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Charles Baudelaire. El hombre que hizo de su propia vida una obra de arte.

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Nuestro primer personaje de los cuales Verlaine introdujo en su libro “Los poetas malditos” es: Charles Pierre Baudelaire. Nacido en París un 9 de Abril de 1921. Fallecido un 31 de Agosto de 1867. Fue: poeta, ensayista, crítico del arte y traductor de francés. Pero me vais a permitir que incluya también en sus facetas la de: filósofo, porque, aunque no lo sea como tal, sus escritos en verso y en prosa dan para ello. Como alguien dijo una vez: “Se puede hacer filosofía desde otro lugar”, y Baudelaire la hizo.

Vamos a hablar de los dos grandes factores que marcan la obra de Baudelaire: su infancia y el modernismo. Entendiendo ambas cosas, nos será más fácil adentrarnos en su mundo, y eso es lo que queremos, porque eso es lo maravilloso.

Su infancia.

            Su padre llamado Joseph-François Baudelaire, era un exseminarista que dejó los votos por el arte de dibujar y se dedicó a traducir libros para mantener a la familia. Joseph tenía sesenta y dos años cuando Charles nació, además había un hermano mayor por parte de un anterior matrimonio. Su madre Caroline Dufays tenía treinta y dos años cuando nació Charles.

Fue criado por la sirvienta de la familia, Mariette, a quien Baudelaire le dedica un poema en “Las flores del mal”

            Su padre falleció cuando Charles tenía apenas cinco años, le dejó una pequeña herencia que sería con la que más adelante podría mantenerse en su primera etapa de escritor.

A los veinte meses de enviudar Caroline se casó con Jacques Aupick, quien llegó a ser comandante de la plaza fuerte de París, fue ascendido a teniente coronel y dos años después, nombrado jefe del Estado Mayor. Baudelaire fue internado en el Collége Louis-le-Grand de donde sería expulsado varias veces por su rebeldía y resistencia a la dura disciplina del colegio.

Charles odiaría a su padrastro toda su vida y quizás fue un peso muy importante para que Baudelaire se introdujera, aunque observando desde lejos pero siempre informado, en el movimiento obrero solo para ir en contra de su padrastro.

            En 1840 se inscribe en la Facultad de Derecho y es aquí donde comienza una vida de despreocupaciones y totalmente bohemia. Frecuentaba el Barrio Latino, comenzó con su adicción a las drogas y a frecuentar prostíbulos. Todo esto le llevó evidentemente a una disputa familiar continua. El padrastro intenta alejarlo de toda esta vida mandándolo hasta Calcuta en compañía de comerciantes y oficiales del Ejército. En este periodo escribe uno de sus poemas más relevantes: “El Albatros”.

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquel, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

            Pero nunca llega, se escapa y vuelve a París donde comienza a frecuentar los círculos literarios y artísticos. Destacó pronto como crítico de arte.

            Escribe su primera obra, “El salón de 1845” que llamó poderosamente la atención de sus contemporáneos. Posteriormente su siguiente obra “Salón”, publicada un año después, llevó a la fama a Delacroix. Pero sin duda su mejor obra sobre los salones se recopila en “Curiosidades estésticas”, obra publicada póstumamente.

En 1868, reunió todos sus trabajos de crítica literaria, “El arte romántico”

Baudelaire vio en Hoffmann y Edgar Allan Poe una fuente de inspiración que le llevó a escribir su única novela, “La Fanfarlo”, 1847.

            A partir de 1848 comienza su participación en la revolución, es aquí cuando su aportación lo hace de manera personal. Saca a la luz “Las flores del mar” en 1857, y con esto acaba de desatar la polémica gestada alrededor de su persona. Los poemas fueron considerados “Ofensas a la moral pública y las buenas costumbres”. En las flores del mar Baudelaire habla de las prostitutas, de las drogas, de la belleza de la fealdad, de los pobres (haciéndose referencia a todo aquel que pidiera limosna), todos sus poemas son considerados blasfemos. Por lo que son censurados.

Himno a la belleza

¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo,

oh, Belleza? Tu mirada infernal y divina,

vuelca confusamente el beneficio y el crimen,

y se puede, por eso, compararte con el vino.

Tú contienes en tu mirada el ocaso y la aurora;

tú esparces perfumes como una tarde tempestuosa;

tus besos son un filtro y tu boca un ánfora

que tornan al héroe flojo y al niño valiente.

¿Surges tú del abismo negro o desciendes de los astros?

El Destino encantado sigue tus faldas como un perro;

tú siembras al azar la alegría y los desastres,

y gobiernas todo y no respondes de nada.

