¿QUÉ HA FALLADO?
Vivimos en un mundo agresivo y bastante desequilibrado con muchas y grandes diferencias: sociales, económicas, culturales y medioambientales.
Pero entre tanta desigualdad, de injusticias, se procuraba ajustar la balanza a una justicia igualitaria para todos dentro de lo posible, así como un bienestar medio para todos los seres humanos, procurando que los gobiernos dictaran leyes justas y que beneficiaran a los pueblos sujetos a sus gobiernos. No se logra un grado leve de bienestar deseado, y las necesidades son extremas para un población excesiva y exhausta, falta de medios, trabajo, alimentación, sanidad y cultura.
En el continente africano y parte de asiático, la mayor parte de la población vive por debajo de las necesidades mínimas para su sustento, y sin mayores expectativas de un futuro mejor.
TODA PERSONA NACE LIBRE Y TIENE DERECHO A ALIMENTACIÓN, COBIJO, TRABAJO Y CULTURA, LO QUE EN ALGUNOS LUGARES ES DIFÍCIL DE LOGRAR.
Como bien sabemos, estos preceptos no se cumplen en muchos lugares del mundo, en donde, además de esta carencia, gobiernan dictaduras muy duras y corruptas. ONGs y las Iglesias permitidas ayudan y alivian en muy pequeña parte en este gravísimo problema, pero es claramente insuficiente.
Esta grave situación lleva a las gentes de estos territorios cercanos a España (y no tan cercanos) a huir de sus pueblos y aldeas en sus países de origen y embarcarse en una peligrosa travesía del Mediterráneo y parte del Océano Atlántico para llegar a costas españolas, no siempre con final feliz.
Son personas al límite de sus posibilidades, que huyen de un infierno para encontrar el paraíso imaginario con riesgo de la vida para hombres, mujeres y especialmente niños inocentes ignorantes de su suerte.
Sus padres dejan atrás toda su vida, sus ahorros y parte de su familia para emprender una aventura de riesgo seguro y sin ninguna garantía de llegar a buen puerto.
Los que al final llegan, gracias casi siempre a la ayuda humanitaria de los barcos de salvamento que patrullan el mar, con buen o mal tiempo, al rescate de estos desgraciados, en medio de un mar implacable que se revuelve para arrebatar vidas en estas frágiles pateras que a veces se convierten en su ataúd. Los que al final consiguen llegar, se sienten felices y seguros en este país de acogida en donde pronto se las ingenian para subsistir.
Hasta el mes de Marzo de 2.020, todo el sistema funcionaba con las naturales deficiencias de todo sistema social de los países civilizados. Pero un hecho insólito, brutal e inesperado vino a cambiarlo todo.
Como sabemos, a principios de 2020 se descubre en China un nuevo y letal virus que revoluciona el mundo, causa millones de muertos y afectados y cambia los anticuados sistemas sanitarios drásticamente, y nuestro cómodo modo de vivir, compartir y relacionarnos, social, económica, cultural y sanitariamente. Casi de inmediato se hunden los sistemas económicos, sociales, de movilidad y prevención y se instauran normas restrictivas nunca vistas.
Se produce una pandemia que sorprende a científicos, políticos, gobernantes y sanitarios de todas las categorías y naciones.
Ante la gravedad de la situación mundial, las autoridades toman medidas para contener la expansión de la enfermedad, sin un criterio basado en experiencias anteriores que no había.
Vienen las restricciones sociales, económicas, de movilidad, reducción de libertades, familiares, culturales y de manifestación.
Las alarmas saltan y los controles y normas se multiplican, no siempre con buen resultado, lo que genera un gran descontento en la sociedad, manifestado con desprecio a las normas por grupos de gente joven que a diario desafían a las ordenanzas establecidas.
El turismo sufre graves consecuencias, con la paralización de la primera industria de nuestro país. Cierre de hoteles con sus correspondientes instalaciones anexas y toda la industria auxiliar, que es muy notable. Restauración y bares, explotación de playas entro otros servicios auxiliares. Tiendas de venta de objetos para el disfrute del mar y de la playa cerrados, y la gente sin ánimo de disfrutar del mar que tanto placer les daba.
Las alarmantes noticias diarias del número de afectados y de muertes aumentan. Los hospitales al máximo de su capacidad, igual que todas las demás instalaciones sanitarias, ambulancias, Centros de Salud y clínicas privadas.
En este panorama desalentador en que una buena parte de la población sufre carencias muy severas, surge la picaresca más despiadada, con ofertas de trabajo falsas, alquileres baratos fraudulentos y todo un catálogo imaginativo de timos a cual más descarado y audaz, hasta con la venta de falsas vacunas.
Y así discurren nuestros días. En precario y a la expectativa de tiempos mejores y más seguros, con la esperanza puesta en esa vacuna que se espera haga el milagro que ansiamos.
De todo este oscuro panorama y situación difícil en que nos encontramos, sacamos la conclusión de que algo hemos aprendido con el alto tributo de afectados y de muertos en todo el mundo.
La conclusión es clara. YA NADA SERÁ COMO ANTES. Aprenderemos a vivir de otro modo más sano y saludable. ESO ESPERO.
José María Gutiérrez Gómez,
20 de enero de 2020