Abril en Torrefarrera

Despierta el campo herido de rocío,
canta el reguero al pie de las encinas,
abriga el alba un tímido estertor
de brisa nueva sobre las colinas.
Bailan los charcos bajo los tejados,
giran las nubes sobre los sembrados.
Se quiebra el hielo viejo en los umbrales,
sangran los surcos tiernos de esperanza,
y entre las piedras duerme un azahar
que abril enciende cuando el campo alcanza.
El barro cruje, cruje la memoria,
se escribe en flores la vieja historia.
Torrefarrera tiembla y resucita,
brinda su sangre al viento que la azota,
y en cada brote, verde y renacido,
se escucha el eco antiguo de su nota.
Rompe el silencio un grito en la era:
¡florece el alma de Torrefarrera!
