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Mujeres que dieron un paso al frente (2) Rosita Forbes

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Ni el desierto la detuvo

   «El desierto tiene un encanto sutil y cruel: Destruye a la vez que embelesa”.

Rosita Forbes

En un artículo titulado Viajeras Olvidadas me encontré con Rosita Forbes. No creo que Rosita Forbes pueda ser incluida bajo el concepto “olvidadas”, aunque sí es verdad que no es una figura popular como puede ser Amelia Earhart, que, como todos sabemos, en el cielo, su pasión, encontró la muerte.

Empecemos revisando la mujer de su época: aquella época de faldas por debajo de los tobillos y escotes hasta el cuello. Porque así, en el siglo diecinueve y principios del veinte, nuestras abuelas (o bisabuelas) ya viajaban por lugares y en condiciones que nosotros, hoy en día, ni siquiera consideraríamos hacerlo. Había dos tipos diferentes de viajeras: aquellas que lo eran con el fin de evangelizar, o sea las misioneras, y otras por el simple hecho de viajar por donde no debían (diferentes culturas, guerras, falta de cartografía, etc.), o sea las aventureras. Ambas escribieron artículos de prensa, ambas escribieron libros, ambas dieron conferencias. Lo realizado por todas ellas es, indudablemente, encomiable, porque abrieron brechas no sólo no abiertas en esos días sino ni siquiera tenidas en cuenta. Rosita Forbes fue una de ellas: viajera, aventurera, fotógrafa, conductora de ambulancias, incluso espía.

Rosita Forbes (de nacimiento Joan Rosita Torr) nació en Riseholme Hall, cerca de Lincoln, el 16 de enero de 1890. Su padre Herbert James Torr era terrateniente y su abuelo, John Torr, miembro del parlamento británico. El exótico nombre (para una inglesa) le llegó de su madre, Rosita Graham, cuyo padre, Duncan Graham, había contraído matrimonio con una mujer hispano-escocesa de nombre Rosita. De esa mujer heredó no sólo el nombre sino también, y mucho más importante en su vida (ya se verá) los grandes ojos negros, el pelo negro-azabache, y quizás hasta el gusto por los sombreros, que siempre lucía con elegancia y realzaban su belleza.

No dispuesta a llevar una vida corriente, la vida que se esperaba de ella, o sea la de una dama de sociedad, a los diecisiete años abandona su casa y se radica en Londres, a los veintiuno contrae matrimonio con el coronel Ronald Foster Forbes, con destino en oriente, y comienza su primer viaje por China, India y Australia, y último viaje con marido. Lo deja en 1915  y en el viaje de regreso por Sudáfrica, después de un fallido intento (debido a prohibiciones) de volver desde Dunbar cruzando el río Zambeze (peligroso en esa época), es obligada a escoger la ruta convencional de las Islas Canarias. Se divorcia en 1917.

En casa, Inglaterra, comienza a aparecer la verdadera Rosita. Entre 1915 y 1917 sirvió como conductora de ambulancia en el frente occidental durante la primera guerra mundial, siendo condecorada dos veces por el gobierno francés por servicios prestados a su ejército.

Y terminada la guerra se lanza a la serie de viajes que la harían famosa y rica. Con una amiga, Undine, decidió dar la vuelta al mundo por caminos no trillados. Sin mayores problemas atravesaron Estados Unidos hasta California y Hawaii, pero al adentrarse en Asia sí se adentraron en problemas, que no sin esfuerzo pudieron superar. En total, visitaron alrededor de treinta países en dieciocho meses. Una verdadera aventura, no sólo por la falda por debajo de los tobillos y el escote hasta el cuello, sino porque no había vuelos ni de bajo coste ni de alto coste, ni líneas navieras ni ferrocarril en todas partes. De ese peregrinaje surgió su primer libro Unconducted Wanderers (sin versión española). Pero surgieron las diferencias: Rosita buscaba emoción, Undine, turismo. Se separan.

Sola, Rosita Forbes (conservó el apellido de su exmarido) fue a las Conferencias de Paz en París. En la capital francesa, un editor le propuso que escribiera artículos sobre la colonización francesa en África. Ni un segundo de duda. Viajó a Casablanca. Desde allí, atravesó Abisinia (actual Etiopía) hasta Khartoum(Sudán) y prosiguió a El Cairo, donde la contactó el servicio secreto británico para pedirle que continuara hasta Damasco y averiguara todo lo que pudiera sobre el Príncipe Faisal y sus intenciones en el reino que estaba a punto de heredar: Irak.

