María Teresa Gómez-Reino: Arte, amor y altruismo en movimiento
En la ilustre villa de Burgos, bajo los auspicios del día 8 de julio del año de gracia de 1945, vino al mundo doña María Teresa Gómez-Reino Alonso, conocida en el seno de su familia y por sus más allegados como Terechu. Hija segunda entre cuatro hermanos, nació en la casa de su abuelo materno, el respetable Laurentino, bajo el cuidado de sus padres, don Antonio Gómez-Reino y Pedreira, juez de profesión, y doña María Pilar Alonso Ortiz, mujer virtuosa y amante de las letras.
Terechu creció entre armonías familiares y la dulzura de un hogar culto, donde los libros se veneraban como tesoros. Fue bautizada en la ilustre iglesia de Santa Gadea, templo que guarda ecos de heroicos juramentos, y desde sus primeros años mostró inclinación hacia el arte y las letras. Sus padres, por las mudanzas que su cargo demandaba, llevaron a la familia a transitar por ciudades como Laredo, Vitoria y Miranda de Ebro, cada una dejando en el alma de Terechu un rastro imborrable de recuerdos.
Formación y juventud
Su educación fue encomendada a las señoras del colegio Jesús-María de San Gervasio, en la industriosa ciudad de Barcelona, donde Terechu destacó en lenguas y en las artes, aunque los números se resistieron a ser sus aliados. Fue allí donde su alma, sensible como la lira de Orfeo, encontró inspiración en Santa Teresa de Jesús, cuya vida y obras influyeron en su carácter y devoción.
Apenas alcanzados los dieciocho abriles, conoció a don Manolo Yagüe Martínez, con quien contrajo nupcias el 3 de junio de 1967 en la parroquia de Santa Inés. En su matrimonio halló la dicha y la bendición de tres hijos: Manuel, Teté y Silvia. A estos dedicó su juventud y su energía, entregándose con amor a la crianza y cuidado de su familia.
Pasión por la danza y las artes
Terechu, cual musa de Apolo, halló en la danza su vocación más elevada. Fue discípula en la renombrada escuela de Rosita Segovia, dedicando largas horas a perfeccionar su arte. Por treinta y cuatro años consagró dos horas diarias a este noble ejercicio, que no solo fortaleció su cuerpo, sino que alimentó su espíritu, permitiéndole expresar con movimientos aquello que las palabras no alcanzan a describir.
De su amor por la poesía nació el «Grupo Inquietudes» en 1996, junto con otras discípulas de Segovia. Bajo la dirección de Ramón Martí, este colectivo cultivó la poesía y la música, ofreciendo espectáculos que deleitaban tanto a la vista como al oído. Su incorporación de Rosa Giménez como pianista dotó al grupo de un brillo singular, combinando música, danza y poesía en una amalgama que evocaba la esencia de las artes clásicas.
Terechu Gómez-Reino protagonizó con entusiasmo la obra de teatro «A ti, Yolanda» adaptación de la novela homónima de la Dra. Toñy Castillo Meléndez, destacando la profunda conexión emocional que siente con la historia presentada en el escenario. Esta experiencia teatral ha revitalizado su pasión por las artes escénicas, inspirándola a explorar nuevas facetas de su creatividad y a considerar futuros proyectos en el ámbito teatral. La obra ha dejado una huella significativa en su vida, reafirmando su compromiso con la cultura y el arte.
Vocación de servicio
El corazón de Terechu, grande y generoso, no ha hallado reposo en el mero disfrute de las artes, pues también se consagró a aliviar las penas ajenas. Por quince años, dedicó su tiempo a la Asociación Española Contra el Cáncer, colaborando en el programa «Escucha Cáncer». En esta noble labor, prestó oído a quienes enfrentaban la adversidad, ofreciendo consuelo y esperanza. Su presencia en programas de radio nocturnos, junto a destacados médicos, ha sido un bálsamo para muchas almas atribuladas.
Amistades y legado cultural
En su tránsito por los caminos de la vida, Terechu ha trabado amistad con figuras eminentes como Paloma Gómez Borrero, ilustre periodista y escritora. De su relación nacieron fecundas conversaciones y proyectos culturales que engrandecieron a ambas. Esta amistad fue un testimonio del magnetismo que irradiaba Terechu, quien no solo era admirada por su talento, sino también por su calidez y entrega.
La familia como refugio
Terechu ha hallado en su familia un puerto seguro en el que amarrar su alma. Como abuela, es pródiga en amor y dedicación hacia sus nietos: María, Silvia, Elena, Antonio y Riccardo. Con ellos comparte momentos imborrables, como travesías a Disney París y apacibles veranos en Anda, aquella aldea que, para Terechu, es más que un lugar: un refugio donde el tiempo parece detenerse.
Reflexiones finales
En esta etapa de su vida, Terechu contempla su vida con gratitud, cual viajero que, desde la cima de un monte, mira con regocijo el valle recorrido. Pese a los momentos de pesar, como la enfermedad de su amado padre, siempre ha enfrentado la adversidad con entereza y fe, encontrando en cada obstáculo una oportunidad para crecer y fortalecer su espíritu.
Hoy, su vida permanece como un testimonio de amor, arte y servicio, un legado que inspira a quienes tuvieron el privilegio de conocerla. Terechu ha dejado y seguirá dejando en el mundo una huella imborrable, como aquellas que trazan los grandes navegantes en los mapas de la historia. Si su existencia hubiera de describirse en una palabra, esta sería «dedicación», pues toda su vida siempre ha estado consagrada a engrandecer las almas de quienes la rodean.
Entre las muchas distinciones y reconocimientos que Dña. María Teresa Gómez-Reino ha cosechado en su fructífera vida, destacan los otorgados por el ilustre Proyecto Nacional de Cultura Granada Costa, al cual pertenece desde hace más de quince años. En el transcurso de este tiempo, su dedicación y entrega a la cultura han sido galardonadas con honores tan notables como la Medalla de Oro al Trabajo Cultural y un Libro Homenaje, donde se exaltaron sus méritos excepcionales como coordinadora y colaboradora insigne en actos culturales y medios de comunicación. No menos célebre es el reciente Premio Humanidades en la modalidad Cultural, otorgado en el año de 2024 durante una espléndida gala en el majestuoso Palacio de Congresos de Granada. Estos laureles no hacen sino corroborar que su pluma, su voz y su corazón laten al unísono con los ideales de la cultura, contribuyendo al engrandecimiento de las letras y las artes con inquebrantable entusiasmo y virtud.
Carlos Álvaro Segura Venegas
Genial
Felicidades
Un saludo
Que alegría, y que honor. Leer estás maravillosas líneas, de un escrito tan maravilloso, y que definen también, a mí querida amiga Terechu.
Mi cariño y admiración, a los dos.
Escritor. Y protagonista.
Feliz año Nuevo