ENCUENTRO JUECES/ZAS DE VIOLENCIA SOBRE LA MUJER CON
JUECES/AS DE FAMILIA. PROTECCIÓN DE MENORES EN CONTEXTO DE
VIOLENCIA 8-9-10 marzo 2023
Mesa redonda. El sufrimiento emocional de los menores en procesos de la familia. Una aproximación interdisciplina. Los malos tratos derivados de las separaciones conflicticivas.
La instrumentalización de los hijos e hijas por parte de los progenitores, en el marco de las separaciones conflictivas de pareja, suele ser un maltrato mucho más frecuente de lo que desearíamos. En estas situaciones, los hijos e hijas se transforman en meros instrumentos para hacer el mayor daño posible al otro.
A estos progenitores realmente no les importa absolutamente nada el cómoéste hijo o hija se pueda sentir, porque éstos pasan a ser simples objetos que se que utilizan para dañar y destruir al otro. Lamentablemente estas situaciones han alcanzado un elevado grado de normalización en nuestra sociedad y se presentan en todos los niveles económicos y sociales.
El número de rupturas de parejas el año 2020 solo en Cataluña fue de 14.000 y también fue muy elevado en el conjunto de España. Las estadísticas no recogen la cifra de las rupturas conflictivas de pareja que son, sin duda, las que producen efectos negativos en los hijos e hijas afectados y cuya consecuencia, casi con seguridad, ocasionará, una vulneración de los derechos de los menores afectados. En estas situaciones es fácil encontrar diferentes indicadores comunes, tales como: descalificación pública, abierta o sutil, del otro progenitor; reticencia a compartir la parentalidad; bajo reconocimiento de las capacidades parentales del otro progenitor; demanda excesiva y reiterada de información, entrevistas, informes, certificados; búsqueda de complicidades o aprobación entre los profesionales y/o la familia extensa; búsqueda de servicios «comprados» (abogacía, psicología, médicos, maestros); judicialización de todos los aspectos del conflicto y delegación de responsabilidades en los profesionales intervinientes; multiplicidad de denuncias y acusaciones; Implicación de los hijos/as en el conflicto como partícipes y/o instrumentos. En todos estos casos dificilmente se habrá teniden consideración el principio básico e ineludible de priorizar el interés superior del menor. Y lo más grave es que estas vulneraciones, suelen plantearse como
que se hacen «por el bien del hijo o la hija, o para protegerle».
Como les decía, lamentablemente no tenemos datos estadísticos sobre cuántas de estas rupturas matrimoniales son conflictivas, ni sobre la intensidad ni duración del conflicto, pero sí podemos afirmar sin riesgo de equivocarnos, que la instrumentalización de los hijos e hijas en el marco de rupturas conflictivas de pareja se puede considerar como un tipo específico de maltrato infantil. Es importante hacer una mención especial a este tipo de maltrato, por las graves consecuencias que va a tener en la vida de estos NNA. Por ello es importante establecer nuevas estrategias de prevención y sensibilización, en la ciudadanía en general, pero muy especialmente en los profesionales implicados.
Desde hace unos años, se ha evidenciado, por parte de los profesionaes que tratan a este tipo de población, un aumento de consultas y/o notificaciones sobre supuestos maltratos infantiles, en los que los padres o madres en procesos de separación piden ayuda o asesoramiento para resolver situaciones de supuesto maltrato de sus hijos e hijas. Pueden tratarse tanto de situaciones conflictivas derivadas de una separación reciente o separaciones de larga evoliución. Situaciones que se acaban revelando que estan más relacionadas con el propio conflicto con la ex-pareja que con la preocupación por una mejor atención de los hijos comunes. Los profesionales que trabajamos con niños y adolescentes (psicólogos, médicos, maestros, monitores, etc.) somos testigos directos de que este fenómeno va en progresión geométrica y con un elevado grado de normalización en nuestra sociedad. Sufrimos un incremento indiscriminado en nuestros servicios de peticiones de informes y contra informes que puedan demostrar que el otro es un mal padre o una mala madre, pervertido, negligente y otras imputaciones, a cual más grave. Ciertamente en algunos casos estas acusaciones son reales, pero también nos encontramos en otros casos en los que no tienen base real. Pueden responder a un odio desmedido hacia el otro o, en el peor de los casos, a una cuestión económica.
