MIRADA AL PASADO Las Capitulaciones
Aceptación oficial de las Capitulaciones
La Capitulaciones fueron tratados puestos en práctica entre los reinos cristianos y musulmanes en nuestra península, también se firmaron en América con la Corona de Castilla. Uno de los primeros en ponerla en práctica fue el rey Jaime I de Aragón en Valencia (1229-1245), el por qué de capitulación y no conquista se entiende por la imposibilidad de colonizar tan amplio territorio, con los recursos militares de los que disponía. La capitulación era más rentable por la explotación de mano de obra musulmana, más barata que la cristiana.
Estos tratados eran de lo más variopinto pudiendo contemplar el respeto de vidas, costumbres, haciendas, incluso la expulsión de las ciudades, obligando a residir extramuros en ocasiones.
Con la presión cristiana sobre los reinos musulmanes fueron Castilla y Aragón los que continuaron con esta práctica política, aunque realmente nunca se respetaron, un ejemplo claro fue el firmado entre el reino nazarí y el de Aragón y Castilla. Un ejemplo de cómo se puede tergiversar la historia hasta el punto que hoy solo los historiadores hacen referencia a este tratado, siendo por gran parte de la sociedad incluso por políticos como la conquista de Granada la versión conocida y generalizada.
Este periodo medieval fue un capítulo plagado de intrigas y conspiraciones, del cual se nos contó muy poco y cuando nos aportaron alguna información no fue lo suficiente clarificadora. La reconquista, un capítulo de la historia de España que se nos enseñó en la escuela de nuestro tiempo, rodeado de un alto grado de buenos contra malos y nunca como una contienda civil entre reinos de nuestra península. Entre las motivaciones las hubo de todo tipo, las principales fueron las económicas, incluso cuando se nos presenta como una lucha religiosa, la economía no dejó su presencia (pues suponía la ocupación de edificios propiedades tanto inmobiliarias como en tierras), teniendo «la conquista» un grado alto de rentabilidad, aparte de la aireada evangelización.
Esta situación no solo se dio en la conquista de los reinos musulmanes, con los reinos cristianos la conquista también fue por la fuerza, lejos de la habitual anexión voluntaria que se nos suele presentar. Uno de los ejemplos es la conquista del reino de Navarra, siendo el creador del Condado de Castilla y siendo absorbido finalmente por Castilla. La conformación del estado actual español no fue diferente al resto de los países de nuestro entorno, la única diferencia es la versión un tanto distorsionada y transmitida.
Antecedentes:
Según la R.A.E., las capitulaciones (del latín capitulario) es un concierto o pacto hecho entre dos o más personas sobre algún asunto grave /2.Convenio en que se estipula la rendición de un ejército, plaza o puesto fortificado.
Es curioso como en las dos primeras afecciones, y por lo tanto las de mayor significado, encontramos términos como concierto, pacto y convenio, lo que supone una gran diferencia entre conquista y capitulación.
Entre las capitulaciones más relevantes nos encontramos con las siguientes: la de Cervera, Granada, Santa Fe y Toledo, de las que haremos un breve repaso. Las de Cervera en Lleida, este acontecimiento tiene lugar un 5 de marzo de 1469, en ellas se establecieron unas duras condiciones para el príncipe Fernando, que quedó supeditado a su esposa y al bando que la apoyaba y que su padre Juan II de Aragón aceptó dicho pacto por necesidad de la ayuda de Castilla para hacer frente a su enemigo Renato de Anjou, que había sido proclamado nuevo soberano del Principado de Cataluña.
Las Capitulaciones de Granada, firmadas un 25 de noviembre por los siguientes actores, por un lado, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla y por parte nazarí el sultán de Granada, Boabdil. Estas capitulaciones fueron conocidas también como el Tratado de Granada.
Entre los puntos más destacados en los cuales se reconocían y garantizaban derechos para los ciudadanos musulmanes, se encontraba el respeto por la propiedad y tolerancia hacia las creencias religiosas.
Capitulaciones de Santa Fe suscritas entre Cristóbal Colón y el rey Fernando II de Aragón y la reina Isabel I de Castilla, firmado el 17 de abril de 1492 en la localidad de Santa Fe de la Vega. En dichas capitulaciones se establecían las condiciones del primer viaje de Colón, que condujo al descubrimiento de América en ese mismo año.
La capitulación de Toledo se trató de un decreto real emitido el 26 de julio de 1529 en la ciudad de Toledo por la Corona de Castilla. En dicho tratado se otorgaba un adelantamiento a Francisco Pizarro, operación llevada a cabo dentro del marco de conquista y colonización de América por la Corona de Castilla. Entre los firmantes se encontraban Isabel de Portugal, con poderes delegados por su esposo Carlos I, que se hallaba ausente en Cortes, por la otra parte el Conde de Osorno, García Fernández Manrique, presidente del Consejo de Indias, y el doctor Diego de Beltrán.
