**DE TARSIS A GADIR**

Gonzalo Lozano

La extensa y bella comunidad de Andalucía al sur de la península ibérica, se corresponde con la magnífica Tartessos, una antiquísima civilización extinguida, anterior a los Cartagineses. Se defiende la postura, de que los Tartessos sufren sucesivas olas de migración por mar, lo que les facilita el que puedan colonizar o dejar su impronta en casi todas las culturas mediterráneas e incluso asiáticas.

Este gran flujo, explicaría, el hecho de que haya dos Iberias; la occidental y la del Cáucaso, con peculiar coincidencia en las pluralidades de las regiones de ambos extremos del continente europeo.

Los Tartessos gozaban de riqueza y abundancia, lo cual atrajo a los activos fenicios; el cobre y el estaño procedentes de las Islas Británicas, eran materiales muy valorados y también los metales nobles como el oro y la plata, según decía una tradición griega, era tal la cantidad de plata que se extraía en Tartessos, que las naves fenicias con tal de aligerar sus cargamentos, llevaban las anclas de ese mismo metal.

La pesca también abundaba, teniendo especialmente fama, por su tamaño y calidad, los atunes que se pescaban en el Estrecho de Gibraltar. Para los navegantes fenicios, el Estrecho configuraba las Columnas de Melkart, como las Columnas de Hércules para los griegos. Los indígenas ya pescaban atunes en aquellas aguas y los solían salar con maestría, pero fueron los colonizadores fenicios, los que establecieron la gran industria de salazones, instalando pesquerías en lugares estratégicos, aprovechando las magníficas salinas. De esa forma, nacieron varias factorías, entre ellas la de Sexi (Almuñécar), Abdera (Adra) y posiblemente la de Malaca (Málaga), dependientes todas ellas de Gadir, ciudad que se fundó alrededor del año 1100 a.c que sirvió como intermediaria entre Fenicios y Tartessos en el comercio de metales.

Gadir, cuyo significado es; fortaleza o ciudad amurallada, estuvo enclavada en la isla de San Sebastián, al oeste de la actual ciudad de Cádiz, la cual paso de ser un poblado a una importante ciudad marítima y comercial, que siglos más tarde, los romanos la conocerían como Gades. Su emplazamiento, configuración y su ajetreada actividad, la asemejaban a Tiro (Roca), ciudad del sur del Líbano, en la costa oriental del mar mediterráneo y capital del reino fenicio.

El nombre de Gadir se destaca casi tanto como el de Tartessos, sim embargo, se da la coincidencia de qué, tras la misteriosa Tartessos, huidiza para investigadores empeñados en localizar su emplazamiento, es precisamente Gadir, la gran ciudad de la que menos se sabe. Ello es debido, a que la actual Cádiz se encuentra situada exactamente sobre la antigua ciudad fenicia, haciendo inviable cualquier tipo de excavación arqueológica intensiva. El misterio sobre Tartessos radica en su propia definición; ¿Fue un imperio, un reino, una confederación de ciudades, una ciudad portuaria? ¿existe un parentesco étnico entre tartesios e iberos? Hay apuntes, para responder afirmativamente a cualquiera de las propuestas, pero, al tratar de delimitar las fronteras de esta civilización o de ubicar el emplazamiento de su capital y de resto de poblaciones, ya nos adentramos en el terreno de las vaguedades y las imprecisiones.

Para Adolf Schulten (1870-1960), arqueólogo, historiador, filólogo e hispanista alemán, considerado como el padre de la investigación sobre Tartessos, la etnia Ligur era el sustrato principal de la población autóctona y pueblo dominante en la región central de Andalucía, antes de la fundación de la ciudad de los Tartessos.

Para Schulten, Tarschich (Tarsis) fue la ciudad comercial más antigua y el primer centro de cultura de occidente, que brillo por su poder y riqueza, como más tarde harían los grandes emporios de la fabulosa antigüedad oriental.

Antes que Babilonia, Nínive o Tebas, este pueblo construyó un vasto imperio que comprendía toda la cuenca del Guadalquivir, y posiblemente, grandes zonas adyacentes.

Sus naves surcaron, antes de que lo hicieran los propios fenicios, los tenebrosos mares del norte, después y en colaboración con los navegantes de Tiro, comerciaron con el estaño y los minerales de Inglaterra y de Bretaña, y llegaron a comunicarse con los prósperos países del mediterráneo oriental.

Parece consolidarse la importancia de Tartessos en la costa de la actual provincia de Huelva, si bien su territorio se extendía hasta Cartagena, en la actual región de Murcia. A finales del siglo pasado, se descubrieron algunos de los poblados tartesios más antiguos que se conocen, como el ubicado en San Bartolomé de Almonte. Se trata de un poblado con dos periodos de ocupación; uno, en época calcolítica, cuyos materiales se asimilan a la mitad del segundo milenio a.C. y perdura hasta principios del VI a.C.

El hallazgo de gran cantidad de escoria, con un alto contenido en plata, permite deducir que su actividad principal era la metalúrgica, las casas excavadas eran circulares o elípticas, con techado vegetal. Bastante más reciente, en marzo del 2005, se halla casualmente, dos estelas tartésicas aparecidas en la sierra norte de Sevilla, arqueólogos de la Universidad de Sevilla datan las piedras entre 3.100 y 3.200 años de antigüedad.

Ya en 1764, Jean-Baptiste Bourguignon d´Anville, había escrito una memoria en la que ubicaba a los Tartessos en Rota (Cádiz), pero Schulten en cambio, los ubicaba en el brazo principal del río Guadalquivir, en su margen derecha y cerca del gran estuario que forma en su desembocadura. Pero sus fronteras desbordaban Andalucía, incluyendo territorio hoy portugués, desde la ciudad de Sintra, hasta el extremo oriental de la Península, en la actual provincia de Alicante.

