Mujeres que Dieron un Paso al Frente (5) en la historia de la aviación (2ª parte)
Diego Nieto Marcó recorre la historia de las pioneras de la aviación en los años 20 y 30, desde Amy Johnson y Amelia Earhart hasta las primeras aviadoras españolas, mujeres valientes que abrieron camino en un cielo lleno de riesgos, sueños y hazañas.

Es como si fuésemos el cielo – siempre azul, siempre diáfano.
Amy Johnson
Pasadas las primeras dos décadas del siglo (1900-1920), caracterizadas por invención y guerra, en los años veinte hubo muchos cambios, no sólo en los aparatos, sino en la mentalidad general y por tanto en el uso que se dio a esos aparatos. Se abrieron escuelas de vuelo, tanto militares como civiles, en varios países (Suecia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia) y, además, al poner término oficialmente a las hostilidades (tratado de Versalles, 1919) se produjo un hecho único: por un lado un gran número de pilotos desempleados y por otro un exceso de aviones a estrenar o retirados de servicio. Así, quienes querían sentir el aire, quienes querían sentir el azul, quienes querían sentirse cielo, para usar las palabras de Amy Johnson, pudieron comprar, y compraron, aviones a bajo precio (de 200 $ a 5.000 $ según fuera usado o tuviera cero horas de vuelo) y la aviación se convirtió en show, circo aéreo, digamos una especie de Circo del Sol, que atraía multitudes ávidas por presenciar acrobacias en el aire, tanto de aviones (looping o rizos) como de personas en sus alas (wing walkers / caminante de alas). Algunos pilotos viajaban de ciudad en ciudad y ofrecían vuelos como forma de entretenimiento, pero el show era más rentable.

