Don Quijote de la Mancha por Antonio Cantero


Antonio Cantero Tapia, nacido en Málaga en 1957, es un destacado pintor español reconocido por su maestría en el realismo. Su formación artística se consolidó en el taller de Juan Baena, profesor en el Centro Ocupacional Padre Jacobo, donde desarrolló una técnica meticulosa y una profunda comprensión de la luz y el color.
A lo largo de su carrera, Cantero Tapia ha participado en más de 500 certámenes de pintura al aire libre en toda España, obteniendo numerosos galardones que avalan su talento y dedicación.
Su obra se caracteriza por una representación detallada y vibrante de paisajes, donde los verdes intensos y los azules de Prusia se combinan con tonos grises que vibran bajo cielos despejados, creando atmósferas de gran realismo y profundidad.
Comentario sobre la obra:

Características técnicas: Óleo sobre madera en dimensiones de 70 cm x 100 cm
Antonio Cantero nos presenta una obra en la que el punto de vista del espectador es una visión del hidalgo caballero Don Quijote de la Mancha, situándonos a la altura del pecho del caballero. El encuadre vertical centra nuestra atención en la figura de Don Quijote, visible desde el abdomen hasta la cabeza, con un fondo de cielo despejado que resalta su silueta. La ausencia de los brazos en la composición sugiere una postura dinámica, insinuando que podría estar señalando o empuñando un arma, lo que añade una capa de misterio y dinamismo a la escena.
La armadura de tonalidades cobrizas, con variaciones que van desde lo amarillento hasta el cobre oscuro, refleja la luz de manera que aporta realismo y textura a la pieza. El casco, representado como una bacía de barbero, es un detalle fiel al relato cervantino, simbolizando la delgada línea entre la realidad y la fantasía en la mente del hidalgo. Este elemento no solo identifica al personaje, sino que también evoca la improvisación y la locura que caracterizan sus aventuras.
El caballero lleva su característica perilla alargada que cubre sus labios y mentón. Su expresión es de absoluta locura o asombro, con los ojos desorbitados, la boca abierta y los pómulos delgados y desencajados. Es una cara que podríamos encontrar en un manicomio o alguien fuera de sí mismo.
El fondo de cielo claro y sin nubes puede simbolizar la claridad de propósito de Don Quijote, su visión idealista del mundo y su búsqueda de nobleza y justicia. Al mismo tiempo, este cielo despejado contrasta con la tormenta interna que sugiere su expresión facial, creando una tensión entre el mundo exterior y su realidad interior.
La cara de Don Quijote puede tener muchas explicaciones, desde la propia locura que le atribuye explícitamente Miguel de Cervantes, el asombro por los nuevos horizontes que descubre en algunas de sus muchas andanzas o, si vamos más allá, hacia el subtexto de la obra, podemos pensar que es una cara que va entre el asombro y el horror. Esto último producido por el descubrimiento del mundo verdadero. Quizá, Don Quijote, al final de su andadura, se dio cuenta de que los verdaderos monstruos y villanos no se encuentran en las novelas caballerizas, sino que se encuentran entre nosotros. Se dio cuenta de que la lucha no era contra gigantes u otros caballeros andantes, sino contra el mismo miedo, la avaricia o la ignorancia. Quizá se dio cuenta de que no podía combatir el mal del mundo a punta de lanza, y eso le produjo un pavor como nunca antes había sentido.
Carlos Álvaro Segura Venegas
Magnífica descripción del cuadro de Don Quijote, Y lo que representa Carlos Alvaro. Y magnífica la pintura, a la que alude, dicho comentario. Mi enhorabuena, a los dos.