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A PROPÓSITO DE VIDA, NUEVO POEMARIO DE MARÍA FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ

Rotativo a propósito de vida

Camino, primer poema del libro, ganador del Certamen de Poesía Mística Granada Costa «Clementa López Pérez»

CAMINO

Inicio mi camino, solitaria,

lejos de Ti, fuera de Ti mi alma.

Mi voluntad unida a Tus deseos,

mis deseos queriendo ser los Tuyos

y los Tuyos ajenos a mi esencia.


Inicio hoy el Camino,

esperanza de paz, incertidumbre y duda

                me acompañan.


Viajo ya con el alma fatigada

          y ansia de Ti que crece con Tu ausencia

esperando consuelo en esta senda,

 como bálsamo en llagas infectadas.

Avanzo por veredas amorosas

que brindan vida al peregrino impío,

y yo, que busco Vida, no te encuentro

y siento el abandono, el desapego,

punzadas de dolor en la garganta.


 Clamo por Ti, y te presumo sordo,

¿será el Camino el final de tu ausencia?,

o solo un espejismo de esperanza.

Mas yo insisto, porfío en andar

sola, iracunda, rota por el dolor, sin esperanza;

y sigo paso a paso las rodadas

de pies alados, lentos, fatigados,

airosos, tenues, burdos, despistados….

                                                                                              ¡¡PIES!!

María Fernández Fernández

Prólogo a «A propósito de vida»

En el corazón del arte, la poesía tiene un lugar privilegiado; una capacidad única de abrazar lo cotidiano y lo sublime, lo íntimo y lo universal. En este libro, María Fernández Fernández nos lleva de la mano a través de paisajes emocionales y filosóficos que, como tenues bosquejos, capturan la esencia de la vida. Desde su experiencia como enfermera, antropóloga y ávida lectora de poesía, María aporta una mirada cargada de humanidad y profundidad, entretejiendo sus versos con la riqueza de sus vivencias personales y profesionales.

María Fernández Fernández, nacida en Valle de las Casas (León) y residente en Madrid desde hace cinco décadas, representa esa combinación singular de raíces y alas. Diplomada en Enfermería y licenciada en Antropología Social y Cultural, su trayectoria profesional durante 44 años ha estado marcada por un contacto continuo con las vidas y emociones de los demás. Ese contacto es palpable en su obra poética, donde late una sensibilidad aguda, forjada por su capacidad para observar, comprender y acompañar. Es también socia activa del Proyecto de Cultura Granada Costa, en cuya plataforma comparte su obra con regularidad, consolidando su lugar en el panorama literario contemporáneo.

Cabe mencionar que María Fernández participó con el primer poema del libro, “Camino”, en el Certamen de Poesía Mística que organiza Granada Costa y que lleva el nombre de la compañera Clementa López (DEP). María obtuvo el primer premio en el certamen, con una aclamación que nos recuerda a aquel diálogo del caballero cruzado con la Muerte en El Séptimo Sello, de Ingmar Bergman. De forma magistral nos presenta la aporía de la creencia, a un Dios que a veces se nos presenta lejano o altivo, pero cuya existencia es a la vez explicación de todas cuantas bellas cosas nos ocurren. Así arranca un poemario ecléctico, que abarca un amplio rango de sentimientos, de lo que destaco que la capacidad de María de mostrar sin reparos fatiga por un mundo que a veces se presenta cruel, pero donde también hay luz y certeza.

La estructura de este poemario refleja su amplitud temática y emocional, organizada en seis secciones que actúan como estaciones de un viaje: «Tenue bosquejo», «Lágrimas en la lluvia», «Tocar la meta, rozar el cielo», «Orfandad», «Melancolía, compañera de viaje», y «Dicen que es el motor del Universo». Cada una de estas partes nos invita a detenernos, reflexionar y, sobre todo, sentir.

«Tenue bosquejo»: La esencia del instante

La apertura del poemario nos introduce a un espacio de contemplación íntima. En esta sección, María aborda la belleza de lo efímero, esos momentos fugaces que, como bosquejos, insinúan más de lo que muestran. Su poesía aquí es casi impresionista, dejando que las palabras sean pinceladas que evocan sin definir. En uno de sus versos, escribe:
«Noté mi corazón atribulado / por el recuerdo vivo de los sueños;»
La paradoja entre lo pasajero y lo inmortal se convierte en el hilo conductor de esta primera parte, invitándonos a mirar más allá de lo aparente.

