LA SEÑAL DE LA CRUZ, poema de Soledad Durnes dedicado al cardenal D. Carlos Osoro

LA SEÑAL DE LA CRUZ
Una Cruz bendecida de madera
quedó para siempre en el camino
Dios es eterno en los Cielos
y nunca llegaremos a su olvido.
La Fe que buscamos siempre
en lo Místico y lo Divino
sacrificios ofrecemos a Dios
solicitándole imploro exhaustivo.
Egoístas somos a veces
¡pedimos! y más ¡pedimos!
pero damos poco a cambio
siendo por Dios bendecidos.
Por misión cardenalicia
se puede elegir a un Papa
representante de Cristo
en la tierra con su señal cristiana.
Dios llevaba en sus espaldas
caídas con la Cruz a cuestas
lo mismo que los cristianos
soportamos nuestras penas.
Símbolos de nuestra Cruz
es la señal practicada
en la Iglesia y nuestros días
ejemplo que nos dejó el Señor
y nunca será olvidada.
Toda mi admiración y respeto
a Monseñor D. Carlos Osoro Sierra
Cardenal de Madrid

Soledad Durnes Casañal
En «La señal de la Cruz,» la poeta malagueña Soledad Durnes Casañal nos guía hacia una reflexión mística y profunda sobre el símbolo supremo del cristianismo: la Cruz. Dedicado al cardenal D. Carlos Osoro Sierra, este poema se erige como un homenaje no solo a su misión pastoral, sino también a la fe que sostiene a los creyentes en su camino terrenal.
Con un lenguaje sencillo pero cargado de significado, Soledad explora las dimensiones del sacrificio, la entrega y la esperanza que emanan del acto de llevar la cruz, tanto en sentido literal como espiritual. La obra invita a considerar nuestra relación con Dios, el equilibrio entre lo que pedimos y lo que ofrecemos, y el papel que juega la fe en la lucha diaria contra las adversidades.
Este poema, impregnado de devoción, no solo enaltece el papel del Cardenal como guía espiritual, sino que también nos recuerda que la señal de la Cruz, testimonio del sacrificio de Cristo, sigue viva en nuestras vidas, marcando nuestro andar y nuestra búsqueda de lo eterno. Con admiración y respeto, la autora rinde tributo a un líder eclesiástico, destacando la importancia de su labor como representante de Cristo en la Tierra.
Comentario por Carlos Álvaro Segura Venegas