Recuerdo un caso en el que el padre dejó de percibir un salario fijo (tenía ingresos, pero estos provenían de su familia le mantenía dado que él estaba sin trabajo) por lo que no pasaba ni un euro de la pensión acordada con la madre. Cuando el hijo estaba con él se dedicaba a comprar y comprar cosas, algo que la madre, por su delicada situación económica no podía hacer. Otro padre acusó a la madre de maltratar al hijo porque ésta vivía en la casa familiar y lo que pretendia literalmente era dejarla en la calle y sin el hijo. Pero las madres tampoco se quedan cortas en el tema de furia contra el ex marido. Una madre acusó al padre de que durante las visitas de fin de semana maltrataba al hijo y pedía, no solo que no pudiera ver al hijo sino que inició una causa penal contra él mismo. Otra madre que se marchó con los hijos a otra población quedificultaba mucho la aplicación de la sentencia de custodia compartida.
Podemos encontramos con casos en los que cuando el niño está con la madre éste va a un tipo de actividades extraescolares y cuando está con el padre a otras totalmente diferentes pero en las mismas horas (ir a fútbol y ajedrez con el padre y hacer básquet y pintura con la madre, por ejemplo). También pueden darse situaciones más delirantes, como que el niño con el padre esta apuntado a un equipo de fútbol y con la madre a otro equipo de fútbol diferente. Es decir, que hay un amplísimo abanico de posibilidades para trastornar al hijo o a la hija o de transformarlo en un «aprovechado o aprovechada».
A un adolescente, derivado por la escuela por presentar fracaso escolar y trastornos de conducnta, le pregunté sobre cómo se sentía frente al divorcio de sus padres. Su respuesta fue: «Pues la verdad que muy bien. Mis padres me quieren mucho más desde que están divorciados porque ahora se desviven por
mí. Antes tenía problemas para que me compraran cosas o para salir con mis amigos, Ahora es fantástico porque si uno me da una cosa el otro suele darme otra mejor. Celebro dos santos, dos cumpleaños, dos vacaciones, Antes no había manera que me compraran una moto y ya la tengo. Además, como saben que su divorcio me ha deprimido mucho, entienden que tenga rabietas, les insulte o les grite. También entienden que suspenda y no por ello me obligan, como antes que estaban juntos, a dejar el móvil o el ordenador para que estudie más. Tampoco ahora no les importa si hago las cosas de casa, los deberes, con quien salgo o con quien chateo. Me parece que ha sido bueno para mí que mis padres se divorciaran»
Los NNA que se han visto sometidos al estrés derivado de este tipo de maltrato van a presentar problemas en el comportamiento que van a desarrollar a lo largo de toda su vida, especialmente en el tipo de relaciones que van a establecer con los otros. Ello va a ser debido a que nadie nace con la capacidad de regular las reacciones emocionales, sino que es necesario que se desarolle un sistema regulador. Los bebés van a emitir unas señales y de cómo la madre o figura principal de apego responda, ese bebé va o no a poder afrontar las situaciones de estrés. Este aprendizaje no se produce de forma instintiva sino que va a requerir complejos cambios a nivel neuroendocrino, anatómico funcional, emocional y cognitivo tanto en la madre como en el bebé.
La relación afectiva que se establece en la infancia con las figuras de apego, proporciona el prototipo de las relaciones afectivas en etapas posteriores a través de las representaciones mentales que los menores van formando. Estas representaciones incluyen: los recuerdos de su relación con la figura de apego,
de cómo ellos se sintieron y de qué tipo de expectativas habían colocado en la esa relación. Van a ir organizandose, según las expectativas puestas se cumplan o no, los modelos internos (working models) de funcionamiento mental y conductual. Si la vinculación se ha caracterizado por el rechazo, la desantención y la falta de apoyo afectivo, estos factores pueden dar lugar a que se produzca una transmisión del maltrato infantil a la siguiente generación.
La trasmision generacional del maltrato se va a producir porque los modelos internos (working model
s) actuarían a modo de esquemas cognitivos, aprendidos durante la infancia, que facilitarian que la conducta violenta fuera vista como normal, lo que daria lugar a la reproducción del mismo modelo de
maltrato que usaron sus padres y madres con ellos.
