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MI PASIÓN POR EL TEATRO: REFLEXIÓN

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Dice La Lupe “Lo tuyo es puro teatro”, así podríamos cantar nosotras, las personas,  haciendo alusión a lo que día tras día escenificamos con mayor o menor conciencia de que lo hacemos, ¿por qué digo esto? , porque desde que se tienen noticias de que el ser humano los es, “su vida es puro teatro”.

La creatividad discurre en paralelo a las emociones, creencias, frustraciones, pasiones y temores que, en algún momento de nuestra existencia, hemos experimentado.

Esas vivencias se han traducido, pues, en acciones dignas de ser expuestas al público como manifestación lúdica de las mismas, con la finalidad, tal vez, de que sean comprendidas o identificadas por el espectador.

Por ello considero que  la gran proeza  del autor teatral es  ser capaz de aprehender con su aptitud personal, situaciones, momentos, circunstancias y ponerlas en boca de los personajes de su obra para que el mensaje llegue nítido al público.

Me llama poderosamente la atención esa necesidad de mostrar a nuestros semejantes  esos aconteceres que hacen de nuestro quehacer cotidianos  una representación como si de un escenario global se tratara.

Y es que, desde los albores de la humanidad, el hombre ha sentido esa necesidad mística de atraer las fuerzas de la naturaleza hacia sus necesidades más perentorias como la caza, la recolección de alimentos o la obtención de fructíferas cosechas a través de cánticos, movimientos, imágenes…

Tal vez por ello desarrolló ese espíritu creador y creativo que se ponía de manifiesto  en la realización de obras pictóricas, danzas ritualistas, grandes celebraciones comunitarias… que evidenciaban esa necesidad y/o ese temor ante los que debían o temía que se materializara. Serían  estas evidencias el germen del teatro.

Pero, sin duda alguna, el teatro como manifestación artística tiene su origen más certero  en la antigua Grecia, cuna del pensamiento ligado al arte de la concepción existencialista de la vida.

Del arte del pensamiento, se pasó a la representación de momentos creativos de los  podemos inferir, pues, que el teatro se usó como una herramienta de comunicación de masas mediante el uso de la mitología que pretendía, en el fondo, educar al pueblo en el ámbito religioso y político.

En consecuencia, los creadores de la dramaturgia clásica como Sófocles, Eurípides o Esquilo, por citar a algunos, son  auténticos genios que usaron sus dotes de captación de la realidad para dar voz a toda esa serie de inquietudes  creando personajes de ficción que proclamaban las vicisitudes de una vida en un escenario, sentando las bases del teatro más estructurado, que se desarrolló con posterioridad.

Una peculiaridad de las representaciones griegas,, que me llama la atención  era el hecho de que eran hombre los que interpretaban los papeles , cubiertos con una  máscara que ponía el gesto de lo que se interpretaba.

Y, por supuesto,  no quiero dejar de mencionar, los  espacios escénicos al aire libre en los cuales se recreaban tragedias, comedias o dramas. Los considero auténticos templos dedicados al arte interpretativo, donde la magia creativa tomaba carta de naturaleza y se enriquecía de la belleza de  esa obra arquitectónica que era el anfiteatro donde tenía lugar la representación y en la que se conjugaban aspectos más técnicos, como las cualidades acústicas   y visuales adecuadas que promueven la comunión entre el actor y el público con el auténtico valor de la comunicación de la acción.     

Ana Martínez Parra

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