CULTURA FLAMENCA (XLIX) FLAMENCO Y TOROS (XX): SANTIAGO MARTIN “EL VITI” (1938)

Desde  la época  clásica de Grecia  y Roma, se ha venido  afirmando que el “Arte” es, por su propia naturaleza, universal. Esto mismo le sucede al complejo  y enigmático  mundo del Flamenco y los Toros. Un ejemplo vivo y fehaciente lo tenemos en Santiago Martín  Sánchez  “EL  VITI”, primer gran torero surgido en Salamanca, caracterizado por su sobriedad y el buen oficio de la llamada “Escuela salmantina”. Se vistió de luces, por primera vez, en agosto de 1956 en la plaza de su  localidad  natal; se dio  a conocer  como novillero  en la  plaza  Vistalegre  de  Madriid (1959). Siendo  novillero le volteó una res en Francia, provocándole una fractura  en  el brazo  izquierdo. Esta lesión le dejó  una  pequeña secuela  que  le impedía  estirar el brazo completamente y que en  lugar de dificultarle, le confirió  un  estilo singular  e inimitable en  su toreo al  natural, ya que El Viti tenía  que suplir con  el  juego  de la muñeca el  defecto de extensión del  brazo. Así  el  toro  siempre  iba para adentro  y nunca  se desplazaba demasiado. Santiago  el Viti fue  un  valiente torero  porque  para torear así de  despacio  sin  abusar  de  los  toques  y  los  muñecazos, teniendo  un  brazo  a la virulé, hay que  ser un  héroe.

Este famoso  torero “charro” tomó  la  alternativa en  Madrid el 13  de mayo  de 1961 – durante  las  fiestas  de San Isidro – de  manos  del  toledano  Gregorio  Sánchez y con  Diego  Puerta como  testigo. Esa tarde salió  por la  puerta  grande  junto a  ambos  diestros. El 30 de diciembre de 1961 se  presentó en  la plaza México. El 18 de marzo de 1962 fue una fecha especial  para los habitantes  de Vilvestre, ya  que, en esa fecha, El  Viti regresa a esa localidad de manera triunfal  para  protagonizar una  corrida histórica que todos  sus habitantes recordarán  siempre. No menos  se  recordará una espléndida faena en la plaza Vistalegre (1968) en la que cortó orejas y rabo y la  afición lo  llevó  a hombros durante varios  kilómetros hasta  el Puente  de Toledo. También fue uno de los toreros favoritos  del exigente  público de la  Maestranza  de  Sevilla, pese  a no ser  andaluz. Pero El Viti fue  sobre todo el “Rey  de las  Ventas”, plaza más  famosa  del  mundo,  y quien  más veces ha  abierto  su “Puerta Grande”, 16 veces salió  a hombres, 14  como matador  y  2  como novillero; hizo  doblete con dos puertas grandes en los  años 1960  (novillero), 1965, 1966, 1969 y 1970. En total cortó 40 orejas como matador  en  el  coso madrileño. El Viti – según  estadísticas – ha toreado 800 corridas; se retiró  de los ruedos en  Valladolid al finalizar la temporada taurina, el día 16 de septiembre  de 1979. Debemos añadir que Santiago Martín “El Viti” ejerció durante unos  años de ganadero. En 1997, gracias  a sus méritos, recibió la “Medalla de Oro de las Bellas Artes” que suele otorgar el Ministerio  de Cultura de España; en 2009 recibe  el Premio de las  Artes de  Castilla y León por  su trayectoria  profesional como matador  de toros, cuya  dilatada carrera  le  llevó a alcanzar  la cima de  la tauromaquia. El 8 de octubre de 2015 recibe  en  Valladolid el “Premio de Tauromaquia de Castills y >León 2015”, creado expresamente por la Junta de Castilla y León, de mano de su Presidente Don Juan  Vicente  Herrera.

Un análisis tauromáquico  nos diría que El Viti era hombre de carácter serio, bastante retraído y solemne, maestro  consumado con la muleta, tanto con la mano  derecha como con la izquierda; con  una perfecta colocación, toreaba en redondo  con una cadencia y temple no vistos desde los tiempos  de Manolete, aunque siempre  muy cruzado y nunca de perfil. Finalmente, remataba su  serie  de naturales con algunos de los pases de pecho  más  artísticos que se han visto nunca. Si  con la muleta  era insuperable, su dominio  del  capote y del estoque también  fueron muy buenos, lo que hace que las  grandes faenas  de El Viti se recuerden  como  ejemplo  de perfección. El  Viti – en  sus buenos  tiempos –  era  llamado a veces “Su  Majestad”, haciendo  un  juego  de palabras con las iniciales  de su  nombre (Santiago  Martín). El famoso cantante  Rafael  Farina le  dedicó  una canción  titulada “El  Viti  y Su Majestad”..

Ya hemos dejado  dicho que el arte flamenco (Cante, Baile y Toque) no es  exclusivo de Andalucía, aunque yace en ella  la “razón última” del cante y del toreo. Tengo referencias  de que a El Viti le apasiona  el  flamenco. La comunidad castellanoleonesa ha dado grandes figuras del cante, baile, toque y toreo. Pero  repetimos, una vez más, que es Andalucía  el alma mater de ambas manifestaciones  artísticas. A este respecto, oigamos, la  autorizada voz  de José  Bergamín (18915-1983), quien escribe: “Solamente una transmutación tan antigua de civilizaciones como la  andaluza podía originar el toreo y el arte flamenco; sólo una sensibilidad secular  tan  honda y depurada podía  extremar  su  pasión por la  exactitud, por la inteligencia, hasta el último  afán  clarividente, generando  en  un  puro  juego  que  asume, paradójica,  la vida y la verdad:LA  VIDA  VERIFICADA, SIN  TEMOR,  HASTA  LA  MUERTE”, cfr.  “El  arte  de birlibirloque”.  México,  1944.

Creo conveniente  manifestar – llegado a este punto – que  la  palabra “TAUROMAQUIA, en su sentido etimológico, no llena plenamente – conforme a mi criterio – la idea que desde antaño se le ha  dado y está consagrada en la terminología de los toros. El término “Tauromaquia” significa, propiamente, “Lucha  del  toro”.  Y, a decir verdad, la lucha real y auténtica se da entre la “fiera-toro” y el  ser “racional-hombre”.

Pues bien, algo parecido  le ocurre  al  vocablo “Flamenco”, que puede interpretarse  de múltiples  formas, prestándose  a confusión: algo  muy frecuente en el complejo  mundo flamenco. Es  decir, que hasta  en  el  nombre “existe similitud  entre el Cante y los Toros. No hay  duda alguna en esto: Siempre se ha admitido la relación  o similitud  entre el  Cante y los Toros.  Sobre este particular, Anselmo  González  Climent – cfr. “Andalucía en los  toros,  el  cante y la danza”, pág. 18 (Madrid, 1953) –  dice textualmente: “En principio, el cante jondo y la danza flamenca se  encuentran  al  margen del mundo taurino. Empero, son  concreciones de un  mismo  espíritu nutricio, manifestaciones parciales de una robusta unidad vital. Llegaremos  a reconocer  un  instinto estético  común, advirtiendo cómo se  alimentan de un  repertorio  familiar de actitudes  vitales y de una  similar  concepción ejecutiva de la belleza. De esta dependencia del todo derivan  las  conexiones. En el caso del cante jondo y del toreo, la  aproximación se hace con  gran  fuerza  ligativa”. El flamenco es un  gran aficionado a los  toros. El espectador  de toros, el torero mismo, disfrutan  de los  ecos  musicales del cante y su profundo  mensaje humano.

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