Como les decia, la relaciones de apego que se forman cuando los niños, niñas son pequeños afectan a su modo de establecer las relaciones con sus propios hijos de tal manera que los modelos de apego suelen transmitirse de generación en generación. Van a reproducir estas conductas establecidas, no solamente con sus hijos sino con su pareja y con todos los tipos de relaciones sociales que van a organizar a lo largo de su vida Todas sus relaciones se van a dar en contextos donde o bien se jugará el papel de agresor o el de víctima sometida al agresor. Poder modificar estos roles aprendidos, desde la prespectiva del buen trato, es decir, que el maltrato sea sustituido por el buen trato, presenta muchos problemas, lo que no quiere decir que sea imposible hacelo. Estos problemas vienen dados porque son como una forma de funcionamiento integrado en el núcleo de su personalidad y en su forma de actuar. Están ligados a aprendizajes muy tempranos y a una ambivalencia afectiva de amor-odio en relación con la vinculación con el padre o madre agresores. En realidad es como si el NNA se confundiera con el agresor.
Frente a una situación, que no puede entender, es decir por qué la persona que debe cuidarle y amarle le maltrata, entra en una situación altamente confusional en la que se pierde, identificandose con el maltratador, como única posibilidad para poder sobrevivir. Como dice Freud en su artículo “Pegan a un niño”: si me pega es porque me ama. Y esa es la forma perversa que genera la trasmisión generacional del maltrato.
La instrumentalización de los hijos e hijas por parte de los progenitores en el marco de separaciones conflictivas de pareja puede tener efectos devastadores en el crecimiento y desarrollo biopsicosocial de los NNA implicados. Con el agrabante de que estas situaciones desvían la atención y malbaratan los recursos públicos, de por sí escasos, de aquéllas situaciones en las que verdaderamente existe algún tipo de maltrato que, como no puede ser de otra manera, requieren de toda la atención y compromiso no solo de los profesionales que intervienen sino también de los medios de comunicación masiva y del conjunto de la sociedad.
En muchos casos, como les decía, los padres y madres recurren a informes periciales o tratamientos psicoterapéuticos. Esta es una estrategia con la que los profesionales de los CSMIJs nos hemos encontrado más de una vez. El menor puede pedir consulta al CSMIJ por un motivo manifiesto de consulta tal como: ansiedad, fracaso escolar, depresión, etc.., pero el motivo real es pedir un informe que indique que la sintomatología motivo de consulta es motivada por el tipo de maltrato que el padre o la madre ejercen sobre el mismo.
Además, este menor puede tener un informe de un psicólogo privado pagado por el padre y otro informe de un psicólogo privado pagado por la madre. Con lo que el niño puede haber sido visitado por 4 profesionales diferentes: 2 psicólogos privados, el psicólogo del Centro de Salud mental y el psicólogo perito del juzgado que lleva la causa de divorcio. Esta situación es un grave maltrato, dado que hay una instrumentalización perversa de los procedimientos legales. Por ello la aplicación de programas del tipo Barnahus, como servicio integral de atención a la infancia y adolescencia inmersas en rupturas conflictivas, son fundamentales para el buen trato de estos NNA.
Cuando analizamos las situaciones de maltrato deben tenerse en cuenta si en los hijos e hijas se detectan alguno de estos elementos:
Cambios de actitud y conducta (agresividad, miedos, angustia, ansiedad),
afectación de la socialización y de la relación con los iguales.
Conflicto de lealtades, chantaje emocional, manipulación.
Cuando los hijos se encuentran inmersos en un problema de lealtades, como: tener que hacerse cargo de confidencias del maltrato del padre o de la madre, detalles de su vida sexual en común o terminar haciendo una inversión de roles (cambian su rol de hijo o hija por el rol de padre o madre de sus propios padres o madres).
Pérdida de espontaneidad, discurso «adultizado».
Culpabilización, disminución de la autoestima.
Afectación del rendimiento académico y del cumplimiento de pautas en el ámbito escolar (salidas, materiales, horarios, comunicaciones).
Quejas somáticas sin patología orgánica. Los NNA que han padecido malos tratos dentro del núcleo familiar presentan muchos problemas ligados a falta de confianza hacia cualquier adulto que se les acerque. Ello es debido a que justamente las figuras de protección que tienen que ser sus padres y sus madres no les han protegido sino bien al contrario les han maltratado. Por este motivo, los profesionales que tienen responsabilidades de atenciónsobre estos NNA deben tener en cuenta que es muy importante la forma en como se acercan por primera vez a ellos:
Tener un conocimiento de las reglas internas de las familias de las que proceden: sistema esconómico, cultural, religioso, distribución de roles, etc.
