SUCESIVOS TERRALES MERMAN LOS TROPICALES EN LA AXARQUIA

Conviene recurrir a la historia, cuando el mes de Julio recién terminado ha castigado severamente a la rica industria tropical de la Axarquía, propinando unos persistentes terrales con temperaturas de 46ºC, y tirando al suelo una buena parte de las imponentes cosechas de aguacates y mangos que ya fructificaban en su arboleda, con un tamaño mayor que una cereza.

       Las dudas que asistían al agricultor antes de la llegada del terral, era si podría conseguir el suficiente riego para cubrir las necesidades de ambas especies, en un mes de agosto cercano que, según los pronósticos, las altas temperaturas que habíamos de soportar requerirían una cantidad de agua que no teníamos. Y en esas estamos.  Sin recursos acuíferos a los que recurrir, para mantener un número de frutos que permitieran cubrir los cada día mayores gastos. 

     Sería improcedente en este caso culpar al manido “cambio climático”   del desaguisado, porque los terrales se han venido produciendo de vez en cuando en la Axarquía, desde que en el año 1994 tuvimos el primer aviso que afectó al fruto de  aguacate ya instalado en la zona y pudo acabar con los árboles, si la Viñuela no hubiera socorrido con la cantidad de agua entonces almacenada en la presa  para ser inaugurada y facilitara unos  riegos de emergencia que mantuvo viva la especie para años venideros.

    Pero es momento de recapacitar, porque el problema central de los cultivos tropicales es la falta de lluvia que de siempre ha padecido la costa que nos ocupa. La Axarquía tuvo agua suficiente en sus numerosos pozos, para mantener los primorosos cultivos de huerta que la hicieron famosa en tiempos no tan lejanos (patata temprana, alcachofas, judías, berenjenas, pimientos etc.) y que, por su excelente clima, se anticipaba con sus frutos a las demás regiones españolas. Pero en la actualidad, el problema está siendo la excesiva masa arbórea que verdea con sus plantas en el entorno poblado de su paisaje montañoso, cuya cantidad exige un riego que en el futuro no se podrá dar, salvo que la administración rescate con los trasvases la cantidad de hectómetros que cada año se pierden en el mar.

     Por ello recurro al pasado y relato a continuación un escrito “histórico” que escribí hace años, y titulaba “Una ola de calor merma las producciones tropicales en España”.

      “Era el mes de agosto de 1994, y publicaba yo en alguna revista europea y especialmente en el INTERNATIONAL FRUIT WORLD el artículo que adjunto. Y lo publico aquí y ahora, 27 años después, porque las circunstancias son las mismas de entonces, aunque cada vez más acusadas por la misma “pertinaz sequía”, pero con una mucho mayor demanda…  

               “Resulta paradójico que, precisamente una ola de calor en pleno mes de julio, absolutamente inesperada (hacía más de cincuenta años que no marcaban los termómetros 50ºC) haya venido a perturbar, de manera lamentable, la buena marcha de las producciones tropicales de la costa andaluza, en un año precisamente que, a juzgar por el espectacular cuajado de los árboles hubiera sido el de mayor tonelaje de fruto de todas las especies, desde que se establecieron las plantas subtropicales. Las costas granadina y malagueña se han visto alfombradas de frutos inacabados, que en su precocidad han sido barridos de las ramas por el asfixiante bochorno que atacó a raíces, hojas y fruto de tan preciadas especies.

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               Desde que las laderas penibéticas del litoral de Granada primero y Málaga después, se fueron poblando de chirimoyos en la década de los cincuenta, ocupando limitadas parcelas de huerta localizadas en las vegas de Almuñécar, Motril, Jete y Otívar y algo más tarde en la década de los sesenta acompañándose de aguacates que se extendieron rápidamente por la costa malagueña, jamás se había conocido un accidente climático como el que en la presente campaña se ha dejado sentir con intermitentes golpes de calor, o terrales,  que han mermado las producciones de frutos tropicales a menos de la mitad de cuanto cabía esperar en un año de grandes expectativas.

               Las tres especies que ya son una realidad en nuestra costa, la chirimoya, el aguacate y el mango, has sufrido serios quebrantos, que dejarán huella en la frágil economía de los inversores del sector, y muy especialmente en los numerosos pequeños agricultores que han apostado también por los cultivos arbóreos cuyas producciones a largo plazo, no empiezan a dar sus frutos hasta transcurridos de cinco a seis años de su plantación.

