Portada » ¿ES NECESARIO Y POSIBLE DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE DIOS?

¿ES NECESARIO Y POSIBLE DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE DIOS?

El gran filósofo y dramaturgo francés Gabriel Marcel (1889 – 1973), considerado  un “neosocrático cristiano”, nos dejó dicho: “El Tú absoluto es la realidad en la cual se encuentran todos los sujetos  humanos, de modo que todo encuentro  con un tú, es un encuentro  con Dios. El Tú  absoluto no necesita  ser  demostrado, como

pretendieron las pruebas tradicionales sobre la existencia de Dios, sino “mostrado”, o, dicho de  otro  modo, el Tú absoluto, que es Dios, necesita  ser descubierto por  el hombre, al  invocarlo” (cfr. G. MARCEL: “Grandes escritores contemporáneos”, pág. 143). No es raro, pues, encontrar en Marcel la idea de que el  conocimiento auténtico de Dios no aparece hasta el momento en que se pasa del mundo del “problema” al  del  “misterio”. Por eso el restablecimiento del sentido del misterio constituye la etapa previa para una restauración del sentido del verdadero  Dios. Esta es la travesía que realizó desde el mundo de Kierkegaard-Unamuno, en que Dios es  la hipótesis-límite, incognoscible, al de Platón y San  Agustín, regido por una presencia iluminadora. No hay error  alguno  en afirmar  que, desde las  primeras  páginas  del “Journal Metaphisique” (1927),Gabriel Marcel aparece atormentado  por el problema religioso y  que – para él – Dios es una “presencia”.

Como  creyente –  hago extensiva la pregunta a  cuantos estén en esta línea -, ¿estoy plenamente convencido de las palabras de san Pablo, el primer  hombre “existencial”:  (Dios) “in quo vivimus, movemur et sumus”?. Difícil respuesta. Y, hablando con la mayor sinceridad  posible, a  nadie se le oculta la gravedad suprema  del problema de Dios. A este respecto, Xavier Zubiri (1898-1983) escribe: “La posición  del hombre en el universo, el sentido de su vida, de sus afanes y de su historia, se hallan internamente afectados por la actitud  del hombre ante este problema. Ante él, pueden tomarse actitudes no solamente positivas, sino  también negativas; pero en cualquier caso el hombre viene íntimamente afectado por ellas” (cfr. “Naturaleza,  Historia,  Dios, pág. 343). Es cierto que hoy día – hablo por propia experiencia – es enorme el número de personas que se abstienen de afrontar este problema por creerlo insoluble: “qué sé yo, qué  sabemos; eso  es algo  que queda  por cuenta de la naturaleza que nos dio el ser”, oímos con relativa frecuencia.Por eso, honestamente hablando, la posibilidad de la demostración  de Dios es el problema de los problemas.

Parece  conveniente  recordar, a cuantos leyeren  estas  reflexiones de un aprendiz de Filosofía y Teología, que la  existencia de Dios  no  es objeto  de  demostración  física ni matemática. Sólo la  demostración  metafísica – asi lo creo – puede  alcanzar la  existencia de una realidad que no se encuentra  en el orden de la experiencia sensible ni pertenece  a la dimensión  de la cantidad. Habida cuenta de la “cuestionabilidad” de la evidencia  Dios, pienso – recordando la “Fides  quaerens intelectum” de san Anselmo (1033 – 1109) – que es necesario demostrar su existencia, incluso con la sola “luz  natural de la razón”, como lo defendió el Concilio Vaticano I (1869 – 1870), oponiéndose y condenando al “Modernismo”- movimiento filosófico, teológico y social extendido por toda Europa a  finales del siglo XIX – porque, a  la verdad, no era otra cosa que el “Positivismo” aplicado al hecho religioso, cuyos precedentes  fundamentales estaban en Kant y Lutero, por una parte, y en Augusto Comte y los “positivistas” por otra.