«Lágrimas en la lluvia»: El duelo como transformación

La segunda sección del libro, «Lágrimas en la lluvia», se sumerge en el territorio del dolor y la pérdida. Aquí, María transita por las emociones más profundas, a veces desde el desconsuelo absoluto. Sus versos reflejan una aceptación serena, una capacidad para encontrar belleza incluso en las lágrimas:
«Prosperarán las guerras y el mundo seguirá, / orbitando en su ruta, / indiferente y frío / descarado y cruel.»
Esta visión de la tristeza como algo necesario y transformador nos habla de la madurez emocional de la autora, de su experiencia vital y profesional enfrentando la fragilidad humana.

«Tocar la meta, rozar el cielo»: El anhelo y la superación

En esta tercera sección, María nos habla de deseos profundos, reflexiones sobre la aceptación y la voluntad de seguir adelante frente a las adversidades. Poemas como Aceptación nos llevan a enfrentarnos con nuestras inseguridades:
«¿Y si no era tan guapa ni tan buena? / La contienda dura ya desde entonces, / y creo que voy ganando.»
Por otro lado, el vínculo con los seres queridos y el deseo de extender su tiempo compartido se retrata con ternura en Deseos:
«Te cedo yo seis meses de mi vida / y tú sigues conmigo otros tres años.»

Estos versos resuenan como un testimonio de resiliencia y amor, reflejando el equilibrio entre luchar y aceptar. María comparte una visión cercana sobre lo que significa rozar el cielo en los momentos cotidianos y en las relaciones que definen nuestra existencia.

«Orfandad»: El vacío como presencia

Orfandad es quizá la sección más conmovedora del libro. María enfrenta el vacío, pero lo hace con una honestidad y una delicadeza que desarman. Aquí, la ausencia se convierte en una forma de presencia, y el dolor se transforma en poesía. Un ejemplo de esta alquimia se encuentra en los versos:
«Hoy se apagó tu luz, y las estrellas / descifrarán tu nombre, enamoradas / del eco de las voces que te alumbran, / de la estela de amor que te acompaña.»
Estos poemas son un recordatorio de que la poesía tiene el poder de dar forma a lo inasible, de hacer tangible lo que solo se percibe con el corazón.

«Melancolía, compañera de viaje»: La aceptación del tiempo

En esta sección, María aborda la melancolía con una perspectiva casi filosófica. La tristeza, lejos de ser un enemigo, se convierte en una compañera fiel, una maestra que nos enseña a valorar lo que tenemos y a aceptar lo que hemos perdido. Sus versos son introspectivos, luchando entre la esperanza y el derrotismo:
«Mas recelo de todo, / porque en este escenario / no he contemplado nunca / un bonito final.»
Aquí resuena su formación en antropología, su capacidad para observar el paso del tiempo y sus efectos en el ser humano con una mirada inquisitiva y enriquecedora.

«Dicen que es el motor del Universo»: El amor como fuerza central

El libro concluye con una celebración del amor, no solo en su forma romántica, sino como la energía que mueve el mundo. Esta última sección es un canto a la vida, un reconocimiento de que, a pesar de las adversidades, el amor sigue siendo la mayor fuente de sentido. María lo expresa con una claridad que emociona:
«Amor abre mis ojos / a una esperanza nueva.»
Estos poemas viajan desde la esperanza por nuevos comienzos hasta la aceptación de las oportunidades perdidas, un cierre perfecto para un viaje que ha pasado por todos los matices de la experiencia humana.

Un testimonio vital y poético

María Fernández Fernández nos ofrece en este libro no solo su poesía, sino también un testimonio de vida. Su amor por el arte, el cine, la pintura y, sobre todo, la poesía, se refleja en cada palabra, en cada imagen que nos regala. Su trayectoria como enfermera y antropóloga, su pasión por descubrir nuevos autores y rapsodas, su participación activa en círculos literarios como Granada Costa, la Casa de León y la Casa de Castilla-La Mancha, todo ello converge en una obra que es tanto un reflejo de su mundo interior como una invitación al lector a explorar el suyo propio.

Este poemario, como su autora, está lleno de contrastes: fuerza y delicadeza, alegría y melancolía, introspección y apertura al mundo. Es un libro que no solo se lee, sino que se vive, que nos invita a detenernos en el ritmo de la vida para encontrar belleza y significado en lo cotidiano y en lo extraordinario.

En sus versos, María nos recuerda que, como en un bosquejo, la vida no necesita ser perfecta para ser hermosa. Nos invita a mirar más allá de las líneas, a encontrar la verdad en los trazos y a descubrir que, al final, lo esencial siempre está ahí, esperando ser visto.

Carlos Álvaro Segura Venegas

Vicepresidente del Proyecto de Cultura Granada Costa

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