ENTREVISTA AL DIRECTOR DE ORQUESTA DIEGO MARTIN-ETXEBARRIA

Para esta ocasión tengo el placer de traeros al formidable Director de Orquesta Diego Martin-Etxebarria (Bilbao, 1979, criado en Amurrio, Álava). Diego comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio de Música de Amurrio y en el Conservatorio Superior “Jesús Guridi” de Vitoria para graduarse en Dirección de orquesta en la Escuela Superior de Música de Cataluña (Barcelona). Posteriormente cursó estudios de postgrado en dirección de ópera en la Hochschule “Franz Liszt” de Weimar y la Hochschule “Carl Maria von Weber” de Dresde así como en la Academia Chigiana de Siena. Entre sus maestros más relevantes podemos destacar a Gianluigi Gelmeti, Dima Slobodeniouk, Riccardo Frizza, Donato Renzetti, Jesús López Cobos, Titus Engel, Bruno Aprea o Lutz Köhler.

Es actualmente el Principal Director Residente en el Teatro de Chemnitz (Sajonia, Alemania) y entre 2016 y 2020 lo fue en los Teatros de Krefeld-Mönchengladbach (Renania del Norte-Westfalia, Alemania) -cargo que antiguamente era cotizado por algunos de los más grandes compositores clásicos- Ha sido director musical de la Euskadiko Ikasleen Orkestra del País Vasco en 2007 y 2008 así como de la Akademisches Orchester Freiburg entre 2010 y 2012 e invitado por numerosas orquestas como la Osaka Symphony, la Kansai Philarmonic, Yomiuri Nippon Symphony, Central Aichi Symphony, la Orquesta Nacional de Colombia, la Robert Schumann Philarmonie, la Philharmonisches Orchester Freiburg, Niederrhenische Sinfoniker, la St. Petersburg’s State Academic Capella, la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la Orquesta Sinfónica de Euskadi, la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, la Orquesta Sinfónica de Galicia, la Orquesta Sinfónica de Tenerife, la Orquesta Sinfónica del Vallés, la Orquesta Ciudad de Granada, la Oviedo Filarmonía, la Orquesta de la Comunidad de Madrid, la Orquesta de la Radiotelevisión Española, la Orquesta Filarmónica de Málaga, la Orquesta Nacional de España,…

Dentro del campo operístico ha dirigido numerosas óperas como Die Verwandlung y Die Blinden de Paul-Heinz Dittrich en la Berliner Staatsoper; La Bohème de Puccini en el Teatro de Augsburg, Don Pasquale de Donizetti en Terrassa; Rita de Donizetti en el Volksbühne de Berlín, El Elixir de amor de Donizetti en Vigo, Ourense y Pontevedra; El gato con botas de Montsalvatge en el Teatro Real de Madrid; La flauta mágica de Mozart en la Kleines Haus Dresden, los Teatros de Krefeld y Mönchengladbach y Chemnitz, Carmen de Bizet en el Festival de Santa Florentina, Powder Her face de Adés en el Teatro Arriaga de Bilbao; Tres sombreros de Copa de Llorca en el Teatro La Zarzuela de Madrid; Tempesa Esvaïda en el Teatro Fortuny de Reus; Hänsel und Gretel de Humperdinck, El cónsul de Menotti, Nabucco de Verdi, Gianni Schicchi de Puccini, Cavalleria rusticana de Mascagni, Orphee aux Enfers de Offenbach y Die Faschingsfee de Kálmán en los teatros de la ópera de Krefeld y Mönchengladbach.

Dentro del extenso listado de países donde ha dirigido podemos citar Alemania, Austria, Suiza, Italia, Francia, Rusia, Japón, Colombia junto a la práctica totalidad de la geografía española.

Diego ha recibido diversos premios y reconocimientos, como la Beca Wardwell de la Humboldt Stiftung (Bonn) en 2007, la Beca DAAD-La Caixa (Barcelona) en 2008, fue pregonero de las Fiestas de San Prudencio y Nuestra Señora de Estibaliz en 2015, el Premio Enderrock de la Crítica al Mejor Disco del Año por “La viola d´or i altres cançons” en 2015, así como el primer premio, el premio Hideo Saito y premio Asahi en el 17 Concurso Internacional de Dirección de Tokio en el 2015, con el que atrajo la atención internacional por su talento y profesionalidad a la hora de dirigir y extraer lo mejor de cada músico de la orquesta y de las partituras que debía interpretar.

