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TODOS LOS RECUERDOS SON TRAZOS DE LÁGRIMAS

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          Hace apenas tres semanas paseaba por la puerta de los cines Renoir de Madrid. No pude evitar acercarme para ver el llamativo cartel de la película Deseando amar/ (In the Mood for Love). del cineasta asiático Wong Kar Wai. Le descubrí hace dos décadas, pero influyó de manera decisiva en mi carrera literaria; desde entonces la banda sonora de la película me acompaña, destaca especialmente el Yumeji´s Theme, de Umebayasi Shingeru compositor japonés. La escucho con frecuencia siempre que me hallo inmersa en un proyecto literario  y me sirve de inspiración para seguir inventando historias y relatos de la vida cotidiana embadurnados de fantasía. Mi mente guiada por los recuerdos y las imágenes me traslada a otra época y pienso que:

          El cambio de siglo fue uno de los mejores periodos de la historia del cine. Entre 1999 y el 2000 hubo películas que se han convertido en auténticos clásicos del séptimo arte. En esas fechas la crítica de cinéfilos también descubrió a uno de los grandes genios del cine contemporáneo, Wong Kar-Wai el cineasta nacido en Shangai. Ha construido un universo fílmico que es fácilmente reconocible desde el primer plano, evitando los convencionalismos más tradicionales, y proponiendo un cine independiente y personal. Es, ha sido y será inspiración de otros cineastas del mundo. Gracias a su cine la gente se ha olvidado de los clichés que poblaban el mundo del celuloide sobre la década de los sesenta en Asia. La ensoñación estética de sus films, compuestos a ritmo musical, y caracterizados por tener una sutiliza indescriptible a la hora de presentar a sus personajes, le han avalado para ser uno de los directores más reconocidos de la actualidad. Su obra provoca fascinación porque su cine conecta con el mundo contemporáneo, es una expresión muy viva de nuestro universo. Muestra de ello han sido los numerosos premios que ha obtenido a lo largo de su carrera, así como una gran aceptación por parte de la crítica y el público.

          Las películas de Wong Kar-Wai son creaciones cargadas de una extraordinaria emoción. Quizás el principal foco de atención respecto a su biografía es el desarraigo provocado por la inmigración de su familia desde Shangái a Hong Kong cuando el joven contaba con cinco años. La transferencia de Hong Kong de vuelta a China en 1997 y la ansiedad resultante de dicha reunificación es una sombra que se proyecta sobre la obra del cineasta. Quizás, fue la separación de su familia durante años, la que diera pie a una soledad melancólica y nostálgica que marcaría el modo en que el joven Wong interacciona con su entorno inmediato y, por tanto, también la manera en la que posteriormente se enfrentará en sus películas. Entre algunas de las características de su cine creo necesario mencionar que:

          Cuenta con un estilo de rodar con primeros planos que recuerda al spaghetti western de Sergio Leone. Apreciación por los detalles, antes de una contienda, que además de recordar a los films del maestro italiano, también tiene enormes reminiscencias del cine de samuráis. La voz en off es muy importante porque sin este elemento es complicado hilvanar imágenes, darles el hilo narrativo que a veces es escaso. Podemos decir que es un inventor de las formas geométricas. Ha puesto en circulación formas de rodar, de mirar, de concebir, de narrar historias muy originales y muy personales.

          Además, en su cine se usa el efecto de “movimiento congelado” mezclado con la cámara lenta, y se desarrolla una muy buena puesta en escena, con un escenario preciosista y una iluminación muy cuidada. Diferentes elementos le dan una especial singularidad, distanciándose de los films convencionales de acción. Un estilo fotográfico que se ha llegado a comparar con el expresionismo abstracto o la Action Painting de Pollock. (Heredero, 2018: 81) En ese sentido se puede realizar una comparativa con los films más arquetípicos de acción, donde la historia es solo una excusa para que se dé rienda suelta a todas las batallas posibles. En la mayoría de sus películas, se narra una historia épico-amorosa que está al servicio completo de la forma, es decir, que lo que predomina es la belleza de un sublime estilo fotográfico.

          El recurso de los flashback, es otro de los recursos empleados, que dan una sensación melancólica a los films (debido a la voz en off que confirma una tristeza exasperante de los personajes) y crea una atmosfera evanescente diluida –una confusión permanente entre lo que es verdad y lo que no– se asemeja también a algunos recursos estilísticos del cine negro, caracterizado también por narrar sus historias en pasado; y al cine de Alain Resnais, por el que el director ha confesado sentirse inspirado (Gómez Tarín, 2008).

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          La improvisación en los rodajes es otro de los aspectos a destacar. «Sus películas no tienen guion. Ni él mismo sabe lo que va a contar. Trabaja como un artista plástico, a medida que la tela va cobrando formas, esas formas van sugiriendo otras», asegura Fernández Heredero, quien no duda que el director chino pasará a la Historia como uno de los grandes maestros del Arte: «Igual que se decía que Picasso había pasado toda la vida pintando la misma manzana, pero de formas tan diferentes y variadas que fue lo que le convirtió en genio.  Wong Kar-Wai habla de lo mismo en todas sus películas: soledad y amores frustrados».

            Si el cineasta tiene una musa esa es Hong Kong. Al igual que Woody Allen con Manhattan, el director chino visita y revisita continuamente la ciudad, viajando al pasado y al futuro de ella. Acompañándola en los momentos trascendentes de su historia. Entre neones y con un aire vaporoso, casi mágico, suele presentarse la ciudad de Hong Kong en los años sesenta; la mayoría de veces con un notable culto por épocas pasadas.

Para despedirme haré alusión a otro detalle particular: es la utilización de distintas lenguas originales (cantonés, mandarín, japonés) en los mismos diálogos. Esto demuestra, una vez más, que el amor no conoce de fronteras ni de tiempo ni de realidad. Es pura fantasía. Como saber qué pasará en el futuro o qué pasó realmente en el pasado. Cabe preguntarse: ¿Por qué contamos historias de amor? Para sentirnos –un poco- mejor. Para desahogarnos. Para concretar algún objetivo (objetivo = amor) pendiente. Para resolver ese final que nos dejó con la respiración entrecortada. Sin lugar a dudas el mundo está notoriamente influenciado por los principios del “Amor”.

CONTINUARÁ

 Autora: Ana María. López Expósito

 

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  1. Artículo para los estudiosos y amantes del buen cine de autor con trayectoria internacional. El cine es una de mis grandes pasiones junto a la escritura y los viajes por lugres diversos nacionales e internacionales. Esperó les guste. CONTINUARÁ.

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