Mujeres que Dieron un Paso al Frente (4)
Pioneras del aire, desde globos y dirigibles hasta los primeros aviones, desafiaron prejuicios y peligros. Entre finales del XIX y principios del XX, mujeres de todo el mundo conquistaron licencias, récords y hazañas, abriendo camino en la historia de la aviación.

En la historia de la aviación (1ª parte)
Flying is the best possible thing for women.
Baronesa Raymonde de Laroche
La hazaña de Beryl Markham en 1936 -ver “Mujeres que dieron un paso al frente (3)”- no fue un hecho aislado. La mujer llevaba ligada al cielo desde que empezamos a subir en él. Las palabras de la aviadora Amy Johnson describen esa fantástica atracción: “Es como si fuésemos el cielo – siempre azul, siempre diáfano”. Élizabeth Thible (francesa, 19 años) fue una de las primeras personas en tener esa sensación al atreverse a subir al primer globo no sujeto a tierra en 1784. La situación debe de haber sido graciosa. El vuelo estaba previsto por Monsieur Fleurant para que lo acompañara el conde Jean-Baptiste de Laurencin pero éste cedió su sitio, por caballerosidad según algunas versiones, por miedo dicen otras, a Élizabeth Thible, que subió entusiasmada y compartió con Fleurant no sólo esa sensación de azul y diafanidad sino también dos duetos a capela de la ópera La Belle Arene de Monsigny.
Después de varios inventos para despegar, llegamos al siglo XX, cuando aparece el dirigible. Si bien éste, que data de 1900, fue obra de Ferdinand von Zeppelin, el primer dirigible pequeño, manejable y útil fue diseñado y fabricado por el ingeniero, y dandi, brasileño afincado en Paris, Alberto Santos Dumont en 1903. Y allí apareció, cuando nadie la esperaba porque ni se sabía de su existencia, Aida da Acosta Root (americana, 19 años) y quedó embelesada con el vuelo que vio con sus propios ojos. No faltándole descaro, abordó a su piloto-inventor, al que no conocía, lo convenció y se convirtió en la primera mujer en pilotar un dirigible. Con sólo tres clases, voló desde Paris hasta el parque Château de Bagatelle, unos 11 km a través del aire.

Pero la historia de la aviación, aunque esto no sea una historia sino simplemente un recordatorio de algunas mujeres que no están en la memoria colectiva, debe comenzar con el avión, es decir, una máquina de vuelo más pesada que el aire.
En diciembre de 1903, apenas unos meses después del paseo aéreo de Aida da Acosta Root, a miles de kilómetros de allí (Carolina del Norte, EE.UU.) los hermanos Wright (Orville y Wilbur) inventaron el primer avión que se parecía a un avión de verdad: tenía alas y consumía combustible. Y allí terminaba el parecido. En uno de esos primeros vuelos, tan breves como inseguros, voló el primer pasajero de un avión, una mujer, Katherine Wright, hermana de los inventores y gestora de su negocio de bicicletas.
Es entonces cuando realmente comienza la aviación. Y con ella la pasión por el cielo, y en esa pasión muchas mujeres que hoy en día, al igual que muchos hombres, no están en el recuerdo colectivo como pueden estar Catalina la Grande o Napoleón, Louis Pasteur o Marie Curie, Jane Austen o Miguel de Cervantes, seguramente porque no todo el mundo puede ser recordado y, especialmente, en este campo, porque el avión se superaba año a año y con él los records, las hazañas, los héroes y las heroínas. Ponernos en el lugar de esas mujeres (y hombres), con sus dificultades, con sus limitaciones, es realmente recordarlas. Para empezar consideremos que esas primeras aviadoras podrían haber sido nuestras abuelas, o quizás bisabuelas si tú, lector, eres muy joven; abuelas con la falda hasta los tobillos y el escote hasta el cuello, como alguna vez las has visto en una foto.


