SOBRE EL FEMINISMO

Se acercan unas fechas, vinculadas desde hace años al movimiento feminista, especialmente a partir del siglo XVIII, pero sigamos su historia.
El feminismo no se inicia formalmente hasta finales del siglo XVIII. Anteriormente, muchas mujeres se habían cuestionado el rol que la sociedad les había impuesto desafiando las exigencias de su época. Guillermina de Bohemia, filósofa católica, en pleno siglo XIII, o escritoras como Christine de Pizan, en el siglo XV, intentaron establecer las bases de un movimiento que nacería, de forma colectiva, siglos más tarde.
Durante la revolución francesa, en 1789, la Asamblea Nacional Constituyente aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, hecho que replicarían las mujeres. De ahí los artículos de Olympe de Gouges (1791), sobre la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, uno de los primeros documentos históricos sobre la emancipación femenina en un intento de equiparar jurídica y legalmente a la mujer con el varón, y de Mary Wollstonecraft sobre la Vindicación de los Derechos de la Mujer, en el que afirmaba que la diferencia entre el hombre y la mujer era un hecho cultural y educacional. Para algunos, éste sería el primer periodo del feminismo, que se prorrogaría hasta 1870.
En 1804, en la época de la Ilustración, fue aprobado el Código Napoleónico o Código civil, que consideraba el matrimonio como un contrato, en el que la mujer estaba obligada a obedecer a su marido, postulado que se extendería por toda Europa. La lucha por la igualdad continuaba.
A mediados del siglo XIX, en Estados Unidos y en el Reino Unido. el feminismo, hasta entonces un movimiento intelectual, llegaría a convertirse en un movimiento de acción social. En Estados Unidos, las mujeres, que habían luchado de forma aislada por la independencia de su país, empezaron a agruparse para defender sus derechos y los de los esclavos.
En 1848, Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott organizaron la primera convención estadounidense sobre los derechos de la mujer, aprobándose la Seneca Falls, en la que se reivindicaba la igualdad de los derechos civiles, el derecho al voto y a la educación. Paralelamente, en Inglaterra, en 1832, las mujeres empezaron a pedir el sufragio femenino, que fracasaría hasta tres décadas después. Emily Davies y Elizabeth Garret Anderson redactaron la Ladies Petition, la primera solicitud masiva del voto para las mujeres, respaldada por 1.499 firmas y presentada en la Cámara de los Comunes por John Stuart Mill y Henry Fawcett (1865), que sería también rechazada.
En 1903, las sufragistas, lideradas por Emmeline Pankhurst, empezaron a interrumpir discursos políticos, mítines en el Parlamento y a utilizar diferentes métodos de presión para conseguir sus objetivos. Aun así, continuarían siendo en gran parte ignoradas.
Al movimiento, inicialmente liderado por mujeres burguesas blancas, se unieron mujeres de otras razas y ambientes. De este modo, la socialista Flora Tristán denunció la doble represión de clase y de género sufrida por las mujeres obreras.
Fue al terminar la Primera Guerra Mundial, cuando el Reino Unido, agradeciendo el servicio llevado a cabo por las mujeres durante la guerra, aceptaría el sufragio femenino.
A finales del siglo XIX y principios del XX, el sufragio femenino empezó a convertirse en una realidad, siendo Nueva Zelanda (1893) el primer país del mundo en aprobar el voto para las mujeres, seguido de Australia (1902), Finlandia (1906) y Rusia (1917). En 1920, Estados Unidos aprobó el voto para las mujeres blancas, pudiendo considerarse el segundo periodo de esta lucha. En España, el sufragio femenino llegó durante la Segunda República Española, en 1931, desapareciendo con la llegada de la dictadura franquista.
El debate feminista evolucionaría a partir de dos ramificaciones: por un lado, el feminismo radical, que proponía eliminar el patriarcado, el dominio del hombre sobre la mujer (1967-1975). Por otro, el feminismo liberal, que consideraba desigual la situación de las mujeres por lo que se hacía necesario conseguir la igualdad entre los sexos (1980-1990).
