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Usted todavía es un capullo en flor que florecerá en la flor más hermosa. Solo es cuestión de esperar a la primavera. Que su día florezca como un jardín en primavera. Hoy pude comprender que no necesito los más bellos paisajes, ni las flores de la primavera para ser feliz. Porque ser feliz es algo de adentro hacia afuera. Esto es lo que adorna los paisajes y florece los jardines. Hoy traigo el brillo en mis ojos para despertarme con el sol cada mañana. Hoy descanso en el día, en versos y poesía. Cuando llegue septiembre, las flores en primavera, alegres y felices bailando, ¡harán fiestas embriagadas de amor! La edad, tuerta y coja y con falta de felicidad, ciertamente estaré mayor, incluso así, decrépita y aburrida, saldré corriendo avergonzada hasta la fiesta de Santa Carolina, llegando la princesa del Salto, gritaré como un trueno tu Santo Nombre.

            Oh, mi dulce y querida Carolina, me arrojaré en tus brazos y besaré tus dulces pies, te besaré como punto de partida, para llegar a tus labios, querida…Oh, mar del placer ¡y la locura! Me bañaré en sudor, amor y vida. Te amaré en plena avenida, María. Y allí descarrilado, tomó el tren en este escenario desértico. Donde nuestro amor recitará versos cantando dulces sinfonías. Sameiro pensó que era un bonito colibrí, esperaba la primavera para sentir el aroma de las rosas. Y mi fervor trató de volar, pero sin tener alas cayó, se quedó en un rincón llorando. Lástima que nadie le vio. Sameiro ya era rosa ¡se acabó la primavera! Sameiro, pobre, sin prosa se sentó en un rincón y lloró. Ahora esquiva, ahora sería el mar, nuevos horizontes se abrían, nueva forma de soñar, descendió de la gran montaña, en las aguas se mira a sí mismo, nadie vio su hazaña, ¡Sameiro nunca más fue visto! Cuando era pequeña pensaba que solo en primavera brillaban las flores, que solo en verano quemaba el sol, que solo en invierno calentaba y hacia frio, hoy aprendí que en otoño florecen las hermosas camelias ¡Mi lindo amor!

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            Ni flores ni frutos Mi mente me hace pensar que en primavera no floreceré, no daré frutos. Mis pensamientos no se han congelado en invierno, pero siento que me he secado como las hojas en otoño, cuanto más reflexiono, veo lo mismo desde la ventana del alma y envejezco. Hay algo allí, muy parecido a cenizas o simplemente polvo. No rechazo el amor romántico, solamente lo evito. Parezco un remolino sin viento. Los amigos son como las estaciones: en primavera están allí abriéndose y floreciendo y dándonos la fragancia de la amistad. En verano, brillaba en el cielo con compañía, de alegría, calentando los días de los domingos. En otoño se despiden desnudando el árbol que antes florecía y se van y nos dejan marchitos y tristes, formando alfombras de inseguridad y miedo, con su partida. En invierno, nos dejan sin abrigo en el frío de la nostalgia, formando nubes de lágrimas, en un cielo nublado de decadencia y deseándonos una próxima primavera. Aprendí en la primavera de mi vida que no tienes que poseer la flor para oler su perfume.

            Era primavera, la llamé, para hablar de las hermosas flores que compré sin ningún aprecio, perdí la dirección, ni siquiera sé el precio que pagué allí, aunque estaba perdido, un poco aturdido, allí, aterrorizado de entregarlo, me fui solo, a mi manera, recordando el cariño que no conseguí. Era otoño, estaba abandonado, no me veía dueño de mi alegría, pensé que otra vez sed ya no tendría y salí, el corazón ya no contaba el tiempo, noche y día, como el molino de viento, solo se desparramó, y con cada hoja que caía al suelo llegaba el verano, mi corazón tenía el sentimiento de querer volar en esa aventura, dejando todas las penurias, y con el alma pura venció el mundo. Hice mi equipaje, compré un billete, al mundo salvaje fui a lanzarme, ¡pero todo salió mal!, me quedé en un lado y, parado, no supe regresar. En fin, este invierno que parece eterno no me da tregua, estoy a la orilla del rio, hambriento y frío, ahora no veo una razón para existir, no en tus ojos, sino en las manos de Dios, en mis sentidos… yo sobreviví.

            Grandes amistades fluyen a través de las manos y otras nuevas brotan como flores de primavera. Tengo que aprender a dejar ir el pasado, mi cuarto, mi cama, mis viejos amigos, que me dejaron, que necesito. Y pienso: yo también he cambiado, ¿también me ven así? No lo sé. No lo sé. Solo sé que sigo llegando a casa, harta de todo, me alejo, estoy pensativa, estoy atrapada, estoy suelta, ando por ahí. Sigo sintiéndome fuera de lugar, desconectada. Todavía me siento como un pez por dentro. Un pez fuera. Fuera de mi acuario. En invierno te protegían, en verano saliendo a pescar, en otoño conociéndote, en primavera para poder disfrutarla, en verano para derretirme bajo la lluvia y para bailar y caminar juntos. ¡Porque soy todo otoño! primavera, verano e invierno, me gustan todas estas estaciones, pero la que más me fascina y me hace renacer con días de cielo azul, brisas frías, sol cálido, atardeceres anaranjados y noches más estrelladas que nunca.

