FLAMENCO Y TOROS (XLII). CURRO ROMERO (1933)
Dame el capote, madre,
que voy a Utrera,
“pá” tirarme a los toros
por vez primera.
Madre, no llores
que así empezaron todos
los matadores. (Sevillanas: “Cancionero Popular Taurino”, pag. 122. Madrid, 1963)
Me da cierto pudor decirlo, pero es cierto:¡qué verdadero es nuestro refranero español!:¡Suerte te dé Dios, que ciencia no te hará falta!. Creo que le viene bien este dicho popular a Francisco Romero López, más conocido como CURRO ROMERO o “El Faraón de Camas”, un pueblecito blanco que casi besa a Sevilla, donde vió la luz primera el 1 de diciembre de 1933.
Porque, a la verdad, Curro Romero ha sido, sin la menor duda el torero que más se ha querido en Sevilla de todos los tiempos. El público va a verlo de manera distinta a los demás diestros con el deseo – pocas veces conseguido – de que haga una faena sublime, tal como lo dejó dicho el Crítico Taurino Rafael Ríos Mozo en su preciosa obra “Tauromaquia Fundamental”, pág. 163. Sevilla, 1974.
Es muy lógico que Curro Romero figure en este catálogo de “Toreros flamencos” porque, aparte de haber sido un gran torero artista y poseedor en sumo grado de la estética torera, fue siempre una persona muy dada al arte flamenco y, además, cantaor él mismo. Este “Faraón de Camas” – aunque tengo entendido que no es gitano – es bien conocido por su afición por los más variados estilos flamencos. Y sé de buenas tintas que una de sus pasiones es encerrarse con artistas gitanos del cante. Curro era íntimo amigo de Manuel Mancheño Peña “El Turronero” (1946 – 2006) – yo tuve la suerte de ser compañero y amigo de Manuel en muchos festivales flamencos – a quien acompañó y ayudó mucho en los últimos días del gran cantaor de Alcalá de los Gazules (Cádiz). Y ya que hablo de amistades flamencas, no puedo resistirme a traer aquí el nombre de José Monge Cruz “Camarón de la Isla” (1950 -1992).
Curro Romero fue, durante años, promotor flamenco de la “Venta el Gato”, de Madrid, donde mantuvo contacto directo con cantaores, bailaores y guitarristas. Ya he dejado constancia – al hablar de Gitanillo de Triana y Antoñete – que el sevillano de Camas ha dejado para la historia flamenca un disco de Fandangos. A mis oídos llegó, y por la “autoridad flamenca” de Fosforito (Antonio Díaz Fernández. Puente Genil, 1932) que Curro Romero ha sido un buen ejecutor del difícil “Fandango de Enrique el Almendro” (1892 – 1959).
Conocida, aunque superficialmente, la trayectoria torera de Curro Romero y su papel en el desarrollo histórico de la Tauromaquia, me atrevería a decir que la personalidad de tan especial torero hay que contemplarla desde un punto de vista
casi psico-analítico, puesto que en él se dan todos los misterios de la raza gitana y toda la grandiosidad de los genios. Sea o no gitano, me da igual. Para mí, es la persona la que cuenta: “El hombre es lo que él mismo se hace”, se afirmaba ya en la época presocrática de Grecia.
Por lo general los críticos, al hablar de Curro Romero, coinciden en que hay que adentrarse mucho en los entresijos del Faraón de Camas para averiguar cuál es la causa de “por qué” le hace una faena a un toro aparentemente difícil, y también “ por qué” deja ir a una res que está pidiendo pases naturales. El “arte” no tiene, bien analizado, definición. Teoria ya expuesta en la “Poética” de Aristóteles (384 a.J.C) y
secundada por Horacio (65 – 8 a.J.C.) en “Epistola a los Pisones”o “Arte Poética”. Un crítico taurino ha definido a Curro Romero como “el sentimiento hecho torero”, ese mismo sentimiento que hace al compositor coronar una sinfonía, al pintor dar una pincelada maravillosa y al poeta poner su alma en cada uno de los versos. Yo he tenido la inmensa dicha de verlo torear en la Plaza de Toros de Granada.
Un brevísimo perfil biográfico nos dirá que toreó por primera vez con caballos en Utrera el 8 de septiembre de 1954, con Juan Gálvez y Francisco Corpas. Debutó en la plaza de toros de Las Ventas (Madrid) el 18 de julio de 1957, acompañando a Adolfo Aparicio y Vázquez II, con toros de Alipio Pérez-Tabernero. Recibió la “alternativa” de manos de Gregorio Sánchez, en la plaza de toros de Valencia, el 18 de marzo de 1959, teniendo como testigo a Jaime Ostos. El toro de su doctorado se llamaba “Vito” del Conde la Corte. No tuvo ningún éxito; al contrario, recibió un viso. Confirmó la “alternativa” en Las Ventas el 19 de mayo de 1959, con Pepe Luís Vázquez y Manolo Vázquez, con el toro “Lunito”. La corrida, en el tercer toro, fue suspendida a casa de la lluvia.
Salió por la Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla en cuatro ocasiones. Una de las tardes más destacadas tuvo lugar en Sevilla (19/05/1966), cuando cortó ocho orejas a seis toros; en Las Ventas salió siete veces por la Puerta Grande. Ha tenido el honor de haber concedido 35 alternativas y, además, tiene un monumento en Sevilla, cerca de la Real Maestranza. Después de haber toreado alrededor de 900 corridas, se despidió de los ruedos en un festival realizado en La Algaba (Sevilla) el 22 de octubre del año 2000, donde cortó dos orejas. Sin embargo, la última vez que se vistió con trajes de luces fue en Murcia, el día 10 de septiembre de 2000, alternando con Julián López “El Juli” y Pepín Jiménez.
Su trayectoria personal ha sido una de las más largas conocidas, alternando las tardes épicas con los mayores fracasos, por lo que, como ocurriera con Joselito y Belmonte, dividió a la afición taurina entre los que le apoyaban incondicionalmente
(curristas) y quienes le denostaban (anticurristas). Al cumplir los 66 se retiró, tras 42 años de actividad profesional. El 3 de marzo de 2001,un experto jurado lo incluyó dentro de la lista de los 10 toreros más importantes del siglo XX: Joselito, Pepe Luís Vázquez, Juan Belmonte, Domingo Ortega, Manolete, Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez, Paco Camino y El Viti.
Por sus méritos ha recibido “La Medalla de Andalucía” (1993); es “Hijo Predilecto de Andalucía” (2005), “Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1997) y, además, Académico de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla (2007).
Alfredo Arrebola, Profesor – Cantaor