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CULTURA FLAMENCA (LIV), FLAMENCO  Y  TOROS  (XXV). MANOLO  CORTÉS (1949)

 

torero Manolo Cortés

 

 

 

La magnífica, didáctica, amena y bien documentada charla  que D. Julián Tomás García  Sánchez – Coronel del  Madoc –  nos ofreció en febrero pasado (17/02/16) sobre “El Toreo en el siglo  XX. De  Joselito y Belmonte  a Enrique Ponce. Del toro  de  Veragua al de Domecq” me ha impulsado a escribir este veinticinco “Flamenco  y Toros”, dando  a conocer la regia figura torera que ha sido Manuel  Cortés de los Santos, nacido en  Ginés (Sevilla), el 11 de junio de l949: finísimo  torero de pelo rizoso y de tez  morena como una figura  lorquiana, en palabras  del crítico taurino Rafael Ríos  Manzano, cfr. “Taromaquia  fundamental”, pág. 176.

Como comprenderá el lector estamos hablando de un torero de estirpe  gitana,  dotado  del pellizco y el  duende que suelen  adornar a  los  espadas  de  su raza; constituye,  al mismo tiempo, un paradógico  y aleccionador ejemplo  del magnífico  rendimiento que la gracia  y el  arte pueden  ofrecer en  la lidia del ganado más  bronco  y áspero. Y es que,  en  efecto, Manolo  Cortés no se ha dejado  arrastrar por la indolencia y el desánimo – cuando no, directamente  el  miedo – que invaden a otros  toreros  artistas a la hora de enfrentarse con  las reses  de  mayor  casta  y  bravura, y ha demostrado que no son  en modo  alguno incompatibles – salvo para  quienes no  andan  sobrados de redaños – la  composición  plástica de  la figura y  el  valor  necesario para  ponerse  ante  la cara del  toro-toro. Prueba de esta  concepción  ecléctica del  toreo es  su inclusión en  numerosos carteles de las llamadas “corridas  duras”, así  como su  condición  de tentador  de reses  en  la legendaria ganadería de  Miura.

Sus campañas novilleriles fueron  extraordinarias y, sin  haberse presentado  en  Madrid, llegó  a la alternativa con  el bagaje de muchos  éxitos. Nacido  en  el seno de una familia  muy humilde, eligió – como tantos otros muchahchos de su entorno – la  senda del toreo para intentar salir de esa pobreza a la que parecía condenado de por  vida. Así, alentado por una  precoz  afición, contó con  el  apoyo y amistad de algunas  figuras  señeras de los circuitos  taurinos profesionales ( como el propio Eduardo  Miura, quien  le abrió  desde joven  las puertas  de su finca) y dió inicio a una andadura  novilleril que, en un principio, sólo le permitió intervenir  en la parte  seria de un espetáculo cómico-taurino. El jovencísimo Manolo  Cortés gustó por  sus actuaciones  vestido de corto; muy pronto le  llegaron ofertas para enfundarse en  el  terno de  alamares. Así las cosas, el 8/09/1965 lució  su primer traje de luces en la pequeña plaza de Santisteba del Puerto (Jaén), en  compañía de Antonio  Millá “Carnicerito de Úbeda”.

