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Libro recomendado «6ª Antología poética dedicada al poeta valenciano Ausiàs March»

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AUSIÀS MARCH

LA COSMOVISIÓN DE UN REVELADOR LENGUAJE

El poeta, seductor de vocablos, emerge entre misteriosas luces que van fascinando su propio hálito, para intentar descifrar las emociones y raíces que nutren el misterio de su propia existencia.

Pienso, que Ausiàs March fue explorando sus sentimientos con vehemencia creativa, por los dogmas de  su libertad, donde la intensidad adquiere un latido espiritual diferente, para conseguir elevar el cáliz de sus versos y ofrecérselos al verdadero dios de la palabra.

Al contener este libro la importante ponencia y la colaboración de Melchor Román Ausiàs, descendiente de Ausiàs March,  ofreciéndonos, quién mejor que él, una serie de esclarecedores datos biográficos  de la vida y hechos del insigne poeta, pensé que a mí, como hijo de padre valenciano, me correspondería recrear la “atmósfera “política y cultural que precedió, convivió y trascendió a nuestro sustancial personaje.

Era de esperar, que la formación de Ausiàs March correspondiese  a su rango. Desde muy temprana edad su padre, Pere March, le inculcó  el amor hacia la poesía y le proporcionó una selecta y esmerada educación que comenzaba con la equitación y el manejo de armas, el estudio de latín y de todos los clásicos. Su exquisita formación se completaba con teología, oratoria, legislatura, administración etc…  para que Ausiàs llegase a ser, en un joven futuro, Señor de tierras y vasallos.

¿Qué aspecto tendría Ausiàs March? Según algunos autores debería ser muy parecido al llamado San Sebastián de Jacomart, que está acomodado en la colegiata de Xátiva,  ya que la imagen  del caballero es de aspecto noble, esbelto, que viste con exquisita elegancia cortesana, mantiene la cabeza altiva y su mirar es frío y distante. Las flechas y el arco en sus manos, no son símbolo de martirio, cuadran mejor con la de un guerrero armado y presto para la lucha.

En cuanto a sus mujeres, cuentan que Isabel Martorell era una mujer de aspecto y salud delicada y Joana Escorna, una treintañera, hija de mercaderes, que poseía una importante fortuna. Parece ser, que Ausiàs March tuvo que pedir cierta dispensa papal para contraer nuevas nupcias con Joana, debido a que existía algún tipo de parentesco entre ambos. Como anécdota curiosa les comento, que sus dos esposas tienen dedicadas calles paralelas, la una al lado de la otra, en Benicarló.

SITUACIÓN HISTÓRICA DEL SIGLO XV

PRECEDENTES Y CISMA

Entre 1410 y 1415, la iglesia católica tuvo 3 papas que se excomulgaron mutuamente: Gregorio XII, Juan XXIII y Benedicto XIII. Increíblemente, cada Papa tenía su propia sede, con sus colegios cardenalicios correspondientes.

Antes de morir Benedicto XIII, el Cardenal Muñoz tomó el nombre de Clemente VIII. Alfonso El Magnánimo, inmerso en la conquista de Nápoles envió a Alfonso de Borgia, futuro Papa Calisto III (1455-1458), para obtener la abdicación de él a favor de Martín V (que estaba dispuesto a hacerle concesiones en su conquista del Reino de Nápoles). De esta forma, quedó concluido el problemático Cisma.

Si la situación religiosa, como hemos comprobado, fue muy accidentada, no lo fue menos el momento político con rivalidades sucesorias, aversiones, pugnas  y pleno de intrigas. Para entender mejor estos conflictos mencionados, basta repasar el reinado de Martín I.

El rey Martín I de Aragón  Martín el Humano), fue entre 1396 y 1410 Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Conde de Barcelona y Rey de Sicilia.  Este rey, marcado   por el Cisma De Occidente, que dividió la cristiandad desde 1378, se decantó por los Papas de Avignon  jurando fidelidad a Benedicto XIII, aragonés y pariente de la reina, María de Luna, con intención de solucionar el cisma que se le presentaba a la  iglesia, con una curia vaticana tenebrosa y corrupta, llena de complots y ambiciones de poder.