 Ha recibido numerosos elogios por su forma de dirigir, creando una buena atmósfera con la orquesta y extrayendo un sonido lleno de colorido dinámico si la partitura lo requiere, o renunciando a las convenciones y ciertas majestuosidades de la tradición para extraer un sonido más moderno, elegante y lleno de vivacidad, repleto de virtuosismo. Sabe controlar los tempos de forma magistral en la ópera para que vayan acordes con las escenas, haciendo que las orquestas alcancen unas altas cotas de concentración sin perder por ello un sonido compacto y ligero, lleno de matices sutiles y magistrales, que sólo los más grandes directores logran extraer. Podemos añadir que cada una de las obras que ha tenido el placer de dirigir entre Óperas, Sinfonías, Conciertos, etc., siempre llevan el sello inconfundible de un saber hacer admirado y reconocido por los mejores expertos y compañeros de profesión.

Entre las grabaciones discográficas en las que ha participado como director musical destacan “El Lament de la Terra” con música de Albert Guinovart y publicado por SONY en 2020, “Tempesta esvaïda” con Ficta Edicions en 2016, “La viola d´or i altres cançons” con Discmedi en 2015, “Sinfokids 2” con la Orquesta Sinfónica de Euskadi en 2013, “Intimitats” con KML Recordings en 2012. En Otoño se publicará su último trabajo con Deutschlandfunk Kultur: la ópera “Der Schuhu und die fliegende Prinzessin” de Udo Zimmernmann.

Sin más que añadir, daremos comienzo a esta entrevista con Diego Martin-Etxebarria, al que quiero agradecer enormemente el tiempo que me dispensa a la hora de responder a estas preguntas con las que espero darle a conocer algo más entre los lectores que tengan a bien leer las páginas del periódico cultural Granada Costa.

 Diego Martín-Etxebarria - Foto Michal Novak 2

Foto: Michal Novak 

– ¡Muchas gracias, Diego! Por concederme esta entrevista, con la que espero darte a conocer tu mundo, para los lectores del Granada Costa. Mi primera pregunta como es ya una tradición, a qué edad y en qué momento de tu vida, te comenzaste a sentir atraído por la música.

-No recuerdo que esta atracción surgiera en algún momento concreto, más bien diría que siempre ha estado conmigo. De hecho, mi madre me explicó la anécdota del día en el que se dio cuenta de que había ciertas canciones que ella ponía en el tocadiscos (en la época de los LPs de 33 revoluciones aún) que hacían que yo me pusiera a llorar siendo un bebé. Lo que sí recuerdo es ver en la televisión un concierto sinfónico y ante la imagen del director en el centro pensar “¡yo quiere ser esa persona!”

-Imagino que antes de tomar entre tus manos una batuta, tocarías algún instrumento. Cuál era y sigues tocándolo en la intimidad de tu hogar, o prefieres practicar con una batuta en tu casa -como hacen muchos melómanos cuando nadie les ve- mientras escuchas tus discos favoritos.

-Mi primer instrumento fue el piano, el cual he mantenido siempre porque es una herramienta fundamental para cualquier músico y para un director de orquesta mucho más. Poder estudiar las partituras al piano da una perspectiva más profunda que simplemente mirarlas y analizarlas en el escritorio. Dos años después añadí el oboe que es el instrumento con el que desarrollé más intensamente la carrera antes de iniciarme en la dirección. Sin embargo, actualmente tengo el oboe abandonado y es el piano el que utilizo tanto para estudiar como para entretenerme en mi tiempo libre, aunque nunca me he considerado un pianista como tal. Y ya cuando comencé a estudiar dirección en Barcelona hice mis pinitos con la viola, pero aquello fue más como enriquecimiento personal para tener un contacto más directo con los instrumentos de cuerda, la sección más amplia de cualquier orquesta.

-Quién fue el primer director de orquesta que te llamo la atención, hasta tal punto que decidiste que lo tuyo era la dirección orquestal.

-Es una lástima porque no recuerdo quién era el director que vi en la televisión de pequeño y que me llamó la atención, como te comentaba antes. Teniendo en cuenta que eran los años 80 es muy posible que fuera Enrique García Asensio pero no lo sé seguro. Ya más adelante, como a muchos otros compañeros, la figura de Carlos Kleiber me marcó enormemente.

-Tus padres cuando supieron que querías ser director de orquesta, cómo se lo tomaron. Te apoyaron sin medida o hubieran preferido que te dedicaras a una profesión quizás más estable y segura.

