Portada » La Huida a Egipto
desert

María, José y el niño chiquito

Viven en Belén,

Con paz y con amor ellos son felices y están tranquilitos.


Hasta que una noche

cuando José se dormía

En sueños veía a un ángel del cielo,

Que así le decía.


Levántate José el ángel le dijo,

Toma a tu esposa también a tu hijo,

Y está misma noche os marchareis a Egipto.


Así debe ser porque así está escrito,

Es la única forma de salvar la vida

del niño chiquito.


Herodes por miedo

una orden a los soldados les ha dado,

que todos los niños menores de dos años,

deben ser sacrificados.


Está mima noche

De viaje os marchareis,

Y todo rastro de vuestro viaje

De los caminos borrareis.


José enseguida se levanta

No pregunta nada,

Y con mucha ternura y cariño

A su esposa llama.


Levántate María que un ángel me ha dicho,

Que para salvar al niño

Vayamos a Egipto.


María se levantó

Y nada a su marido le preguntó

Se pone a preparar las cosas,

Y a su marido le ayudó.


Cómo tienen muy pocas cosas

Enseguida acababan,

Y al amanecer el día

De Jerusalén se marchaban.


A eso de media mañana

Los soldados llegaban,

Y se ponen muy furiosos

Porque nada en casa encontraban.


Mientras María y José

Con prisas caminando,

Y como al niño llevan en brazos,

Los dos están muy cansados.


Al niño Jesús le llevan y le protegen, con mucha ternura

Y sumo cuidado,

Porque el rey Herodes quiere degollarlo.


Más de ocho horas llevan ya caminado,

Cuando llegan a un campo,

Donde varios hombres la tierra están sembrado.


Al borde del camino María se ha parado,

Y a uno de los hombres

Muy educadamente le ha preguntado.


Buen hombre, si no le importa,

¿Me puedes decir que estás sembrado?

¿Quizá un poquito trigo para pasar el año?


¡Y a usted que le importa lo que yo estoy sembrado!

¡Pues siembro unas poquitas piedras para pasar el año!


Si siembras piedras que piedras se te vuelvan,

Mañana ven a verlas porque ya tendrás una buena cosecha.


María se vuelve con el niño entre sus brazos,

Le da dos besos y siguen caminando.


Al caer la tarde ya no pueden caminar más,

Cuando llegan a otro campo

Donde un hombre con un burro estaba intentando sembrar.


Dios te guarde buen hombre

¿Qué estás sembrado?

¿Un poco de trigo para pasar el año?


Cómo soy muy pobre eso estoy intentando

Para de alguna forma,

Y con muchas fatigas

Poder pasar el año.


Mi niño tiene hambre, pero no quiere mamar,

¿No tuvieras para entretenerlo una naranja para su sed mitigar?


El hombre muy contento en su zurrón estuvo buscando,

Se encontró una pequeña naranja,

Y con toda amabilidad a María se la ha dado.


Queda con Dios buen hombre

Él te lo pagará, con una muy buena cosecha,

Por tu buen corazón,

Y buena voluntad.


El trigo que hoy estás sembrando,

Mañana ven a verlo

Porque ya estará maduro,

Y ya podrás segarlo.


¿Qué me está diciendo buena señora?

¡Eso creo que no puede ser!

En solo dos días sembrar

¿Y …recoger?


María se vuelve con el niño en sus brazos,

Le da dos besos y siguen caminando.


El hombre sigue trabajando

Y cada vez estaba confundido,

Y no paraba de pensar en lo que le había sucedido.


A lo que la mujer le dijo de darle vueltas no paraba,

Y muy extrañado se preguntaba,

¿Quién sería esa mujer tan guapa y educada?


A su casa se marchaba

Al llegar el anochecer,

Y lo que le había pasado le contaba a su mujer.


¿Qué cosas me estás diciendo?

¡Si eso no puede ser!

¡En tan solo un día sembrar!

¿Y …recoger?


Al día siguiente apenas rayando el alba,

Aquellos dos labradores

A sus campos se marchaban.


Y cuando llegan a sus tierras

Sorprendidos se quedaban,

Y al ver cómo estaban sus tierras,

Casi se desmayaban.


El que sembraba las piedras

En tierra se arrodillaba,

Y elevando la vista al cielo

De esta manera hablaba.


¿Quién era está señora y porque me castigó,

Si yo solo quería burlarme al ver lo que me preguntó.


Y es que fueron tantas,

y tantísimas las piedras

Que el señor le concedió,

Que, en una grande y alta sierra,

Su campo se convirtió.


Y el que trigo sembraba

Cuando a su campo llegó,

Viendo que estaba maduro

 a cegarlo comenzó.


Las espigas que segaba

Más grandes jamás se dieron,

Y estaban tan bien granadas

Que, al cegarlas, algunos granos al suelo se les cayeron.


Y el buen hombre en tierra se arrodilló,

Dándole gracias a Dios

¿Que quién sería esa señora

 el labrador se preguntó?


Quién era esa señora

Que este milagro me realizaba

Seguro que era la Virgen,

Que por algún motivo

Por aquí pasaba.


Era ya al mediodía cuando llegan los soldados,

Iban a caballo y hasta los dientes armados.


¿Habéis visto una pareja que por aquí deben haber pasado?

Son de aspecto humilde 

Y llevan un niño en brazos.


Si señor, yo si los vi pues por aquí pasaron,

Pero fue hace mucho tiempo

Cuando estábamos sembrado.


Los soldados llenos de rabia

Tienen que volver atrás,

Sin haber conseguido a una simple pareja arrestar,

Y sin parar se preguntaban:

¿Y cómo los habían podido burlar?


      Final

Puri Guzmán

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