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CIUDAD BLANCA, poema de Ana María López Expósito

Ana María López Expósito

CIUDAD BLANCA

A Adrijan Zuza

Belgrado, ciudad de historia,

crisol de culturas y ríos de nácar, 

donde la melodía del Danubio

y el Sava confluyen y susurran

secretos bajo la espesa niebla.

Testigos eternos, de los días de gloria,

 de sueños deshechos,

de batallas, de amor y de inviernos.

Ciudad altiva, constante y combatiente,

presenciaste imperios caer a tus pies,

pero en tus plazas el presente es palpitante, 

el futuro prospera, desafiando el ayer.

En tus calles y jardines resuena el eco tardío

de contiendas pasadas que los céfiros sostienen.

Tus murallas guardan leyendas viejas,

testigos del tiempo, del fuego y del hierro,

y en cada rincón, bajo tus estrellas,

la esperanza renace del polvo del suelo.

Tus puentes son versos escritos en aire,

que unen culturas, que cuentan verdades,

y el Kalemegdan, altivo y desafiante,

vigila tus días y tus libertades.

En tu alma se mezcla progreso y certeza,

 de tus pasos que atraviesan

los versos de Vasko Popa y Ana Stjelja

 en las costuras de este poema

que se desplaza por el barrio de Zemun

 con fachadas blancas y tejados rojos,

dónde las estrofas se alejan de los riscos.

Gentes que escucháis el latir

de vuestros corazones en la

garganta de los pilares vivos

y la maleta cargada de recuerdos.

Bajo tus cielos estrellados,

que abrazan, se escucha un canto sagrado:

“Belgrado, eterna, jamás olvidada,

en tu corazón, la historia es narrada.

Serás siempre un faro de fuerza y poesía”.

Autora: Ana María López Expósito

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