-Teniendo en cuenta que no provengo de una familia de músicos y que me crie en un pueblo donde no hubo una escuela de música hasta que cumplí los 12 años, hicieron todo lo que pudieron. De todos modos, no sólo por ellos sino por mí mismo y el entorno escolar, acabé yendo a la Universidad de Deusto y me licencié en Filología Hispánica. Todo esto lo digo por si hay padres que nos estén leyendo y tienen hijos con intereses musicales: no os asustéis, porque ser músico es una profesión de verdad y si veis que vuestros hijos tienen capacidad e interés, pedid consejo. La carrera de músico es muy larga, pero con la información correcta desde el principio es posible ahorrarse algunos caminos erróneos que prácticamente todos los que no pertenecemos a alguna dinastía musical hemos sufrido.

-Has estudiado en Amurrio, Vitoria, Barcelona, en Weimar, Dresde y Siena. De todos esos años de aprendizaje y estudios, conocerías a muchos compañeros que ahora serán músicos y directores como tú. Qué recuerdos guardas de aquellos años y sigues en contacto con alguno de ellos.

-Hay muchos aspectos de las redes sociales que me disgustan, pero tengo que reconocer que, para los que nos hemos ido lejos, ha sido una herramienta fundamental para mantener relaciones. Sigo en contacto con gente de todas las escuelas donde he estudiado. Algunos compañeros también se han convertido en músicos profesionales y otros han elegido otras profesiones, pero siguen siendo grandes aficionados. Esto es fundamental para el tejido cultural de una sociedad. Es habitual convertir los estudios musicales en un camino profesionalizador y esto puede ser un lastre para aquellos que sólo quieren disfrutarlo como afición. Y, por otra parte, los músicos profesionales necesitamos un elevado volumen de aficionados que se convertirán en el público que vendrá a vernos. Este es uno de los grandes problemas que veo en nuestro país: se ha invertido mucho en formar a músicos profesionales de altísimo nivel, pero después no tenemos un mercado tan amplio donde insertarnos.

En cuanto a compañeros de estudios con los que ahora comparto profesión hay bastantes. Especialmente Weimar es un centro que ha generado numerosos directores de orquesta de éxito en los últimos años y con los que he tenido el placer de coincidir aún como estudiantes: David Afkham, Felix Bender, Justus Thorau, Antonio Méndez, Kirill Stankow,…

-Supongo que estudiar en Alemania e Italia, te resultaría complicado con el tema del idioma. Cómo se las apaño Diego para entenderse y enterarse de las explicaciones, o ya sabías algo de idiomas para defenderte de entrada.

-Siempre me han interesado los idiomas y creo que los que provenimos comunidades bilingües tenemos una cierta ventaja, aunque yo no fui escolarizado en euskara y lo aprendí como asignatura. Sin embargo, con tan sólo 5 años ya pedí a mis padres que me apuntaran a inglés. Después me fui a Barcelona y la verdad es que no fue difícil adaptarme. Entendía el catalán perfectamente desde el principio y tardé más en hablar porque los compañeros, como sabían que era vasco, me hablaban casi siempre en castellano, pero, después, con mi mujer, se convirtió en el idioma de la pareja. El italiano llegó estudiando ópera y los veranos en Siena. Una vez tienes castellano y catalán, prácticamente vino solo. El alemán sí fue más complicado porque tiene una estructura muy diferente y llegué a Alemania casi a cero. Fueron un par de años complicados al inicio, pero al vivir allí no te queda otra, y después de 14 años, como para no aprender. De todos modos, aún a día de hoy, tengo alguna que otra conversación surrealista por teléfono.

-Te han dado clases números maestros de categoría mundial, de todos ellos con quiénes te has sentido más completo musicalmente por sus explicaciones y enseñanzas. Pues todos tenemos nuestros maestros predilectos y aquéllos que preferimos no recordar.