También debes tener en cuenta que los aviones de la época eran de madera y tela; carecían de radio y de radar; y por supuesto no había aeropuertos equipados con anemómetros, sino que se utilizaban espacios simples abiertos: praderas y playas. Entre el tripulante en el aire y el observador en tierra no había la más mínima posibilidad de comunicación, salvo algún gesto, algún grito.
Si Louis Blériot, aunque quizás no lo recuerdes, realizó su histórico vuelo sobre el Canal de la Mancha en 1909, ese mismo año ya volaba, al principio sin licencia (o sea como sin carné de conducir, ilegalmente) y luego con licencia (obtenida en 1910) la Baronesa Raymonde de Laroche, que estableció varios records, de altura (4.785 metros –los altímetros no eran de fiar), de tiempo (4 horas continuas en el aire) y ganadora de competiciones de vuelo. Como ejemplo del riesgo que corrían quienes se atrevían al “azul” digamos que en nueve años la baronesa tuvo dos accidentes. El primero en 1910, en un festival aéreo (muy populares en la época), le causó una fractura de clavícula, y el segundo en 1919, le causó la muerte. ¿Habrías volado tú?
En esas mismas fechas, también en Francia, aunque belga de nacimiento, se apasionó por el vuelo Hélène Dutrieu, que era una ciclista de éxito, tanto de carrera como de riesgo (Leopoldo II de Bélgica le otorgó la Cruz de San Andrés con diamantes), y como no estaba satisfecha también era piloto de competición de motos y de los primeros coches de carrera. Se la llamaba “la Flecha Humana”. Como lo haría Rosita Forbes -ver “Mujeres que dieron un paso al frente (2)”-, al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, deja todo y marcha al frente como conductora de ambulancia.
Al igual que los hombres, eran muchas más de lo que creemos las mujeres (abuelas, bisabuelas nuestras, recuerda) que pilotaban, instruidas por amigos, prometidos, maridos, pero, al igual que los hombres, pocas las que obtenían la licencia. El gran escollo no era la condición de mujer, ni lo era el examen en sí, sino el hecho de que a principios del siglo XX había sólo dos escuelas de aviación en el mundo, una en Francia y otra en Estados Unidos, Carolina del Norte para ser exactos, llevada por los hermanos Wright, que ya sacaban tajada de su invento.
Agreguemos algunos nombres a la lista de esa época, no tanto para que los recuerdes, tarea difícil, como para que consideres sus actividades en la vida: Marie Marvingt (1875-1963), atleta, montañera, periodista y aviadora francesa; voluntaria durante la Primera Guerra Mundial, fue la primera aviadora que entró en combate, bombardeando Metz, y madre de la ambulancia aérea, imposible de materializar en esos años por problemas económicos, aunque sí se hizo realidad en 1934, por lo que el gobierno francés le otorgó la Orden Nacional de la Legión de Honor; Lilian Bland (1878-1971) periodista irlandesa, en 1910-11 fue la primera mujer en diseñar, construir y pilotar su propio avión, el Bland Mayfly –traducido bien podría ser su nombre “Bland + puede volar” o “mayfly” el insecto volador que sólo vive un día; Lilian Todd (1865-1937), de profesión inventora (variedad de reloj de sol, variedad de cañón, etc.), al mismo tiempo que Lilian Bland, diseñó y construyó su propio avión pero del otro lado del Atlántico, Estados Unidos; Blanche Stuart Scott (1885-1970), también fue una de las pioneras de la aviación americana, aunque su primera hazaña no fue aérea sino terrestre al conducir su coche desde Nueva York a San Francisco (recorrió unos 9.000 km de los cuales sólo 218 estaban asfaltados, entre el 16 de mayo y el 23 de julio de 1910 –38 días; no había mapa de carreteras, porque no había carreteras, sólo caminos de tierra, fango); Harriet Quimby (1875-1912) periodista, guionista de cine y aviadora americana, fue la primera mujer en repetir el vuelo de Blèriot sobre el Canal de la Mancha -murió a los 37 años en un accidente aéreo; Jeanne Aline Herveux (1885-1955) francesa, en 1910 pasó del pilotaje de automóviles de carrera al pilotaje de aviones; Matilde Josephine Moisant (1878-1964) no sólo una de las primeras aviadoras americanas sino una de las primeras en tomar parte en exhibiciones aéreas, que se hacían más y más populares a medida que avanzaba el siglo; Lydia Zvereva (1890-1916) fue la primera mujer rusa en obtener una licencia y la primera en realizar un bucle acrobático –murió a los 25 años de fiebre tifoidea; Hilda Hewlett (1864-1943) la primera británica en conseguir la licencia (1911) abrió una escuela de aviación y una fábrica de aviones empleando a setecientas personas; Katherine Stinson (1891-1977), dedicada a la acrobacia aérea, incluso en China y Japón, donde la llamaron “Reina del Aire”, fue contratada como aviadora por el Servicio Postal Aéreo de Estados Unidos, con la responsabilidad que ello conllevaba; Lyubov Golanchikova (1889-1959), Estonia, en 1913 firmó contrato como piloto de pruebas para Fokker (Holanda), Morane-Saulnier (Francia) y Fedir (Rusia).