¿Y la mujer en esos años? ¿O sea nuestras abuelas, nuestras bisabuelas?
No estuvo ausente de ese fenómeno, que primeramente apareció en Estados Unidos y de allí se exportó a Europa. Sólo por nombrar algunas:
La aviadora americana Marie Meyer (1899-1956) fundó su propio Circo Volador para realizar todo tipo de acrobacias: looping, paracaidismo, acrobacia de alas, exhibición de modelos (muchas aviadoras lo fueron). Su forma de anunciarse era simple: elegida la ciudad en la que establecerían el show, todos los miembros del equipo entraban volando a pocos metros del suelo, e incluso en vuelo invertido. Instalados en las afueras, cobraban entradas.
Bessie Coleman (1892-1926), apodada Queen Bess. Fue la primera aviadora afroamericana, y con mucho mérito ya que, de origen humilde y manicura de profesión, tuvo que recurrir a ayudas para obtener su licencia. Se dedicó a la acrobacia aérea y a la instrucción de nuevos pilotos. Su fin fue trágico: por un fallo mecánico se estrelló en 1926.
Pero no fue la única víctima de esa pasión por el cielo. Ya en 1922 se había producido la muerte de la aviadora y paracaidista Elsa Anderson (Suecia, 1897) a quien no se le abrió el paracaídas.
Podemos preguntarnos: ¿Nos atreveríamos a hacer esas piruetas como nuestras abuelas o bisabuelas en esos aviones de madera y muselina?
La americana Georgia “Tiny” (pequeña) Broadwick (1893-1978) no lo dudó. De origen humilde, a los doce años era esposa, a los trece era madre y a los catorce abandonada por su marido. A los quince trabajaba en una fábrica cuando vio el primer salto en paracaídas. Y no lo dudó: se hizo paracaidista y acróbata de ala. En 1914 saltó sobre el Lago Míchigan (ese de aguas gélidas entre EE.UU. y Canadá) siendo la primera mujer que saltaba sobre un cuerpo de agua. A ella se debe la invención de la cuerda de apertura de un paracaídas.
Phoebe Fairgrave (1902-1975), EE.UU, en 1920 comenzó su carrera como acróbata aérea y paracaidista, estableciendo el record mundial de salto a la altura de 4.600 metros. Obtuvo su licencia de vuelo y se convirtió en mecánica de aviones.
Hanna Reitsch (1912-1979), Alemania, aunque un poco más tarde, obviamente por su fecha de nacimiento, batió varios records y fue instructora de vuelo. Fue pareja de Herbert Von Braun, padre de la carrera espacial.
¿Y la mujer española, o sea nuestras abuelas, abuelas?
Ellas, como en otros países, lo tuvieron un poco más difícil, no porque no las dejara papá, novio o marido (de hecho algunas fueron introducidas en la aviación por sus maridos), sino por el mismo problema que enfrentaba el hombre español: la falta de escuelas en las que obtener instrucción y licencia, y la situación socio-económica, por supuesto. Aunque con posterioridad a británicas, francesas y americanas, fueron tantas que aquí sólo podemos dar unos nombres, los más conocidos.
Elisa Patiño (Pontevedra, 1890-1919) después de varios vuelos como acompañante, voló sola por primera vez en 1913. Aunque sin licencia, continuó volando hasta su muerte durante la famosa pandemia de gripe española que no era española. Era una mujer de alta formación, dedicada a la beneficencia, y aficionada a la bicicleta en la que con frecuencia hacía largos recorridos sin más compañía que sí misma, algo que se le ocurría a poca gente en esa época.
Una década más tardesurge María Bernaldo de Quirós (Madrid, 1898-1983), que después de recibir instrucción en 1928 realizó su primer vuelo en solitario en un frágil aparato construido en madera. Fue instructora de vuelo en Asturias y se ganó muy buena reputación en el Real Aeroclub de Getafe. Se la apodaba Miss Golondrina. Aunque no tuvo fama internacional, sí tuvo su reconocimiento en España: calles, nombre de un avión de Iberia, sello publicado por Correos.
Entrados en los años 30, el número de aviadores aumenta debido a la apertura de varias escuelas de pilotaje. En 1931 obtiene su licencia Mari Pepa Colomer (Barcelona 1913-Surrey 2004), que fue piloto de caza durante la segunda república. Al estallar la guerra civil en 1936 ingresó como instructora en la Escuela de Pilotos de la Generalidad de Cataluña.
Dolors Vives Rodón (Valls 1909-Barcelona 2007), profesora de piano, voló como acompañante en 1933 y tan impresionada quedó con la experiencia que echó instancia para obtener una beca completa (sólo para mujeres) del Club Aéreo Popular de Barcelona, que, dado el número de solicitantes (más de cien), tuvo que recurrir a un sorteó, y ella fue una de las afortunadas. (La suerte, siempre la suerte.) Durante la guerra pilotó un hidroavión de vigilancia a lo largo de la costa catalana.
Pero hubo muchas más aviadoras, aunque sin reconocimiento internacional, seguramente por no establecer grandes marcas. Por citar a algunas de ellas: Irene Aguilera Cappa (Guadalajara, 1885-Madrid 1969) que fue introducida en el vuelo por su marido ya en 1911 en un aeroplano Farma; Margot Soriano (1908-1991), hija del Director de la Aeronáutica Militar y casada con el piloto e instructor José María Ansaldo, con quien se fue de luna de miel …. en avión de madera y muselina, obtuvo su licencia en 1929; Pilar San Miguel y Martínez Campos, casada con un laureado piloto, licencia de 1930; África Llamas de Rada (León 1911-Madrid 2010), actriz del cine mudo, rodó Los Vencedores de la Muerte; obtuvo licencia en 1932. Y más, muchas más: Gloria Cuesta, Concepción Ambrosio, Carmen Ruiz, Ana Osona Fernández Moreda…. Porque en cuanto se abrieron escuelas…..
Como se ve no iban a la zaga de los hombres en esta nueva actividad que era la aviación. Nuestras abuelas, o bisabuelas, se atrevían, y allá que iban a sentirse cielo.
En el mundo anglosajón había más facilidades: más escuelas, más patrocinadores, y un gran interés del público, lo que la convertía en una actividad lucrativa.
La aviadora, y modelo, más conocida de la época (años 30), es indudablemente Amelia Earhart, americana, nacida en 1897 y desaparecida en el Pacífico cuando estaba a punto de completar la primera vuelta al mundo en avión en 1937. Nunca se hallaron sus restos, a pesar de la búsqueda por más de 3.000 personas, 10 barcos y 65 aviones, despliegue que nos muestra el prestigio de esta mujer, que había batido records de todo tipo. Simplemente desapareció. Recuérdese que los aviones de la época estaban equipados con una radio (falible) pero no con un radar.