Con todo, no cabía dudar de la existencia de Tartessos, certificada por numerosos documentos procedentes de autores griegos y latinos, poco dados a la imaginación. Incluso en la Biblia hay referencias al lejano y riquísimo lugar llamado Tarsis, del que no se dan precisiones, precisamente, por ser un lugar bien conocido. En el Antiguo Testamento, concretamente en el libro segundo de las Crónicas, refiriéndose al Rey Salomón dice: “Porque el rey tenía naves que navegaban a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo Oro y Plata, marfil, monos y pavos reales. Así el Rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría” (2Cró9, 21-22).

Hesíodo, Polibio, Estrabón y muchos otros historiadores clásicos, ofrecen algunos detalles, incluso dan nombres y cuentan hechos de los reyes de Tartessos y alaban la cultura, la abundancia y la vida gozosa de que disfrutaban sus pobladores. Textos como el Ora marítima, del patricio romano Rufo Festo Avieno (Siglo IV), incluye descripciones geográficas muy precisas. Avieno, hombre muy versado en cuestiones históricas y literarias, llego a ser procónsul dos veces, una quizás en la Bética, actual Andalucía. En su obra, estudiada en profundidad por Schulten, se transcribe el periplo de un navegante Marsellés, Massaliota, que vivió en el siglo VI a.C relataba un viaje entre Tartessos y su ciudad natal, añadiendo descripciones muy detalladas de las costas que existen entre Oestrimnida (Bretaña) y Tartessos. El Marsellés dice, que la gran ciudad de Tartessos fue capital de un reino Ibero, cuyas fronteras llegaban hasta el río Guadiana, por el oeste, hasta el Cabo de la Nao por el este, y que dentro de su territorio Vivian numerosas tribus. Este tipo de organización política, sugiere influencias orientales, el propio Estrabón (63 a.C- 19 d.C), alude a ellas al referirse a la literatura tartesia y a una legislación que se había conservado hasta entonces.

A pesar de que los Tartessos eran pacíficos, Schulten afirma, que hubo luchas entre Tartessos y la Gadir fenicia, extremo que comparten la mayoría de los historiadores. Los fenicios pugnaron por ampliar su territorio y poblaron de factorías el litoral inmediato, hasta amenazar con cerrar el paso a los tartesios hacia el mar. Los tartesios salieron mal parados, hasta que los Asirios, adueñándose de Tiro, devolvieron a la ciudad de la plata (De ahí le viene a Cádiz el sobre nombre de tacita de plata), la perdida autonomía.

Esta guerra puede datarse hacía el año 800 a.C y habría tenido lugar bajo el reinado del rey Gerón o Geryón, nombre que aparece en los relatos míticos y que lo señalan, como señor de extensos dominios donde pacían hermosos ganados.

Como ocurre con todas las civilizaciones arcaicas, alrededor de Tartessos han surgido multitud de leyendas, que se han ido recogiendo y transmitiendo desde la antigüedad. A partir de los escasos relatos legendarios de los iberos turdetanos, que fueron herederos de los tartesios, se tiene noticia de dos reyes míticos; Gárgoris, promotor de la apicultura, y Habis o Habidis, maestro de la agricultura y de las leyes. Habis, nieto ilegítimo de rey Gerión, fue abandonado al nacer por orden del monarca, pero sobrevivió alimentado por una sierva. Cuando tomó el poder, Habis prohibió el trabajo servil para la nobleza. Todos estos mitos ponen al descubierto, la existencia de una monarquía absolutista, de una legislación, de unas clases sociales y de unos conocimientos sobre los cultivos del campo.

Los Cartagineses y el fin de Tartessos

¿Cuáles son las causas que provocaron el declive de la cultura de Tartessos?

Los Cartagineses, con capital en la ciudad de Cartago, situada en el extremo noroeste del Magreb, la actual Túnez, comenzaron su dominio sobre el mediterráneo occidental, tomando la isla de Ibiza, y desde allí se extendieron a otros lugares de la Península Ibérica, imponiéndose en el aspecto comercial y bélico. Según testimonio de Athenaios y de Vitrubio, Gadir quedó destruida. Pero Schulten cree que, más que a Gadir, se refieren a Tartessos, e incluso sitúa la destrucción de esa civilización en fecha previa al año 400 a.C. A la destrucción de la capital, le seguiría la de otras ciudades como Mainake, sus hermosas ciudades quedaron arrasadas y hasta perdieron el nombre, que pronto sería olvidado. Por ello, algún tiempo después, Tartessos pudo ser confundida con Gadir, como Mainake con Malaca, la Málaga actual, aunque eran dos ciudades distintas. El antiguo reino de Tartessos desapareció, y sus pobladores convertidos en mercenarios de los Cartagineses, ya dueños de sus antiguos dominios.

Hacia el año 200 a.C los propios tartesios pierden también su nombre, sustituido por el de Turdetanos, que es el que perdurará definitivamente.

En cualquier caso, las razones de la decadencia de Tartessos, están íntimamente ligadas al debilitamiento del comercio fenicio en las costas andaluzas, hacia el año 600 a.C.

Es en este tiempo y por razones políticas, que se observa el abandono o reconversión de muchas de las ciudades y necrópolis fenicias. Los fenicios estaban interesados en la explotación de las minas de metales muy demandados en oriente, en concreto, por el imperio Asirio, esas relaciones comerciales entre fenicia y sus colonias occidentales, se interrumpieron debido a la presión Asiria.

Gonzalo Lozano

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