El 10/09/1966 consiguió  debutar como  novillero en  el coso onubense  de Cortegana. Dió, así, inicio a un brillante periodo de actuaciones en  novilladas  picadas que, durante la campaña de 1967, le permitió realizar 25 paseillos. Su  doctorado  tuvo lugar en Valencia el 14/03/1968, al cederle Antonio  Ordoñez el toro “Reventador”, de Urquijo, y con  Diego  Puerta de testigo. Anduvo fino y aseado Manolo Cortés en la lidia del toro de su docotorado, aunque, al fallar  de espadas, quedó  privado de trofeos; sin  embargo, encandiló a la afición, cortando una oreja a  su  segundo  oponente. Alentado por este buen  comienzo en su carrera de matador de toros, unos meses más tarde, el diestro sevillano compareció, por fin, en Madrid (Fiestas de San  Isidro), dispuesto  a confirmar  la  validez  de su doctorado  en Tauromaquia. Venía apadrinado por  Antonio Ordoñez quien le facultó para dar lidia  y  muerte a “Andador”, procedente de la ganadería Murube. Corría, a la sazón, el día 14/05/1968, en la que el murciano Miguel Mateo “Miguelín” hizo su paseillo en calidad de testigo. El  mal  juego de las reses no permitió el lucimiento del  espada de Ginés, lo que no impidió que Manolo Cortés  lidiara, en aquella primera  temporada como matador de toros, 44 corridas. Sus triunfos clamorosos vendrían  al  año siguiente (1969) en la Real Maestranza de Sevilla. Fruto de estos triunfos, llovieron  los contratos; el diestro gitano cerró temporada haciendo 50 paseillos. 41 ajuste cumplió durante la siguiente temporada, a pesar de la grave cogida que sufrió en Pamplona el 7/07/1970.

Sin  embargo,  comenzó  a encasillarse en la peligrosa categoría de los toreros  irregulares, tan frecuentada por los  espadas que, como él, practican un  toreo de inspiración artística y concepción  fundamentalmente estética. No obstante,  en la campaña de 1972 volvió  a resurgir  con  fuerza merced al éxito cosechado  en la  feria  sevillana de abril ante un  astado de Samuel  Flores. En medio de los habituales altibajos que van pautando las trayectorias de su estirpe, en 1973 se vistió de luces 33 veces, y 25 en 1974 y 1975. Inmerso, de nuevo, en un alarmante declive, volvió a echar mano de su valor y de sus conocimientos técnicos para  enjaretar, en 1978,(Valencia), una de las faenas más grandiosas de la década frente a un cornúpeta marcado con  el  terrible hierro de Miura. Aquel año toreó  en Madrid la corrida extraordinaria de la Prensa, en la que no se anunciaba desde 1968, y a la que volvió en 1981 y 1982. Y dictó, de nuevo, una lección magistral  de torería en la Plaza de  Las Ventas en septiembre de 1984. El torero gitano de Ginés siguió activo durante el resto de los años ochenta y en los primeros de la década siguiente, pero sin lograr renovar algunos de sus clamorosos triunfos de antaño. Lo que sí está suficientemente probado que Manolo Cortés ha sido un  torero  artista y de un  arte que no se puede  describir fácilmente. Sólo una vez lo ví torear: me llenó  de emoción  y alegría, dejando una huella indeleble  en mi espíritu.

Conozco, por propia experiencia artística, las alegrías y los sinsabores producidos por los triunfos y fracasos de cantaores y toreros. Algo que, en general, puede aplicarse a cualquier actividad humana y artística: Una prueba más  de la similitud entre “Flamenco y Toros”. Y como decía el famoso e inolvidable cantaor Manuel  Vallejo: “La jondura flamenca está presente de la misma forma en  los toros que en  el cante. Casi todos los  flamencos somos   aficionados  a las  corridas y casi  todos  somos amigos  de los toreros,  los  que  a su  vez gustan  horrores del cante”. En honor del fino y clásico arte táurico de Manolo Cortés, pongo aquí esta Seguiriya gitana:

YO CREO, SERRANA, / QUE  HABRA  TORERÍA /  MIENTRAS NAZCAN  TOREROS  GITANOS / Y  EL  SOL  CADA  DÍA  que, en la voz de Manuel Torre, Tomás Pavón, Antonio  Mairena, Antonio  Nuñez “Chocolate…,¡qué bien  podría  sonar  en el sublime y grandioso  arte flamenco gitano-andaluz!.

 

Alfredo  Arrebola, Profesor -Cantaor

1 thought on “CULTURA FLAMENCA (LIV), FLAMENCO  Y  TOROS  (XXV). MANOLO  CORTÉS (1949)

  1. Tuve la suerte de ver al maestro Manolo Cortés el Lima; temporada del Señor de los Milagros 1969. De los toreros de la nueva hornada española fue quien más me impactó. Torero artista y valiente.

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