El sortilegio y la tradición se hacen ciertos en la “Nit de la Cremà”
Fiesta en definitiva, por cuanto han sido unos días de intensa animación, creatividad, diversión y emociones.
Los habitantes de Valencia y las personas que acuden a esta fiesta sin igual, se hacen amigos con gran facilidad, la euforia está en la calle, y en la calle una oportunidad de comentar y conocer gentes muy heterogéneas.
Finaliza un ciclo de días falleros y las comisiones de falla han visto hecho realidad su programa tras un año de intenso trabajo, lucha e ingenio por encontrar la financiación complementaria, pues las de sus propias aportaciones ya están asumidas.
La noche se adueña de la ciudad, las fallas muestran su último hálito de magnificencia y simplemente esperan.
Las comisiones presurosas están preparando el rito, que a las doce de la noche ha de cumplirse, prendiendo fuego a la Falla.
En los lugares con más riesgo, por lo angosto de la plaza ocupada por un monumento fallero de grandes proporciones, se establece un dispositivo de seguridad a todos los niveles y mucho tiene que decir el <<cuerpo de bomberos>>, que con dotación extra, se ocupa de la vigilancia y auxilia para que todo tenga un final feliz.
Una carcasa prende el monumento, un penacho se eleva majestuoso hacia el cielo y la Falla comienza a arder.
El fuego avanza y los ‘ninots’ se iluminan por fuera y por dentro, se está cumpliendo la costumbre, el fuego purifica y pretende borrar de la faz de este mundo toda la ‘crítica’ sobre hechos y actuaciones lamentables o mejorables, es uno de los significados de las llamas.
Todo es una llama viva y fulgente, alguna silueta asoma entre el resplandor candente…, se resiste a calcinarse.
Ya todo es fuego y humo el fin está próximo y devora con voracidad el cartón y la madera hasta engullirla por completo en la noche fantástica de la “Cremà”
Se acaba, termina, o quizás no tanto, pues en la mente de los falleros entre tristeza y un mucho de esperanza, revolotean infinidad de ideas y nuevos proyectos para el ejercicio fallero que comienza cuando todo parece que acaba, es el ciclo de las fallas, es la propia vida.