MIRADA AL PASADO: EL TURISMO
Desde los primeros pasos de la humanidad, las manifestaciones lúdicas fueron de las primeras prácticas habituales. En estudios realizados a ciertas comunidades de primates, se observa que son frecuentes las reuniones en grupos, por el solo interés de solazarse y disfrutar del entorno apacible, incluso realizando sonidos armónicos con semillas y piedras.
Dentro del contexto humano, sabemos que comunidades del paleolítico mantenían reuniones de carácter espiritual, como danzas, músicas, juegos entorno a hogueras, el hallazgo en prospecciones arqueológicas de instrumentos de percusión y viento con elementos óseos lo demuestran de forma categórica.
En sociedades más avanzadas, como la egipcia, griega, e incluso la romana, por no hablar de nuestros pueblos prerromanos, las peregrinaciones fueron una constante, a lugares tales como cuevas, abrigos, fuentes y nacimientos de ríos, todas ellas se suponen de carácter espiritual. Por grabados sabemos de cómo eran aquellas manifestaciones, danzas con las manos enlazadas entre danzantes. Estas peregrinaciones las podemos considerar como el germen del turismo, más tarde impregnadas con un sentido comercial, fueron sus autoras las religiones modernas. Dentro de nuestra órbita católica, la iglesia supo hacer de la atracción hacia lugares que guardaban reliquias, puntos de peregrinaje que alcanzaron gran protagonismo en plena Edad Media. Aquel fenómeno desencadenó un próspero negocio al amparo de la búsqueda de reliquias, que de forma ligera se certificaban como autenticas, con el único propósito de lograr la atracción hacia estos lugares de grandes masas de gentes de lugares distantes.
Estos puntos considerados santos, como son Palestina, Roma y en España Santiago de Compostela, Caravaca ó Liébana entre otros, sin duda supusieron una enorme cantidad de ingresos en las arcas de la iglesia, a través de las limosnas y venta de estampas, escapularios y reliquias. Pero al amparo de todo este movimiento, surgieron negocios como hospederías y posadas que permitían la pernoctación de estas gentes en tránsito. Prácticas que en la actualidad continúan, siendo una fuente de ingresos y sustentando una industria hostelera, que aporta a las arcas de los diferentes estados pingües beneficios.
El turismo actual es sin duda más lúdico, pero tenemos que reconocer que sus raíces se sustentan en los cánones medievales.
Antecedentes:
Las primeras referencias de movimientos de masas, las hallamos en los diferentes yacimientos arqueológicos, tanto de nuestro país como a nivel internacional. Movimientos considerados ajenos a la supervivencia, su relación está siempre ligada a acontecimientos lúdicos o espirituales, coincidiendo ambos sentidos en muchas ocasiones.
Estos lugares de encuentro suelen coincidir por regla general en los límites de varios pueblos, uno de estos «trívium» lo tenemos en nuestra Andalucía, situado entre las provincias de Granada, Córdoba y Jaén, en dicho lugar encontramos una cruz cristiana, pero es posible que sus antecedentes sean de un origen precristiano.
Estos puntos reunían ciertas características que los hacían atrayentes, entre los valores se hallaban los naturales principalmente, rarezas morfológicas, árboles singulares, nacimientos de ríos, cuevas y abrigos entre otros. Pero el sentido de estas reuniones cíclicas, contenían dos principales raíces, la primera de carácter espiritual y relacionada principalmente con los ciclos, como podían ser cosechas, inicio de pastos etc., y otra no menos importante con ceremonias lúdicas relacionadas más con actividades sociales o de grupo.
Peregrinos medievales
Como curiosidad, entre las especies arbóreas tenemos dos de carácter principal vinculadas a las dos principales vertientes de nuestra península. En la cuenca mediterránea, la especie protagonista en acontecimientos familiares era la encina, al amparo de estos árboles singulares se celebraban ceremonias de casamientos, transacciones económicas entre otras, mientras que en la atlántica el protagonista fue el roble, alcanzando tal protagonismo que incluso en la Edad Media los reyes juraban los fueros al amparo de su sombra, como nos recuerda el árbol de Guernica.
Entre los puntos que fueron capaces de reunir a grandes masas en la antigüedad en Andalucía, sin duda la palma se la lleva el Collado de los Jardines, situado en las estribaciones de Sierra Morena (Jaén). De este lugar se puede decir que tenemos referencias en todos los museos más importantes del mundo, no existe ninguno que no cuente con algún exvoto procedente del mismo, este fue un referente lugar de encuentro espiritual de aquellos habitantes antiguos.
