LAS VARICES: VÍAS EN MAL ESTADO

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

Las varices son todas aquellas venas dilatadas, elongadas o tortuosas, que aparecen con gran frecuencia entre la población. Aunque puede afectarse cualquier vena del cuerpo, la localización más común es en las venas superficiales de las piernas, siendo mayor en el territorio de la safena interna que en el de la externa.

            Las varices afectan al 40-60% de las mujeres y al 15-30% de los hombres.

            Pero, ¿qué es la insuficiencia venosa? La insuficiencia venosa se trata de la dificultad, que tienen las venas de las extremidades inferiores, para empujar la sangre desde éstas hasta el corazón. Cuando las venas fallan, se debilitan y se hinchan, ya que la sangre se acumula en ellas y la circulación se hace difícil. Esto da lugar a la aparición de las varices.

            La sangre transporta el oxígeno desde el corazón a todo el cuerpo por unos conductos llamados arterias. Cuando la sangre llega a los órganos y tejidos, deja allí el oxígeno y regresa al corazón por otros conductos que llamamos venas. La sangre, que tiene que volver desde las piernas hasta el corazón, tiene que vencer la fuerza de la gravedad. Para ello, las venas cuentan con un mecanismo para empujar la sangre hacia arriba sin que ésta vuelva hacia atrás. Esto se consigue gracias a las llamadas válvulas venosas. Así pues, cuando este mecanismo falla, la sangre se estanca en las venas y las paredes de éstas se dilatan, pierden su forma y aparecen las temidas varices.

            Distinguimos tres grados o tipos de varices según su tamaño: varices telangiectasias o arañas vasculares, varices reticulares  y varices principales (colaterales y tronculares).

            ¿Cuáles son las causas que pueden hacer que aparezcan las varices? La causa más importante parece ser postural, pues si las piernas están en declive y sin movimiento por periodos prolongados, se favorece la estasis sanguínea en el sistema venoso profundo (la sangre circula de forma más lenta por las venas), lo cual conduce al paso excesivo de sangre al sistema superficial y a la aparición de edemas (acumulación de líquido) de predominio vespertino. Es decir, si sufre el sistema venoso profundo, éste afectará a continuación al sistema venoso superficial, pues ambos están estrechamente intercomunicados. A esto se une el hecho de que, si las piernas permanecen en reposo mucho tiempo, los músculos de las mismas, al no contraerse y, consecuentemente, no comprimir las venas, no favorecerá el ascenso de la sangre de las piernas hacia el corazón.

            Por otro lado, la mitad de los pacientes con venas varicosas tienen antecedentes familiares. Si alguno de tus progenitores padece o padecía de varices, las posibilidades de que en ti se den algún día aumentan de forma ostensible.

            Igualmente, también predisponen al desarrollo de varices otras circunstancias como el embarazo, la obesidad, el sedentarismo, el empleo de ropa ajustada, las masas tumorales que dificulten el flujo del retorno venoso o el estreñimiento.

            ¿Cuáles son los síntomas que las acompañan? En primer lugar, hay que decir que la presencia y la severidad de los síntomas de las varices no se correlacionan en absoluto con el tamaño de las mismas. Así, los síntomas más frecuentes que podemos encontrar son: sensación de pesadez, cansancio, dolor, quemazón, picor, parestesias (hormigueos), hinchazón (edemas) y calambres nocturnos. Cuando la insuficiencia venosa se prolonga mucho en el tiempo, pueden aparecer manchas sobre la piel de las piernas e incluso úlceras, las cuales habrá que vigilar muy mucho por el grave riesgo de infección.

            Todos estos síntomas empeoran si la persona está sentada o en pie por tiempo prolongado, con el calor, en el periodo estival y los primeros días del ciclo menstrual. Mientras que mejoran con la marcha y con la elevación de las piernas por encima del nivel del corazón. La pérdida de peso, el ejercicio y la terapia compresiva también reduce, poco a poco, la intensidad de los síntomas.

            ¿Cómo se diagnostican? En la mayoría de las ocasiones con la simple inspección basta, no obstante, otras pruebas de gran utilidad pueden ser la ecografía doppler, la prueba de Schwartz, la de Trendelenburg o la de Perthes. De todas ellas, la más fiable sin duda es la ecografía doppler, la cual es capaz de valorar de manera fiable, bajo visión directa y en tiempo real, la presencia de reflujo. El reflujo no es otra cosa que el flujo venoso invertido (en dirección opuesta a la esperada, que es en dirección al corazón).

            Algunos consejos prácticos para prevenir la insuficiencia venosa son: 1. Evitar el sobrepeso (evitar ingerir fritos, dulces y alcohol). 2. Hacer ejercicio todos los días (caminar, nadar, bicicleta…). 3. Evitar estar cerca de una fuente de calor (radiadores, braseros, saunas…). 4. Duchas de agua fría en las piernas. 5. Evitar el estreñimiento (comer verduras, alimentos con fibra y beber 2 litros de agua al día). 6. Evitar ropa muy ajustada (ligas, cinturones, botas, pantalones apretados…). 7. Usar calzado con un tacón de 3 ó 4 centímetros (evitando tanto el tacón alto como el zapato plano). 8. Elevar ligeramente los pies de la cama. 9. No pasar más de una hora sin moverse. 10. Dar masajes en las piernas desde el tobillo hacia el muslo.

            ¿Cuáles son las distintas opciones que se barajan en cuanto a lo que al tratamiento se refiere? La mayoría de los pacientes con varices pequeñas o iniciales se van a beneficiar de las medidas conservadoras que acabamos de enumerar. Asimismo, cobra gran importancia el uso de medias de compresión elástica gradual (con compresión más intensa en territorio distal, que disminuye en sentido proximal).

            Sin embargo, si las medidas conservadoras fallan para controlar los síntomas o si aparecen complicaciones secundarias a la estasis venosa, los pacientes serán candidatos a un tratamiento más intensivo.

            Cuando las varices aparecen en segmentos cortos de pequeñas venas tributarias (arañas vasculares o varices reticulares) es útil la fleboesclerosis o escleroterapia, que consiste en la inyección dentro de la vena varicosa de agentes esclerosantes (suero salino hipertónico u otras sustancias hiperosmolares, diversos agentes químicos irritantes como el aetoxiesclerol, o ciertas espumas), seguida de un periodo de compresión elástica de la zona, que produce la irritación de la íntima (capa más interna de una arteria o de una vena), con reacción local, lo cual provoca la esclerosis definitiva de las varices tratadas.

            Cuando las varices son extensas (tronculares, que afectan a la safena interna y/o externa) es preferible el tratamiento quirúrgico, que consiste en una fleboextracción (extirpación venosa) de la vena safena interna o externa mediante la técnica de stripping. El riesgo de la intervención es escaso y las únicas complicaciones suelen ser locales (dificultad para la cicatrización).

            En algunos casos se puede realizar el tratamiento con la aplicación de láser endovascular a fin de evitar la fleboextracción.

            El equipo médico que le esté tratando sopesará minuciosamente la indicación quirúrgica  a seguir. Y así, sus piernas y, consecuentemente, su calidad de vida, se lo agradecerán.

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