MIRADA AL PASADO El turismo en España, (siglos XVI y XVII)

Carmona, (Puerta de Sevilla)
Turista voz reconocida por su asunción generalizada; sin embargo no siempre conocido su origen, estamos ante una palabra acogida internacionalmente, cuya etimología procede del inglés y cuyo significado, nos remite a “persona que viaja”, ahora bien no toda persona que viaja es un turista, salvo que el viaje se haga por mero placer.
En el artículo de hoy nos centraremos en los siglos XVI-XVII; viajar en estos siglos con las condiciones, tanto de medios de transporte como de vías, más que un placer, representaba toda una arriesgada aventura.
España siempre fue un país que despertó, un gran interés entre los intelectuales extranjeros, sin duda su situación geográfica, a caballo entre Europa y África, pero sobre todo por su pasado andalusí, cultura que dejo un amplio reflejo en el mundo; muchos de aquellos primeros cronistas, sin duda fueron atraídos por las leyendas unas veces reales y otras un tanto inventadas y dotadas de un cierto romanticismo, que las hacia atrayentes y exóticas ante los ojos, de aquellos jóvenes con ganas de nuevas experiencias.
Sin duda uno de los primeros agentes turísticos; sin duda fue nuestro siempre amado don Miguel de Cervantes Saavedra, el mejor narrador de viajes que la lengua castellana a parido. Con la lectura del Quijote, el extranjero tenia la necesidad, de vivir en primera persona, aquellos paisajes que miguel describía con tanto realismo y naturalidad, pero una vez en aquella Mancha, aquellos turistas atrevidos que cruzaron la cordillera pirenaica, sentían la necesidad de descubrir esa Andalucía señora de un legado arquitectónico, que causaba admiración entre los afortunados visitantes, que podían contemplar sus monumentos, al mismo tiempo que difundían el arte de estas maravillas, creando una retroalimentación, entre futuros viajeros.

Antecedentes:
Siempre que surge una nueva corriente; la maquinaria tanto política como económica, no la deja escapar y esto fue lo que ocurrió con el incipiente turismo de aquel tiempo; el poder político y el particular, vieron aquel movimiento como una oportunidad de negocio, que por otro lado ya lo había demostrado la religión con las peregrinaciones, es curioso como los primeros estudiosos de este fenómeno, llamaban aquellos viajeros “peregrinos laicos”, como fue Sánchez Catón en pleno siglo XVIII, el cual reivindica el castellano para dar respuesta a estos anglicismos, el nos dice remitiéndose al Diccionario de la lengua castellana. “Tres son las causas que nos mueven a viajar, necesidad, oficio y gusto. Llámese viajero al sujeto de la primera acción; viajante al de la segunda, viajador, vocablo que debiera difundirse para destierro de turista, que es feo galicismo”. Hasta aquí para comprobar que las reacciones a los extranjerismos, no son cosa actual, sino tan eternas como la vida misma.
Aquellos primeros viajes no estaban al alcance de todos, en primer lugar la disponibilidad económica, sin olvidar la dureza física que tenían que soportar los arriesgados cuerpos, pero siendo estos dos condicionantes importantes, no era menor el riesgo al que tenían que enfrentarse, los caminos con unos accidentes geográficos que aportaban dificultad, al mismo tiempo que facilitaba el asalto de los llamados bandoleros, estos grupos procedentes en su mayoría de una sociedad con grandes bolsas de pobreza, viendo como única solución, para aportar algo a la economía familiar, se alistaban en estas partidas de bandoleros.
Esto que en principio podía representar un hándicap; sin embargo en muchos casos fue un atractivo más, para muchos de aquellos visitantes, que veían querían comprobar en carne propia, aquellos relatos cargados de romanticismo, como los que nos presenta Robín Hood, que robaba a los ricos para darlo a los pobres; hoy estos riesgos los podemos encontrar en ciertos lugares del continente africano o en lugares conflictivos del continente americano, pero sin duda gracias a la profesionalización del turismo en el cual se nos ofrecen desde las agencias de viajes, las normas precisas, tanto en el aspecto de salud como de seguridad jurídica, diferenciando claramente aquel turismo del actual.