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            ¡Este es mi otoño!, te estarás preguntando “¿Pero otoño? ¿La estación en la que no tienes ni frío ni calor, en la que los árboles, las flores y los pastos se secan y se les caen las hojas, en la que no escuchas el canto de los pájaros? ¿Cómo renacer cuando todo, teóricamente, se está muriendo?”. Es precisamente en OTOÑO que toda la naturaleza se deshace de todo lo que ya no le sirve, de todo lo que alguna vez le dio vida, belleza, frutos y flores, pero que hoy son no le alcanza para continuar y que han quedado en su memoria como buenos recuerdos y algunos no tan buenos, para dar paso a lo nuevo, a lo desconocido, a una nueva vida en primavera. Nací una mañana de otoño y, al igual que él, me deshago de lo que ya no me sirve, guardo en mi memoria, las cosas buenas y las cosas no tan buenas, y doy paso a nuevos planes, nuevas personas, nuevas hojas, flores y belleza en mi vida. Es en esta temporada que me encuentro mirando al cielo con esa brisa golpeando mi rostro y viendo pasar mi vida frente a mí como si fuera una película, evaluando todo, poniéndolo en la balanza para ver si valió la pena o no. Gano o pierdo, y esto es sumamente frustrante, te das cuenta que no hiciste nada bueno o malo en la vida, yo también tuve pérdidas, pero nunca superaron las ganancias y por eso siempre me dan ganas de tener más para mi vida, superando todas las expectativas. ¡Ese atardecer anaranjado mezclándose con azul, amarillo y rojo! Cómo ese calor invade mi corazón y me llena de esperanza, amor y fe. No hay suficientes palabras para expresar el sentimiento de paz que invade todo mi ser cuando veo un espectáculo fabuloso de la naturaleza, juzgada tan irracional y que los seres humanos, dignos de una razón indiscutible y que nos jactamos de ello a los cuatro vientos, ¡no somos capaces de hacer semejante cosa!, es en esta época del año que pongo mis pensamientos para guiarme, para trazar el mejor sendero.

            Me pongo a pensar y, como los osos, espero que pase el invierno como si estuviera en un sueño profundo, donde solo mis sueños, deseos y fantasías tienen la oportunidad de manifestarse, como si fueran semillas que se están sembrando para que en el calor y en las lluvias primaverales florecen con vitalidad y belleza, pero no solo por eso soy otoño… el otoño tiene su encanto con sus hermosos paisajes, despierta en las personas un comportamiento más cariñoso hacia los suyos, se ve gente caminando por las calles cogidos del brazo, abrazándose en busca del calor del otro, cafeterías siempre llenas de gente hablando, comida rica y muy calentita, la cama calentita al dormir parece aún más acogedora, la elegancia de la gente al vestirse es inevitable… ¡TODO ESTO ME ENCANTA! ¡No es de extrañar que la fecha más romántica del año, San Valentín, se celebre en esta fecha! No es que las otras estaciones no sean buenas o menos especiales, me encantan todas, pero estoy completamente enamorada del otoño. VERANO con su rara belleza, con el sol pegando fuerte, que anima a todos a salir, sin olvidar que el verano sin mar y sin carnaval no es verano, la PRIMAVERA con su divina belleza de la vida, el despertar de la naturaleza, el renacer a lo nuevo y con un perfume embriagador, por cierto, con el canto de los pájaros que hacen ¡te sientes como uno de ellos! EL INVIERNO, este tiene cara de gruñón, se ve frío y pálido, siempre parece estar de mal humor, pero sin él, ¿qué seríamos?

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ENCUÉNTRAME

Cuando me haya ido, si me extrañas,

búscame, en las flores del jardín.

Lo elegí así para decorar

de perfumes y colores las pasiones.

Búscame en la madrugada

quién sabe, puedo estar hasta callada,

hablando de amores en las canciones.

Búscame en las estrellas y constelaciones,

es bastante probable que

esté en cualquier universo,

parpadeando emociones.

Búscame, en los encuentros,

en la ternura de la vida,

estaré vibrando, en cada abrazo,

hasta seré sentida: en los ojos,

en los besos, en la despedida,

huyendo de la soledad.

Plante su jardín y decore su alma,

en lugar de esperar a que

alguien le traiga flores.

Como te uniste a mí,

mi vida ganó más colores,

¡mi jardín tiene más flores!

Está bien, si no tienes un abrigo,

acepto tu abrazo. Si no encuentras

 un jardín de flores, acepto una rosa

robada de la vecina.

Si no me envías,

tomo una pequeña nota.

Si no quieres gritarle al mundo,

puedes gritarme a mí.

No importa la forma,

importa el sentimiento.

Planto mi jardín y decoro

mi alma en su lugar

esperando que alguien me traiga flores

de todos los colores,

entre mis brazos hace calor.

Planta tu jardín y decora tu alma,

en vez de esperar a que alguien te traiga flores,

 aprenderás que realmente puedes soportarlo,

que realmente eres fuerte,

y que puedes recorrer un largo camino

más lejos, después de pensar

que no puedes ir más lejos.

 

FRANCELINA ROBIN

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