-De cada lugar por el que he pasado me he llevado aprendizajes interesantísimos. Barcelona fue, en cierto modo, la salida del cascarón; para alguien de un pueblo de 10.000 habitantes como Amurrio ir a vivir a Barcelona es un cambio impactante por la cantidad de opciones que te ofrece no sólo a nivel musical. Weimar y Siena supusieron el descubrimiento de la cantidad de estudiantes de grandísimo nivel que hay por el mundo. El paso por Dresden y los profesores que conocí allí me dieron mucha confianza. Y ya hablando de anécdotas personalizadas fue interesantísimo conocer a Riccardo Frizza cuando estuve como asistente de la Joven Orquesta Nacional de España: un director con una técnica limpísima y gran conocedor del repertorio italiano. Él me recomendó ir a estudiar a Siena con Gianluigi Gelmetti, un profesor durísimo que me dejó una frase para el recuerdo: “Los músicos rara vez necesitan saber cuándo tocar, lo que debes marcar es cómo”. La facilidad y relajación con que dirige Donato Renzetti me supuso un replanteamiento drástico de mis movimientos corporales a través de unos ejercicios que me dio. Christian Thielemann me dejó pasmado con todo lo que un director puede conseguir con su sola presencia y la seguridad que transmite. Christian Kluttig, en Dresden, me dio enormes dosis de confianza, algo fundamental para alguien que debe ponerse frente a 100 o más personas. La calma y el control que destila Titus Engel dirigiendo música contemporánea. El carácter de Dima Slobodeniouk desmitificando la imagen que se tiene del director de orquesta. Y así podría continuar un buen rato.

-Sabemos que casi todos los artistas tienen algunas manías o supersticiones, a la hora de salir al escenario, En el caso de Diego, existe alguna que pueda ser confesable y de la que no se avergüence.

-Como siempre he sido consciente de que los artistas suelen acabar generando manías o supersticiones hacia el escenario, siempre lo he evitado. No tengo ningún ritual, ni ropa favorita, ni comida especial, … Lo único un poco “extraño” es que no me gusta que me deseen suerte antes de un concierto, pero tampoco lo prohíbo ni digo nada al respecto.

-Has dirigido en números lugares y recintos, con enorme historia y tradición musical. De todos ellos que nos puedes contar y cuáles te impactaron tanto que te gustaría regresar nuevamente.

-Más que auditorios o teatros me pasa con lugares. Por ejemplo, actuar en España siempre me pone un poquito más nervioso que fuera. Y si es en el País Vasco, mi casa, todavía un poco más. Es absurdo, pero cuando actúo ante “paisanos” siento un punto mayor de responsabilidad. Y fuera de España estoy enamorado de Japón. Desde que fui al concurso estoy maravillado con ese país: la gente, los paisajes, la arquitectura tradicional, la comida y por supuesto, las orquestas; todas tienen un nivel espectacular y un respeto reverencial por su trabajo. A pesar de no entender ni una palabra cuando estoy allí, me siento como en casa.

-Las Óperas, Conciertos, Sinfonías que has tenido el enorme placer de dirigir son numerosas, y las que todavía te quedarán. De todos esos compositores a los que les has dado tu propia voz personal. Con quiénes te sientes más cercano a tu modo de entender la música y con cuáles siempre ves un reto mayor, a la hora de acercarlo a tu visión de director.

-Me encanta el repertorio clásico, especialmente Haydn y Mozart. Mira que estamos alejados en el tiempo y, sin embargo, me resultan muy cercanos. En un primer vistazo tengo enseguida clara la manera de interpretarlos, los tempi, el tipo de sonido… , También me gusta mucho el verismo, especialmente Puccini: ese drama en las historias tan bien plasmado en la música me toca profundamente. Y, como contrapartida, siempre suponen un reto ciertos lenguajes contemporáneos con los que hay veces que no conecto en absoluto.

Diego Martín-Etxebarria - Foto Michal Novak

Foto: Michal Novak 

-Has grabado hasta la fecha cuatro discos. Te ves con idea de grabar alguno más de cara al futuro, o es algo que no se te pasa por la cabeza en este momento.

-La verdad es que las grabaciones han surgido de una manera bastante espontánea y poco premeditada. Creo que la mayoría de músicos de clásica nos consideramos más bien artistas de “directo” aunque eso no quita que en un momento dado te apetezca dejar un registro de tu manera de interpretar cierta música. En este sentido, sí que me gustaría dejar grabado algo de repertorio clásico, especialmente, “La flauta mágica” de Mozart. Ya sé que existen cientos de versiones, pero aun así, siento que tengo algo que añadir a lo que ya se ha publicado.

-Eres un formidable director, pero te ves componiendo música para que sea interpretada por ti, o por otros directores. O es algo, que de momento te da mucho respeto y que quizás jamás hagas.