Sin embargo, el Positivismo olvidó que entre  el repertorio de hechos que pueden  caer en  el área  de la  experiencia  está  el “hecho religioso”, en función  del cual puede  y debe  plantearse  el problema de Dios. Este hecho pertenece  por entero  a la “inmanencia vital”. La experiencia religiosa decidirá, pues, en último término  la solución  positiva del  problema filosófico de Dios. Debo decir que el “Modernismo”, surgido inicialmente en el clima de las escuelas católicas, fue  en todo condenado primeramente por las  Congregaciones del  Índice y del Santo Oficio, y después por  Pío  X en la Encíclica  “Pascendi” (8 de septiembre de 1907), como un agregado de todas las  herejías. La Encíclica  examina el pensamiento del modernista  como  filósofo, creyente, teólogo, historiador, crítico, analizando sus causas y proponiendo remedios; se condena la afirmación de la “indemostrabilidad” de la existencia de Dios. La razón humana , según este sistema, no es capaz de elevarse hasta Dios, ni siquiera para conocer, por  medio de las criaturas, su existencia.

En esta misma línea está el “Ontologismo, posición filosófica  que  afirma  “el conocimiento inmediato e intuitivo de Dios”. Para el ontologismo el conocimiento de Dios es “original”, esto es, el primero de todos nuestros  conocimientos,  y “originario”: fuente de todos los demás  conocimientos humanos. “No  es sólo  que  el hombre – escribe  A. González Alvarez, op.cit. pág. 54 – conozca primeramente a Dios  en  sí  mismo y después conozca los demás seres, también  sí  mismos; se afirma más bien que todo cuanto el intelecto humano conoce, lo conoce en Dios”. Es  decir: el intelecto humano tiene una “visión inmediata” de Dios, y esta  intuición, esencial  a nuestro  espíritu, es la fuente de todo otro ulterior conocimiento. Con  ello la afirmación  de la existencia de Dios se hace evidente, y, en  consecuencia, su demostración innecesaria.

Ahora bien, las doctrinas filosóficas suelen surgir , como el “hecho histórico”, como

producto de una elaboración más o menos consciente en épocas precedentes de la  historia. El ontologismo tiene también un condicionamiento histórico bien  definido en el platonismo y sus derivaciones históricas. Está suficientemente demostrado que los propios ontologistas recurren con  frecuencia a la autoridad de Platón, Plotino, San  Agustín, San  Buenaventura, Occam y Descartes. Estos autores – paganos y cristianos – han condicionado, en  efecto, la formulación  formal del ontologismo que llevará a cabo el filósofo cartesiano frances  Nicolás  de  Malebranche (1638 – 1715).

Están, asimismo, en la misma corriente los partidarios de la teoría de la “Facultad  divinatoria”, que afirman existe en el hombre un  sentido para el conocimiento de lo divino; otro grupo  de filósofos que hacen apelación a una  “experiencia religiosa”, y, finalmente, algunos  escolásticos, que  apelan a la existencia de una “intuición  oscura” de la Diivinidad.

En mi modesta opinión, pienso que es necesario y posible la demostración de la existencia de Dios, a lo que he dedicado muchos años de  pausadas y reflexivas lecturas.

      Septiembre 2016.

Alfredo  Arrebola, Doctor  en  Filosofía  y  Letras

 

1 thought on “¿ES NECESARIO Y POSIBLE DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE DIOS?

  1. Ninguna deducciòn filosòfica seria atraves de la historia , ha podido demostrar la existencia de un ser superior llamado Dios; menos aun la ciencia .El hombre, antes del surgimiento de la ciencia como ciencia y, ante la posibilidad de encontrar explicaciones al respecto, no sòlo estuvo presionado sino cohesionado bajo castigos terribles(Santa Inquisiciòn en el cristianismo) islamismo etc ). Al surgir la teorìa de la evoluciòn luego totalmente demostrada , y los avances de la astrononomìa ,el hombre conociò su origen TERRENAL ; sInembargo continùa siendo una esperanza de ” vida eterna” para millones. Somos parte de la naturaleza ,y en nuestro caso mamìferos como especie, con la particularidad de que llegamos a pensar y creernos superiores a la naturaleza aùn en detrimento de otras especies .Soñar no cuesta NADA ……..

Deja un comentario