EL SANTO VIAJERO** (5ª Parte)

Pope John Paul II is pictured in an image released March 25 by the postulation of his sainthood cause. The Polish pope, who died April 2, 2005, will be beatified May 1. (CNS photo/Grzegorz Galazka, courtesy of Postulation of Pope John Paul II) (March 28, 2011) EDITORS: MANDATORY CREDIT AS GIVEN. EDITORIAL USE ONLY.
–El Perdón del Papa.
Alí Agcá fue juzgado en Italia y condenado en julio de 1981 a cadena perpetua. Dijo que había sido reclutado por los servicios secretos búlgaros, a instancias de la terrorífica agencia soviética KGB.
Sin embargo, Juan Pablo II reaccionó pasados tan sólo cinco días, en cuanto físicamente se encontró con fuerzas, haciendo público su perdón desde la clínica Gemelli con toda sinceridad”: “Rezo por el hermano que me ha disparado, a quien he perdonado con toda sinceridad”.
La idea del perdón era importante para el Papa, no sólo en lo que a su atentado se refiere, si no, en lo que concernía a la iglesia y a este respecto declaraba:
“La iglesia y el Papa son los que siempre piden perdón, mientras otros
permanecen callados; tal vez sea la forma en que las cosas se tienen que dar”.
Juan Pablo II instituyó el día del perdón, porque cuando se trataba de pedirlo, él siempre ha llevado la delantera. En sus años de pontificado ha solicitado
disculpas en numerosas ocasiones, calificó, por ejemplo, de “conciencia
adormecida” la de algunos miembros de la iglesia ante la discriminación de las mujeres o los horrores del nazismo.
También pidió perdón por la esclavitud y el racismo, y por ciertas injusticias como la cometida por Galileo, quien fue excomulgado porque aseguraba que la tierra giraba alrededor del sol.
Otros dos asuntos
El de Alí Agcá no fue el único intento de acabar con la vida de Juan Pablo II, antes que el terrorista turco, un joven italiano intentó agredirle con un cuchillo el 6 de noviembre de 1979, aunque no llegó a lograrlo.
El 13 de mayo de 1982, justo al año del atentado de Alí Agcá, cuando visitaba Fátima para agradecerle a la Virgen el haberle salvado, un sacerdote integrista español, Juan Fernández, también quiso agredirle con una bayoneta, aunque no lo logró. Juan, que tenía 32 años, vio satisfechas sus ansias de notoriedad en el juicio, donde ofreció una imagen patética, siendo al final condenado a seis años y medio de prisión, más nueve meses por desacato al tribunal.
Las heridas que sufrió en el atentado de Agcá fueron tan graves que le costó retomar una actividad normal, y la opinión de los médicos es que arrastra, desde entonces, secuelas que le han debilitado paulatinamente.
Varios ingresos.
El 12 de julio de 1992 fue sometido a una delicada intervención quirúrgica, en la clínica Gemelli de Roma, para extirparle un tumor benigno en el colon, al año siguiente, el 11 de noviembre, se dislocó el hombro derecho en una caída, tras una audiencia en el Aula de la Bendición, y aunque sólo estuvo ingresado un día, tuvo que mantenerlo inmovilizado un mes.
La noche del 28 de abril de 1994 volvió a caerse, y esta vez las consecuencias fueron peores porque se fracturó la cabeza del fémur, lo que obligó a colocarle una prótesis en la cadera, que le produjo una leve cojera. Desde entonces y por ese motivo, Juan Pablo II necesita la ayuda de un bastón para caminar.
Posteriormente, el 6 de octubre de 1996, vuelve a la clínica Gemelli para ser operado de apendicitis, intervención que se complica debido a los anteriores problemas que padeció, con los años se confirmó que padecía Parkinson, algo evidente por el constante temblor de sus manos y de su cabeza.
Posible renuncia,
Además, el Papa padece una artritis en la rodilla derecha y las articulaciones de los hombros le duelen terriblemente. Ante su agotamiento, en la primavera de 2002 se empezó a hablar de una posible renuncia, ya que el código de la iglesia no contempla la dimisión. Por primera vez no pudo oficiar la Misa de Domingo de Ramos, pero sí tuvo fuerzas para impartir el Domingo de Resurrección, la bendición “Urbi et Orbi” en 62 idiomas.
El 1 de agosto de 2002, hizo un fatigoso viaje a América que le llevó de Canadá a México, donde canonizó al primer santo indígena; Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Casi sin haberse recuperado, el día 16 emprendió su noveno viaje a Polonia, congregó a un total de cuatro millones de fieles en medio de un recrudecimiento de los rumores sobre su renuncia, ante los que el propio Santo Padre declaró: “No nos desaniman ni el cansancio ni los sufrimientos”.
