DIARIO DE UN POETA – EL DÍA QUE CONOCÍ A LA POETA Y ESCRITORA ROSA CHACEL
30 de mayo de 2025Nunca sabremos con exactitud narrar la vida de una persona, ya que, por mucho que se escriba y se cuente de esa persona, siempre quedará aún más por contar. Cada persona tiene una historia propia no escrita, porque de lo que se escribe de esa persona no es todo lo fiel que debe serlo. Unas veces porque no ha habido demasiado interés en ello y, la mayoría de los casos, porque se escribe sobre esa persona un texto sin alma, solamente para salir del momento. Otras veces –haberlas las hay, lo sabré yo–, no cuentan la verdad, por envidia o porque piensan que, si escriben elogiosamente sobre esa persona, pueden pensar que es por favoritismo y, lo que es peor, piensan que escribir sobre ella le puede beneficiar a escribidor.
Este artículo hace –si no me equivoco– el número 52. Empecé con el gran poeta Rafael Alberti, y seguí con poetas, escritores, pintores, hombres de empresas y políticos, todos ellos y ellas de alto nivel, como, por ejemplo, Claribel Alegría, Carlos Murciano, Justo Jorge Padrón, Blanca Mora, Jorge Luis Borges, Blai Bonet, Miquel Segura, Antonia María Munar, Josep María Llompart de la Penya. También incluí otras personas quizás no tan conocidas como las ya mencionadas, pero que, aunque la mayoría de ellas ya han fallecido, siempre estarán en mi corazón y en el de todas las personas que tuvieron la suerte de conocerlas, de convivir con ellas, sentir su amistad, su aprecio y consideración. Nombraré a algunas de ellas: los pintores Onofre Prohéns, Coll Bardolet, la poeta y pintora Ana Cinta, la poeta María Jesús Parra de la Rosa, Pedro Parpal, Mari Carmen Mestre, el barítono Francisco Bosch, Rafel Bordoy, Carlos Benítez Villodres, etc.
Mi convivencia con todas ellas ha servido, sin duda alguna, para enriquecerme intelectualmente, de todas aprendí, todas me enseñaron algo muy valioso: la humildad, no sé si es así, si alguien cree lo contrario se equivoca. Y he aprendido que cuanto más importante es el hombre y la mujer más sencillos son.
La vanidad de las gentes es como construir una pila de arena, esta siempre se irá deslizando hacia abajo por muy alto que se quiera hacer. Las personas somos iguales, si creemos que somos importantes, sucede que, bajo nuestros pies, pisamos solamente arena que el viento y el agua se llevarán hacia algún sitio desconocido. Las personas importantes nunca han construido montañas de arena, porque, precisamente por ser importantes para los demás, han demostrado siempre no serlo y no mirar a nadie por encima de ellas. Hay muchos que en acérrima pedantería créense importantes y sin darse cuenta van construyendo una montaña de arena a sus pies.
Conocí personalmente a la gran escritora y poeta Rosa Chacel un día del mes de mayo de 1988, en una visita que hizo a Palma para presentar su última novela, creo recordar que fue en el Corte Inglés. Al día siguiente, presentó distintos libros de poesía y una selección de sus mejores novelas en Distribuidora Rotger, en la cual yo trabajaba, eso me permitió acompañarla unas horas dándole a conocer la empresa y explicándole cómo transcurría su funcionamiento, acompañado –eso sí– por mi jefe inmediato. Le dije con toda humildad que yo también escribía, se alegró y me dio algunos consejos, aunque ya tenía en mi poder algunos de sus libros, aproveché que ella estaba presente, cogí un ejemplar de cada uno de sus libros expuestos en las estanterías para que me los firmara. Recuerdo que en uno de los últimos libros que me firmó escribió la palabra «reiterativo». Estuvo firmando libros a los asistentes al acto y a los clientes que en ese momento se encontraban en la tienda, la ocasión era única, ya que Rosa Chacel era ya muy mayor.
El verdadero nombre de Rosa Chacel era Rosa Clotilde Cecilia María del Carmen Chacel Arimón. Nació en Valladolid el 3 de junio de 1998 y falleció en Madrid el 27 de julio de 1994 a los 96 años. Su cuerpo reposa en el Cementerio del Carmen en el Panteón de Personas Ilustres de Valladolid. Cultivó novelas y poesía, el ensayo, y era articulista en revistas y periódicos. Estaba incluida en el grupo de “Las sin sombrero”. Nació dentro de una familia liberal, lo que le permitió desarrollar una personalidad de gran independencia y gran cultura literaria. Por lo que su forma de pensar no tenía nada que ver con la forma de pensar de la época. En 1908 su familia se trasladó a Madrid, y se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, quería ser escultora. Pero pudo más su deseo de ser escritora. Al estallar la guerra esta le cogió en Madrid y pudo colaborar en publicaciones de izquierdas. Su marido fue uno de los responsables del traslado de los cuadros del Museo del Prado, que pasaron por Valencia, Cataluña y de allí a Francia y, finalmente, a Suiza. Rosa y su hijo tuvieron que marcharse a Barcelona, Valencia y finalmente a París, salvo una breve estancia en Grecia, donde coincidió con Concha Albornoz, ambas se hospedaron en la casa del escritor Nikos Kazantzakis. Vivió en Brasil y Argentina, donde se editaron algunas de sus más conocidas obras literarias: Estación de ida y vuelta, 1930; A la orilla de un pozo, 1936 –poesía–; Teresa, 1941; Memoria de Leticia Valle, 1945; Poesía de circunstancia, 1958; Barrio de Maravillas, 1976 (quizás la novela más conocida e importante de la escritora y que más fama le dio y que fue llevada al cine); Versos prohibidos, 1976; etc.
Obtuvo importantes premios como Premio de la Crítica en 1976, Premio Nacional de las Letras Españolas en 1987, Premio Castilla y León de las letras (1990), Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, en 1993.
Rosa es sin duda alguna una de las autoras más importantes del siglo XX de la cultura española. Perteneció a la famosa Generación del 27 y tuvo una gran amistad con Federico García Lorca, y una vez que regresó a España del exilio fue muy amiga de Rafael Alberti.
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Marcelino Arellano Alabarces
YO ME ENCONTRÉ EL OLIVO Y EL CANTO
A Nikos Kazanzaki
Yo me encontré el olivo y el acanto
que sin saber plantaste, hallé dormidas
las piedras de tu frente desprendidas,
y el de tu búho fiel, solemne canto.
El rebaño inmortal, paciendo al canto
de tus albas y siestas transcurridas,
las cuadrigas frenéticas, partidas
de tus horas amargas con quebranto.
La roja musa airada y violenta,
la serena deidad épica y pura
que donde tú soñabas hoy se asienta.
De estas piezas compongo tu escultura.
Nuestra amistad mis mismos años cuenta:
de ti hablaban mi cielo y mi llanura.
Rosa Chacel