Estos encuentros multitudinarios fueron evolucionando con el paso del tiempo, en los cuales se hacían trueques de productos, animales etc., lo que más tarde dio origen a las actuales ferias de mercado en la que se concentran gentes de diferentes poblaciones de una comarca en un lugar central, no solo para llevar a cabo transacciones, sino también para disfrutar de la gastronomía así como de espectáculos propios de la zona.
El turismo, fuente de riqueza y valor cultural:
Los pueblos desarrollados no deben basar su economía en la actividad turística, entre otras razones porque lo que aporta riqueza con cierta seguridad es la industria, esta puede ser transformadora del sector primario como debería de ser en Andalucía, metalúrgica en las zonas de tradición industrial, pero sin olvidar la relacionada con las nuevas tecnologías, entre las que tenemos algunas muestras en cuanto a la producción de ordenadores en nuestra tierra.
El turismo debería ser un valor añadido, sobre todo en una tierra con recursos naturales como la nuestra. Dicho esto, debemos ser capaces de ofertar un turismo de calidad, con una oferta de valores culturales, gastronómicos, paisajísticos y sobre todo respetuoso con el entorno.
El intercambio que produce la visita de foráneos, bien administrado puede ser una fuente de conocimiento, que al mismo tiempo enriquezca tanto a visitantes como a la población autóctona.
Basílica de San Pedro en Roma
Andalucía, afortunadamente y debido al trasiego de diferentes pueblos que por aquí pasaron, tenemos un patrimonio que hace ser la envidia internacional, en estos momentos las grandes cadenas de TV, internacionales no paran de emitir reportajes de los diversos tesoros tanto naturales, arquitectónicos y de otra índole de nuestra tierra (estas programaciones, hacen llamamientos constantes a conocer estas riquezas).
Este turismo cultural produce empleo, no solo en el sector de la hostelería tenemos una demanda cada vez mayor de profesionales, como guías turísticos, también expertos en arte que sepan dar a conocer las riquezas museísticas, todas estas personas con una buena formación académica, conocedoras de los valores del entorno, se corresponden con profesionales cualificados y, por lo tanto, con sueldos acorde a su preparación académica tan necesarios para incrementar el bienestar de nuestra sociedad.
Esta última pandemia que aún no termina de alejarse, nos ha demostrado que aquellos países que su PIB no depende solo del turismo, tienen mayor capacidad de recuperación.
Desde el punto de vista gastronómico, Andalucía al ser un territorio muy extenso posee una amplia oferta y variada carta de productos. La cocina tradicional también ha de ponerse en valor. En un paseo principalmente por lugares de costa, sus cartas están confeccionadas por platos que se dieron en la cocina internacional, dejando de lado la cocina autóctona andaluza, teniendo que adentrarse en nuestros pueblos de sierra para degustar platos del recetario local. Otra cosa son los restaurantes especializados, cuya oferta está más ajustada a la tierra, potenciando la cocina de calidad.
Aspectos negativos:
El turismo no siempre es fuente de riqueza, es un error valorar el éxito turístico en número de visitantes, cuando lo que se debería hacer, como así lo hacen otros países de nuestro entorno es contabilizar las divisas que aportan a las arcas nacionales, creando riquezas que reporten bienestar social. Mientras que hoy, muchos de los visitantes internacionales vienen con la compra de un paquete adquirido en su país de origen, a vendedores que a menudo tienen sus sedes en paraísos fiscales. Este tipo de turismo, no solo no crea rentabilidad en nuestra tierra, si no que contribuye a la destrucción de paisaje, eliminando lugares naturales en pos de construir alojamientos para esta demanda.
Turistas en Carboneras (Almería)
Otra fórmula en expansión de hacer turismo, es la proliferación de caravanas, este tipo de turismo cada vez más creciente, es uno de los responsables de contribuir a la llamada España vaciada.
El mundo de caravanas se suele considerar racional, pero no siempre esto es cierto, son vehículos que generan contaminación, no aportando ingresos en el mundo rural, objetivo principal de sus destinos. Un ejemplo es el consumo, estas casas rodantes hacen aprovisionamiento en grandes superficies, alejadas de los lugares donde deciden sus destinos, estos lugares suelen ser núcleos pequeños con servicios adaptados a las necesidades de su escasa población.
Cuando estas caravanas abandonan estos lugares, dejan las zonas plagadas de residuos, ocasionando un problema a los escasos servicios de estos pequeños pueblos, no solo no dejando beneficio alguno sino gastos añadidos a las arcas municipales.
