FLAMENCO Y TOROS (XXXII). Toreros Flamencos

Al conjunto de similitudes estéticas y de talante humano, se le viene llamando Tauroflamencología. Me parece que no han  caído en terreno baldío  cuantas aportaciones vengo ofreciendo en estos artículos, cuyo propósito fundamental es didáctico, acerca de tan delicadas cuestiones. Los filósofos escolásticos decían que “Nada es querido si antes no es  conocido” (Nihil volitum quin praecognitum). Por mi parte, puedo afirmar que todo el tiempo dedicado al estudio – serio, profundo  y objetivo –  del  Flamenco, me produce las mayores  satisfacciones espirituales. Desde hace tiempo, y gracias a las páginas de “GRANADA COSTA”, vengo intentando hacer ver estas  similitudes entre “Flamenco y Toros”. No quiero privar a mis lectores de  decirles que, entre otros muchos, sin duda por profundizar, dos textos fundamentales se han escrito sobre el tema : “Andalucía, en los toros, el cante y la danza”, del hispanoargentino Anselmo González Climent (Madrid, 1953), y la colaboración “Toros y arte flamenco” – de mis inolvidables amigos Fernando Quiñones y José Blas Vega , recientemente fallecidos -, en el Tomo 7 de la enciclopedia “LOS TOROS”, que fundara José María de Cossío (1892 – 1977).

TÍO JOSÉ “ EL GRANAÍNO”. Este nombre artístico corresponde a Juan  Jośe Jiménez Ramos, torero y cantaor, que pasó su vida entre el toreo y el flamenco. Su vida transcurrió durante el siglo XIX.  Su lugar de nacimiento aún sigue siendo motivo de hipótesis. El afamado flamencólogo José Blas Vega (1942 – 2012) nos dice que “… pocos son los datos certeros que sabemos sobre este cantaor. Debió nacer sobre principios del siglo XIX.  Respecto al lugar de nacimiento hay dos teorías: una la que sostienen los granadinos, que basados en su sobrenombre y en el dato biográfico que aporta José María de Cossío, en su obra “Los Toros”, lo hacen natural de Granada” (Diccionario Enciclopédico  Ilustrado del Flamenco”, Tomo I, pág. 343. Madrid, 1988).

El crítico taurino Francisco Orgambides cita al flamencólogo  Antonio  Escribano – buen amigo mío -, quien por lo visto aportó una partida de nacimiento que rezaba lo siguiente: había venido al mundo en Chiclana y había sido bautizado – en la Iglesia de San Juan Bautista – como Juan José Jiménez Ramos, un tres de agosto de 1818. Objetivamente hablando, existe poca información en torno al cantaor-torero, a pesar que en el flamenco se haya comentado su nombre en relación a determinados cantes.

Por su parte, el reconocido y admirado  cantaor Aurelio de Cádiz (1887 – 1974), quien  en su juventud quiso ser torero, con el nombre de “El Gaditano”, afirmaba que era de Cádiz, y muy conocido en el barrio de Santa María. Acerca de su apodo- “El Granaíno” -,  parece que fue motivado a que una vez retirado de sus faenas toreras  se buscaba la vida vendiendo frutas y granadas, no tiene esto mucha razón de ser, ya que lo usó en su  trayectoria taurina. Lo que parece cierto es que  la mayor parte de su vida la pasó entre Sanlúcar de  Barrameda, Cádiz y Chiclana de la Frontera,  según  me  contaba  mi “amigo- Maestro” el célebre cantaor Pepe el de la Matrona (1887 -1980), durante mi  larga estancia en Madrid.

Las crónicas taurinas nos confirman que fue banderillero en las cuadrillas de Paquiro, El Chiclanero y El Lavi. En 1852 sufrió una grave cogida en Barcelona que,  según Cossío, finiquitó  su carrera  taurina, puesto que le mermó sus facultades físicas. Sin embargo, Orgambides recoge el tesmino de un escritor peruano, Ismael  Portal – Duque de Veraguas – de finales del siglo XIX, donde se afirma que en 1858 llegó a Lima el torero gaditano Manuel Díaz Lavi, y que lo hizo acompañado de su cuadrilla: en ella figuraba Juan José  Jiménez Ramos. Portal asegura que los restos del torero y cantaor reposan en la capital de Perú, si bien este último punto tampoco está confirmado.

Lo que sí se sabe es que Tío José “El Granaíno”, viéndose sustituído en la cuadrilla de  “El Chiclanero” por otro banderillero, “El Cuco”, empezó a componer letrillas por “Caracoles” como ésta: “Nicolasillo y Capa / son dos sujetos / que vestíos de estudiantes / causan respeto,/ pero  le falta / un clarinete / y a Colás la flauta. //Vámonos, vámonos, / al Café de la Unión / donde están el Chiclanero, / Cúchares y Juan León”. Asimismo, se ha venido afirmando, sin fundamento histórico, literario  y musical, que Tío José “El Granaíno” fue el creador de la Caña. El  ya citado Pepe el de la Matrona en sus “Tesoros del arte flamenco” ( Hipavox. Madrid, 1973), sí afirma que este torero-cantaor  redujo los “ayes” que lleva la Caña. La tradicón, tanto escrita como oral, le ha  atribuído, o al menos la difusión, de diversos cantes de Cádiz y  los Puertos: Mirabrá, Caracoles, Romeras e incluso los curiosos “torrijos” del Granaíno, citados por el escritor costumbrista José  Navarrete.

He podido comprobar  cómo  Demófilo (Antonio Machado y  Álvarez, 1846 – 1893) en su obra “El folklore andaluz” – octubre de 1882 – recoge precisamente las romeras del Granaíno, conforme a la “Edición conmemorativa del Centenario” (1981), que dieron a la luz pública los afamados flmencólogos José Blas Vega y  Eugenio Cobo. Es conocido el nombre de Romero El Tito, cantaor y bailaor gaditano, como heredero y continuador de  El Granaíno – su tío, según Fernando Quiñones -, a cuyo compás y gracia hizo bailar a todas las grandes bailaoras en los cuadros de los cafés cantantes sevillanos de Silverio y El Burrero.

Gracias a la Flamencología, sabemos que en los cafés cantantes – Época de Oro del Flamenco ( siglo XIX) – se dieron a conocer estos estilos de Mirabrás, Romeras y Caracoles  que se  atribuyen a Tío José  el Granaíno, de donde los tomó don Antonio Chacón (1869 – 1929), pero – como era de esperar, los engrandeció y los convirtió en  “Cantes alante”, es decir, “Cantes para escuchar”, llamados así porque el  cantaor se coloca en la parte primera del tablao. Por tanto, Tío José  el Granaíno ha quedado, en los anales del arte flamenco, como una figura entre mítica y legendaria. Y,  además, como posiblmente el más representativo de ese maridaje que se ha venido  dando  entre Flamenco y Toros.

Alfredo  Arrebola, Profesor – Cantaor

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