-Curiosamente es algo que hice bastante en mi época de estudiante. De hecho, cuando me presenté a las pruebas de la ESMuC en Barcelona lo hice para dirección y composición. Hace años que tengo esa parcela abandonada por una cuestión de tiempo, pero estoy bastante seguro de que, en algún momento, lo retomaré.

-Crees que algún año dentro de este siglo XXI, podamos ver el Concierto de Año Nuevo de Viena, dirigido por algún director español. Pues en mi sincera opinión, tenemos enormes y formidables directores que lo harían sensacionalmente. Y puedo añadir que a algunos he tenido el enorme placer de entrevistar, como es tu caso. Quizás lo que ocurre, es que los nuestros no han adquirido ese nombre mediático y dorado como lo tienen otros. Qué opinas al respecto.

-Muchas veces comentamos entre compañeros que la música es muy bonita pero el negocio musical no tanto y esta distinción es fundamental tenerla clara cuando uno decide convertirse en profesional. La música, como cualquier trabajo, implica movimiento de dinero y ahí intervienen muchos más factores que el talento musical. Todos hemos tenido compañeros con un don espectacular que no han llegado a desarrollar una carrera y otros no tan dotados, sí lo han conseguido. No sólo se trata de tocar bien, hay que tener un cierto carisma que atraiga al público y los programadores, temple para salir airoso en la cantidad de situaciones comprometidas a las que nos tenemos que someter, visión de mercado… , Por eso, en cuanto a directores con talento para hacerse cargo de un concierto como el de año nuevo por supuesto que tenemos, pero este acontecimiento en concreto va mucho más allá de la capacidad musical a la hora de decidir quién lo dirige.

-En el 2019 te nombraron Director Residente Principal de la Ópera de Chemnitz, -¡Enhorabuena! Y entre 2016 y 2020 desempeñaste el cargo de Director Residente Principal y Director Musical Adjunto de las Casas de la Ópera de Krefeld y Mönchengladbach en Alemania. Cómo te sentiste cuándo te eligieron para dichos cargos, que de entrada dan seguridad laboral y qué valoren tanto tu trabajo, en un país con tanta historia y cultural musical.

-En su momento, creo que tanto para mí como para mi entorno los premios que obtuve en el concurso de Tokio fueron la clave para el futuro desarrollo de mi carrera, pero, visto con perspectiva, el cargo en Krefeld y Mönchengladbach fue al menos igual de importante. Sin duda, el concurso puso mi nombre en el mapa, pero trabajar durante 4 años en estos teatros de ópera me dio la oportunidad de ganar muchísima experiencia tanto en el conocimiento del repertorio como en la gestión de los temas administrativos y de las relaciones personales en unos teatros tan grandes y con tanto personal involucrado. Ese paso es el que me ha permitido llegar en las condiciones adecuadas a un teatro de las dimensiones y el prestigio de Chemnitz donde las grandes producciones de Wagner, Verdi,… son la base del repertorio. Y, por otra parte, llevar el “sello” de tener un cargo en diversos teatros alemanes ha ayudado muchísimo a mi carrera internacional y, sobre todo, en España. De hecho, mi carrera en “casa” siempre ha ido a remolque de lo que sucedía fuera. Es una lástima que para que nos tengan en cuenta en nuestra tierra debamos mostrar primero el aval de haber tenido éxito fuera, pero supongo que esto ocurre así en todas partes.

-Con esto de la crisis del Covid-19, que tantos estragos esta haciendo en las vidas de miles de personas, tanto en lo personal como en lo profesional. Cómo lo están llevando Diego y su familia, y cómo está afectando todo esto a tu carrera como director. Imagino que habrás sufrido muchas cancelaciones o aplazamientos, con el añadido de la reducción de aforos para evitar la propagación del virus. Qué nos puedes contar.

-Ha sido un año ciertamente extraño. De hecho, mi llegada a Chemnitz se produjo el 1 de Abril de 2020, justo en el peor momento de la pandemia. Estuve sin dirigir nada desde el 15 de marzo hasta el 3 de Septiembre así que ya te puedes imaginar el volumen de cancelaciones que tuve. A partir de Septiembre se empezaron a hacer conciertos de pequeño formato con plantillas reducidísimas de cuerda. No se podía utilizar el foso, sólo podían acceder 100 personas de público,… A partir de Enero se recuperaron varios proyectos que tenía en España (dos en Granada y uno en Barcelona) y el teatro de Chemnitz se reactivó a partir de marzo, aún en formato reducido hasta final de temporada. A partir de Septiembre somos optimistas y, si todo va bien, podré dirigir Lohengrin de Wagner, Aida de Verdi, El rapto en el serrallo y Bastián y Bastiana de Mozart, La viuda alegre de Léhar, El lago de los cisnes y El cascanueces de Tchaikovsky así como varios conciertos con la Robert Schumann Philharmonie. Y espero recuperar un par de proyectos pendientes en Japón.

