EL CÁLIZ QUE UTILIZÓ JESUCRISTO EN LA ÚLTIMA CENA SE ENCUENTRA EN LA CATEDRAL DE VALENCIA
En la denominada Capilla del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, se encuentra la reliquia de incalculable valor, como es el vaso sagrado “auténtico” de la Última Cena de Jesucristo, identificado como: “El Santo Grial”, que consta de dos piezas:
- Una copa tallada a partir de una piedra de calcedonia, de 7 de altura y 9,5 de diámetro. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la talla de la copa, que está en la parte superior, en torno al siglo I.
- Un pie con asas habría sido añadido posteriormente. El pie consta de una columna central hexagonal, con una tuerca en medio y terminada en dos pequeños platos, uno donde se apoya la copa y otro en la parte inferior que sostiene el pie. Las asas tienen también sección hexagonal. Y la base, de forma elíptica, contiene 28 pequeñas perlas, dos rubíes y dos esmeraldas, todo ello guarnecido en oro.
En los viajes realizados a Valencia por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, emplearon este cáliz al celebrar sus misas multitudinarias.
Este cáliz es el representado por el pintor valenciano Juan de Juanes en su obra La Santa Cena (Museo del Prado), obra que corresponde a 1560. En dicha pintura se representa la copa con el pie con asas.
En 2014, el Papa Francisco aprobó un “Año Jubilar Eucarístico por el Santo Cáliz”, en Valencia. Un jubileo in perpetuum que se celebrará cada 5 años, siendo el año 2015 el primero que se celebró.
RECORRIDO DEL CÁLIZ EN LA TRADICIÓN ARAGONESA
De Judea a Roma.
La tradición cristiana cuenta que tras la última cena en Jerusalén, el grial fue guardado y utilizado por los apóstoles. De allí habría pasado a Antioquia, llevado por san Pedro. Posteriormente se habría trasladado a Roma.
De Roma a Hispania.
Según la tradición aragonesa el cáliz estuvo en Roma hasta el pontificado de san Sixto II (que tuvo lugar durante un año, del 257 al 258), pero asustado por la persecución romana, Sixto II habría confiado el Santo Cáliz a su diácono Lorenzo, originario de Huesca, que lo envió a casa de sus padres para que lo escondieran, cerca de la actual ermita de la Virgen de Loreto.
En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un manuscrito del siglo XVII, titulado Vida y martirio del glorioso español san Laurencio, obra de Lorenzo Mateu y Sanz, que dice ser la traducción de otro manuscrito original del siglo VI, obra del abad Donato, en el que se narra la historia de san Lorenzo y cómo éste, poco antes de su propio martirio, confió a su compatriota legionario Precelio ”algunas memorables reliquias, de forma que pudiera enviarlas a Hispania, entre ellas estaba la copa en la que Cristo consagró su preciosa sangre la noche de la Última Cena”.
En la Basílica de san Lorenzo Extramuros de Roma, había un fresco del siglo XIII que representaba la entrega del Santo Cáliz por san Lorenzo a un legionario español, pero se destruyó el 19 de julio de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, en un bombardeo y sólo subsiste una fotografía de aquel tiempo.
Peregrinaje por el Reino de Aragón.
Llegado a Hispania, diversos lugares aragoneses marcarían la ruta del Santo Cáliz: La cueva de Yesa, san Pedro de Siresa, san Adrián de Sásabe, san Pedro de la Sede Real de Baílo y la Catedral de Jaca.
En 1071, el obispo de Jaca, llevó el cáliz al Monasterio de san Juan de la Peña, donde había sido monje antes, con motivo de la llegada del cardenal Hugo Cándido, enviado por el Papa Alejandro II. El documento “Vida de san Lorenzo”, escrito por Carreras Ramírez, canónigo de Zaragoza, el 14 de diciembre de 1134, hacía referencia a la presencia del Santo Cáliz en el monasterio de san Juan de la Peña, al escribir en la página 109: “En un arca de marfil está el Cáliz en que Cristo Nuestro Señor consagró su sangre, el cual envió san Laurenzo a su patria, Huesca”. Es coincidiendo con este momento cuando se introduce en España el rito romano, que varía del rito mozárabe en el momento de la consagración cuando se decía textualmente: “Y tomando este cáliz…”
En 1399, el rey Martín I el Humano lo trasladó al palacio de la Aljafería de Zaragoza, quedando a partir de entonces custodiado por la corona de Aragón.
Sin embargo, el rey Jaime II el Justo solicitó al sultán Muhammad al-Nasir la entrega del Grial y de la Vera Cruz, de los que se había apoderado.
El pergamino 136 del Archivo de la Corona de Aragón contiene el acta notarial original de la entrega del Cáliz al rey. Y al fallecer éste, aparecía registrado y descrito en el inventario de las posesiones personales del monarca, elaborado en septiembre de 1410.
En el año 1424 el rey Alfonso el Magnánimo fue quien trasladó el Cáliz a Valencia, y lo depositó en la Capilla del Palacio Real en donde residía, en agradecimiento a la ayuda del Reino de Valencia en las luchas mediterráneas del monarca.
El Cáliz en Valencia
En 1437, la reliquia fue entregada al Cabildo catedralicio en nombre de su majestad, como prenda por un préstamo de 40.000 ducados de oro para sus guerras en Italia.
El 3 de abril de 1744, durante el servicio de Semana Santa, el Cáliz escapó de las manos del canónigo Vicente Frígola y Brizuela partiéndose en dos. El maestro platero Luis Vicent efectuó una reparación aquella misma tarde, en presencia del notario Juan Claver que inscribió el acto, y la fractura no se observa ya, excepto dos pequeñas grietas. La impresión del accidente fue tal, que el canónigo Frígola enfermó y murió días después.
Desde entonces ha permanecido en la Catedral de Valencia hasta la actualidad, con excepción de algunos periodos de las guerras napoleónicas y la Guerra Civil Española (escondido entonces en Carlet). Habiendo efectuado tan sólo dos salidas al Monasterio de san Juan de la Peña, en los años 1959 y 1994.
La Capilla del Santo Cáliz de Valencia, integrada en la Catedral, es lugar de oración y devoción, a donde acuden valencianos y visitantes españoles y de todo el mundo a orar, y a admirar la reliquia santa, y en dicha Capilla, no sólo se oficia la Santa Misa, sino que es también el lugar escogido para la celebración de enlaces matrimoniales.
Amparo Bonet Alcón
Valencia