Principales motivaciones:
Entre las motivaciones de los visitantes extranjeros; hallamos muy diversas conformando un amplio abanico, que abarcan desde el plano religioso con las peregrinaciones, que alcanzaron su máximo esplendor, durante la Edad Media; sin embargo según fue avanzando el tiempo y a medida que la oferta fue diversificándose, esta opción religiosa, fue decayendo.
Otro de los alicientes para los viajeros; fue el de carácter comercial, visitantes con una cultura de comercio, superior a la media de aquel entonces en España, vieron sin duda expectativas de negocio, que ya habían agotado en sus respectivos países y que aquí estaban por desarrollar, sin contar que el descubrimiento del nuevo continente americano, supuso un revulsivo tanto para comerciantes autóctonos como extranjeros. Tampoco debemos olvidar las expulsiones de judíos españoles; que crearon en España una situación caótica desde el punto de vista económico, sumiendo en la pobreza a gran parte de ciudades, que antes gozaban de prosperidad comercial, situación que como era de esperar, fue aprovechada por comerciantes de otros países.
En el plano político, el descubrimiento de América; propicio una llegada de misiones diplomáticas, abriéndose embajadas antes inexistentes como fue el caso de la delegación japonesa. En el plano científico, la atracción por las bibliotecas medievales de origen musulmán, fueron un buen reclamo sobre todo en el ámbito de la medicina. Sin duda la más demandada fue; la famosa Escuela de Traductores de Toledo, que supuso la llegada a España de sabios eruditos en diferentes campos de la ciencia.
Durante el denominado Siglo de Oro; las universidades como la de Alcalá de Henares ó Salamanca, albergaron en sus aulas a un número importante de alumnos extranjeros, atraídos por el gran prestigio del que gozaron en aquel tiempo. El arte fue otro de los atractivos; arquitectos que seguidos por los revolucionarios estilos de origen andalusí, pero también en otros campos como la pintura, esmaltes, orfebres, escultores etc., venían en busca de una escuela de la que carecían en muchos de sus países, ocasionando que muchos de ellos, echaran raíces en España.

Los alojamientos:
Tenemos infinidad de testimonios, tanto nacionales como extranjeros, que nos describen, como eran aquellos precarios alojamientos, coincidiendo todos ellos en lo lamentable de sus instalaciones. Una de las más interesantes descripciones; es la de la viajera por excelencia, santa Teresa, quien llega a decir que si los caminos eran una tortura, las posadas resultaban ser un verdadero purgatorio.
Posadas fondas, figones, ventas y otros aposentos; debemos entender que habían surgido para dar respuesta a gentes del mundo rural, huérfanos de comodidades, para los que dormir en el suelo o sobre un montón de paja era lo habitual; sin embargo cuando arriban escritores, periodistas cuya estabilidad económica, les hacia gozar de ciertas comodidades en sus respectivos países, era normal que encontraran este natural rechazo.
La alimentación era otro de los temas que causaban cierto rechazo, sobre todo entre los visitantes extranjeros, poco acostumbrados según ellos al aceite, pero sobre todo al fuerte olor que desprendían los ajos. Quién nos iba a decir que con el paso de los siglos, la cocina mediterránea, como estrella principal el aceite, vería recuperado su prestigio internacional.
De todas formas no debemos extrañarnos; de las críticas a la cocina, con un recetario de pura subsistencia, tengamos en cuenta que lo más refinado de los fogones en aquel momento, se hallaba refugiado tras las tapias de los conventos, por cierto que unas veces expoliado y otras en donaciones, sin valorar lo que daban, terminaron sirviendo de base, para lo que más tarde vino a llamarse “La nueva concina” en el estado francés, origen de la cultura gastronómica, como vemos en la actualidad, (véase guías Michelin con su firmamento de estrellas).
Pero volviendo al origen del presente trabajo; decir que en líneas generales lo que se observa es, una buena respuesta en la mayoría de estos primeros turistas, no siendo de extrañar, sobre todo por su capacidad demostrada de sacrificio, dando por bien empleado el sacrificio, que tenían que pagar a cambio del conocimiento de una nación, como España tan variopinta y tan autentica en aspectos ya desvirtuados en sus países de origen.