               Empezando por la chirimoya, cuya implantación en la costa granadina supera los cien años, dispone de una superficie actual de 3.266 Has (Servicios de Extensión Agraria) con una producción aproximada de 30.000 Tm.  el último año, y según indican los expertos del lugar, las producciones se verían reducidas -sobre todo en las cosechas de otoño- en un 30%, esperando que puedan normalizarse en las cosechas tardías o de invierno, en el supuesto de que los árboles no hayan sido afectados gravemente y puedan rehacerse para esas fechas. En cualquier caso, la oferta se verá disminuida en sus mejores calibres en 10.000 Tm. de fruto, comparativamente con un año normal de la última etapa productora.

               En cuanto al aguacate el problema es mayor, toda vez que las 9.000 Has. censadas en las costas granadina y malagueña, prometían en la presente campaña una producción de 50.000 Tm. de fruto. Un año brillantísimo que alcanzaría el techo productivo hasta la fecha y cuyas expectativas en junio no daban lugar a dudas, a juzgar por la abundante carga de fruto que presentaban los árboles. Pues bien: la opinión generalizada se acerca a las 20.000 Tm. de máxima producción, aunque algunas asociaciones de diferentes zonas se atreven a pronosticar que quedarán 25.000 Tm. de aguacates. De una u otra manera, como dichas cifras se corresponden con el consumo de nuestro mercado interior aproximadamente, cabe pensar que nuestra exportación a la UE este año, será similar al tonelaje que España pueda importar de otros países. Es decir, lo comido por lo servido. Y nuestro país proveedor –al igual que a la Comunidad- será México, ya que según parece Israel también se ha visto afectado por el golpe de calor y su variedad Hass el presente año brillará por su ausencia en Europa.

            Y termino analizando la situación del mango, que,  aunque las producciones son poco importantes todavía, dada la escasa superficie plantada (alrededor de 1.000 Has) a juzgar por la fruta que pende de los árboles, la oferta no llegará ni con mucho a las 1.000 Tm. cuando la cifra prevista por el sector podría haberse acercado a las 2.000 Tm. comercializables.

               Un panorama desolador, que no por su temporalidad, deja de tener importancia. Las plantaciones de tropicales requieren grandes inversiones, no solo por los costes de implantación y mantenimiento, sino por la paciente espera que dicha inversión exige, toda vez que las producciones normales no empiezan a recogerse hasta los siete u ocho años de haber sido plantadas. Los cálculos del agricultor tropical están muy medidos y cualquier imprevisto climático o de otra naturaleza, como el que le ha sorprendido este lamentable mes de Julio, representa un gravísimo problema económico que merece la pena considerar y evaluar.

               Si bien es verdad según nos cuenta la historia, que estos desequilibrios climáticos se producen raramente en toda una generación agrícola, también es verdad que cuando se presentan debe dárselos el tratamiento adecuado, como cuando las catástrofes llegan por agua, incendios o calamidades de cualquier naturaleza.

               Merece, pese a todo, contemplar con optimismo el futuro de los tropicales que están convirtiendo nuestra costa de Andalucía Oriental en un vergel siempre verde, con aguacates y mangos y muy pronto litchis, que vienen cubriendo de manera importante las zonas montañosas de nuestro litoral en hileras interminables de arbolado, protegiendo además con ello de la terrible erosión que se ven amenazadas las costas andaluzas”.

              Para terminar, quiero recordar que con motivo de una  fuerte sequía que tuvimos en el mes de  agosto de 2016, y la consecuente preocupación de los agricultores, la Asociación de Frutos Tropicales y la totalidad de los Grupos de Riego y agricultores  de la Axarquía, todos  unidos, decidieron la formación de una PLATAFORMA, con la que iniciaron  negociaciones con las autoridades que se ocupaban del tema hidrográfico para buscar soluciones; soluciones inmediatas  que pudieran resolver el grave problema que se presentaría en un futuro cercano con los escasos recursos acuíferos que disponían y el crecimiento imparable de dichos cultivos. Y así seguimos hasta el día de hoy.

Y terminando con la historia, y la escasez de agua, la única respuesta practica y decisiva tenida sobre La Viñuela, fue el Plan Guaro quienes adjudicaron el agua del embalse, exclusivamente a las fincas situadas hasta la cota 140, con una dotación de 7.000 m/3 hectárea y año, cantidad que según los técnicos cualificados era lo imprescindible para una plantación de aguacates. Desde aquellas fechas de la adjudicación y con las pérdidas que el embalse ha venido teniendo en los últimos años debido a la escasez de lluvia, en el periodo hidrológico actual de octubre de 2020 a finales de septiembre de 2021, la dotación ha sido rebajada a 3.000 m/3 hectárea y año para las 6.500 Has de la cota 140; agua técnicamente insuficiente para mantener una hectárea de cualquier cultivo tropical.

Julián Díaz Robledo

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