Para mayor fatalidad, si al poder eclesiástico le sucedían todas estas adversidades expuestas, por otro lado,  el rey Martín I tuvo la desgracia de que ninguno de sus cuatro hijos (Martín, Jaime, Juan y Margarita) le sobrevivió, ni le dio descendencia legítima.

Martín I intentó nombrar heredero a su nieto bastardo (concebido por la noble siciliana Tarsia Rizzari de su hijo Martín), mas no obtuvo éxito en su decisión hereditaria.

Cuando el rey  Martín I murió,  en 1410, con 54 años sin haber tenido sucesor se abrió el interregno de dos años en que llegaron a disputarse el trono hasta seis pretendientes.

El conflicto alcanzó su solución en 1412 con el Compromiso de Caspe, por el cual se eligió como nuevo rey a Fernando I, hijo de la hermana de Martin, Leonor de Aragón, nacido en la dinastía castellana de los Trastamara.

Tenemos que remarcar, que tras la muerte de Martin El Humano y con la incertidumbre por la ausencia del sucesor directo, Valencia que había disfrutado de identidad propia, se vio amenazada por  las ambiciones de los nobles catalanes y aragoneses que intentaron aprovechar ese tiempo inestable y ambiguo para ampliar sus dominios, revocando los derechos concedidos al pueblo valenciano por Jaime I. El mencionado Compromiso de Caspe consiguió frenar estas intenciones perniciosas para Valencia y pudo llegar  felizmente hasta el reinado de Alfonso V, El Magnánimo (1416-1418)  con su política expansiva.

Como pueden comprender, a Ausiàs March, le tocó vivir esos días turbulentos de un siglo confuso y transitorio cuando muchos de los postulados de la edad media habían dejado de ser operativos, en un mundo desconcertante.

Estoy de acuerdo con Pere Bohigas, cuando afirma que Ausiàs March es un “fill del seu temps”.

SIGLO DE ORO VALENCIANO

Es un resurgir del Reino de Valencia, con Ausiàs March y  Joanot Martorell, como piezas medulares. Aunque fue el trovador converso, Jordi de Sant Jordi (1399-1424), con su obra “Prisionero”, el que marca el inicio literario de este siglo XV. Indudablemente  que Tirant lo Blanch, de Joanot  Martorell y la impresionante obra de Ausiàs March, son las que verdaderamente marcan el cénit de gloria de este llamado Siglo de Oro Valenciano.

Los conflictos en los condados catalanes y los producidos en el Reino de Aragón hace que la burguesía huya de las ciudades al campo o al Reino de Valencia con lo cual Barcelona entra en plena decadencia y Valencia llega a alcanzar en su crecimiento cerca de 100.000 habitantes, siendo la segunda ciudad más importante, después de la Nazarí ,Granada.

Con estos datos, la capital Valenciana se convierte en el centro político y social de la corona de Aragón, con la convivencia de diferentes culturas y con corrientes humanísticas importantes.

En este siglo XV que fue siglo de oro de las letras valencianas, siglo de los conflictos papales de Avignon, donde Alemania, Inglaterra, Italia, Francia y los territorios cristianos de los diferentes reinos que configurarían el Reino de España, se disputan la potestad de elegir el Papa, que más les conviniese para sus provechos. Ya se conoce la gran autoridad que tenían para cualquier estado, la posibilidad de que el Pontífice sea más o menos propicio para sus intereses económicos y sus áreas de influencia.

No es de extrañar, que sea el siglo de los 3 Papas y de los antipapas y del desconcierto religioso y geopolítico que padecieron los diferentes reinos y estados.

El descubrimiento de América, donde la mayoría de recursos económicos se destinan a este proyecto ambicioso de conquista de nuevos mundos y las acciones de la Inquisición, van a provocar la huida de importantes intelectuales, orfebres y comerciantes del territorio valenciano, lo que pondrá fin a este siglo XV, tan glorioso para Valencia.

