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Mundo terror

Un trueno hace saltar los plomos, el salón se queda a oscuras. Juana se levanta para acercarse a inspeccionar el cuadro de luces, lleva el móvil en la mano y enciende la linterna. Oye a sus espaldas, una voz que le susurra, no entiende lo que dice, mira a su alrededor, no ve a nadie, se asusta, la casa está en penumbra, conecta el interruptor, la luz lo invade todo. Después de unos largos segundos ve, como la puerta del balcón se abre sola y con espanto contempla, lo que a ella se le antoja, un globo terráqueo suspendido en el aire. Una pasarela de color, blanco sucio, comunica al mundo con su pequeña terraza. Una fuerza extraña le impulsa a seguir la senda en dirección a la esfera. Juana era una joven tímida, insegura, su autoestima rayaba el umbral del foso, donde se hunden todas las perspectivas de lograr hacer realidad sus sueños, estos y sus proyectos sucumben bajo una apestosa y parda papilla.

Una voz le dice.

— ¡Avanza!

Obedeciendo al mandato, pone los pies en el corredor, pero el miedo no le deja avanzar, mira a la esfera que, impertérrita, la mira y se pavonea. De sus costados salen dos apéndices terminados en dos amenazadoras garras, capaces de despedazarla en un suspiro. María se agacha y se hace un ovillo, su cuerpo tiembla como un gatito asustado. Mira hacia abajo y se da cuenta de que está suspendida en el aire, intenta retroceder y le es imposible.

El mundo se va acercando, abre sus fauces, y unos dientes largos, finos y puntiagudos, amenazan con devorarla, las garras casi la rozan. El cuerpo de la joven comienza a girar, primero despacio, pero a medida que pasan los segundos sus movimientos se hacen más y más rápidos, hasta alcanzar el summum del frenesí, de repente queda inmóvil, de rodillas en frente del monstruo, en ademan suplicante. La esfera abre sus fauces, y amenaza con engullirla, ella se escoge y suplica. El engendro se acerca cada vez más, María siente que su vida se acaba. No sabe qué hacer, las suplicas no valieron para nada, siente en su piel el calor y el nauseabundo aliento del monstruo.    

Ella, sabe que tiene que tomar una decisión. Reuniendo la poca estima y valor que le queda, se levanta, mira de frente al engendro y le dice.

¡Mírame! Aquí estoy y hacia a ti avanzaré. Así que… ¡Prepárate Mundo que hacía ti va, Juana Heredia! 

Germana Fernández

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