Viajeros que echaron raíces:
Muchos de aquellos pioneros del turismo; quedaron tan enamorados del paisaje y sus gentes, que terminaron por formar familias, cuyos apellidos tomaron carta de naturaleza en el patronímico español.
Somos muchos los que entre nuestros familiares; tenemos apellidos de orígenes remotos, desde las islas Británicas, pasando por países nórdicos, que deben su implantación a diversos acontecimientos políticos, pero también a actos voluntarios como es este que estamos tratando del viaje por interés de conocimiento. Como resultado de esta acción; algunos tratadistas dejaron por escrito sus experiencias en obras literarias; entre algunos de estos autores encontramos a Flarinelli y Fauché- Delbosc, que elaboraron un interesante catalogo de obras escritas por viajeros, que nos visitaron desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
Solo a título de ejemplo, citare algunos de los apellidos a los que me refería con anterioridad, enlaces de extranjeros con españolas, entre estos tenemos los Bethencourt, radicados en las islas Canarias, cuyo origen se encuentra en Normandía. Pero también otros como los O´Donnell, Lacy, Blake, Redind, Kindelan, Van Halen, Osborne, Spin, este último lo encontramos de forma generalizada en el altiplano granadino y buena parte de Murcia, si bien ya de forma naturalizada en español, agregando a la ese liquida la e, convirtiéndose en “Espín”, una de nuestras abuelas en la familia los dos apellidos eran Espín y Espín, originaria de Bullas (Murcia), donde se estableció aquel primer viajero llegado de las islas Británicas. No quisiera dejar pasar la oportunidad; de poner en contexto lo positivo del intercambio cultural, que no solo se queda en el hecho del intercambio de conocimiento, que ya de por sí es relevante, sino que también en el aspecto económico, tan demandado por aquellos que son reacios a los movimientos migratorios. A estos quiero dirigirme principalmente; es preferible tenerlos cotizando en las arcas de la seguridad social, considerados como uno más de nosotros y no de forma ilegal trabajando de forma oculta en las diferentes naciones europeas, como desgraciadamente está ocurriendo, paradójicamente, muchos de los que niegan sus derechos, son sus empleadores.
Conclusiones:
Siempre defendimos la importancia de la historia; esta sección como bien sabéis, su principal objetivo fue ponerla en valor, sobre todo por lo que supone de mirar al pasado, pudiendo aplicar la perspectiva de futuro, con el fin de sacar enseñanzas, al mismo tiempo que no cometer errores del pasado.
En todos los órdenes de la vida; es fundamental la educación, en el mundo del viaje creo que falta mucha pedagogía, cuando hablamos con personas que ejercen de viajantes, sus afirmaciones suelen derivar por terrenos ambiguos como “hay que vivir”, pero poco más. Hoy el turismo en gran medida se ha convertido; en poner la banderita en el mapa que nos permita decir, “allí estuve yo”, sin importar tanto los paisajes, salvo para la foto, que haga de notario en las redes, donde la colgara posiblemente, pero no importando ni las costumbres, historia y mucho menos las personas.
Como vimos en sus orígenes; el turismo debería ser una fuente de ingresos para los habitantes del lugar, pero si continuamos con un turismo sin regular, podemos caer en el error, de “matar la gallina de los huevos de oro”.
El turismo masivo e incontrolado; supone más perdidas que beneficios para los pueblos, pero nada se podrá hacer si no somos capaces de revertir la idea frívola de viajar, por la faceta enriquecedora que siempre tuvo el viaje, por la posibilidad de conocer, que es la máxima del aprendizaje.
Me vais a perdonar si en esta ocasión; las conclusiones me llevaron por derroteros, un tanto descabalgados, del eje central del artículo, pero hablando del turismo y sus orígenes, era imposible no tratar un tema que lejos de seguir el camino original, está tomando derivadas que si no se reconducen, me temo que acabaran con enfrentamientos ciudadanos. Hoy ya vemos reacciones en ciudades como San Sebastián, que grupos de vecinos salen a la calle protestando por las malas prácticas, de los turistas, que yo más que turistas, los calificaría de malos viajeros, que no son capaces de respetar el lugar al que llegan…