AUSIÀS MARCH Y EL REY ALFONSO V, EL MAGNÁNIMO

Está claro, que la amistad establecida entre Ausiàs con Alfonso V, se fue fraguando con las afinidades de ambos por la cetrería y la poesía.

Por ello, no es de extrañar, que Ausiàs fuese invitado a participar en las conquistas italianas de su amigo el rey Alfonso V, El Magnánimo.

Se sabe, que en abril del 1419 el monarca escribió a todos los jóvenes nobles y posteriormente reiteró la invitación enviando un emisario real, para insistir a que le acompañaran en sus expediciones bélicas en Cerdeña, Córcega y Sicilia. De todos los jóvenes nobles invitados, sólo la aceptaron 119. De Gandía se sumaron a la empresa bélica, Luis Ausiàs y Lois d’Aragón.

Fue allí, en Italia, donde posteriormente fue atraído por las lecturas de los poetas italianos, Dante y Petrarca, principalmente. Es lógico, que tras el hallazgo de esta fascinante poesía descubierta, en Ausiàs March se fue intensificando la influencia de los renacentistas italianos, lo que va a confirmar que a su vez, Ausiàs con gran riqueza metafórica ejerza su influencia sobre poetas del siglo de oro español como Boscán, Hurtado de Mendoza, Garcilaso de la Vega o Gutiérrez de Cetina y algunos más como Lope de Vega que escribe a Jorge de Montemayor: “Castísimos son aquellos versos que escribió Ausiàs March”.

Como sabemos, las relaciones político, guerreras, religiosas y  económicas entre España e Italia, hizo que existiera un intercambio sociológico y literario de gran relevancia.

Fruto de esos intensos canjes culturales, en Italia se traducían obras como Amadís de Gaula, La Celestina, Cárcel de Amor o composiciones de Jorge Manrique e Íñigo López de Mendoza (marqués de Santillana). A la vez, en España se correspondían  traducciones de autores italianos, como el poema épico  de  La Jerusalem Liberada, del napolitano Torquato Tasso.

Debido a que Ausiàs March  vivió  en Nápoles en la corte de Alfonso V, El Magnánimo, tuvo la oportunidad de apreciar la poesía renovada de los poetas del “Dolce Stil Nuovo” y profundizar en sus corrientes místicas, explorando las mentalidades neoplatónicas y averronistas derivadas. Asimismo, pudo saborear los versos de Dante y Petrarca, además de los de Guido Guinizelli y Cavalganti.

En consecuencia, pienso que existe un cierto paralelismo entre Dante, que marca la transición del pensamiento medieval renacentista al humanismo y proclamado Summo poeta del idioma italiano, llamado “vulgare” en esa época, con la pionera obra de Ausiàs March, que inicia y establece una venturosa rampa literaria de lo que iba a ser el renacimiento de los siglos XV-XVI, como movimiento filosófico, intelectual y cultural de Europa Occidental.

Las nuevas ideas aportadas por el Humanismo, merced a los cambios espirituales provocados por el desarrollo social e ideológico fundamentalmente, pactan con los principios propugnados con las reformas (luterana, calvinista y anglicana), la Contrarreforma católica, la ilustración y la revolución francesa.

Al Humanismo se le puede expresar como un movimiento regenerador. Establecido este posicionamiento, impulsado desde lo provenzal, fue beneficiándose de varios acontecimientos: la emigración de los sabios bizantinos huyendo de las invasiones turcas, el invento de la imprenta, la aparición de los mecenas, la creación de las universidades, escuelas y academias y el hecho relevante que constituyó la llegada de los papas Nicolás V y Pío II, que con gran empeño trabajaron en ambiciosos proyectos, para convertir a Roma en el gran foco de este movimiento Humanista.

