LOS NIÑOS DE RUSIA (4ª Parte)
Sin embargo, muchas de estas cartas, escritas por niños con edades entre los nueve y los trece años, no llegarán a su destino. Como explican los profesores Alted, Nicolás y Gonzalez: “El hecho de que los originales de estas cartas se conserven en el Archivo de la Guerra Civil indica que no llegaron a su destino y que fueron requisadas por los vencedores. Estas cartas, al igual que los cuestionarios que tenían que rellenar los padres que reclamaban a sus hijos o cualquier otra manifestación relacionada con la evacuación de los niños a la URSS, se convirtieron durante la posguerra en pruebas acusatorias contra las personas.”
Así, por ejemplo, el Consejo de Guerra reunido en Murcia el 25 de septiembre de 1940 dictaba la siguiente sentencia contra Antonia Martínez González: “Resultando hechos probados y así lo declara el Consejo que Antonia Martínez González, de filiación socialista antes del movimiento y durante el mismo tomó parte directa en el incendio de la iglesia (…) llevándose ropa y otros objetos; permitió que un hijo suyo menor de edad fuese a Rusia a hacer los cursillos de piloto. Fallamos que debemos condenar y condenamos a Antonia Martínez González, autora de un delito de auxilio a la rebelión, con las circunstancias agravantes de peligrosidad social, a la pena de 20 años de reclusión menor y accesorias legales que le correspondan, siéndole de abono el total del tiempo sufrido en prisión preventiva”.
En cuanto a la educación que reciben los pequeños españoles en las casas infantiles donde están hospedados, el sistema que se sigue es el soviético, que constaba en una primera etapa de 10 cursos.
Los niños entran en la escuela con siete años y salen con diecisiete. La escuela se divide en dos tramos, de primero a séptimo curso y de octavo a décimo. Una vez superada esta etapa, los niños pueden elegir entre el tecnikum; formación técnica o profesional, o continuar sus estudios en la universidad.
Las memorias anuales, elaboradas al final de cada curso escolar, han permitido reconstruir la vida cotidiana en estas casas infantiles para los niños españoles.
Cada mañana se dedica un tiempo a la lectura de los periódicos, una vez por semana, un maestro hace un comentario de las informaciones políticas internacionales que los diarios habían publicado. Los niños permanecían atentos a los comentarios de su profesor sobre el devenir de la Guerra en España.
Todas las asignaturas son impartidas en español salvo la de lengua rusa, la mayoría de los profesores son rusos que habían aprendido castellano, aunque también hay algunos maestros españoles que habían viajado con los niños desde España. Los libros que utilizan son libros soviéticos traducidos al castellano, los pequeños españoles reciben clases de lengua rusa e historia de la unión soviética. Una vez a la semana, escuchan en la radio los discursos de los dirigentes soviéticos y leen trabajos sobre la construcción del socialismo en la URSS.
De la Historia de España, estudian la Revolución de Asturias, la unificación de las juventudes socialistas y comunistas en el año 1936 y la biografía de líderes comunistas como José Díaz o la Pasionaria. Como apunta el investigador Daniel Kowalsky; en este proceso de socialización también se incluía la conmemoración del 14 de abril, día de la proclamación de la república, y la visita a granjas colectivas, fábricas, el museo de la revolución y el Mausoleo de Lenin.
Sin embargo, para los profesores Nicolás y Alted, la consigna general que las autoridades soviéticas dieron a los responsables de todas las casas es la de educar a los niños españoles como tales, se trata de acercarlos a la cultura rusa, pero evitando su asimilación, añaden.
De los distintos testimonios de niños que vivieron en la Unión Soviética, se desprende que sus educadores les hacían comprender la importancia de educarse y formarse para que cuando regresaran a España pudiesen ser útiles a la causa de la construcción de un estado socialista.