Llevas años viviendo en Alemania debido a tu trabajo. Viendo cómo se están haciendo las cosas allí en comparación con España, y sabiendo que en Alemania se está apoyando algo más a la cultura en general. Qué opinión nos puedes dar como director y artista, teniendo en cuenta que has conocido ambos escenarios desde primera línea con batuta en mano.

-Alemania y Austria son la cuna de la música clásica así que es un buen espejo en el que mirarse para intentar mejorar. De hecho, prácticamente todos los músicos profesionales pasamos por aquí en un momento u otro de nuestra vida si es que no nos quedamos para siempre. Llevan prácticamente 500 años teniendo la música como una de las actividades culturales y de ocio principales de la sociedad así que debemos ser un poco benevolentes cuando comparamos España y Alemania. Sin embargo, sí hay un aspecto que ya he comentado anteriormente que me sorprende sobremanera. Así como España ha hecho un gran esfuerzo por mejorar la formación de músicos profesionales, no se ha hecho nada por crear nuevos públicos que amplíen el mercado musical. Eso significa que cada año se licencian cientos de músicos profesionales en los Conservatorios españoles y que no tienen cabida en la oferta cultural actual. Un artista sólo cobra sentido cuando hay un público que quiere verlo en un escenario y en este sentido no se ha trabajado en absoluto, más bien a la contra eliminando casi por completo la educación musical de los colegios. En Alemania la música es una disciplina fundamental en la educación básica desde muy pronto y muchísima gente toca un instrumento como aficionado de adulto. De hecho, prácticamente todas las universidades tienen una orquesta con estudiantes de diferentes carreras que siguen tocando como hobby. Si nuestro país no invierte en este sentido, seguiremos siendo muchos los músicos que nos iremos fuera a trabajar.

-Para concluir, existe alguna pregunta que te hubiera gustado responder, pero que no has tenido la oportunidad de hacerlo.

-Quería hacer una mención especial a la importancia de la prensa en el desarrollo de la carrera de un músico. Sin atención mediática, los artistas prácticamente no existimos. Al final, los programadores tienen unas cuentas que cuadrar y unas entradas que vender y el público siempre estará más inclinado a pagar por una figura que conoce que por alguien desconocido así que cada vez que un medio de comunicación se interesa por mí estoy enormemente agradecido por la oportunidad que me brindan de que nuevos espectadores me descubran.

Sin más, quiero agradecerte enormemente Maestro Diego Martin-Etxebarria, el tiempo que me has dispensado a la hora de responder a todas estas preguntas con las que espero darte a conocer dentro de otros círculos de lectores a los que alcancemos con estas páginas. Esperando tengas a bien para cerrar, el responder a una serie de preguntas tipo test, te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos musicales, para tus nuevos proyectos. Y que podamos ver algún año de estos, un Concierto de Año Nuevo con un director de nuestras tierras.

PREGUNTAS TIPO TEST:

 

 

¿Un personaje histórico? Siddharta Gautama (Buda).

¿Una época? El futuro, que aún no conocemos.

¿Un pintor? Antonio López García (también como escultor), me alucina el hiperrealismo.

¿Un escultor? Fernando Botero (también como pintor).

¿Un escritor? Camilo José Cela.

¿Un poeta? Pedro Salinas.

¿Un libro? La familia de Pascual Duarte.

¿Una película? Interstellar.

¿Un director de cine, teatro o televisión? Christopher Nolan.

¿Un actor? Jack Nicholson.

¿Una actriz? Olivia Colman.

¿Un compositor? W. A. Mozart.

¿Un cantante? Mi mujer, Anna Alàs i Jové.

¿Un músico? Carlos Kleiber.

¿Una flor? La rosa roja.

¿Un animal? Mi gata Charlotte.

¿Una estación del año? El verano.

¿Un lugar donde residir? La Costa Brava.

¿Un lugar que te gustaría visitar antes de morir? El abismo de Challenger en la fosa de las Marianas.

¿Un color? El amarillo.

Entrevista por Ricardo Campos Urbaneja

Irún

Foto de portada: Marti E Berenguer

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