Y fue precisamente con la colaboración del Príncipe Faisal que llevó a cabo una de sus grandes hazañas: la exploración del desierto de Libia hasta el oasis de Kufara. Para hacernos una idea pensemos en la descripción de Herodoto (450 a.C.) “todo arena, muy escaso de agua y total y completamente un desierto”. Ningún pueblo entró en él hasta el siglo diecinueve cuando lo hizo una tribu beduina. (Ver pintura de Hasch)

Vestida como una mujer musulmana y haciéndose llamar Sitt Khadija, viuda de origen circasiano, con lo que justificaba su pobrísimo árabe, a lo largo de casi dos mil kilómetros de dunas deshabitadas se enfrentó al infierno de tormentas de arena que asfixiaban, de camellos que enfermaban, de porteadores que no dudaban en robar o matar, y, sobre todo, a la limitación de comida y a la falta de agua. Dejando al descubierto sólo sus ojos negros, heredados de su abuela hispano-escocesa, fue la primera mujer no musulmana en entrar en Kufara (1920-1921; con anterioridad sólo el explorador alemán Gerhard Rohlfs en 1879). Tuvo la precaución de sacar fotos con una cámara oculta, de otro modo quizás nadie le hubiera creído. Este viaje, exploración digamos, está reflejado en su libro The Secret of the Sahara: Kufara (1921). En esta obra nace de verdad Rosita Forbes escritora: paisajes poéticos, observaciones costumbristas y políticas, y fascinantes entrevistas a gente con la que pudo hablar.

De regreso en Londres causó sensación: se la invitó a dar charlas en eventos sociales, a dar conferencias en la Real Sociedad Geográfica, incluso a tomar el té en Buckingham Palace. La cortejó el Servicio Secreto (hoy famoso MI5 y MI6; James Bond) por sus conocimientos de la situación en la frontera occidental de Egipto, y también la cortejó el coronel Arthur Thomas McGrath, a quien ella no despreció. En octubre de ese año (1921) contrajeron matrimonio. Durante la luna de miel en Europa dio conferencias en la Real Sociedad de Amberes (Bélgica) y en la Sociedad Geográfica Francesa, asociaciones por las que fue condecorada. Y muchos más galardones recibió, pero sería pesado enumerarlos.

Sus aventuras no terminaron allí. A lomo de camello cruzó el desierto desde El Cairo hasta Afganistán atravesando Arabia, Irak, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguistán. Viajó por Pakistán y la India. Siempre sola: marido (Coronel McGrath), en casa.

Si fue una incansable viajera-aventurera, también fue una incansable escritora. Entre sus obras de viaje, por citar algunas: The Sultan of the Mountains (1924), From Red Sea to Blue Nile (1925), Adventure (1928), Conflict: Angora to Afghanistan (1931). También ensayó la novela de ficción: If the Gods Laugh (1925), Sirocco (1927), King’s Mate (1928), entre otras.

Algunas de estas novelas fueron llevadas al cine, mudo por supuesto, If the Gods Laugh bajo el título Fighting Love (1925) y Account rendered como The White Sheik (1928). Más recientemente (1972) el famoso John Millius hizo una adaptación libre de The Sultan of the Mountains con el título El viento y el león protagonizada por Candice Bergen y Sean Connery.

Con posterioridad, Rosita Forbes viajó nuevamente por Asia y por toda Sudamérica. En 1940, quizás ya cansada y con el mundo en guerra, junto a su marido se retiró a una isla casi deshabitada de las Bahamas. Él murió en 1962, ella le siguió 1967.

Unos cuantos de sus libros pueden encontrarse gratis en la red en formato PDF. De ellos me pareció muy interesante, no sólo para un lector de su tiempo sino para uno de nosotros, Women Called Wild (1935 –título español Esas mujeres llamadas salvajes) en el que relata la vida de mujeres, desde traficantes de esclavos en Abisinia a cazadoras de cabeza en el Amazonas, que conoció en sus viajes en las décadas del 20 y del 30.

Próxima entrega: Volando con la noche: la primera mujer en volar por encima del Atlántico y primera persona en hacerlo de este a oeste, y de noche.

Diego Nieto Marcó

3 thoughts on “Mujeres que dieron un paso al frente (2) Rosita Forbes

  1. Qué maravilla de retrato el de Rosita Forbes. Me ha fascinado cómo se combina historia, contexto social y la vida tan rica y arriesgada de una mujer que supo adelantarse a su tiempo. Es inspirador ver cómo el escritor rescata figuras femeninas que, aunque no olvidadas, sí merecen más visibilidad. Leer esto es casi como viajar con ella por las dunas del Sahara o los caminos de Asia. ¡Espero con ganas la próxima entrega!

  2. Una investigación y un texto, tan bien contados, que una tiene la sensación de estar allí, en esa época y en ese contexto, junto a Rosita. ¡Qué bien rescatadas su figura y sus hazañas! Estoy deseando leer más de este autor

  3. Un texto lleno de información, bien escrito, que nos tiende la mano para acompañar a Rosita Forbes en sus aventuras. Gracias, Diego, queremos seguir leyendo tus artículos y redescubriendo a estas intrépidas mujeres.

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