José Ortiz de Urbina, en una carta escrita desde su nuevo hogar en Odessa (Ucrania), comenta; El día en que yo me iba a marchar para Rusia ya sabes que íbamos a venir un día y lo atrasaron para otro día y yo que ansiaba por una parte venir aquí y por otra no, porque dejaba allí a mi madre y a mis hermanos y demás parientes y por eso me pesaba venir, porque dejaba allí lo más querido de mi vida. El día ese salimos de Bilbao en el Habana donde llegamos hasta Francia y después en un barco francés hasta Rusia. Pasamos ocho días de un penoso viaje y al pasar por Alemania todos sentimos un malestar, pero no fue nada, por fin llegamos hasta Rusia y ya estábamos tranquilos, después desembarcamos y nos llevaron a una ducha donde nos duchamos y luego comimos muy bien y después de unos días nos llevaron al sur de Rusia, a Odessa, donde hemos descansado cuatro meses muy bien. Hemos comido hasta que no podíamos más; peras, manzanas y otras clases de frutas. Ahora después de descansar estamos en la escuela donde todos somos muy aplicados para que mañana u otro día valgamos para luchar contra ese canalla fascista que tanto daño está haciendo en España.
Otro niño evacuado a la Unión Soviética, José Luis López de Los Ríos, muestra también en una carta dirigida a sus padres, su intención de regresar a España para defender la república.
“Nosotros nos figuramos que vosotros estaréis bajo los bombardeos fascistas que causan muertes y muchos heridos.
Nosotros tenemos noticias de España de los bombardeos y del frente. Madre yo cuando sea mayor iré a defender España muy fuerte, aquí estudian para aviador, otros para fusil, y yo para fusil de caballería. Cuando seamos mayores iremos todos juntos a defender España y a nuestro padre y hermanos.
Entonces, no pasarán esos cobardes fascistas y pasaremos aplastando el fascismo para ganar la España roja.
CONTROL IDEOLÓGICO.
Como explica Antonio Martínez, nos estaban educando y capacitando, tratando de conservar nuestra idiosincrasia, nuestra nacionalidad como españoles, porque además seriamos en el futuro los libertadores de España.
Una opinión que el investigador Daniel Kowalsky matiza: La intención del comité central era dar a los españoles una formación absolutamente comunista, imbuir en ellos el respeto y la estima del trabajo colectivo y en resumen, hacer de ellos unos enérgicos constructores de una sociedad comunista.
Además, los niños también eran utilizados para hacer propaganda del régimen. La prensa soviética dedicaba numerosas páginas a los niños españoles, que aparecían divirtiéndose, jugando o viendo películas.
Estas palabras confirman el claro componente ideológico de la educación que reciben los niños españoles.
Para controlar que nadie se saliera del proyecto marcado, las autoridades soviéticas llevan a cabo un seguimiento exhaustivo del personal español. Nada más desembarcar en territorio soviético, los maestros y educadores españoles tienen que presentar a las autoridades una historia de vida, en la que debe estar incluido un dato fundamental como es el de su militancia política. Además de interesarse por su formación, los maestros españoles están también preocupados por el bienestar psicológico de los niños. Manuel Tagueña cuenta en sus memorias la angustia de su mujer Carmen, maestra en una casa de niños, por la salud mental de los pequeños españoles: En las escuelas de niños españoles, el problema principal seguía siendo el psicológico.
Arrancados de sus hogares a causa de la guerra, la mayoría de los niños y de los jóvenes se resistían más o menos conscientemente a ser educados por extraños, y levantaban a menudo una barrera mental que ni siquiera los maestros españoles podían atravesar.
Yo iba con mucha frecuencia a la escuela de Piragoskaya, donde trabajaba Carmen, y trataba de ayudarlos en lo que podía, incluso preparando sus exámenes, pero era muy difícil ganarse su confianza. Aunque en un principio, se destina un presupuesto especial para atender las necesidades de estas casas infantiles, pronto se descubrirá que resulta insuficiente.
Las autoridades recurrirán entonces a las ayudas que proporcionaban los sindicatos, el periódico Pravda y el ejército.
Las visitas de los soldados son recibidas con expectación por los pequeños españoles. Sus padrinos les llevan regalos y, además, les ayudan a escribir sus primeras cartas en ruso.
Pese a que la mayoría de los niños se sienten felices en sus nuevos hogares, algunos se preguntan por qué sus padres los han enviado a un país tan frio y lejano, e incluso algunos, con el tiempo, considerarán que aquella separación les partió la vida…
Gonzalo Lozano Curado