Una lista completa sería imposible. Porque nuestras abuelas y bisabuelas parecían insaciables con el cielo y porque a medida que avanzaba la década de los diez, aumentaba el número de aviadoras de diferentes países, y con licencia: Alemania, Chequia, Austria-Hungría, Italia, Rumania, incluso China y la Unión Sudafricana, hoy República de Sudáfrica. Todo hace pensar que eran personas que podían permitirse viajar a París y permanecer allí durante el período de instrucción. Una cosa es cierta, no estaban sometidas ni a nada ni a nadie, salvo a la ley de gravedad. Próxima entrega: (2ª parte) De los años 20 a los 40: diversión, aventura y guerra.



Chulísimo este artículo y lleno de datos, ¡cuántas mujeres para recordar! Y qué valentía.
¡Muy interesante! Me fascina saber que nuestras abuelas y bisabuelas también fueron jóvenes inquietas y apasionadas que sobrevolaron el cielo sin temor.
Otro fascinante episodio del espíritu aventurero y valiente de una larga e interesante lista de mujeres que desafiaron al cielo y a ellas misma, entre ellas, la hermana de los hermanos Wright. Cuanta verdad hay en que detrás de un gran hombre, suele haber una gran mujer.
Gracias eternas, Diego por la forma breve, inteligente y divertida en la que relatas sus historias y que motivan a saber más sobre ellas, e incluso a seguir el ejemplo de alguna de ellas.
Can’t wait for your next chapter!!
Marisa Espinar & Maria Luisa
Me ha encantado este artículo! Todo un descubrimiento para comenzar bien este fin de semana.
Quedo a la espera de la segunda parte más por la diversión y aventura que por la guerra 😉 que deseo ya vamos sobrados y ninguna es buena por lo que nos tenemos que enfocar en lo primero siempre.
Voy a ver otros artículos de esta revista porque me resulta muy interesante.
Muchas Gracias por una labor tan importante en estos tiempos que corren para saber de dónde venimos!
Magnífico aprendizaje que el que nos brindas Diego. Sólo unas pocas tenían la opción de dedicar su vida a desarrollar sus pasiones y retar a la sociedad en la que vivían y sus férreas normas. Gracias! Que vengan mas artículos!
Gracias, Diego, por compartir este artículo tan entretenido, interesante y repleto de mujeres intrépidas, inquietas y seguramente amantes de esa libertad, que el cielo les debía de hacer sentir. Pocas mujeres se ven pilotando hoy día (¿me equivoco?) para los numerosos casos que comparativamente parecían darse en las décadas que narras. Ojalá cambie la tendencia. Estupendas las ilustraciones, Ana. Mis felicitaciones a los dos.