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Los dos amigos

Un cuento infantil donde Cometa, una ardilla voladora, y Grigri, un grillo curioso, descubren junto al búho Siempresabe y otros animales el valor del trabajo en equipo y la importancia de cuidar la naturaleza.

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Érase una vez, una ardillita voladora que vivía en plena naturaleza, rodeada de muchos animales muy distintos entre si. Era primavera, los árboles que habían perdido sus hojas en el invierno, comenzaban a echar nuevos brotes, el señor Sol lucia sus hermosos rayos, que proporcionaban una temperatura agradable. La ardillita se llamaba Cometa, quizás porque cuando extendía sus patas parecía una cometa. Cometa tenía una casa muy bonita, hecha en el tronco de un gran árbol, pero ella estaba triste, muy triste y sin poder remediarlo se puso a llorar desconsoladamente, lloraba tan alto y con tanta pena que un grillo que pasaba por allí le preguntó.

    ─ ¿Que te pasa pequeña ardilla?

    ─ Que tengo mucha hambre. Como nací muy tarde no me ha dado tiempo a crecer y valerme por mí misma.

     ─ ¿No tienes una mamá que te alimente?

     ─ La tenía, pero el otro día se puso malita y se murió, dejándome solita y sin saber dónde guardaba las provisiones.

     ─ Espera, no llores, llamaremos al señor búho Siempresabe. Él nos ayudara.

     ─ ¡Señor búho Siempresabe, señor búho Siempresabe! ─ llamaron los dos al mismo tiempo.

     El búho con sus grandes ojos lo ve todo y además tiene el oído tan agudo que puede oír lo que se dice a mucha distancia, por lo que enseguida llegó a la casa de Cometa.

    ─ ¿Qué es eso que no puede esperar y me despertáis en pleno día?

    ─ Perdone señor Siempresabe, a veces se me olvida que usted trabaja de noche y duerme de día. Verá, ─ comenzó a decir el grillo Grigri ─ es que mi amiga la ardilla se ha quedado huérfana y hambrienta, pues no sabe dónde escondió, su mamá, las provisiones, ha mirado en la alacena y no están.

     ─ Pero bueno ¿no sabéis que las ardillas son muy listas? Seguro que están escondidas en algún hueco del árbol, no las iba a dejar en la alacena para que alguien se las robe.

     Los dos amigos se pusieron a buscar y enseguida dieron con la comida.

     ─ Gracias, Grigri, de no haber sido por tu ayuda me hubiese muerto de hambre. ¿Puedo hacer algo para corresponderte?

     ─ Ahora que lo pienso… sí. Yo he visto como las ardillas voladoras van de árbol en árbol con sus patas extendidas como si fueran aeroplanos. Yo casi siempre estoy en el suelo y aquí hay poco que ver, si quiero contemplar algo de mi entorno tengo que subirme a un sitio alto, como una roca, pero es muy peligroso, a un primo mío se lo comió un pájaro, cuando frotaba sus alas subido a un tronco seco. Si tú quisieras llevarme sobre tú espalda mientras viajas ¡sería estupendo! Podría ver todo desde lo alto.

    ─ Vale, mañana saldremos de excursión.

   Al día siguiente Cometa y Grigri se fueron de paseo.    

De cuando en cuando descansaban sobre la rama de un árbol, sin demasiado follaje y admiraban el paisaje. Vieron muchas cosas.

Grigri estaba impresionado, nunca se había imaginado tanta belleza. No paraba de decir.

     ─ ¡Qué bonito, ¡qué bonito!

     Esto no es nada, espera una semana y veras, las flores se multiplicarán y los árboles se vestirán por completo.

     ─ ¿Qué animal es ese? Nunca le he visto.

     ─ Sí, sí que le has visto, pero como eres tan pequeño, desde el suelo no has podido verle al completo. Es una vaca.

   ─ ¿Qué hacen las vacas? ─ quiso saber Grigri.

     ─ No lo sé, pero cuando volvamos a casa se lo preguntaremos al señor búho Siempresabe.

     ─ Tengo hambre, podías bajar al suelo para que yo pueda comer algunas hojitas tiernas, tú has comido avellanas y nueces y eso tiene mucho alimento, pero las hojas, paran poco tiempo en el estómago ─ pidió Grigri.