Considerar siempre la singularidad del niño/a o adolescente y de su familia
Contextualizar los datos con los factores personales, familiares,
ambientales.
Hablar de «signos de alerta» más que de indicadores, cuya detección debe comportar una exploración más exhaustiva del caso.
Evitar establecer categorías cerradas.
Hacer preguntas abiertas de: cómo se siente, cómo piensan que les podemos ayudar, que les gustaría que les ayudaramos a cambiar para sentirse mejor.
Trasmitirles que estamos a su lado para escucharles y ayudarles pero, sobretodo, que entiendan que vamos a respetar sus tiempos para hablar y pedir ayuda
Especialmente les recomendaría que pudieran trasmitir a estos menores que pueden ser escuchados. Los factores de protección que consideramos más importantes para prevenir el riesgo de maltrato en estas situaciones serian:
En relación con los hijos e hijas: mantener un nivel adecuado de información; educación en valores y en relaciones afectivas saludables.
En relación con los padres y madres: potenciación de la mediación familiar y de la coordinación parental; acompañamiento profesional durante el proceso; educación en la parentalidad positiva y seguimiento conjunto de les responsabilidades en relación con los hijos.
En relación con los profesionales: formación especializada; mayor y mejor información sobre los recursos públicos; protocolos prácticos.
Sería necesario que los profesionales que intervienen en estas situaciones pudieran tener unos recursos básicos que deberian ser activados de manera preventiva para evitar o paliar el sufrimiento de esos menores. Tales como: programas de educación parental como prevención primaria, desarrollo de la figura del Defensor/Abogado del niño/a o adolescente, fomento de la Terapia Familiar y Mediación Familiar, implementación de servicios de asesoramiento para parejas en proceso de separación, formación y especialización de los profesionales, reglada, multidisciplinar y con criterios éticos comunes y reducción de los tiempos judiciales.
Otro punto a tener en cuenta, en la relación con los padres y madres sería el
que pudieran pensar y elaborar que:
La conflictividad alta y/o crónica en el ejercicio de la parentalidad tiene un impacto negativo comprobado sobre la salud psicofísica de los hijos/as.
Deben tener cuenta los maltratos sutiles que comportan estas situaciones y el efecto negativo de conductas no malintencionadas pero promotoras del conflicto.
Enfatizar que la responsabilidad hacia los hijos/as va más allá de la duración de la pareja.
Evitar más etiquetas negativas, el objetivo es ayudar y acompañar a las parejas en conflicto a normalizar su vida.
Ayudar
a los padres y madres a entender y ser conscientes del daño que
sus disputas pueden hacer en sus hijos
El trabajo con esta población puede ser muy duro y, algunas veces, decepcionante, especialmente con NNA gravemente maltratados de manera crónica durante largos años de su vida, pero como les decia, no es imposible.
Por ello es muy importante cuidar al cuidador de estos menores, cosa que muchas veces no se tiene en cuenta. Es importante recordar la frase de Nietzsche: “quien con monstruos lucha, que se cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo tambien mira dentro de ti”, para no olvidar la dura tarea que llevan a cabo los professionales que trabajan con estos NNA.
Para concluir, me gustaria recordar lo que dice la Convención los Derechos del Niño1 en su artículo 9 nos dice: «Es un derecho del niño vivir con su padre y su madre, excepto en los casos que la separación sea necesaria para el interés superior del propio niño. Es derecho del niño mantener contacto directo con
ambos, si está separado de uno de ellos o de los dos» «…. salvo si ello es contrario al interés superior del niño». Es muy importante que los padres sean conscientes que lo que debe primar en los trámites de divorcio es el interés superior de sus hijos, dejando de lado el odio y rencor que le tengan a su ex. Y esto es extensible también a sus respectivas familias, a las administraciones y a la sociedad en general.
Dra. Carme Tello Casany
Psicóloga clínica
Presidenta de la Associació Catalana per la Infancia Maltractada ACIM
Presidenta de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato
Infantil FAPMI