Lo cierto es que, en los últimos meses, su estado físico ha experimentado una notable mejoría y Juan Pablo II continua su peregrinar como lo demuestra su quinto viaje a España.
PEREGRINO POR EL MUNDO
El Papa ya ha estado en los cinco continentes, todo un récord; en casi un cuarto de siglo de pontificado, Karol Wojtyla, conocido también como el Papa
misionero, ha hecho 99 viajes fuera de Italia, en los que ha visitado 130
naciones y 1000 ciudades, ha recorrido el equivalente a 29 vueltas al mundo.
Una de las características fundamentales de Juan Pablo II como Sumo Pontífice, ha sido su continuo peregrinar por todo el planeta; Cuba, América Central, Israel, África, India, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos, Singapur… Y por supuesto Italia; un sinfín de viajes son los que ha realizado el Papa misionero en su largo y fructífero pontificado, casi un cuarto de siglo, que se distingue también por otros datos que le convierten en uno de los más
importantes y significativos de la historia de la iglesia católica.
En los desplazamientos, el séquito papal esta compuesto por el Secretario de Estado, el Prefecto de la Casa Pontificia, el Secretario privado, el maestro de
ceremonias papales, el director del periódico L´Osservatore Romano, el director de la sala de prensa de la Santa Sede, el fotógrafo oficial, el mayordomo, el
médico personal, un hospital volante y varios miembros de la Guardia Suiza.
En tierra Santa.
Juan Pablo II ha sido también el primer pontífice que volvió a Jerusalén desde los tiempos de Pedro de Betsaida, y el pionero en visitar el Monte Sinaí, difundiendo allí, que los diez mandamientos no eran patrimonio ni de
cristianos ni de judíos, si no un completo código moral destinado a toda la humanidad.
En mayo de 2001, también rompió moldes al entrar a una mezquita, cuando visitó la de Damasco, pero años antes, el 13 de abril de 1986, ya había visitado
una sinagoga, la principal de Roma, en la que rezó con el rabino Elio Toaff y con Giacomo Saban, presidente de la comunidad judía de la capital italiana, un
gesto que nunca había tenido ninguno de sus predecesores, así mismo oró en Auschwitz, ante el monumento erigido en memoria de las víctimas del
Holocausto.
Sólo a partir de entonces, empezó a conocerse lo cerca que se sintió siempre de los judíos, a quienes llama “los hermanos mayores de los católicos”.
Muchos de sus amigos de la infancia y la juventud lo eran, como Jerzy Kluger, quien años después jugaría un papel fundamental como mediador entre Juan Pablo II y las autoridades israelíes en el largo proceso del reconocimiento, por parte del Vaticano, del Estado de Israel.
-Desgraciadamente, en el Vaticano no se conoce al pueblo judío, declararía kluger en aquellos días, Y tampoco los Papas anteriores a Juan Pablo II lo conocieron, pero él es amigo de los judíos, precisamente porque los conoce muy bien.
A pesar de que físicamente se ha ido agotando con el paso de los años, el Santo Padre no ha interrumpido su peregrinar, aunque ello supusiera enfrentarse a momentos de dolor.
Incansable.
En julio de 2002 hizo su quinta visita a México, el país con más católicos del mundo después de Brasil, allí canonizó al primer santo mexicano, Juan Diego, cuyas visiones de la Virgen María en el siglo XVI fueron vitales para la
conversión de los indios tras la llegada de los españoles.
Ese mismo año, ya en octubre, Juan Pablo II visitó Polonia, viaje pastoral en el que muchos vieron su despedida a su país natal, aunque de las palabras que allí pronunció queda claro qué, para él, su propio mañana no importa, pues lo
fundamental es continuar con la misión que Dios le encomendó hace casi 57 años, cuando se ordenó sacerdote: “La fuerza para continuar mi ministerio pastoral no es un problema mío, sino de la Divina Providencia que quiso llamarme, a pesar de no ser digno de ello, a ser Vicario de Cristo”.
Aunque ya ha visitado los cinco continentes, hay un grupo de países que cuentan con el privilegio de recibirle en varias ocasiones.
Los más visitados.
Quizás por su origen, Polonia se lleva la palma, Karol Wojtyla ha estado en su tierra natal nada menos que en nueve ocasiones, fue el destino de su primer viaje pastoral tras ser elegido Papa, y ya en aquel año de 1979, empezó el
pontífice a lanzar continuos mensajes en pro de la libertad religiosa y defensa de los derechos humanos.