La valoración conceptual, en ese mundo transformador, va proponiendo que el hombre pueda, dentro de una perspectiva teológica, seguir subsistiendo sin asistencia de divinidad alguna; por lo cual el sujeto humano es visto como un ser natural e histórico, que debe realizarse en el uso de su plena libertad.

Con esta teoría se cambia la valoración teocentrista (dios) por el antropocentrismo y se supera una etapa donde lo divino, sin perder su papel preferente, dejaba de ser la respuesta de todos los problemas.

Tengo que manifestar, que Ausiàs March, en este transfigurante mundo que armonizó  renovadas ideas, fue un hombre con muchos claroscuros y contrariedades, que de tal condición se derivan: turbios pecados, ambiciones, vanidades y limpios anhelos, como el amor a la Virgen y sus deseos de perfección. Ausiàs March, en su condición de intelectual de moralista, algunas veces se le entronca con un cierto narcisismo y la engallada arrogancia de los trovadores, cuando se ofrece modelo y espejo de leales amadores, considerándose fénix entre los mejores. Como ya hemos adelantado, su devoción por la Virgen María sigue la tendencia didáctico-moral, propia de la mentalidad cristiana de sus coetáneos.

De todas formas, en la obra de Ausiàs March se constata cierta contundencia y rigidez de discurso conceptual, a través de una impetuosidad sintáctica, con imágenes tormentosas e inquietantes, junto con un léxico áspero. Generalmente, se dice de Ausiàs que optó  por una poesía filosófica de difícil lectura.

Ausiàs March, es ante todo un innovador del arte poético que abandona la retórica brillante, pero artificiosa y distante de la poesía trovadoresca. No lo hace siguiendo las reglas de la lengua provenzal, el occitano o lengua d’oc,ni la del grupo d’oil, lengua galorromana hablada por la nobleza normanda, sino que elige el valenciano, la lengua culta materna.

Podríamos decir que Ausiàs March abandona la tradición artística medieval, como si huyese de un estilo caduco, ya superado.

Este hecho, factor extraordinario, va a marcar comportamientos sociológicos, tanto en la expansión  de una nueva lengua, así como en el comportamiento psicológico que Ausiàs da al rol de la mujer.

Para Ausiàs March, en los temas amorosos femeninos, las protagonistas ya no van a ser mujeres idealizadas (midans, donna o mi dueña) de los poetas provenzales, ni la Beatriz de Dante o Laura de Petrarca, ni tan siguiera el amor sublimado que Boccaccio  enalteció por Fiammetta. Ahora, las mujeres amadas son mujeres reales, honestas y deshonestas, seductoras y seducidas (léase Lirios entre Cardos) con sus vicios y virtudes, que pueden ser odiadas y amadas por una exaltación de su belleza y bondad; también capaces de pecar y hacer pecar.

Por consiguiente, Ausiàs manifiesta que hay tres clases de amor: el amor de los místicos, el carnal descontrolado y la conjunción entre el primero y el segundo.

Recordemos, que para Cicerón existía un amor divino, hijo de Mercurio y Diana; otro, el amor de la venganza, engendrado por Venus y Marte; un tercero, el amoroso fuego que lleva a gozar de la belleza humana y que nació de Venus y Mercurio.

Sociológicamente, podríamos valorar la condición intelectual de Ausiàs March como la de un poeta, que por el influjo de Aristóteles modela y establece una dialéctica de opuestos:

cuerpo/alma , carne/espíritu, amor/pasión.

Después de sus Cartas de Amor, en sus Cantos de Muerte, Ausiàs reflexiona sobre la muerte de la mujer amada, los destinos de alma y el dolor por la ausencia.

Al pensar en su vida y en su muerte

rememorando su vida vivo en tristeza

y su muerte lamento como pueda

Estudiando su poesía, podemos comprobar en Ausiàs March su dolor ante el pecado, sus sentimientos apasionados y un ingenio conceptuoso y sutil. Para él, sólo Dios es el demiurgo, el impulsor de su reflejo sobre el hálito de la divina luz creadora. En estos versos suyos parece darnos las respuestas

Para rezar no hay que juntar las manos

pues ya está consumado mi destino

no lamento dolor del placer ido

Con un Humanismo, sui géneris, intenta encontrar su camino de salvación.

