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MONTELLANO Y SU TERMINO A TRAVES DE LA HISTORIA. (3ª Parte)

Aunque 1788 representa para Montellano el inicio de su vida como villa, hay que tener en cuenta la existencia anterior de núcleos urbanos, con estructuras mínimas y caracterizados por su enorme inestabilidad.

Cuando en 1651, un pequeño grupo de vecinos del sitio de Montellano, solicitaba del Concejo de Morón, autorización para construir casas en tierras baldías y concesibles para vivir en ellas, esa precaria estructura comienza a dar los pasos previos de su afianzamiento.

No es de olvidar, la importancia en estos primeros núcleos urbanos, de la existencia del Convento de San Pablo de la Breña (a unos tres kilómetros del núcleo urbano), que se remonta a 1575 y que tuvo siempre un innegable vínculo con la aldea primero y con la villa después.

Felipe III ya en 1603, concedería al convento licencia de arrendamiento de 600 fanegas de tierra de dehesa, propiedad por aquél entonces, del Concejo de Morón para su hospedería.

El Convento, pudo actuar como elemento aglutinador durante mucho tiempo del núcleo urbano, de su importancia, hablan diversos informes que aluden a la presencia entre sus muros, en busca de reposo y auxilio espiritual de personajes como; Bartolomé Esteban Murillo o de Miguel de Mañara.

De este íntimo vinculo, nos quedó la celebración de las fiestas de Jubileos, que en sus orígenes consistía en la peregrinación de las gentes del lugar al convento, a ganar el Jubileo.

A mediados del siglo XIX, la fiesta empieza a celebrarse en la Villa, entre otros motivos, por la exclaustración de los Franciscanos de San Pablo hacía 1822.

<La concesión del título de Villa y la separación de Morón>

1788 significará, la independencia de Montellano de la Villa de Morón y de la Casa Ducal de Osuna, tras interminables años de pleitos, recursos y entramados legales, por las reticencias continuas de Morón.

Entre los argumentos aludidos en una lista interminable, resaltaríamos; la fuerte presión fiscal, encarecimientos del transporte y otros servicios básicos, tardanza de actos administrativos y judiciales…

Pero entre tanto idealismo y entramado legal, subyace también, un interés marcadamente económico a la hora de estas concesiones por parte de la corona, que claramente, ante todo, busca recaudar fondos a los que igualmente debe hacer frente la Villa.

Pero el 12 de marzo de 1788, por fin, llega la ansiada concesión de Carlos III en su último año de reinado.

“… Por la presente, de mi propio motu, ciencia cierta y poderío real absoluto… Eximo, saco y libro a vos puebla de Montellano de la jurisdicción de la expresada Villa de Morón y os hago Villa de por sí y sobre si…”

Las primeras consecuencias directas, sobre la ya Villa de Montellano fueron las económicas, una menor dependencia comercial y una menor presión fiscal, crearon las condiciones idóneas para una relativa prosperidad económica, dentro de las pésimas condiciones de todo tipo con las que se empieza a andar, aliviadas por el reparto de pequeños lotes de tierras para cultivar, tras otro proceso judicial.

Como consecuencia de todo ello, en los primeros 10 o 15 años de vida autónoma, el auge demográfico es un hecho.

Deslindada de Morón la Villa, continuará con su estrechísima relación con la Serranía de Ronda, los caminos que desde la Villa parten a Jerez, Bornos y Ronda, presencian un comercio constante y una ligazón que lo hacen un elemento más de esta Serranía y la conexión lógica con la campiña Sevillana.

Sobre esta población emergente, inciden de manera muy cruda, las circunstancias socioeconómicas reinantes, que se ven recrudecidas por hambrunas, epidemias, factores climatológicos adversos… Que se dejan sentir sobre una población desprotegida, con casi un millar de jornaleros de los que la mitad, se declaran pobres de solemnidad.

Así, por ejemplo, la fiebre amarilla de 1804 mermaría notablemente la población.

“… Guerra de la Independencia y ocupación francesa …”

Vientos de guerra llegan a la serranía, cuando aún continua la organización de la Villa como tal.

El ejército Napoleónico, avanzaba hábilmente hacía la ocupación de la península, las noticias del 2 de mayo madrileño, llegan a Montellano días después, vía Utrera y desde aquí se remiten a Morón, dictándose de manera urgente.

“…Se previeran y estén dispuestas, todas las armas de todas clases que se tengan en defensa de la corona, patria y defensa de la religión…”

 La noticia correrá entre los intrincados caminos y montes de la serranía, convirtiéndose esta zona, en una de las mayores preocupaciones del ejército francés, en su campaña de Andalucía.

La respuesta de la Villa de Montellano es inmediata, enviando voluntarios al ejército, con el consiguiente esfuerzo económico de contribuciones paralelas, que se demandaban para su mantenimiento.

