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LA ARTROSIS Y LOS PICOS DE LORO

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina Málaga

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina Málaga

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

            «Las personas mayores deben aprender a convivir con la artrosis igual que lo hacen con las arrugas de su piel» o «nueve de cada diez personas padecen de artrosis» son palabras de una prestigiosa reumatóloga afincada aquí en Málaga. A lo que yo añado que esto es lo que se debe decir hoy día, aunque quién sabe lo que ocurrirá mañana… ¿Terapias regenerativas tal vez?

            La artrosis es una enfermedad crónica y degenerativa que afecta principalmente a las articulaciones y que produce el desgaste del cartílago. La erosión del cartílago articular provoca la alteración del cartílago articular del hueso opuesto de la propia articulación que, a su vez, comienza a sufrir el mismo proceso. De este modo, llega un momento en el que los cartílagos pueden llegar a desaparecer, lo cual da lugar a la aparición del dolor. Aún sin llegar a esta situación, y a medida que desaparece el cartílago, el hueso reacciona y crece por los lados (osteofitos), produciendo la deformación de la articulación. Los osteofitos son protuberancias de hueso que salen a nivel del margen del mismo. Pueden aparecer en cualquier lugar y se dice que quizás es una manera de compensar el desgaste del esqueleto, empezando éste a producir mayor cantidad de calcio pero de manera errática. Así, surge esa calcificación, la cual es muy similar a un pedacito de hueso accesorio.

            La artrosis es la artropatía más frecuente en los países desarrollados y es en la que más invierten desde el punto de vista económico, asistencial y farmacológico estos países. Además, es una de las enfermedades, dentro del aparato locomotor, que puede llegar a generar grandes incapacidades laborales.

            El diagnóstico se hace mediante la clínica y la radiología, aunque sólo el 50% de la población con cambios radiológicos presenta clínica, es decir, síntomas.

            Los factores de riesgo de la artrosis son los siguientes: 1. Edad: los cambios degenerativos van apareciendo a medida que cumplimos años. La edad es el factor de riesgo más firmemente relacionado con la etiopatogenia de la artrosis. Las manifestaciones radiológicas las veremos sobre todo en las articulaciones de carga, como, por ejemplo, en las rodillas, aunque con la edad pueden aparecer en todas las articulaciones. Dicho lo cual, y a pesar de que la edad está muy relacionada con la artrosis, no hay que considerarla como una consecuencia del envejecimiento. 2. Sexo femenino: es el segundo factor más importante. La artrosis, al igual que la mayoría de las enfermedades reumáticas, es más frecuente en la mujer. Esto engloba a todas las articulaciones excepto a la cadera, cuya afectación se da por igual en ambos sexos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a medida que aumenta la edad, la incidencia se iguala en hombres y mujeres, sobre todo a partir de los 55 años. En las mujeres predomina especialmente la artrosis de manos y de rodillas. 3. Factores genéticos: hay una serie de artrosis que están condicionadas genéticamente mediante una herencia poligénica (en la que intervienen múltiples genes). Otros factores genéticos guardan relación con la raza y con factores ambientales. Así, los chinos de Hong-Kong padecen más de artrosis que los blancos que habitan con ellos; en EEUU, también es más frecuente en los indios americanos que en los blancos de allí, y en Sudáfrica se da más entre la raza negra. 4. Traumatismos articulares: los cuales hacen que la articulación pierda su equilibrio, desestructurándola y haciendo que no reparta bien las cargas. Esto, irremediablemente, favorece la degeneración del cartílago. 5. Esfuerzos repetitivos (profesionales): es típica la artrosis de manos en los trabajadores del campo debido a los microtraumatismos repetidos sufridos sobre dicha articulación. Por otro lado, la artrosis de codo se da más entre los trabajadores de la construcción o en los que emplean martillos neumáticos en su quehacer diario. Otro ejemplo es la artrosis de tobillo que padecen ciertas bailarinas de ballet o la de rodilla de los futbolistas, con afectación del menisco incluida. 6. Inestabilidad articular, alteraciones de la alineación: pacientes con genu varo o genu valgo (ver imagen), en aquellos que hayan sido intervenidos de menisco o que posean una insuficiencia del ligamento cruzado anterior. 7. Obesidad: éste es un factor importante, sobre todo en algunos tipos de artrosis como la de rodilla, fundamentalmente, y la de la mano. 8. Defectos congénitos: como la enfermedad de Legg-Calve-Perthes (se presenta cuando la cabeza femoral en la cadera no recibe suficiente sangre, causando la muerte del hueso) (ver imagen) o la luxación congénita de cadera.