En el Cant Espiritual, las virtudes teologales y la gracia divina sustentan su discurso poético, como si fuera un lenguaje que podría definirse como bíblico, en una emotiva oración en verso libre.

No es de extrañar, que en algún momento, como referencia básica a su predestinación intenta pedir a Dios con cierto tono altanero y airado su propia muerte, para no seguir ofendiéndole más con sus pecados. Quizás, al pedir la muerte, recordase los versos de su padre:

Al punt que hom naix comença de morir

Igualmente, Ausiàs March podría estar identificado con la frase que se le atribuye:

Morir, pase, pero envejecer ¿para qué?

Sí, la muerte, cuestión primordial en su poesía, enraizándose con lo establecido por la filosofía griega, donde propugna una imagen del hombre centrada en la virtud y la razón, que Ausiàs March, por ser cristiano, acrecentó con los conceptos de amor y pecado.

En la alquimia de los versos de Ausiàs March permanecen otras ideas y sentimientos sobre lo puramente sensorial e intuitivo, ofreciendo como experiencia un innovador lenguaje generacional. Ausiàs abre con latido cósmico un nuevo universo de horizontes.

En el conocimiento y comprensión de su impulsora obra se debate, como clandestina criatura, que quiere armonizar su yo pecador con el mundo ideal de lo místico, en un difícil oleaje verbal, donde con doble filo se entrecruzan sus invictas pasiones y sus angustiosas dudas morales. Al final de sus años, en plena crisis espiritual, se siente temeroso ante un destino que él intuye adverso, como tránsito de su incertidumbre a una catarsis redentora. Parece intuir, entre el fervor y el miedo, la misteriosa sombra de Dios.

Por otra parte, su actitud amorosa siempre fue una magnética y psicológica forma de entender la vida; un sentimiento gozoso que fraguó la mayoría de sus actos personales en el recreo de los sentidos.

Ausiàs March pertenece a ese privilegiado grupo de poetas, que han traspasado los periodos cronológicos en que vivieron, para ofrecernos una serie de claves que siguen siendo estudiadas continuamente por los críticos y antólogos de bagajes políticos-culturales distintos.

En mi opinión, a Ausiàs March le correspondió emprender una de las mayores proezas literarias de nuestro tiempo y cinceló una poesía renovada con matices de modernidad. Su obra es una hazaña     asombrosa que prestigia el idioma que representa, para dejarlo latiendo permanentemente de una manera magistral, por los llamados países catalanes y la memoria de nuestra tierra universal.  Por cierto, el término de países catalanes se encuentra documentado por primera vez en la monumental obra del valenciano Bienvenido Oliver, natural de Catarroja, en su historia del derecho en Cataluña, Mallorca y Valencia (1876).

Ausiàs March, al mismo tiempo de justificar un amoroso aliento, se nos ofrece como estremecedor poeta arrebatado por la emoción existencial y la intensidad expresiva de los componentes dramáticos, como protagonista de sus venturas y conflictos. Es un vidente que construye un lenguaje revelador, potenciado por la inteligencia de un espléndido artífice, que ejercita los códigos de un modelo poético, por una literatura universal.

Con Ausiàs March, prende la nueva voz intensa de un poeta fundamental, que vivifica la fértil luz  de una rica lengua  enriquecedora, para entretejer las diferentes culturas que cohabitan en nuestra geografía y armonizar los grandes retos y reflexiones que nos impone. Su voz personal, su estilo propio, que emana de lo individual como una revelación entre los destellos de su perspectiva creativa, está engrandecida por consideraciones filosóficas y metafísicas.

El contenido y la forma, toda la intensidad de la admirable grandeza  que fluye de sus versos, nos obliga al conocimiento de la trascendencia que siempre proyecta la cosmovisión de su obra.

Alfonso Monteagudo

El portón

 

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