DIOS EN NUESTRAS VIDAS XIV

En este artículo, Antonio Prima Manzano nos invita a reflexionar sobre la presencia de Dios en nuestras vidas y el compromiso que todo creyente debe asumir para difundir su mensaje. A través de sus palabras, nos recuerda que Cristo nos llama a anunciar la buena nueva con fidelidad y entrega, cada uno según sus talentos y circunstancias, pero siempre con verdad y amor. Nos exhorta a encontrar a Jesús, tratarlo y amarlo, presentándolo tal como es: cercano y accesible, pero sin olvidar su grandeza divina. Asimismo, nos anima a vivir con humildad, desprendimiento y servicio a los demás, alejándonos de las ataduras mundanas y buscando la verdadera plenitud en la fe.
El mensaje de Cristo tiene como misión llevar la buena nueva a toda la tierra. El gozo de la salvación para todos los hombres de buena voluntad. Él mismo nos enseña: “Id a predicar a toda criatura.” Y esto es lo que tenemos que hacer todos los que tengamos inquietudes de fe, todos los bautizados. Cada cual con sus talentos, con sus posibilidades, con su formación, con sus circunstancias, pero siempre siendo veraces y fieles al estilo y al contenido de su mensaje Evangélico.
Tenemos que esforzarnos por encontrar a Cristo e incorporarlo a nuestras vidas y afanarnos en que muchos más lo encuentren, lo traten y lo amen.
A Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, tenemos que presentarlo tal como es en lo humano: asequible, cercano. Respetando su inmensa grandeza como Dios – Hijo.
En sus parábolas Jesús nos habla del amor al Padre, también de la humildad, del servicio y entrega a los demás: “ El que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor, y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo” Con esto Cristo nos indica que no estemos apegados a las glorias terrenas, a los bienes, a los egoísmos, y que busquemos el bien supremo del cielo sirviendo a los demás con desprendimiento y alegría; fuente de plenitud y camino cierto de santidad. Por eso, para colmar todas tus ansias debes afanarte en seguir a Cristo, al menos intentarlo, a pesar de tus flaquezas y debilidades como ser humano que eres.
Jesucristo nos da ejemplo con su propia cruz hasta donde nos amó y hasta donde supo entregarse por todos nosotros. Él, que es el camino, la verdad y la vida, supo prescindir de todo en su paso por esta vida terrena y con las duras palabras dichas al escriba lo ratifica: “Las raposas tienen cuevas y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza…”
De Él, de Cristo, tenemos que aprender a no crearnos necesidades, a saber conformarnos con lo que tenemos, a no envidiar nada ni a nadie, ya que no es más feliz el que más tiene, sino el que con lo justo sabe vivir y comportarse dignamente.
Si nuestras ansias están en la felicidad de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros conocidos, de la humanidad entera, allí estará nuestro corazón. Y si están nuestras ansias, en las riquezas, en los placeres, en la opulencia y en el poder, allí estará también nuestro corazón. Y nuestras vidas serán el reflejo de lo que hemos amado, en donde hemos dejado nuestro corazón. Pero para ir a su encuentro, Dios nos exige un corazón amante, desprendido, desasido de toda atadura mundana. ¡No lo olvides nunca!

Antonio Prima Manzano
Querido amigo Álvaro, muchas gracias por tu introducción a mi artículo. Es magnífico. Un abrazo.
Querido amigo Álvaro, una vez más, muchas gracias por tu magnífica introducción a mi artículo. Un abrazo.