MIRADA AL PASADO: Las Repúblicas Bananeras
Es muy común en los debates políticos escuchar el término peyorativo «republica bananera». Desgraciadamente es más serio de lo que pueda parecer, esto significa el resurgimiento de empresas multinacionales, que consiguieron su crecimiento económico con métodos nada éticos. Un ejemplo es el de la empresa «United Fruit» y su fundador Minor Cooper Keith, entre 1915 y 1920. Esta empresa es la creadora del término antes mencionado, una de esas empresas con mayor capacidad económica que la mayoría de los estados caribeños, esto hizo que su poder fuera tanto que pudieron cambiar voluntades de los gobiernos de turno, cuando esto no fue posible no dudaron en cambiarlos siempre con el apoyo logístico del gobierno de los Estados Unidos, (golpes de estado y conflictos bélicos, fueron incidentes habituales).
La empresa United Fruit, inició su actividad en Costa Rica, Jamaica y Panamá, pero muy pronto siguió extendiéndose por Honduras, Guatemala y en una etapa más tarde en Colombia, Ecuador, Cuba y la República Dominicana. Muy pronto por sus ramificaciones, fue calificada como el pulpo ya que sus tentáculos terminaron abarcando una gran parte de los países del centro y cono sur americano.
Pero por desgracia las malas praxis no fueron patrimonio solo de esta compañía, otras llamadas multinacionales por su extensión mundial, siguieron con estas prácticas abusivas influyendo en gobiernos en gran parte del mundo Occidental con el beneplácito estadounidense y el mirar para otro lado del resto de países.
Frente a este estado de cosas, se creó la idea ante cualquier manifestación contraria a todo esto, del fantasma de Rusia y el comunismo, (cuando en realidad las relaciones entre Estados Unidos y Rusia durante la llamada Guerra Fría, fueron respetuosos con el reparto mundial entre ambos).
El problema nunca fue de carácter político sino social, como por desgracia aun hoy continua esta problemática en gran parte de la Amazonia (desplazamientos forzosos de sus tierras a poblados completos, desforestación y empobrecimiento de suelos, cuando no desaparición de los líderes campesinos, que luchan en desventaja contra estos continuos atropellos). Para las generaciones actuales, el término de «república bananera» puede que sea un calificativo de ignorado origen, sin embargo lo tiene y por desgracia una praxis que en muchos países del mundo continua en vigor, esperemos que los órganos internacionales vayan adquiriendo el suficiente protagonismo capaz de parar semejantes prácticas.
Minor Cooper Keith
Antecedentes:
En 1873 Cooper Keith, se hallaba construyendo una línea de ferrocarril en Costa Rica, tenía un problema para alimentar a los obreros que participaban en su construcción, un fruto que crecía con facilidad en el entorno, el banano, le aportó la solución, (al igual que ocurriera siglos atrás con Roma en la explotación de las minas de oro en Las Médulas-León, entonces los romanos hallaron la solución plantando castaños, ejemplares que hoy en día permanecen como testigos en aquel entorno).
Pero aquello que surgió como necesidad de alimentar a los obreros, a Keith le sugirió que podía ser un gran negocio, unas frutas tropicales que las tenía a su alcance por precios insignificantes, desembarcadas en los muelles de Nueva York y Nueva Orleans, podían alcanzar un gran valor.
Y así fue como inicio un imperio económico, que en pocos años traspasaría fronteras, en apenas diez años de su puesta en marcha, había conseguido del gobierno costarricense la cesión de 325.000 hectáreas de tierras de selva virgen, con una exención de impuestos, que el documento otorgaba por un periodo de 20 años. Pero para rematar la jugada, contrae matrimonio con una sobrina del presidente del país.
En 1899 Minor Keith, fundó junto a otros empresarios la United Fruit, la empresa más temida en toda Latinoamérica, por su poder de marcar políticas, llegando incluso a expropiar terrenos arrasando comunidades enteras, todo en aras de la expansión de su imperio económico. Este empresario de pocos escrúpulos, se sentía con carta blanca en aquellos países para imponer sus intereses, el método siempre fue el mismo, compra de voluntades y cuando encontraba resistencia no dudaba en mandar a su ejército de mercenarios para hacer el trabajo de acallar a los posibles rebeldes.
Mientras tanto su imperio no dejaba de crecer, en la década de los años treinta la United Fruit era dueña del 90% del mercado bananero a nivel mundial. En Europa encontró un nicho de negocio importante, pero lamentablemente los demandantes finales del producto, los consumidores, ignoraban toda la tragedia que había detrás de aquel producto tan apetitoso y exótico.