A Juan Pablo II le dolía en lo más profundo de su corazón, la situación en la que se encontraban los católicos, no sólo de Polonia, sino del resto de la Europa del Este. Por ello, no resulta extraño que los lideres políticos de aquellos años, hayan destacado el papel del Santo Padre en la desaparición del Telón de Acero, sin embargo, Rusia es, hasta ese momento, uno de los países que aún no ha visitado.
Después de Polonia, Francia con seis visitas ocupa el segundo lugar en este ranking, y a continuación se sitúan España y México con cinco viajes.
Los problemas del tercer mundo también han preocupado al Papa, por eso ha estado en la India, donde el hambre, la pobreza y las enfermedades continúan siendo una plaga, y en el corazón del África negra, sitio en el que ha estado en tres ocasiones, concretamente en los años 1980, 1985 y 1995. Sólo unas semanas antes de venir a España, en la audiencia del 9 de abril de ese año, recordó en su
mensaje que en países como Ruanda, Burundi o Sudán se siguen produciendo grandes matanzas, y rezó porque la paz llegue pronto también a la inmensa región de los Grandes Lagos en el continente africano.
Acercarse a todos.
Con motivo de su viaje a España (cuyo lema es, “Seréis mis testigos”), la periodista Paloma Gómez Borrero, una de las personas que mejor conoce al
Santo Padre, por su trabajo desde hace muchos años como corresponsal en el Vaticano, resumió de esta forma, el ansia que ha impulsado al Papa Karol
Wojtyla a llevar la palabra de Dios por todos los rincones del mundo:
– Fue Jesús quien encomendó a los apóstoles la misión de ir por el mundo para predicar el Evangelio y comunicar la Buena Nueva por todos los rincones del planeta.
San Pablo en su carta a los Romanos escribió con poético realismo: “Que hermoso son los pies de aquellos que van proclamando el esperanzador anuncio de la paz”… Juan Pablo II, siguiendo la voluntad de Cristo y con el entusiasmo de Pablo, dejó claro que su pontificado sería itinerante.
El telón de fondo del pasado no sólo sería la cúpula y la plaza de San Pedro, sino también rascacielos, aldeas perdidas, campos y ciudades de los cinco continentes.
Y Paloma concluye así su retrato del Pontífice más viajero de la historia:
Desde el primer momento sus palabras no dejaron lugar a dudas: “Quiero acercarme a todos, a los que rezan y donde rezan, al beduino en la estepa, a la Carmelita o al monje cisterciense en sus conventos; al enfermo en su
lecho de sufrimiento, al oprimido, a los humillados. Desearía traspasar el umbral de todas las casas”. A los periodistas, en uno de sus vuelos nos dirá: “Cada día recorro en la oración una geografía espiritual… Mi
espiritualidad es un poco geográfica”.
LIDER RESPETADO
(Admirado por Reyes, príncipes y jefes de Estado)
Por su fuerza, carisma e integridad, Juan Pablo II es un personaje admirado y querido por Jefes de Estado y mandatarios de todo el mundo.
Con su carácter abierto y comunicativo, Karol Wojtyla ha sabido ganarse a lo largo de casi veinticinco años de pontificado, el respeto unánime de
lideres de todo el planeta más allá de su confesión religiosa e ideología
política. El Papa esquiador, misionero, viajero… La influencia de Juan Pablo II alcanzó dimensiones universales; ninguno de sus predecesores supo
contactar con la juventud como el lo hizo, y sus dotes políticas y humanas se pusieron de manifiesto cuando países como Estados Unidos, que nunca habían tenido relaciones diplomáticas con la Santa Sede, las establecieron
por primera vez, como también lo hicieron Israel y numerosas naciones árabes.
El ecumenismo.
En abril de 1986 realizó una visita sin precedentes a la sinagoga principal de Roma, en la que rezó con el rabino Elio Toaff. Su ecumenismo deseo de
acercarse a otras religiones, por el respeto que siente por la libertad por la libertad de cualquier ser humano, estableciendo lazos con los jefes de otras confesiones, es una de las notas predominantes de su pontificado. A ello
dedicó además una de sus encíclicas llamada “Ultrasunt Sunt”. La paz, por lo mucho que él había sufrido durante la guerra, es otra de sus obsesiones, que le ha llevado a entrevistarse con líderes de las zonas más conflictivas de la tierra…