Como vemos los convenios y tratados siempre fueron, al igual que sucede en la actualidad, acordados por necesidad de ambas partes. La diferencia con la jurisprudencia actual es que existen organismos internacionales que vigilan por su cumplimiento.
Texto de las Capitulaciones
Granada el Tratado incumplido:
Como hemos visto con anterioridad, las capitulaciones fueron una práctica muy habitual incluso en el ámbito matrimonial.
Pero si alguna de ellas es significativa, son las de Granada, sobre todo porque estamos acostumbrados a escuchar cuando se habla de la caída del reino medieval nazarí, de términos como rendición o conquista, siempre términos que olvidan el verdadero documento que se firmó entre el reino musulmán y los cristianos de Aragón y Castilla.
Dentro de los 77 capítulos que contenía el tratado quedaba bien claro el grado de tolerancia y respeto entre los reinos firmantes, mayor al que se tenía en los reinos cristianos en el momento, sobre todo en el aspecto religioso, un ejemplo es el de Castilla, donde los judíos estaban obligados a significarse e incluso en el aspecto impositivo tenían diferencias con la comunidad cristiana. Por el contrario, dentro del Reino de Granada como contempla el texto de las Capitulaciones la convivencia entre las comunidades de musulmanes, judíos, cristianos y laicos era de lo más normal.
Entre los incumplimientos más destacados se encuentra el no respetar que los llamados moros tuviesen su propia justicia, libertad de compra y venta de bienes, no estar obligado a portar marca alguna, al contrario que los judíos, que estaban obligados a llevarla siempre. En el capítulo de impuestos no se respetó el libre comercio y su exención impositiva, así como tampoco el acuerdo del pago a funcionarios del Reino Nazarí. Dentro de estos se encontraban desde el rey hasta los siervos, pasando por los alcaides, cadis, meftis, caudillos, alguaciles y escuderos, todos ellos respetados en el cargo y contribuidos según lo firmado.
El respeto de los lugares de culto fue otro de los incumplimientos cambiando los ritos musulmanes y judíos por cristianos. Uno de los incumplimientos más significativos en el cual se contempla un alto grado de xenofobia y racismo, se trata del que contemplaba la amnistía e indulto general para los presos de Granada, incluidos aquellos que escaparon de las cárceles cristianas y encontraron refugio en la ciudad, (sin embargo, este indulto contemplaba una excepción para canarios y negros).
Pero el primer incumplimiento y el más significativo se produce el día que hacen su entrada en Granada Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, obligando a salir de la ciudad al rey nazarí Boabdil.
Lo verdaderamente llamativo es que mientras tanto esto ocurría, la oficialidad del tratado y por lo tanto su cumplimiento estaba en vigor, siendo en 1499 cuando se le encargó al cardenal Cisneros una política firme de cristianización de la ciudad.
El Cardenal Cisneros:
El incumplimiento reiterado y desde el primer momento, tuvo su momento oficial en el 1499 y como autor al cardenal Cisneros. Sus medidas represivas provocaron lo que se conoció como la «La Rebelión del Albaicín».
En el año 1501, el cardenal Cisneros ordenó la quema de todos los libros que había en la ciudad, tanto en lugares públicos como particulares. Respetando solo aquellos tratados de medicina, el acto tuvo lugar en una gran hoguera que se prendió con carácter oficial en la ciudad.
En el año 1501, el mismo cardenal insta a la Corona de Castilla para que decrete la conversión forzosa de todos los musulmanes de Granada al cristianismo, sin darles opción de poder exiliarse como en 1492 se había hecho con los judíos.
Las mezquitas fueron convertidas en iglesias, los hamman cerrados y se anularon las festividades islámicas.
Cardenal Cisneros
En 1516 el cardenal Cisneros alcanza uno de sus principales objetivos que estuvo persiguiendo durante años, convertirse en regente de Castilla. Durante ese tiempo publica una nueva pragmática en la que obligaba a los descendientes de musulmanes a abandonar su vestimenta, usos y costumbres. Esta pragmática tuvo diferentes grados de cumplimiento, debido a la dificultad de su control, sobre todo en las poblaciones de la sierra.
Con la llegada de Carlos I, un rey procedente del norte de Europa de formación más tolerante que la que estaba imponiendo la iglesia integrista del momento, durante su reinado se vivió un periodo de tolerancia como antes no se había conocido.
Entre los males que marcaron la conformación de nuestro país actual sin duda una diferencia con las naciones de nuestro alrededor se encuentra en el protagonismo que ocupó la iglesia, anulando el deber de gobierno de los políticos naturales, que nunca debieron de hacer dejación de sus obligaciones.