Sin embargo, la vorágine de la demanda, era un acicate para seguir no solo contando con los gobiernos de los diferentes países, también obtener el apoyo del gobierno americano, que veía como la rentabilidad repercutía en su país, importándole más los beneficios que el coste social que a todas luces siempre le resultó ajeno. Para su distribución, teniendo en cuenta que se trata de un producto perecedero, tuvo que hacerse con una logística importante, en aquellos años contaba con una flota de barcos que superaba el medio centenar, conociéndosele como la «gran flota blanca», esta flota fue creciendo años más tarde a la misma velocidad que crecía el imperio bananero.
Tren Bananero
Las interferencias políticas:
Desde el primer momento, la base de su negocio estuvo basada en el sometimiento de los poderes políticos, de las naciones en donde operaba la compañía. En 1911 el joven Sam Zemurray, recién llegado a Honduras y que terminaría siendo presidente de United Fruit, organizó un ejército de mercenarios con el fin de derrocar al presidente Miguel Dávila, después de negarse a otorgarle ciertos privilegios.
Cuando la United Fruit encontraba resistencia, ante la práctica de sobornos no dudaba en forzar un golpe de estado, con el fin de sacar del poder aquellos mandatarios contrarios a sus intereses. Pero en estas operaciones, sabía que nunca estaba solo, ya que contaba con el apoyo del gobierno estadounidense.
En Colombia, en 1928, sus trabajadores se declararon en huelga, pidiendo mejores condiciones de vida, sobre todo para sus familias. Un mes más tarde, Washington amenazó al gobierno de Bogotá, indicándole que, si no resolvía la situación, llevaría a cabo una invasión militar.
Ante esta amenaza las autoridades colombianas ordenaron al ejército disparar contra una concentración de huelguistas, actuación que pasó a la historia conocida como la «masacre de las bananeras».
Rápidamente en toda Latinoamérica, no tardó en ganarse una reputación siniestra, produciendo los primeros brotes guerrilleros, grupos de desheredados y perseguidos, a los que no les quedaba otra opción.
Los aparatos de propaganda estadounidense, las operaciones de estos defensores de su tierra, no tardaron en calificarlos de comunistas peligrosos, sin embargo, todos ellos tenían una formación cristiana proporcionada por los jesuitas, de los cuales muchos de ellos terminaron asesinados al igual que los campesinos, (asesinatos que la prensa americana del momento, lo achacaba a ajustes de cuentas entre clanes).
La compañía, basándose en la escasa formación de la población, no tuvo grandes dificultades para contar con colaboradores indígenas, todo esto unido al adocenamiento de las fuerzas militares de los diferentes países, hacía casi imposible cualquier protesta y mucho menos intentos de organización obrera.
Pero si todo esto fuera poco, los servicios de inteligencia americanos, tenían como objetivo principal el apoyo integral a este tipo de empresas, que basaban toda su actividad en prácticas ilegales y abusivas. Pero la operación más exitosa sin duda fue la propaganda comprando a articulistas en los más populares medios de información internacional, instalando la idea que todo era culpa de la conspiradora Rusia. Una cosa es cierta: nadie hizo más por la idea de la expansión del comunismo que los americanos con sus prácticas.
El lavado de imagen:
La creación de Chiquita Banana, fue un intento de presentar una cara amable de United Fruit, mientras en origen la situación era siniestra, para el consumidor estadounidense la empresa no reparaba en gastos transmitiendo una imagen totalmente distinta a la real.
Dentro de esta gran operación, en los años cuarenta la multinacional contrató a Edward Bernays, conocido como el padre de las relaciones públicas, Bernays era sobrino de Sigmund Freud, poniendo en práctica las enseñanzas de su tío, este emigrante austriaco llegó a Estados Unidos siendo un niño.
De esta forma la United Fruit fue la primera empresa en poner en práctica la publicidad a gran escala, no dudando en gastar una auténtica fortuna en la contratación de los mejores medios de comunicación del momento.
Dentro de esta operación, contrató a médicos que mantenían en sus conferencias y ruedas de prensa, las bondades de las bananas que las presentaban como remedios de casi todos los males, aseveraciones como estas: «curan la celiaquía, la obesidad, ideales para ancianos y bebés».
Los centros de educación no se libraron de esta campaña, para ello la compañía montó un departamento de educación, que más tarde se convertiría en fundación, entre sus cometidos se encuentran las charlas en colegios, tratando de fomentar el consumo de bananas desde la más tierna edad, llevando a cabo el reparto entre los niños de panfletos con el fin de extender la propaganda en los hogares.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la compañía crea un personaje de animación, la «Señorita Chiquita Banana», inspirada en la figura de la famosa cantante de la época Carmen Miranda.
Pero lo que no pensaba Bernays, es que los medios a los que intentó utilizar, terminarían poniendo al descubierto las graves tropelías que estaba cometiendo la compañía en Latinoamérica. Es de destacar que en aquellos tiempos, la prensa no estaba tan mediatizada como en la actualidad, disponiendo los profesionales del periodismo con una libertad que se contemplaba como intrínseca a la profesión, a diferencia de hoy que la mayoría de los medios cuentan con un ideario ideológico y empresarial.