Tú marchas sobre muertos, Belleza, de los que te burlas;

de tus joyas el Horror no es lo menos encantador,

y la Muerte, entre tus más caros dijes,

sobre tu vientre orgulloso danza amorosamente.

El efímero deslumbrado marcha hacia ti, candela,

crepita, arde y dice: ¡Bendigamos esta antorcha!

El enamorado, jadeante, inclinado sobre su bella

tiene el aspecto de un moribundo acariciando su tumba.

Que procedas del cielo o del infierno, qué importa,

¡oh, Belleza! ¡monstruo enorme, horroroso, ingenuo!

Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta

de un infinito que amo y jamás he conocido?

De Satán o de Dios ¿qué importa? Ángel o Sirena,

¿qué importa si, tornas —hada con ojos de terciopelo,

ritmo, perfume, fulgor ¡oh, mi única reina!—

el universo menos horrible y los instantes menos pesados?

¿Quién es Baudelaire en la sociedad y en el modernismo?

            Baudelaire fue un observador lúcido del progreso de la modernidad. Su continua referencia a las prostitutas no es otra cosa que una musa decadente de la modernidad que al igual que el poeta bohemio, vende lo mejor de sí como mercancía.

Baudelaire tiene constantemente una sensación de malestar o fastidio provocada por la falta de diversión o de interés por algo. A esto se le llama “tedio”. En la edad media el tedio se asociaba a la melancolía. Este surge de los monasterios, cuando los monjes no podían cumplir sus prácticas, se creía que un demonio ingresaba en ellos y los llevaba a ello. Pero lo que de verdad ocurría es que tenían la necesidad de escribir. El tedio es una angustia muy frecuente. El “spleen” es esa sensación de tedio donde todo molesta, viajar, respirar, despertarse, hablar, amar, escuchar… es un tedio existencial por todo.

A nuestro protagonista esto es exactamente lo que le sucede con París, trata de entender una Francia que va cambiando a una velocidad que su cerebro no es capaz de comprender. Una sociedad que va corriendo hacia el modernismo ypodemos decir que abarca desde el 1850 hasta las primeras vanguardias en 1910. Cuando llegamos a la Vanguardia vemos lo que nos ofrece el arte, que no es otra cosa que el vómito de todo lo que ha estado tragando la sociedad durante los últimos 50-60 años.

            La necesidad de estar en una “zona de confort” y estar constantemente recibiendo cambios a tu alrededor es lo que hace al ser humano desestabilizarse. Cae en depresiones y no logra entender lo que está pasando alrededor. El cerebro no está preparado para un mundo que está cambiando tan rápidamente.

            Vamos con una frase un poco difícil de comprender; “Baudelaire se da cuenta de que con el paso del tiempo la novedad permanente se vuelve una tradición. Esto es lo que genera el tedio, lo paraliza por completo. Porque la necesidad de estar constantemente aceptando lo nuevo pierde en algún momento que eso mismo sea algo nuevo”. (Espero que se me haya entendido).

            Baudelaire encuentra en el Dandy de la época una caricatura. Un Dandy es un esteta, la filosofía del Dandy es el esteticismo, poner por encima el valor de lo bello ante los valores. Los valores estéticos tradicionalmente siempre se los ha visto muy superficial, muy banal. El Dandy no hace la verdadera naturaleza de lo humano, que está puesta en el bien. (La única manera de terminar con la tentación es caer en ella, Oscar Wilde).

            Para Baudelaire el esteticismo es reinventarse todo el tiempo a uno mismo, supone un acto de creación de sí, de autocreación. Somos las distintas narraciones que hacemos de nosotros mismos, eso es el arte. Tengo que citar por obligación a Oscar Wilde cuando dice: “Si usted me conoció hace un año, usted hoy no me conoce”. Lo sé, lo sé, ¿para cuándo uno de Wilde?, me vais a perdonar, pero para hablar de Wilde necesito hacerlo por fascículos…

            Bueno, sigamos. Creo que ya tenemos claro que fue la infancia de Baudelaire, lo que le motivó, aunque de manera negativa, a meterse en mundos ajenos a su vida social, (El odio a su padrastro). También hemos visto cómo Baudelaire sufre esos cambios del modernismo, ese nuevo mundo del capitalismo, de la belleza estética de todo. Y por supuesto, ahora toca entender mejor cómo responde Baudelaire a todo esto. Hemos citado algunas de sus obras, pero quedan dos que son muy importantes, por ejemplo; Pequeños poemas en prosa, Spleen de París, obra que no se publicó en vida. Otra de sus obras “Los paraísos artificiales” hace alusión a todo un mundo en el que se puede vivir, bajo la influencia de las drogas. Son pequeños relatos, que ruego no se lo tomen muy al pie de la letra, por su salud.

