Inclusión un camino / no una Utopía. Editorial Diciembre
Una situación de enfermedad aguda o crónica comporta modificaciones e interrupciones en la vida cotidiana y, a su vez, mecanismos de defensa y cambios de actitud. “La inclusión no debe interpretarse como incorporación en lo propio y exclusión de lo ajeno. La inclusión del otro indica que los límites de la comunidad están abiertos a lo ajeno; están abiertos también para aquellos que son extraños y quieren continuar siendo extraños” (Habermas, 1999).
Grau (1998) nos alerta de la necesidad de una educación especial que conlleve cambios globales: “La educación especial supone plantearse una práctica profesional basada en un nuevo corpus de conocimientos que está aún por desarrollar y cuyo objetivo es el cambio de la sociedad, en el sentido de que sea más justa, y en conseguir que los niños con necesidades educativas especiales sean más funcionales dentro del sistema”.
“La educación inclusiva se centra en cómo apoyar a cada uno de todos los estudiantes en la comunidad escolar, para que se sientan acogidos y seguros, y alcancen el éxito. Requiere pensar en la heterogeneidad del alumnado como una situación normal del grupo/clase y poner en marcha una planificación educativa acorde, que permita utilizar a los docentes tanto en distintos niveles instrumentales y actitudinales como recursos intrapersonales e interpersonales que beneficien a todos los alumnos” (Mir, 1997). Acorde con esta tesis, Arnaiz (2003) considera: “Si las escuelas quieren ser más inclusivas y avanzar hacia una respuesta educativa acorde con las características heterogéneas de sus alumnos, es necesario que reflexionen sobre aspectos tales como su organización y su funcionamiento, la existencia o no de coordinación y trabajo colaborador entre los profesores, la cooperación de toda la comunidad educativa, la utilización de los recursos y las prácticas educativas”.
La tendencia ha de ser la inclusividad y el camino hacia ella -Stainback y Stainback (1999), Vlachou (1999) y Arnaiz, (2000)- es dotar de respuestas educativas en función de las necesidades del alumnado, desarrollando propuestas didácticas que ayuden a estimular y fomentar la participación del alumnado en su totalidad.
Riquelme (2006) sitúa a las escuelas inclusivas como elemento imprescindible para facilitar un marco favorable en pro de la igualdad de oportunidades y la completa participación, ya que fomentan una educación personalizada, sobre la base de la solidaridad entre los alumnos para ayudar a mejorar la relación costo-eficacia de todo el sistema educativo.
La LOGSE (Ley de Ordenación General del Sistema Educativo,
Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre de 1990)[1] supuso un gran avance en la atención y normalización de los alumnos, ya que defiende la atención a la diversidad, ha de formar parte del hecho educativo en el cual es necesaria la creación de “una escuela para la diversidad, una organización colaboradora o cooperativa en la que todos los profesionales estén implicados en la confección y puesta en práctica de los proyectos curriculares y en la satisfacción de las necesidades educativas especiales de los alumnos”.
La LOE (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación)[2] destaca que la calidad de la educación es para todo el alumnado, independientemente de sus condiciones y circunstancias, así como la equidad debe garantizar la igualdad de oportunidades, la inclusión educativa y la no discriminación.
La inclusión, desde la opinión de Ainscow (1995), “requiere, por tanto, un enfoque institucional-transformador de la educación general y la especial, constituyendo un modelo unitario de actuación. Así entendida, la atención a la diversidad se convertirá en una tarea y en una responsabilidad asumida por todos, en un proceso de mejora para el centro, y no dejará de ser vista como una respuesta educativa cerrada dirigida a un grupo concreto de alumnos, que se asume son especiales”.
Desde otro punto de vista, Lynch, Lewis y Murphy (1992) consideran que “las necesidades educativas pueden atenderse en el aula ordinaria con ayuda educativa, en el hospital, o en casa; otras necesitarán programas específicos de educación especial”.
[1]http://www.stes.es/legi/logse.pdf
[2] http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-A-2006-7899