            En cuanto a las manifestaciones clínicas de la artrosis encontramos las siguientes: 1. Dolor: aunque no siempre existe. De hecho, podemos ver pacientes con grandes manifestaciones radiológicas que no padecen dolor (esto es muy usual en la columna lumbar). Sí existe más correlación clínico-radiológica en la artrosis de rodilla y de cadera. Se caracteriza por ser un dolor de tipo mecánico, es decir, que mejora con el reposo y las posturas confortables, por lo cual el paciente siente alivio por la noche (a diferencia de las enfermedades inflamatorias, las cuales suelen doler de forma ininterrumpida). Así pues, éste es un dolor intermitente, que depende de lo que cargue el individuo. Del mismo modo, mejora con analgésicos simples. 2. Rigidez: es la dificultad para moverse después de estar un tiempo en reposo, bien sentado o, por supuesto, tras el descanso nocturno. Dura menos de 30 minutos y es muy típico. En las artritis inflamatorias durará más. 3. Limitación de la movilidad articular: es debida a los cambios degenerativos como los osteofitos o la fibrosis capsular. La articulación no puede llevar a cabo todo el arco de movimiento. 4. Crepitación: sobre todo en la rodilla. Depende de lo evolucionada que esté la artrosis. 5. Deformidad articular secundaria: debida a los propios osteofitos, a una hipertrofia de la membrana sinovial o a una subluxación de la articulación. 6. Grados variables de inflamación y derrame articular: siempre suele haber inflamación acompañando a la artrosis. Además, no se recomienda realizar ejercicio a todo el mundo, ya que, si la artrosis está muy avanzada, fomentaremos más la inflamación. El ejercicio es beneficioso, aunque siempre acorde con las posibilidades de cada uno.

            Artritis no es sinónimo de artrosis. Son dos términos que acarrean confusión pues tienen muchos puntos en común, aunque no son superponibles. Artrosis conlleva sobre todo degeneración del cartílago, mientras que la artritis, como su propio nombre indica, no es más que la inflamación de la articulación. El concepto de artritis se emplea más a menudo a la hora de referirnos a enfermedades reumáticas, hereditarias en muchas ocasiones, del tipo artritis reumatoide, artritis psoriásica, en el lupus, etc.

            «Me han dicho que tengo unos picos de loro en la espalda, a nivel de la columna lumbar. ¿Qué significa eso?». Estas pueden ser palabras de cualquier paciente que padezca de artrosis y que acude a consulta. Pues bien, los picos de loro no son más que los propios osteofitos. Sí, son los osteofitos que pueden aparecer de manera muy usual a nivel de la columna cervical o lumbar y que adquieren esta forma tan típica. Dicho de otro modo, a los «osteofitos» se les conoce coloquialmente como «picos de loro».

            Ya para finalizar, hemos de decir que, en caso de padecer ya la enfermedad, se deben de evitar los movimientos que producen dolor, ya sea utilizando preferentemente otras articulaciones o limitando el uso de las enfermas. Sin embargo, esto no quiere decir que se deba tender a la situación de inmovilidad de estas últimas. Hacer ejercicio con las articulaciones enfermas es fundamental tanto para mantener la movilidad como para fortalecer los músculos y así evitar que la articulación quede fláccida. Este ejercicio debe ser suave, que no provoque dolor. Si es excesivo, ya sea en el tiempo, esfuerzo o intensidad, siempre será perjudicial. El uso de bastones o de muletas y reducir el esfuerzo de las articulaciones enfermas es una forma de evitar el dolor y la degeneración de la enfermedad.

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