REMEMBRANZA: CELIA VIÑAS OLIVELLA  

Hace ya muchos años, cuando realizaba mis estudios de bachillerato en el Instituto Cura Valera de Huércal-Overa, mi  pueblo, oí hablar por vez primera de una escritora leridana afincada en Almería, Celia Viñas, de la que con verdadera admiración mi profesor de Lengua y Literatura, don Gabriel Espinar, hablaba y nos recitaba de cuando en cuando alguna de sus poesías.

Luego he sabido que en cierta ocasión la poeta le confesó a este su alumno predilecto: “Hay que ser optimistas y alegres por deber, por cariño hacia los demás. Yo tengo incluso el hábito de disimular los dolores físicos para no apenar a los demás”. Un hermoso pensamiento con el que me identifico plenamente.

Don Gabriel Espinar

Me despertó la curiosidad y admiración  saber que tan cerca, una mujer, con su sensibilidad de poeta y escritora, era capaz de que una persona tan seria como mi profesor se emocionara con los versos de esta mujer venida desde Lérida, donde nació un 16 de junio de 1915, hasta Almería, donde desarrolló su carrera docente y literaria. Aunque hay que aclarar que su niñez y juventud la pasó a caballo entre Palma de Mallorca y Barcelona.

Y esa admiración y fervor demostrado por don Gabriel se debió a que él la conocía personalmente ya que fue alumno suyo. Me resultaba interesante entonces y, ahora, pasados tantos años, me ha surgido la necesidad de unir los nombre de ambos profesores en esta pequeña reflexión acerca de esta escritora no todo lo conocida que debiera ser.

Porque esta mujer incansable, amante de las letras, no dudaba en desplazarse hasta Barcelona cuando tenía conocimiento de algún evento relacionado con las mismas. Meritorio el hecho si tenemos en cuenta los tiempos que eran, los medios de comunicación  existentes y las características de las valoraciones que se hacían de la mujer.

Y también me llama poderosamente la atención el hecho de que coincidió y compartieron amor por el sublime mundo de las letras  con la poeta alicantina, que ejerció un tiempo en Almería, Trina S. Mercader, la cual recuerda que “el último tiempo de Celia fue de sufrimiento, de callado sufrimiento en la soledad de su casa de Almería”   y a quien no hace demasiado tiempo descubrí en los encuentros poéticos organizados en el Valle del Vinalopó  de donde era oriunda. ¡Curiosa coincidencia!.

Trina S. Mercader

Llegados a este punto, estimo necesario profundizar un poco más en el conocimiento de la  vida  y obra de Celia, de lo que ha supuesto  su aportación a las letras almerienses de postguerra  y la literatura española.

Como a otros muchos españoles y españolas, la Guerra Civil le truncó sus deseos de acabar los estudios de Filosofía. No obstante, en 1943 obtiene la cátedra de Lengua y Literatura con el número uno. De propia voluntad elige Almería  para desarrollar su labor docente. Cuando llega , encuentra una ciudad de aires excesivamente provincianos, con una caótica situación tras la contienda, donde la actividad cultural apena si existía y en la que no había ni siquiera universidad.

Se sorprende por la falta de inquietud literaria organizada y lejos de apesadumbrarse y decepcionarse se propone propiciar todas aquellas acciones que consiguieran sacar a flote el poco nivel que pudiera quedar latente y se lanza a organizar encuentros y tertulias que revitalizara el ambiente cultural de Almería.

 En paralelo encuentra el amor de su vida en la persona del profesor Arturo Medina con quien se casa y queda ya vinculada a la tierra almeriense hasta su fallecimiento el 21 de junio de 1954.

Celia y Arturo

Desde un punto de  vista literario, de ella se ha escrito que sus poemas son ricos en reflejar imágenes a través de un uso culto de la palabra. No obstante ese lenguaje culto se complementa con un hacer uso de uno popular, intimista y eminentemente descriptivo que pone de relieve la ternura que le inspiraban los niños (ella no tuvo) con los que había trabajado durante sus primeros años de docente. Sus textos se impregnan de color, sencillez, sonoridad, metáforas y viveza.

Su obra la inicia en 1937 con un libro de poemas inéditos Camina; en 1947 publica su novela Tierra del sur  y consecutivamente otros títulos como: Plaza Virgen del mar (comedia); Trigo del corazón (poemario)… y otros libros de cuentos que son publicados tras su fallecimiento.

La figura de Celia Viñas  ha sido reconocida a nivel provincial, donde hay un instituto que lleva su nombre en Almería, un monumento y su nombre en alguna que otra calle.

Monumento a Celia Viñas

 En conclusión, transcribo la referencia que, en una reseña del Instituto de Estudios Almerienses, aparece: “Fue un valor probado, auténtico, que dejó en Almería una forma de ser y trajo un aire de libertad vital, rompiendo moldes pedagógicos y culturales y abriendo caminos de inquietud artística y literaria a la ciudad. Marcó una época en la historia de Almería. Fue una persona excepcional por su manera de ser y actuar. Por las cosas que decía y cómo las decía. Por lo que enseñaba y cómo lo enseñaba. Por las cartas que escribía, por los artículos que publicaba, por las obras de teatro que montaba, por las emisiones de radio que dirigía y, en definitiva, por las numerosas actividades en que intervenía de una forma directa o indirecta”. (I.E.A.).

Poema  infantil de Celia Viñas

La rosa de los vientos

vamos a dibujar

sobre la pizarra azul 

del mar.

Todos los pescaditos

ya saben sumar

una concha más dos conchas

tres conchas serán,

una perla más tres perlas

cuatro estrellas de cristal

signo

de multiplicar una rama de coral.

Ana Martínez Parra

Junio 2024

I CERTAMEN DE ARTÍCULOS Y POESÍA PERIÓDICO DIGITAL GRANADA COSTA

Cada tres meses se entregarán dos premios: uno concedido en la vertiente de textos y otro para los poemas

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