            Os dejo a continuación el poema que llevó a Verlaine a introducir a Baudelaire en el club de “Los poetas malditos”. Y desde aquí me despido deseando que haya sido de su agrado este artículo. Como siempre. Gracias por leer.

Bendición

Cuando, por un decreto de las potencias supremas,
El Poeta aparece en este mundo hastiado,
Su madre espantada y llena de blasfemias
Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:

-“¡Ah! ¡no haber parido todo un nudo de víboras,
Antes que amamantar esta irrisión!
¡Maldita sea la noche de placeres efímeros
En que mi vientre concibió mi expiación!

Puesto que tú me has escogido entre todas las mujeres
Para ser el asco de mi triste marido,
Y como yo no puedo arrojar a las llamas,
Como una esquela de amor, este monstruo esmirriado,

¡Yo haré rebotar tu odio que me agobia
Sobre el instrumento maldito de tus perversidades,
Y he de retorcer tan bien este árbol miserable,
Que no podrán retoñar sus brotes apestados!”

Ella vuelve a tragar la espuma de su odio,
Y, no comprendiendo los designios eternos,
Ella misma prepara en el fondo de la Gehena
Las hogueras consagradas a los crímenes maternos.

Sin embargo, bajo la tutela invisible de un Ángel,
El Niño desheredado se embriaga de sol,
Y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,
Encuentra la ambrosía y el néctar bermejo.

Él juega con el viento, conversa con la nube,
Y se embriaga cantando el camino de la cruz;
Y el Espíritu que le sigue en su peregrinaje
Llora al verle alegre cual pájaro de los bosques.

Todos aquellos que él quiere lo observan con temor,
O bien, enardeciéndose con su tranquilidad,
Buscan al que sabrá arrancarle una queja,
Y hacen sobre Él el ensayo de su ferocidad.

En el pan y el vino destinados a su boca
Mezclan la ceniza con los impuros escupitajos;
Con hipocresía arrojan lo que él toca,
Y se acusan de haber puesto sus pies sobre sus pasos.

Su mujer va clamando en las plazas públicas:
“Puesto que él me encuentra bastante bella para adorarme,
Yo desempeñaré el cometido de los ídolos antiguos,
Y como ellos yo quiero hacerme redorar;

¡Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,
De genuflexiones, de viandas y de vinos,
Para saber si yo puedo de un corazón que me admira
Usurpar riendo los homenajes divinos!

Y, cuando me hastíe de estas farsas impías,
Posaré sobre él mi frágil y fuerte mano;
Y mis uñas, parecidas a garras de arpías,
Sabrán hasta su corazón abrirse un camino.

Como un pájaro muy joven que tiembla y que palpita,
Yo arrancaré ese corazón enrojecido de su seno,
Y, para saciar mi bestia favorita,
Yo se lo arrojaré al suelo con desdén!”

Hacia el Cielo, donde su mirada alcanza un trono espléndido,
El Poeta sereno eleva sus brazos piadosos,
Y los amplios destellos de su espíritu lúcido
Le ocultan el aspecto de los pueblos furiosos:

-“Bendito seas, mi Dios, que dais el sufrimiento
Como divino remedio a nuestras impurezas
Y cual la mejor y la más pura esencia
Que prepara los fuertes para las santas voluptuosidades!

Yo sé que reservarás un lugar para el Poeta
En las filas bienaventuradas de las Santas Legiones,
Y que lo invitarás para la eterna fiesta
De los Tronos, de las Virtudes, de las Dominaciones.

Yo sé que el dolor es la nobleza única
Donde no morderán jamás la tierra y los infiernos,
Y que es menester para trenzar mi corona mística
Imponer todos los tiempos y todos los universos.

Pero las joyas perdidas de la antigua Palmira,
Los metales desconocidos, las perlas del mar,
Por vuestra mano engastados, no serían suficientes
Para esa hermosa Diadema resplandeciente y diáfana;

Porque no será hecho más que de pura luz,
Tomada en el hogar santo de los rayos primitivos,
Y del que los ojos mortales, en su esplendor entero,
No son sino espejos oscurecidos y dolientes!”

Ana Calvo

1 thought on “Charles Baudelaire. El hombre que hizo de su propia vida una obra de arte.

  1. Sublime artículo, Ana. Yo soy un rendido admirador de Baudelaire, con lo que todo ello conlleva … Gracias por escribir dos de sus poemas, y que cada lector se atreva con sus consecuencias … Siempre Agradecido.

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