplear fármacos antimicóticos aplicados en las zonas afectadas o, en algunas ocasiones, tomados por vía oral.

            Estamos en verano y hemos de cuidar nuestra piel a diario. Para ello, protégete del sol, no fumes (fumar le da a la piel un aspecto más envejecido y contribuye a la formación de arrugas. Esto se debe a que estrecha los pequeños vasos sanguíneos que se encuentran en las capas más superficiales de la piel), trata tu piel con suavidad (limita la duración del baño, evita los jabones fuertes, aféitate con cuidado, sécate dándote golpecitos e hidrátala frecuentemente), sigue una dieta saludable y controla el estrés. Cuida tu piel hoy y lucirá mejor mañana… ¡Nunca es demasiado tarde para empezar!

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