Amy Johnson (1903-1941), otra de las grandes, nació en la tierra que la vería morir trágicamente en acto de servicio: Inglaterra. Siendo economista, a los 24 años se trasladó a Londres, donde entró en contacto con varios clubes de vuelo. Obtuvo su licencia en 1929 y unos años más tarde se graduó de ingeniera aeronáutica. En 1930 se consagró como La Reina de los Cielos al realizar su famoso vuelo Inglaterra-Australia. Batió varios records más: Londres-Moscú en un día, y de Moscú a Tokio. Fue condecorada y obtuvo varios trofeos. Al estallar la Segunda Guerra Mundial fue una de las más de 500 mujeres que ingresaron en la A.T.A. (Auxiliar de Transporte Aéreo) para transportar aviones desde las fábricas a sus destinos. En la noche del 5 de enero de 1941 llevaba un Airspeed Oxford de Escocia a Oxford cuando desapareció. Hay dos versiones: la más divulgada, fue abatida por fuego amigo al confundirla con un avión enemigo, y la segunda: se quedó sin combustible. Su cuerpo nunca fue encontrado.

Con ansias por superar la gesta de Amy Johnson aparece en escena Jean Batten (1909-1982), de Nueva Zelanda. Concertista de piano, en 1930 vende el piano, deja todo y viaja a Inglaterra, donde obtiene la licencia. Finalmente, al tercer intento, en 1934, logra batir el record de Amy Johnson y realizar el vuelo Inglaterra-Australia en 14 días, 22 horas y 30 minutos, 4 días menos que Amy Johnson. Regresó a Inglaterra, convirtiéndose en la primera mujer que volaba esa distancia (17.600 km) ida y vuelta. Luego voló a Brasil, África Occidental, el Sahara Español, etc. Se le concedieron numerosas condecoraciones y distinciones; por mencionar algunas, Trofeo de Britannia, Comendador de la orden del Imperio Británico, Orden de la Legión de Honor. Se la conocía como La Garbo de los cielos. Murió en Mallorca como consecuencia del ataque de unos perros callejeros.
Con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se deja atrás la etapa de diversión, aventura y riesgo y se entra en una etapa más científica. Las radios y los altímetros de los aviones son más fiables y en 1941 se incorpora el radar. (La mujer fue crucial en la batalla aérea de esta contienda, lo cual indica que ocupaba tareas de la más alta responsabilidad, pero esa ya es otra historia.)
Después de la guerra, vendrá la industrialización con fines pacíficos y los vuelos comerciales. Todo ese hacer y quehacer en medio siglo en el que nuestras abuelas y bisabuelas fueron parte esencial nos ha llevado a que puedas pasar un fin de semana en Londres, Berlín, Oslo.
Texto: Diego Nieto Marcó
Ilustraciones: Ana García Pulido



Gracias eternas, Diego por otro apasionante relato histórico y cronológico de mujeres que tocaron el cielo con su alma y corazón.
Gracias por esa recopilación mundial, que nos acerca a la valentía y perseverancia de nuestras bisabuelas por llegar a lo más alto, tan alto como el precio que algunas tuvieron que pagar. Aún así, tu relato atestigua que la creciente pasión mereció la pena, tanto que nos deja con ganas de más. Una vez más, enhorabuena y gracias por hacernos participe de tan increíbles relatos.
Gracias Diego por esa investigación tan exhaustiva que nos brindas y por sacar a la luz esas mujeres valientes y transgresoras, lamentarme olvidadas. Deseando que llegue la nueva recopilación de talentos! Magnificas las ilustraciones de Ana! Gracias una vez más.
¡Cuántas películas y series se podrían rodar con estas mujeres de protagonistas! Mientras tanto, los dibujos y las palabras de este artículo nos pintan en la mente un montón de imágenes de avionetas vintage, piruetas perfectas, pasos de danza por las alas y aviadoras apasionantes. Si cerramos los ojos, casi podemos ser cielo…