Pero otro peligro que acarrean las caravanas es la ocupación de miradores y puntos de interés natural, distorsionando de esta forma el valor paisajístico demandado por gran cantidad de turistas. También otro de los peligros es el aparcamiento máximo en los cascos urbanos de poblaciones pintorescas, contribuyendo de esta forma a la degradación de las mismas.
Desde el punto de vista ecológico, estas casas móviles consumen una media de 15 litros de gasoil por cada 100 kilómetros, en los desplazamientos estos autocaravanistas generan lógicamente cantidades ingentes de residuos, olores, ocupando espacio en lugares aislados no lejos de los puntos donde acampan, dado que estas localidades pequeñas no disponen de un servicio de recogida diario de basuras. Otro de los problemas de gravedad es el vaciado de los retretes, que para ahorrarse el gasto lo eliminan en estas zonas rurales, residuos peligrosos por su alto componente químico.
Regulación necesaria:
El turismo como actividad económica debe ser regulado por las autoridades como cualquier otra, mediante la promulgación de leyes que hagan establecer garantías y normas de comportamiento tanto para usuarios como para el resto de la población, sobre todo medir los costes medio ambientales, aquellos que distorsionan o destruyen parte del patrimonio cultural o natural. Estos valores a día de hoy son ignorados por nuestros dirigentes y lógicamente por el resto de la sociedad, ya que las decisiones deben ser ejemplares para ser adoptadas.
Tenemos leyes que prohíben la acampada libre, en estos momentos se necesita otra que prohíba el estacionamiento de caravanas fuera de los centros preparados al efecto, con la diferencia de que este tipo de turismo conlleva una serie de servidumbres superiores al campista de mochila.
El sector hostelero también debe asumir parte del costo ecológico, poblaciones que disponen de sistemas de depuración para unas poblaciones fijas, tienen que asumir una superpoblación para la que no están preparados dichos sistemas. (Tenemos ejemplos dentro de nuestro país, poblaciones que apenas alcanzan los ocho mil habitantes y en la época estival superan los ochenta mil), como se entenderá con facilidad una regulación es más que necesaria.
Caravana
Los Parques Naturales son otros de los espacios de recepción turística, afortunadamente este apartado está bien regulado, con aparcamientos disuasorios, regulación de entradas de visitantes y lo mejor de todo, los centros de información, donde el visitante profano puede observar cosas que no captará fácilmente sobre el terreno.
Otro de los aspectos turísticos es el de los museos, una de las ofertas más interesantes por lo que aportan de transmisión cultural. Dentro de este mundo se deberían tener en cuenta dos cuestiones, la primera distinguir aquellos museos con una fuerte carga de propaganda, que sus contenidos no se corresponden con la labor de difusión, sin embargo, tenemos una serie de museos diseminados por todo el territorio, que contienen unos valores dignos de ser contemplados, en los que los visitantes salen diciendo «pero como esto no es más conocido».
Los yacimientos arqueológicos es otra de las ofertas turísticas por las que nuestra península es privilegiada, en estos lugares se pueden ver los trabajos realizados en paneles explicativos y la oportunidad de poder hablar con el personal implicado en las tareas de descubrimiento y puesta en valor del lugar histórico. Para finalizar nos centraremos en nuestras costas, uno de los tesoros peor tratados en pos de rentabilidades rápidas, es cierto que la mayoría de estos atentados fueron ejecutados en épocas pre democráticas, pero también después.
Conclusiones:
El turismo, como hemos podido ver a lo largo del presente artículo, puede y debe ser una fuente de riqueza no solo económica sino de conocimiento. Pero debemos ser cuidadosos, de lo contrario corremos el riesgo de agotar parte de nuestro patrimonio, al igual que ocurrió durante el periodo de dominación romano. Estos agotaron nuestros recursos mineros, plata, oro y otros de interés económico, arruinaron paisajes y espoliaron riquezas para beneficio de la metrópoli, pero con posterioridad tenemos otros ejemplos tales como nuestras minas de hierro que terminaron siendo explotadas por ingleses y alemanes hasta su agotamiento, dejando tras de sí destrucción del paisaje y pobreza entre la población. Pero el espolio continúa, en la actualidad tenemos minas de volframio que están en manos de fondos buitre, los habitantes de estos lugares se sientes aliviados económicamente, pero por desgracia el fin ya lo conocemos.
Por lo tanto, no debemos fijarnos tanto en el número de visitantes como en la rentabilidad que aportan a nuestro territorio, y esta debe ser respetuosa con el medio, no olvidemos que esta tierra no nos pertenece a nosotros que estamos de paso, si no a las próximas generaciones.
José María Escribano Muñoz
Hendaya-Francia