Estos voluntarios al mando del General Castaños, asentados en Utrera, se enfrentarán al General Dupont en Bailén, en julio de 1808 y muchos de ellos, recorrerán la península de batalla en batalla contra el enemigo francés.

Unos 200 Montellaneros de entre 16 y 45 años, se alistan en las filas del ejército, reclamados por la junta suprema de Sevilla, con lo que la población se resiente cuantitativa y cualitativamente.

Mal alimentados, con piojos, disentería y con secuelas seguramente de enfermedades de una época sin vacunas y con una medicina y cirugía escalofriantes. Durmiendo a la intemperie, resulta muy fácil imaginar la grandeza de estos Montellaneros, que lo dan todo por unos ideales que seguramente, muchas veces ni entenderían claramente.

1809 alejará ilusoriamente los tambores de guerra hacía otras zonas, con lo que la vida de Montellano se mueve entre la recuperación y la consolidación como Villa.

Será 1810, el año que tendrá su repercusión definitiva en la historia de esta Villa serrana, que quedará marcada como un caso, cuando menos, singular del siglo XIX español y que pervive en nuestros días, como clara seña de identidad local.

A pesar del tiempo transcurrido desde la invasión y de controlar extensas zonas del territorio español, aún quedaban libres de la presencia del ejército napoleónico, Galicia, Extremadura, Asturias, Andalucía y parte de Cataluña.

La ofensiva sobre Andalucía, será llevada a cabo por el rey José I en persona, en pocas semanas se derrumbaba Andalucía.

La resistencia contra la invasión francesa, se organizaría en zonas libres de ocupación o de complicada orografía, como es el caso de la serranía de Ronda. Los serranos de la zona, se agrupaban bajo la dirección de varios Caudillos, entre los que destacó Ortiz de Zarate “el pastor”, con apoyos ingleses y de Cádiz.

Estos mismos atacan Ronda, obligando a retirarse a los franceses que volverán días después, manteniéndose definitivamente, pese al ambiente hostil permanente de la serranía.

La guerra de la independencia fue contienda brutal, en la que no se respetaron personas, ni sexos, ni edades, si algo la caracteriza es su brutalidad, excediéndose lo inimaginable.

En este contexto, donde se deben insertar los sucesos de Montellano en abril de 1810 qué, aunque personalizados en la persona de su alcalde Dº.José Romero, tienen como protagonistas anónimos a toda la Villa.

Romero estaba integrado junto a otros vecinos, en partidas de guerrilleros que hostigaban al ejército francés desplegado en la zona.

En uno de estos, un destacamento francés de unos 500 hombres, que se dirigía de Utrera a Ronda, ataca la localidad el 14 de abril de 1810, tal ataque, es repelido dada la feroz resistencia de Romero y sus seguidores.

El 22 de abril, vuelven las tropas francesas reforzadas, al mando del Coronel Bonnemains y no pudiendo doblegar la defensa presentada, deciden incendiar el pueblo que resultará destruido casi en su totalidad, a excepción de una parte de la torre de la iglesia y algunas casas particulares, en las que aún hoy en día, pueden apreciarse las secuelas de la catástrofe.

Previo al incendio, se produce el saqueo y destrucción que tuvo especial intensidad en la iglesia, se producen rehenes y en pura lógica muertos dada la virulencia del ataque.

Es difícil la cuantificación, aunque debió resultar impactante el fusilamiento del capellán del convento de San Pablo, en la villa.

Tampoco en esta ocasión se pudo obtener una victoria completa, al presentarse en la villa una partida de vecinos de Puerto Serrano y Algodonales al mando de Gaspar Tardío y de Francisco Salcedo.

El alcalde Romero debe huir hasta Algodonales, esta localidad vecina correrá suerte parecida, siendo sitiada el 1 de mayo por tropas francesas.

Al ser estas nuevamente hostigadas, la localidad será incendiada con muchas bajas, entre ellos, el alcalde de Montellano Dº José Romero Álvarez.

Por real orden de 26 de agosto de 1821, el rey Fernando VII, mandó que se perpetuara el recuerdo de José Romero y de los hechos que protagonizó junto a los habitantes de la villa de Montellano.

El escudo local, fue hasta 1812 el de la Casa Ducal de Osuna, desde

entonces, el escudo es un escudo cortado; primero el campo de oro, una villa con sus casas y torres ardiendo, en color natural, las casas blancas, los tejados rosas y las llamas de gules.

Segundo; una cartela figurando pergamino, con un rotulo que dice; “por los franceses 14 y 22 de abril de 1810”.

Al timbre, corona real moderna del siglo XIX, conviene señalar que la forma del escudo debe ser castellana, es decir, sin terminar por debajo en punta, porque entonces sería un escudo francés, no debe usarse sin corona. Fín.

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