El cardenal Cisneros fue un vivo ejemplo, un representante de la intolerancia que se sirvió de su cargo como cardenal arzobispo de Toledo, Primado de España y tercer inquisidor general de Castilla. Cuando hablamos de las dos Españas, sin duda tenemos que retrotraernos a estos periodos de intolerancia máxima.
Pero quizá el mayor protagonismo de este alto cargo de la iglesia lo alcanzó durante los periodos en los cuales gobernó la Corona de Castilla, poniendo en práctica su sectarismo radical, que se vio felizmente relegado con la llegada del joven monarca de Castilla, Carlos I de España y V de Alemania.
Guerra civil de la Alpujarras:
Con la llegada al trono de Felipe II se endurece la represión contra la población del reino nazarí, prohibiendo todas las costumbres de origen «moro», incluyendo la lengua árabe y todas las expresiones culturales incluida la música tradicional.
Estas imposiciones provocaron la rebelión de los moriscos, la Guerra Civil de las Alpujarras, enfrentamiento bélico entre los reinos cristianos y el reino nazarí de Granda (1568-1571), una de las páginas del reinado de Felipe II más desconocidas de nuestra historia. En la Declaración de Guerra se hace mención al reiterado incumplimiento del tratado, (un acontecimiento histórico nunca debidamente explicado, ni en las aulas y muchos menos ante la sociedad española).
Los costes económicos de la llamada «conquista de Granada» supuso un coste de ochocientos millones de maravedís, para cubrir los gastos se establecieron impuestos extraordinarios, pero también se pidieron diezmos a la iglesia y préstamos que terminaron cobrándoselos a la corona y de qué manera.
Este conflicto, que duró unos dos años, tuvo páginas muy lamentables como cualquier conflicto bélico, intrigas y conspiraciones dentro del núcleo nazarí, la más destacada la de Aben Xaguar, conocido como El Zaguer, que publicó una crónica desmovilizadora, sobre la capacidad militar del ejército morisco, esta supuso un mazazo por tratarse de una voz de consideración siendo el tío de uno de los jefes de la rebelión Aben Umeya. La literatura ha tratado en ocasiones este acontecimiento, un ejemplo es la obra teatral «El Tuzaní de la Alpujarra 1633» del célebre escritor Calderón de la Barca.
Guerra de las Alpujarras
La cronología de la guerra se divide en cuatro grandes etapas a pesar de su corto espacio de tiempo, la primera que va desde finales de diciembre 1568 hasta marzo de 1569, la segunda de este mismo mes hasta enero de 1570, la tercera se inicia en enero de 1570 hasta abril de ese mismo año, culminando con la cuarta y quizá la más cruenta que finalizaría en 1571. En todas las fases como es de suponer sucedieron actos terribles sin embargo como decíamos cuando la guerra se encaminaba a su fin, fueron los más significativos, por solo citar algunos de estos. Cuando muchas de las poblaciones caían en manos de las tropas cristianas, sus habitantes se refugiaban en cuevas marginales utilizadas con anterioridad como refugio de ganados, siendo en estas donde sucedieron algunos de los acontecimientos más terribles de la contienda.
En la cueva de Mecina de Bombaron se hicieron 260 prisioneros y otros 120 fueron quemados dentro. En Bérchul fueron quemados en el interior de una de sus cuevas 60 personas componiendo la cifra mujeres y niños, encontrándose entre el grupo la mujer y dos niñas de Abenabó, actos parecidos ocurrieron en otros puntos de la actual Almería y la zona costera granadina.
Conclusiones:
Cuando se habla de cierto despego por parte de la sociedad española por su historia una buena parte de culpa tiene el desconocimiento de la misma. Siempre se dijo que la historia la escribieron los vencedores, pero el paso del tiempo y la neutralidad, nos debe conducir al relato ecuánime.
Durante el largo proceso de la llamada «conquista» vemos cómo ocurrieron tres grandes fases, una primera protagonizada por los reyes de Aragón y Castilla, una segunda llevada a cabo por Carlos I y la tercera y última por Felipe II.
De esta página de nuestro pasado Histórico sabemos más de recreaciones míticas que de la realidad, un ejemplo lo tenemos la frase que nos enseñaron en los libros de historia escolar, aquella que según sus creadores fue pronunciada por la madre de Boabdil, «llora como mujer lo que no supiste defender como hombre», aparte del sesgo machista no existe documento que la abale.
Tenemos una deuda con las futuras generaciones es hacer un trabajo de clarificación con mostrar cómo fue nuestra realidad histórica, que como la del resto de países está plagada de luces y sombras.
José María Escribano Muñoz