Durante unas décadas difíciles, la compañía no encontraba la fórmula para relanzarse en el mercado, muy dañada por el trabajo del periodismo de investigación.
Al final se optó por cambiar el nombre, de esta forma la United Fruit terminó su trayectoria con otro nombre, adoptando y rebautizándose como “Chiquita».
Manufactura del banano
Los golpes de estado:
Durante unas décadas, las interferencias armadas en los países donde operaba la compañía fueron de lo más habitual.
Uno de los ejemplos más llamativos fue el de Guatemala, en 1951 Jacobo Árbenz fue elegido democráticamente como presidente de Guatemala, entre sus objetivos estaba llevar a cabo una reforma agraria. Una de sus primeras medidas, fue la expropiación de una buena parte de tierras, que la multinacional tenía sin cultivar, con el fin de ponerlas a disposición de familias con escasos recursos, pero no sin antes indemnizar según el valor declarado por la empresa, valor que había declarado en los sucesivos años impositivos. Pero La United Fruit, una vez más recurrió a Washington, brindándole este el máximo apoyo.
Bernays emprendió una campaña tildando a Árbenz de comunista y argumentando que su reforma agraria «la habían redactado en Moscú».
Dentro de esta operación de propaganda, La United Fruit organiza una serie de viajes en los cuales los invitados eran periodistas de diversos medios, con el fin de presentar una cara amable de la compañía, al mismo tiempo que se les impartían conferencias y charlas en las cuales se presentaban testimonios falsos, sobre colocación de bombas, algaradas comunistas, y asesores soviéticos. Al mismo tiempo que en los centros oficiales de la administración norteamericana, se distribuían revistas con informes anónimos sobre «el peligro comunista en Guatemala».
En 1954 la recién nacida CIA, financiaba el entrenamiento en Nicaragua de un pequeño ejército golpista al mando del coronel Carlos Castillo Armas.
Cuando el golpe triunfa, el nuevo presidente Castillo toma como una de sus primeras medidas, la anulación de todas las reformas y medidas que habían perjudicado a la United Fruit.
Este quizá fue uno de los más espectaculares, sin embargo, si hiciésemos una relación de cada uno de los casos en los que la multinacional intervino para doblegar la voluntad de los gobiernos legítimos de los diferentes países en los que actuaban, la lista sería muy tremenda.
A pesar del oscurantismo de la época en Latinoamérica, cada vez era más difícil ocultar las vergüenzas de la compañía, lo que le hizo emprender un largo tiempo errático, dando tumbos con el fin de desprenderse de sus rastreras actuaciones, lo que hizo entre otras cosas que la compañía fuera cambiando de nombre repetidamente, hasta que a finales de los ochenta adoptó como nombre oficial el de «Chiquita Brands», dedicándose a la distribución, dejando en manos de otros empresarios la explotación de las plantaciones.
Jacobo Árbenz y esposa
Conclusiones:
Lo lamentable es que, a día de hoy, tenemos a grandes multinacionales que están contribuyendo al empobrecimiento de grandes áreas del tercer mundo, con desplazamientos forzados, persecución de líderes campesinos llegando incluso a pagar su lucha con sus vidas.
Hoy la forma de actuar de estas empresas no es tan burda como en el pasado, pero el resultado final desgraciadamente es muy parecido.
Entre alguno de estos ejemplos, tenemos la deforestación en la amazonia para el aprovechamiento incontrolado de la madera, y más tarde dedicar esas zonas a cultivos intensivos como es la soja, y a la vuelta de unos pocos años se ven empobrecidos ya que son suelos poco profundos y una vez que perdieron la foresta se deterioran rápidamente, siendo abandonados y vuelta a empezar desforestando otras áreas.
En la India y países aledaños, así como en otros lugares de Asia, vemos cómo la industria textil, no solo se conforma con la explotación de los seres humanos, el patrimonio natural también está pagando un alto precio, hasta el punto que es difícil encontrar un río que no esté teñido por los colorantes textiles.
Cada uno de nosotros como consumidores finales, tenemos bastante que hacer para no continuar con este deterioro social. Nuestro comportamiento de consumo, puede hacer que todo esto cambie la organización. «Mercado Justo» ha logrado introducir sus productos en casi todas las grandes superficies y centros de comercialización, se trata de un magnífico movimiento que logra el asentamiento de las poblaciones en sus lugares de origen, sin verse obligados a emigrar.
Cuando adquiramos un producto, cambiemos el baremo de valoración, debiendo fijar nuestra atención en las condiciones de sostenibilidad en las que fue puesto en el mercado.
Autor: José María Escribano Muñoz
Hendaya-Francia