     Cometa descendió por el tronco del árbol hasta el suelo y Grigri se bajó de su espalda y se puso a comer los brotes tiernos de una planta. Cometa miró alrededor del árbol, en busca de algo comestible. Su búsqueda dio resultado, encontró unas bellotas al lado del tronco. Mientras comían, vieron a dos escarabajos peloteros empujando una bola de estiércol.

     ─ Escarabajos ¿podéis explicarnos por qué siempre estáis acarreando bolas de excrementos? ─ les preguntaron.

     ─ No podemos, no podemos, estamos muy atareados ─ contestaron los escarabajos.

     ─ ¡Mira, Grigri, un hormiguero!

     ─ ¡Huy, no te acerques! A un amigo mío que se quedó dormido al lado de uno, las hormigas se lo llevaron a su casa, cuando nos dimos cuenta no pudimos hacer nada, eran demasiadas. Lo que no entiendo, es la manía que tienen de ir en fila india.

     ─ De vuelta a casa pasaron por encima de un prado lleno de colmenas de abejas.

    ─ Oye cometa ¿sabes por qué a las abejas les gusta tanto el polen y que hacen con el?   

     ─ No lo sé Grigri, pero seguro que el señor búho nos lo dice.

Cuando llegaron a casa vieron a Leo el Rey de la Selva debajo del árbol, con cara de aburrimiento. Bajaron y cometa le preguntó.

    ─ ¡hola Majestad! ¿Está de mal humor? 

    ─ No pequeña ardilla, sólo estoy aburrido, es que como soy el Rey los animales, solamente se dirigen a mí para pedirme algo o que solucione algún problema y cosas así. Nadie habla conmigo por el placer de la conversación.

     ─ Es que un Rey impone mucho ─ dijo Grigri ─ Pero si quiere puede acompañarnos y yo cantare mi mejor canción, Cometa puede hacer unas piruetas mientras esperamos al señor búho Siempresabe. Él seguro que nos da una solución.

     ─ Vale, acepto ─ dijo Leo.

     Cuando Siempresabe llego, los dos amigos le fueron haciendo las preguntas por turno. El Rey prefirió ser el último en preguntar, después de que los otros obtuvieran las respuestas a todas sus preguntas.

     Empezó Cometa.

     ─ Yo quería saber ¿qué hacen las vacas?

     ─ Entre otras cosas, las vacas siegan la hierba con sus dientes y así vuelve a crecer más fuerte y con sus heces alimentan a las plantas, y dan leche con la que alimentan a sus hijos y a los humanos.

     ─ ¿Y los escarabajos peloteros? ─ quiso saber Grigri. 

     ─ Ellos también tienen su tarea. Esas bolas las hacen con la caca de las vacas y se la llevan a la galería que hacen debajo de la tierra, allí moldean muchas bolitas y la hembra pone dentro de cada una un huevo y al cabo de un tiempo sale otro escarabajo que hace lo mismo que sus padres. Todo esto sirve, además, para que las plantas se alimenten, porque si, el abono, se queda en la superficie las raíces no pueden tomarlo. 

     ─ ¿Para qué sirve el trabajo de las hormigas?

     ─ También ayudan a las plantas. Como su casa está debajo de la tierra y tienen muchas galerías, permiten que el aire llegue a las raíces, entierran muchas semillas y otras cosas para su alimento, pero no se comen todo y las semillas sobrantes nacen, con lo que hacen labor de hortelano, aunque cuando son demasiadas, perjudican más que ayudan.

     ─ ¿Y las abejas?

     ─ El trabajo de las abejas es vital, ellas, aparte de producir miel que está riquísima, fecundan las flores, llevan el polen de una flor a otra para que las plantas den su fruto. Sin las abejas, no hay polinización, y sin la polinización no hay fruto, y sin fruto no nacen nuevas plantas la tierra se quedaría desértica, sin ningún tipo de plantas, los animales y el hombre morirían y se acabaría la vida en la Tierra. ─ y dirigiéndose a Leo le preguntó ─ Y tú Rey ¿qué querías saber?     ─ Creo que ya sé cómo no aburrirme, esmerándome en hacer bien el trabajo para el cual me han elegido. Creo que si todos cooperamos La Tierra será un bonito lugar para vivir.

Germana Fernández

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