En el periodo desarrollado entre ambas guerras mundiales, incluso habiendo conseguido el voto, el movimiento feminista se paralizó, pero las mujeres ya no querían volver al rol de ‘esposas sumisas, obedientes y complacientes’, querían tener salarios justos, controlar su maternidad y divorciarse si fuera necesario. Hasta 1940 continuaría este segundo periodo. En este contexto, unos años más tarde, dos filósofas y escritoras, Betty Friedan y Simone de Beauvoir, dieron voz al movimiento feminista. La socióloga estadounidense Betty Friedan publicó, en 1963, La mística de la feminidad, un ensayo en el que criticó el modelo educativo, posterior a la segunda guerra mundial y la situación de dependencia y sometimiento que vivían las mujeres, sosteniendo que éstas eran infelices porque el sistema las obligaba a priorizar el cuidado de las demás personas a expensas de sí mismas. Su pensamiento tuvo un gran impacto en Estados Unidos e hizo que muchas mujeres se replantearan el papel que habían ejercido en la sociedad.
El estudio más completo sobre la condición femenina se realizó en 1949, cuando Simone de Beauvoir[1], filósofa francesa, publica El segundo sexo. Años después, Simone se autoproclamaría feminista y según López Pardina, definiría el feminismo, en relación con el varón, como una manera de vivir individualmente y una manera de luchar colectivamente.
De Beauvoir sostiene que la mujer es una construcción cultural. Señala que la principal tarea de la mujer consiste en reconquistar su identidad específica desde sus propios criterios. Las características, con las cuales se identifica a las mujeres, no proceden de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. Como resumen de este pensamiento escribiría una de sus frases más célebres: No se nace mujer, se llega a serlo. En ella afirmaría que el género es una construcción social. A partir de 1950 daría comienzo el tercer periodo que abarcaría hasta la década de los setenta, ochenta.
En los años sesenta y setenta, con la creación de las revistas como Ms. Magazine, la publicación feminista, fundada por Gloria Steinem y Dorothy Pitman Hughes, incorporaba componentes de la teoría queer,[2] el antirracismo, la teoría post colonial y la visión positiva de la sexualidad. Su objetivo era sensibilizar a las mujeres y a la opinión pública de las cuestiones de género, de la lucha de clases y de la noción de raza a lo largo de estas décadas. En 1976 fue la primera revista de ámbito nacional en abordar el tema de la violencia doméstica. Hasta 1980 se extendería el tercer periodo feminista.
A partir de los años noventa se reivindicaron diferentes tipos de mujer, según sus características sociales, culturales, étnicas o religiosas.
En España, la primera manifestación feminista, impulsada por las organizaciones sociales de la clase obrera, tendría lugar en los años 60, ante la relajación de las políticas franquistas. En 1975, unos meses antes de la muerte de Franco, se produjo la reforma del código civil y, con ello, una modesta apertura hacia la igualdad. La ley permitiría que las mujeres casadas accedieran libremente al mercado laboral sin el permiso de sus maridos.
A lo largo del siglo XXI, el feminismo se ha visto revitalizado con las diferentes manifestaciones multitudinarias del 8 de marzo o el movimiento MeToo[3], en el que miles de mujeres denuncian sus experiencias de acoso sexual en las redes sociales.
Actualmente, continuaría vigente el cuarto periodo feminista, en el que planteamientos como ‘la violencia de género, la brecha salarial o los denominados techos de cristal’[4] están en el centro del debate. No obstante, y a pesar de los avances del movimiento feminista, la sociedad y las instituciones sociales, políticas y religiosas andan muy lejos de la deseada, conveniente y necesaria igualdad entre hombres y mujeres.
[1] Simone de Beauvoir (2017). El segundo sexo. (original, 1949). Madrid: Cátedra
[2] La teoría quer surgió para cuestionar las visiones esencialistas, «naturalistas» y estáticas sobre sexo, género y orientación sexual, y para proponer una mirada sobre la sexualidad de las personas como construcciones sociales discursivas, fluidas, plurales y continuamente negociadas.
[3] Movimiento MeToo: movimiento social y campaña de concienciación contra el abuso sexual, el acoso sexual y la cultura de la violación, en el que las mujeres hacen públicas sus experiencias de abuso o acoso sexual.
[4] Techo de cristal (Glass ceiling barriers): limitación velada del ascenso de las mujeres en las organizaciones sociales, dominadas en su mayor parte por hombres.
